No todos los días podemos hablar de un nuevo álbum de los mismísimos Judas Priest, una de esas bandas adoradas y respetadas por toda la comunidad Heavy debido a su magnánima trayectoria llena de grandes álbumes y temas inmortales que se han convertido en la BSO de nuestras vidas. Es por ello que este 8 de marzo de 2024, uno no pueda evitar sentirse como un niño en la mañana del día de Navidad.
Si a esto le sumamos el listón tan alto que impuso su
predecesor “Firepower” (¿cómo es posible que ya hayan pasado seis años desde su
publicación?) gracias a canciones tan buenas como “Lightning Strike”, “Rising
From Ruins”, “Traitor’s Gate” o “Evil Never Dies”, entre otras, creo que es
normal sentirse emocionadísimo. Y sí…puedo entender a aquellos que reniegan de
esta formación nueva de la banda sin KK Downing y, prácticamente, sin Glenn
Tipton (cada vez menos presente en los directos del grupo debido a su
complicada enfermedad), aunque soy fiel defensor del excelente trabajo que ha
hecho Ritchie Faulkner hasta la fecha (es un guitarrista asombroso).
UNA OBRA MARCADA POR SU COMPLICADA GRABACIÓN
Parece que no fue sencillo grabar y dar forma a
“Invincible Shield”, el decimonoveno álbum de estudio del grupo que aquí me
dispongo a analizar. Y es que, según cuenta el propio grupo, en varias
entrevistas lanzadas en las últimas semanas, los contratiempos no dejaron de
sucederse, retrasando el lanzamiento unos tres o cuatro años.
Cuando en 2020 la banda entró en el estudio por
primera vez para comenzar a dar forma a una serie de ideas y descartes que
habían quedado apartadas en las sesiones de grabación de “Firepower”, la
pandemia del COVID-19 provocó la postergación de cualquier grabación hasta que
la situación mejorara. Después llegó la gira de 2021 (imposible grabar mientras
tocas alrededor del mundo) y, como muchos sabrán, el oscuro show del grupo en
el Louder Than Life Festival (26 de septiembre), en el que Ritchie Faulkner sufrió
un gravísimo infarto mientras tocaba el solo de “Painkiller” (¡no falló ni una
sola nota!) que estuvo a nada de costarle la vida, de no ser por la rápida
actuación de los servicios sanitarios que le salvaron la vida.
Con Faulkner ya en forma, la banda al completo se
reunió en el estudio con su ya inseparable Andy Sneap, quien lleva años también
acompañando al grupo en directo, ocupando la vacante que dejó el insuperable
Glenn Tipton hace ya unos años, cuando salió a la luz su diagnóstico de
Párkinson. Precisamente el bueno de Glenn ha participado activamente en el
proceso compositivo de las nuevas canciones, acompañando a sus compañeros en el
estudio siempre que su condición física se lo permitió. De hecho, se le acreditan
íntegramente las composiciones de dos canciones de esta nueva obra: “Escape
From Reality” y “Sons Of Thunder”.
Fue durante el show de la banda en el ya histórico Power Trip Festival, donde anunciaron la salida de “Invincible Shield”, un álbum que, como he dicho, se presenta como uno de los más esperados de 2024 y, personalmente, uno de los que más tiempo llevo aguardando.
La tormenta perfecta se abalanza sobre nosotros con la
épica “Panic Attack”, pieza que llegó a nuestros oídos como primer single del
LP y que, sin duda alguna, no dudaría en ubicar entre las grandes canciones de
los británicos lanzadas en este milenio. Es difícil resistirse a la transición
que experimenta la pista, pasando de una intro de sintetizadores con un claro
guiño a la etapa ochentera de la banda a una apocalíptica pista de Metal
salvaje en la que la banda avanza firme con un ritmo bastante veloz (ojo al
trabajo de batería de Scott Travis en esta canción y, más concretamente, en la
sección de doble pedal que se marca durante el estribillo). El maldito Halford
está en plena forma, rugiendo como un poseso en cada verso y estribillo (llega
a notas bastante altas) y demostrando que, aunque nadie puede negar que no
tiene la potencia de antes, sigue estando en un estado de forma impresionante.
No puedo dejarme en el tintero el excelente solo de Faulkner, donde convergen
técnica y velocidad. El listón, ahora sí, lo han dejado por las nubes.
Palabras mayores merece “The Serpent And The King”,
otra canción que debo ubicar entre las mejores de Judas Priest en este nuevo
milenio. Un riff demente nos adentra en una canción que avanza a la velocidad
de la luz (honor, nuevamente, a Scott Travis) y que tiene como principal
protagonista al mismísimo Rob Halford, quien recupera esos agudos que crearon
escuela y que a uno, inevitablemente, le transportan a los de la legendaria
“Painkiller”. No sé si hay algún truco tras la producción de Sneap, pero lo cierto
es que la ejecución de Halford es una puta burrada (con perdón de la
expresión), alcanzando notas que a sus 72 años rozan lo utópico. Como guinda a
este pastel tan placentero, Faulkner toma las riendas del solo y vuelve a
sacarse de la chistera un punteo demencial. No sé si estará presente en las
futuras giras del grupo (Halford es capaz de salir airoso si la interpretan),
pero los británicos nos han presentado aquí una canción con papeletas a
convertirse, en unos años, en un clásico.
¡Espera que se niegan a bajar el listón! Desde que en
algunas ruedas de prensa Scott Travis se había deshecho en elogios hacia este,
reconozco que tenía grandes expectativas puestas sobre el tema-título, pero, ahora
que lo he podido escuchar, debo reconocer que la banda ha vuelto ha dejarme sin
palabras. Manteniendo el ritmo ametrallador de batería del tema previo (¡qué
bueno eres Travis!) la banda ejecuta un tema de Metal lleno de detalles que
necesito nombrar. Para empezar, y aunque en general se respira un tono más
contemporáneo, creo que nadie pasará por alto ese puente coral con
reminiscencias de Queen que evoca a los primeros álbumes de los Judas (me evoca
a cortes como “Exciter” o “Sinner”) y que es rematado por un estribillo
impresionante. Otro aspecto en el que debo detenerme es en la monstruosidad de
solos de guitarras gemelas que Faulkner y Tipton (no sé si Glenn habrá podido
tocar algo de los solos dada su enfermedad) nos entregan aquí (particularmente
me quedo con el que se marcan casi al final del tema). Aunque lo haya dejado
para el final, creo que nadie podía dudar del nivelazo de Halford, nuevamente.
Temazo que, a buen seguro, sonará en los futuros directos del grupo.
Tras un inicio fulgurante se agradece un medio-tiempo
hecho y derecho como el que la banda propone con “Devil In Disguise”. Estamos
ante una pieza cimentada sobre un riff duro como el acero que avanza con el
contoneo de una serpiente y que solamente parece ofrecernos un respiro en el
luminoso puente que, unos segundos después, volverá a ebullir en un estribillo
poderoso que no logro quitarme de la cabeza.
Por si fuera poco, Faulkner nos está esperando al doblar la calle para
ponernos a sus pies con otro solo de primerísimo nivel. Esto es Metal ochentero
en toda regla. Solamente se puede aplaudir.
¿Puede existir algún detractor de la épica
introducción de guitarras superpuestas que nos propone el grupo con “Gates Of
Hell”? No es una canción que innove, pero es que Judas Priest no necesitan
salirse de sus moldes de cuero para dejarnos satisfechos. Metal a raudales
gracias a unas guitarras muteadas y a una sublime interpretación de Halford,
que se mueve a placer sobre esta pieza sobradamente convincente, aunque me temo
que pueda acabar entre las olvidadas del LP.
No es de extrañar que Ritchie Faulkner presente “Crown
Of Horns” como la canción de la que más orgulloso se siente. Y es que estamos
ante una canción creada por y para el lucimiento de las guitarras, como ya se
puede uno imaginar desde que la guitarra de este introduce el tema con un bello
punteo que nada por un mar de efectos. Posteriormente también las hachas
brillarán con mucha presencia tanto en el solo como en ese pegadizo estribillo
en el que añaden unos fraseos melódicos altamente efectivos. No obstante, la
canción tiene mucho más que ofrecer. Me gusta mucho aquí la sólida base de bajo
de Ian Hill, así como el excelente trabajo vocal, una vez más, de Halford,
quien no necesita optar por agudos o por un tono más agresivo para dejarnos
boquiabiertos. Se entiende que fuera seleccionada como single.
Y tras dos temas más lentos…¡PUM! Faulkner se abalanza
sobre nosotros con un riff incendiario y cargado de veneno para dar inicio a
otro de los grandes títulos de este LP: “As God Is My Witness”. Metal musculoso
y de un ritmo frenético que me sirve de excusa para volver a reivindicar a
Scott Travis como el que, al menos para mí, es el mejor batería que ha tenido
la banda. Halford está especialmente bien, rugiendo con rebeldía y sin la
necesidad de recurrir a sus tan queridos agudos. El estribillo también ha ido
creciendo en mí, así como el no menos destacable solo de guitarra “marca de la
casa”. Por momentos me siento escuchando el álbum “Painkiller”. ¡QUÉ TEMAZO
HALFORD MÍO!
“Trial By Fire” es otra canción que, con el tiempo, se
ha ganado muchísimo mi cariño. Un single fiel a los Judas Priest más modernos
(me recuerda ligeramente a “Spectre”), con un riff machacante que va taladrando
tu mente con su medio-tiempo y que hace de base perfecta para que Rob Halford
cante como los ángeles con mucha furia y cierta actitud desafiante (adoro la
manera en que encara el puente y ruge ese “In my innocence”) que mantiene
durante todo el corte. Un acierto absoluto.
Turno ahora de la primera de las dos composiciones
acreditadas a nuestro adorado Glenn Tipton. Gratísima sorpresa la que el
guitarrista nos tenía escondida cn la macabra “Escape From Reality”, una pieza
densísima en la que el bajo de Ian Hill goza de un gran protagonismo en
numerosas secciones y que cuenta con unas depresivas guitarras que crean un
aura idónea para que Halford cante en un tono más teatral (otro tipo de
registro que él domina). Puede que de buenas a primeras pueda sentirse algo
extraña, pero a mí, con el paso de las escuchas, me ha terminado enamorando.
La segunda composición de Tipton es “Sons Of Thunder”.
Aquí el maldito dios de la guitarra se saca de la chupa de cuero un himno de
carretera más veloz y sucio que combina elementos más contemporáneos (los
versos) con otros que evocan a los Judas más clásicos (el puente coral termina
ebullendo en un estribillo de inconfundible autoría que va directo al grano).
Pero ojo, que aquí el bueno de Glenn, que es un valiente como pocos, se
aventura a marcarse también un solo de guitarra de mucho nivel…¡pero si tiene
Párkinson! ¿Cómo demonios lo hizo? Solamente puedo quitarme el sombrero ante
semejante despliegue y fuerza de voluntad. Muy buen tema.
La edición estándar llega a su fin de la mejor manera
posible gracias a la bluesera “Giants In The Sky”, un corte de Metal denso
donde la banda, como ya hizo en cortes temporáneos como “Crossfire”, también
muestra sus influencias del mejor Blues. Estamos ante una pista que destaca por
su despliegue guitarrero, del que rezuma una actitud callejera que termina de
confirmar el inquebrantable Halford con su impoluta voz. Por si fuera poco, una
vez alcanzada a mitad del tema el ritmo se ralentiza considerablemente para
adentrarnos en un interludio acústico de ensueño, en el que ambas guitarras
suenan impresionantes, así como, una vez más, Halford, quien aquí tira de su
faceta más teatral para sobrecogernos antes de que la canción vuelva a su
estado original. Con un alargado agudo, Halford pone el broche de oro al tema y
al disco.
¿Cómo no vamos a analizar los tres bonus tracks que la
banda ha incluido en diferentes versiones del LP? No todos los días podemos
celebrar la salida de un nuevo disco de estos genios del Heavy Metal. ¡Seguimos, pues, con la reseña!
El primer extra me ha volado la cabeza. “Fight
Of Your Life” nos manda con su riff principal a los años 70 de una patada,
evocando a los Judas de “Sad Wings Of Destiny” o “Sin After Sin”, con una
canción con riffs macizos y callejeros que Halford eleva a la máxima potencia
con una nueva combinación de agudos punzantes y otras secciones más reposadas
(pocos cantantes con la mitad de edad pueden hacerlo tan bien como Halford a
sus 72). Trallazo que podía haber sido incluido en la edición estándar del LP.
Rock sin adornos excesivos y con la actitud metalera
que ha definido al grupo. Así de simple podría describir la atractiva “Vicious
Circle”, una canción de poco más de tres minutos en la que Travis y Hill
imponen un ritmo machacón desde su base rítmica y que Faulkner da continuidad
desde su guitarra. Como ya me ha pasado en otras canciones del LP, me siento
como si estuviera esucchando el “Painkiller”. Como punto a favor hay que
mencionar que Glenn Tipton vuelve a atreverse aquí con un solo más reposado que
el de “Sons Of Thunder”, apostando por un punteo doblado que se siente épico
aunque mucho más comedido.
La última canción del LP en su edición Deluxe opta por
bajar el telón de manera cinematográfica y dramática. Muchísimos honores para
“The Lodger” y su curiosa mezcla de orquestaciones y sintetizadores que
permiten al eterno Rob Halford sacar, como en anteriores ocasiones, sus
registros más teatrales, ofreciendo secciones realmente sobrecogedoras como ese
“Vengeance is miiiiine!”.
Recuerdo cuando, tras escuchar “Firepower”, tenía muy
claro que Judas Priest habían lanzado su mejor obra desde el monumental
“Painkiller”. Sin embargo, y aunque pudiera parecerme una locura hace un
tiempo, para mí “Invincible Shield” está un par de peldaños por encima de
“Firepower” y, por ende, me resulta la obra más completa y atractiva de los
británicos desde 1990.
Pocas bandas se han mantenido fieles a sus propios
ideales sonoros como lo han hecho los Metal Gods, una banda ejemplar
tanto a nivel artístico como personal (se me ocurren muy pocos grupos de tanta
reputación que cuidan tanto a sus seguidores) que siempre ha orientado su carrera
a mantener el Heavy Metal vivo y en alza, plantándole cara a cualquier
detractor. De hecho, el propio Halford ha comentado que el título del LP, que
se traduciría como “Escudo Invencible”, pretende describir la figura de Judas a
lo largo de las décadas, como una especie de gran protector de este género
musical. Razón no le falta.
En definitivas cuentas, “Invincible Shield” propone a
lo largo de sus 63 minutos de duración un viaje sonoro de altísimo nivel por el
pasado más glorioso del grupo, pero sin por ello abandonar esa faceta más
contemporánea que tan buenos resultados les ha dado en sus últimas referencias
discográficas. Además de los cuatro sencillos (me quedo especialmente con
“Panic Attack” y “The Serpent And The King”), la banda nos presenta aquí una
colección de canciones compactas en las que es imposible encontrar algún tipo
de relleno. Es más. Para mí cualquier bonus track podía haber formado parte de
la versión estándar y viceversa. Honor a Tipton y al ya consagrado Faulkner por el trabajo de guitarras (Glenn, eres un ídolo personal), a Travis y a Hill por esa base rítmica inquebrantable y, por supuesto, a ese fenómeno sobrenatural originario de Birmingham llamado Rob Halford, quien a sus 72 años sigue sentando cátedra con esa inagotable fuerza vocal.
Para mí, y siendo consciente de que estamos todavía en
marzo, creo que Judas Priest se han marcado el mejor álbum de 2024.
Obra Maestra:
ResponderEliminarNo hay duda, los Judas se han marcado la obra maestra de esta década, yo, con mas de 50 años, me sigo emocionando escuchando este disco igual que lo hacia en los 80 con el screaming, el turbo o el painkiller (si, del 90, pero para mi todavía en la hornada de obras maestras de los 80s).
La crítica magnífica, comparto casi todo, solo un pequeño apunte, y es que aunque para mi Tipton también es un dios de la guitarra ( y soy guitarrista), es inocente pensar que, con su enfermedad, ha podido tocar algo en el disco, y mucho menos un solo del nivel de lo que se escucha aquí, como ya ha dejado caer Faulkner, todas las guitarras están grabadas por el y la aportación de Tipton, por desgracia, a dic de hoy se reduce a la composición únicamente.
Uh saludo y a seguir con esta magnífica página
¡Estimado amigo lector! Muchísimas gracias por tu comentario. Nos ha encantado, como a ti, el álbum de Judas. Sin duda alguna, es un trabajo de muchísimos quilates.
EliminarSobre lo que dices de Glenn Tipton, yo también creo sinceramente que se ha limitado al ámbito más puramente compositivo (en directo solamente puede tocar canciones sencillas como "Breaking The Law", "Metal Gods" y "Living After Midnight"). Sin embargo, cuando en la reseña menciono que Glenn toca dos solos de guitarra, es porque la propia banda lo ha nombrado, así como varios medios británicos y americanos. A mí, ciertamente, también me cuesta creerlo.
Dicho esto, agradecido por tus palabras llenas de buen rollo y de amor por Judas.
Excelente reseña, (por distintos motivos) he tenido la oportunidad de leerlo en tres ocasiones y en cada ocasión lo he disfrutado, soy un gran fan de Judas y esta nueva producción, me ha parecido genial poniendo cátedra y este artículo no deja dudas en por que.
ResponderEliminarUn saludo y que siga la pasión por el metal