En 1982, el heavy metal estaba en plena metamorfosis. Mientras la New Wave Of British Heavy Metal conquistaba el Reino Unido con figuras como Iron Maiden, Saxon o Judas Priest, en Dinamarca surgía Mercyful Fate, una banda que proponía una estética y sonido únicos. Liderada por el carismático y enigmático King Diamond, famoso por su estilo teatral y su distintivo falsete, y el excepcional guitarrista Hank Shermann, quien para mí es uno de los grandes del género, Mercyful Fate presentaba un enfoque oscuro y provocador, fusionando heavy metal con elementos de rock progresivo. Esta mezcla lograba recrear atmósferas inquietantes y sobrenaturales, reminiscencias de lo que pioneros como Alice Cooper habían iniciado años atrás.
Aunque en el pasado analizamos “Melissa”, considero
que es momento de dar su merecido reconocimiento al EP homónimo de Mercyful
Fate, popularmente llamado “Nuns Have No Fun”, el primer lanzamiento oficial de
la banda que definió las bases de lo que luego sería el black metal. A
continuación, detallaremos cada canción, pero basta decir que este trabajo de
cuatro temas ofrece estructuras complejas y letras cargadas de ocultismo, que,
en algunos casos, resultan francamente provocativas. La producción cruda y casi
primitiva del EP cimentaría a Mercyful Fate como una de las grandes formaciones
de su época.
El viaje comienza con “A Corpse Without Soul”, una
descarga intensa de guitarras abrasivas que, tras una apertura vertiginosa,
desemboca en uno de los riffs más memorables de Shermann. Su ejecución
desenvuelta y meticulosa se encuentra pronto respaldada por la banda, creando
una sólida base instrumental sobre la que King Diamond despliega sus agudos
característicos. La canción se mueve entre momentos ásperos y otros melódicos,
casi barrocos, en un balance que hace de esta pieza una introducción magistral
a la esencia de Mercyful Fate.
El segundo tema, “Nuns Have No Fun”, se presenta denso
y oscuro desde los primeros compases de Kim Ruzz y los posteriores acordes
muteados de ambas guitarras. Probablemente sea la pieza más simple del EP, con
una estructura más estática y un ritmo hipnótico, pero su letra no deja
indiferente, con frases tan irreverentes como: “Sobre una cruz será colgada una
monja, será violada por un hombre malvado...”, “Eres una monja y no te has
divertido viviendo tu vida como una reina virgen. Voy a cambiar eso y así será,
mañana ya no serás una reina virgen...” o “Las monjas no se divierten, sólo
tienen a sus padres e hijos, pero yo las voy a poner firmes, ¡nunca fallo!”. En
aquellos días, a King Diamond y compañía no les preocupaba escandalizar a los
sectores más conservadores.
“Doomed By The Living Dead”, al igual que el primer
tema, captura la faceta más intrincada y gótica de la banda en cinco minutos
llenos de cambios de ritmo, solos que erizan la piel y una combinación de
falsetes y voces demoníacas que resalta la ambición creativa de la banda. En
medio de la pieza, es esencial detenerse en el interludio serpenteante y ácido,
tras el cual King Diamond vuelve a impactar con su desgarrador “Long black
hair, face like a dead. I am here, Satan in my head”, dejando una impresión imborrable.
Este primer capítulo en la carrera de Mercyful Fate
concluye de la mejor forma con la perturbadora “Devil Eyes”. Su percusión, con
un toque cercano al “disco”, podría sugerir un cambio radical en el sonido,
pero rápidamente es desmentido por los poderosos riffs que evocan la esencia de
álbumes como “Sin After Sin” y “Stained Class” de los legendarios Judas Priest.
King Diamond, una vez más, impresiona al sostener sus falsetes con una
habilidad que lo colocaría en la cúspide de la inmortalidad en el heavy metal.
CONCLUSIÓN
Tiempo después, Metal Blade Records reeditaría estas
canciones junto a versiones en vivo de temas de “Melissa” bajo el nombre “The
Beginning”, con un orden alterado, pero personalmente, prefiero escuchar el EP
original, con sus mezclas crudas y su autenticidad inigualable.
“Nuns Have No Fun” es mucho más que el primer EP de
Mercyful Fate: es una muestra contundente del estilo abrasivo y la temeridad
lírica que caracterizaban a este quinteto. Sin este trabajo fundacional, no
habríamos podido disfrutar de “Melissa”, “Don’t Break The Oath” ni de la
brillante carrera solista de King Diamond.
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