Solamente seis meses después del notable “Unlimited Love”, los californianos vuelven a entregar a sus seguidores un número considerable de canciones de alto nivel, aunque también haya que lamentar la presencia de otras un tanto prescindibles.
Parece que, desde finales de 2019, momento en que los californianos anunciaron el regreso de John Frusciante tras una década de ausencia, los Red Hot Chili Peppers han estado muy ocupados. La cancelación (o retraso) de su gira programada originalmente para el año 2020 debido a la Pandemia del Covid-19, terminó por servir como el empujón definitivo para que el cuarteto comenzará a dar forma a decenas de ideas que cada miembro tenía almacenada en su caja fuerte. “Unlimited Love” concentró 17 composiciones (o 18 si contamos el bonus japonés “Never Flip”) de lo más variadas y, salvo en momentos excepcionales, convincentes.
Un breve repaso a
“Unlimited Love”
Aunque mi opinión sobre “Unlimited Love” la podéis encontrar en su correspondiente reseña (puedes acceder a ella haciendo click aquí), puedo deciros en breves palabras que no dudaría en ubicarlo entre los más interesantes del año por la diversidad musical que concentra. Por un lado, tenemos piezas donde se imponen sus raíces de Funk y/o Soul (“Aquatic Mouth Dance” o “Poster Child”), otros de una cadencia más comercial (“Black Summer” o “White Braids & Pillow Chairs”), un par de baladas convincentes (“Tangelo” y “Veronica) y otro par de pistas más aceleradas como “These Are The Ways”, “Bastards Of Light”, “One Way Traffic” o “The Heavy Wing”, contando esta última con una breve pero épica aportación de Frusciante al micrófono. Obvio que no es un LP perfecto, como demuestran las más irregulares “Not The One” (nunca pude con ella, lo siento) o “She’s A Lover”, pero el sabor que te queda al escucharlo íntegramente es más dulce que amargo.
Desde que “Unlimited Love” vio la luz, Flea avisó sobre la existencia de otro gran número de canciones que habían quedado fuera del álbum, pero que en algún momento podrían ver la luz. Lo que nadie esperaba era que solamente tendríamos que esperar seis meses para escuchar “Return Of The Dream Canteen”, el segundo LP de los Chili Peppers en un mismo año.
Como en su reciente predecesor,
el cuarteto nos presenta 17 canciones completamente nuevas (además hay otro
bonus disponible únicamente en Japón del que luego os hablaré) también nacidas
en tiempos de Pandemia. Lo cierto es que el concepto de “descarte” no se puede
aplicar para hablar de las composiciones de este trabajo, ya que parece que la
banda decidió concentrar en cada uno de los dos álbumes (“Unlimited..” y
“Return Of…”) aquellas canciones que combinaran mejor entre sí, a modo de
garantizar una mejor experiencia auditiva de cada obra. Así lo explicó el
batería Chad Smith:
"Simplemente escribimos un montón de música y escribimos y escribimos sin limitaciones de tiempo y terminamos grabando todas estas canciones. Siempre grabamos más de lo que sale en un disco, pero a menudo quedan en la bóveda o sin terminar o lo que sea. Pero las terminamos todas. Sentimos que teníamos demasiadas canciones buenas para no sacar otro disco. No es como un disco de caras b ni nada por el estilo. Todo se sentía bien y correcto. Luego pensamos, estas canciones van juntas aquí. y estos van juntos allí y, mira, tenemos dos cosas, ambas geniales'".
Por ende, el mismísimo Rick Rubin, ha repetido en su labor de productor, lo cual solamente me despierta emociones muy positivas. Otro punto a favor es la portada, obra de Julien Marmar (mismo artista detrás del videoclip de “Poster Child”), que nos ofrece una auténtica experiencia visual de lo más psicodélica que, al menos a mí, me ha hecho pensar en la imaginería que podíamos encontrar en sus primeros discos, aunque también en cualquier álbum medianamente Funky de finales de los 80 o de los 90.
Desde mi primer encuentro con “Tippa My Tongue”, pista que abre el álbum y que fue elegida también como single promocional, me sentí transportado directamente a los primeros álbumes del grupo debido a ese extremadamente hipnótico despliegue de buen Funk. La instrumentación es sencillamente exquisita, con slaps de bajo por doquier y un elegante solo de guitarra cortesía del señor Frusciante. Kiedis en los versos canta con su habitual desparpajo, apostando por grabarnos a fuego los recurrentes “nanana” que aparecen en numerosos momentos del corte. Me ha gustado muchísimo, sinceramente.
Por mucho que un sector más o menos considerable hayan criticado la negativa de Frusciante a interpretar canciones que procedieran de etapas en las que él había abandonado el conjunto, lo cierto es que “Peace & Love” parece sacada del “I’m With You” (2011) en aquellos tiempos en que Josh Klinghoffer estaba a cargo de la guitarra. Pieza elegante y llena de armonías que sumadas a lo coros del propio John, así como a una compacta base rítmica co-protagonizada por Flea y Chad (¡cómo golpean tanto el bajo como la batería!), termina por convencer a cualquiera.
También nos sentiremos satisfechos en cuanto empiecen a sonar los primeros compases de “Reach Out”. Hablamos aquí de una pieza cambiante y muy lograda en todos los planos, donde unos versos melódicos siempre acaban derivando en un estribillo más eléctrico, donde Kiedis y Frusciante comparten protagonismo al micrófono. Resulta curiosa que no fuera elegida como single de adelanto del LP.
Como cuarto corte nos
encontramos la ya conocida “Eddie”, elegida, a su vez, como segundo avance del
álbum. Su ritmo medio, creado a partir de unos melódicos punteos de guitarra y
unas líneas de bajo muy agradables se va acomodando en tu mente, algo que
también logra Kiedis con sus habituales fraseos. A expensas del momento en que
entra el solo (bastante agradable y lleno de efectos), donde da la sensación de
que la intensidad asciende ligeramente, lo cierto es que es una pista que, para
los pocos cambios estructurales que ofrece, se extiende más de lo conveniente.
Me parece muy curioso el hecho de que la letra sea un tributo a todo un icono
del Rock como Eddie Van Halen, de cuya muerte se acaban de cumplir dos años.
“A veces no nos damos cuenta de lo profundamente afectados y conectados que estamos con los artistas hasta el día de su muerte. Eddie Van Halen fue único en su clase. El día después de su muerte, Flea entró al ensayo con una línea de bajo emotiva. John, Chad y yo comenzamos a tocar con todo nuestro corazón y nació una canción en su honor se desarrolló sin esfuerzo. Se sentía bien estar triste y preocuparme tanto por una persona que había dado tanto a nuestras vidas. Aunque la canción no habla de Eddie por su nombre, habla de sus primeros días en Sunset Strip y del tapiz de rock and roll que Van Halen pintó en nuestras mentes. Al final, nuestra canción pide que no recuerdes a Eddie por morir sino por vivir su sueño más salvaje”
El nivel no amaga por bajar, al menos de momento, tal y como podemos comprobar en la elaborada y camaleónica “Fake As Fu@k”, donde los arreglos de trompeta aportan cierto aroma jazzístico a un número que se siente en sus secciones aceleradas más afín al Funk que tan bien practican estos veteranos (el bajo de Flea me vuela la cabeza siempre que la escucho). De hecho, en esos instantes de mayor dinamismo, la sección instrumental por momentos me recuerda al típico jam que han interpretado tradicionalmente justo al inicio de cada concierto, aunque seguramente sean alucinaciones mías.
¡Y seguimos gozando del mejor Funky gracias a “Bella”! Con ciertas reminiscencias a “Poster Child”, el grupo se marca un tema poco cambiante, pero sobradamente convincente, en el que el bajo y la batería consolidan una base rítmica perfecta sobre la que Frusciante, con sus pequeños adornos al mástil, y un siempre cumplidor Kiedis, sin pasar por alto las nuevas intervenciones de trompeta, nos hacen disfrutar de lo lindo.
Me ha gustado muchísimo el desarrollo musical que el grupo lleva a cabo en cada verso de “Roulette”. Sin embargo, es una pena que el estribillo se sienta como un refrito algo descarado de “Bastard Of Light” (¡es tan exagerado el parecido que siempre termino cantando la letra de esta última!). Buena pieza, aunque menos pulida que cualquiera de sus predecesoras en este trabajo.
En estos dos últimos álbumes si hay algo que salta a la vista es la ambición del conjunto por innovar su propio estilo, lo cual les lleva a correr ciertos riesgos como ha sucedido en “My Cigarette”, una pista que levantará ampollas entre sus seguidores más veteranos (y no tan veteranos también). Y es que no todo el mundo está listo para escuchar una caja de ritmos desbancando al bueno de Chad Smith de su batería, mientras Kiedis canta la canción con un estilo “popero” que sobreexplota en ese estribillo tan pegadizo como evitable. No me ha gustado demasiado el invento, no os voy a mentir.
Menos mal que los Red Hot vuelven rápidamente a la senda de los aciertos con la más funky y alegre “Afterlife”, en cuyos versos podemos encontrar algo más de fuerza gracias a la base rítmica, mientras que en el estribillo siento la necesidad de destacar los arreglos corales. Flea hace un trabajo de mil quilates a lo largo de toda la pista, dibujando líneas de todo tipo a lo largo de su mástil y elevando, así, el nivel del número considerablemente. Sin ser de lo más técnico, el solo de Frusciante aquí tampoco merece caer en el olvido.
Las irregularidades vuelven a emerger con cierta fuerza por culpa de “Shoot Me A Smile”, una pieza con el habitual estribillo aceptable, pero que se siente menos inspirada en sus versos, donde es difícil encontrar algo remarcable. Floja.
“Handful” recupera algo de altura con sus tintes más oscuros. Los arpegios repetitivos de Frusciante y la buena interpretación al micrófono de Anthony se van acomodando en tu mente con el paso de las escuchas. Me ha parecido bastante curioso el luminoso solo de guitarra, no solo por el propio despliegue de John tras su mástil, sino también por el martilleante acompañamiento de Chad Smith tras los parches y por un omnipresente sintetizador.
La gran pega de “The Drummers” es su edulcorado estribillo. Digo “pena” porque contrasta notoriamente con el adictivo ritmo cortante y ochentero que en los versos crean tanto la batería como el bajo. Si el estribillo hubiera sido diferente, no hubiera dudado en incluirla entre mis preferidas del disco. De momento lo dejamos entre las 6-7 mejores.
Los Chili Peppers apuestan en “Bag Of Grins” por una distorsión y unas progresiones más afines al Grunge. Buen desarrollo general de la pista, donde cada instrumento aporta más capas de oscuridad a un resultado final decadentemente bueno. No es una genialidad, pero ante el pequeño bajón que estamos experimentando en la segunda mitad del LP este tipo de composiciones siempre son bienvenidas.
Aunque su título parece inspirado en cierto clásico eurovisivo de nuestra tierra, en “La La La La La La La La” la innovación vuelve a imponerse en una balada ausente de batería (sí hay ciertos arreglos de percusión en su fondo). Esto favorece una mayor presencia de los teclados, los sintetizadores y de un exquisito saxofón. Si a esta suma de elementos le añadimos, además, unas monumentales secciones corales, es normal que el resultado sea muy positivo.
Desde la primera escucha
a “Copperbelly” sentirás que ya la has escuchado previamente. No, no está mal
mantenerte fiel a tus raíces, pero en un álbum tan largo es lógico encontrar
pistas “de relleno” y esta es un claro ejemplo de esta realidad. ¿Buena pista?
Sí, pero prescindible.
Casi al final del disco encontramos una de mis pistas preferidas. Sin por ello abandonar su filosofía musical, “Carry Me Home” tiene escondidos en su ADN numerosos elementos de Blues-Rock setenteros, lo cuales se manifiestan en mayor medida en el desarrollo instrumental más lento y distorsionado, así como en los crujientes solos de un, ahora sí, incendiario Frusciante (tampoco Flea se queda atrás con sus líneas de bajo, ¿eh?).
No entiendo cómo el tema
previo no fue elegido para cerrar adecuadamente el álbum. Lo siento, pero
siento que “In The Snow” baja el telón sin chispa alguna. Una vez más hace acto
de presencia la caja de ritmos y la pieza se torna fría y sin un punto de
interés concreto.
CONCLUSIÓN.
Por muchas escuchas que le doy a “Return Of The Dream Canteen”, lo cierto es que se siente más irregular que “Unlimited Love”. Si bien su primera mitad (hasta que la floja “My Cigarette” hace acto de presencia, concretamente) está a un nivel musical muy alto (hay canciones tremendamente buenas), su segunda parte está marcada por los contantes altibajos compositivos (sí, por supuesto que hay también pistas buenas como “Carry Me Home”, “Afterlife” o “Bag Of Grins”, pero ciertamente predominan los cortes insípidos).
Una vez escuchados a
fondo los dos álbumes que este año han publicado los RHCP, opino que tal vez,
si hubieran juntado las mejores pistas de cada uno, hubieran obtenido un LP que podría codearse con algunos de sus grandes
títulos. Lamentablemente, ambos, y especialmente este último lanzamiento,
tienen muchas canciones que, a la hora de la verdad, terminan restando al
resultado global de las obras.
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