Aun sin llegar al nivel de antaño, los Red Hot Chili Peppers con John Frusciante de nuevo en sus filas acaban de facturar un extenso trabajo con más luces que sombras. Tras varias escuchas y por el nivel de algunas de sus pistas esta es su mejor obra desde “Stadium Arcadium”.
Con más de 100 millones de álbumes vendidos y el reconocimiento mundial, y eterno, como una de las bandas más exitosas de la historia contemporánea, aunque su estilo, y especialmente su evolución sonora, no hayan sido aceptados por todo el mundo, el hecho de que los Red Hot Chili Peppers estén lanzando un nuevo álbum siempre me genera cierta ilusión. Estos sentimientos aumentan aún más si cabe teniendo en cuenta que John Frusciante ha vuelto al grupo, tras su segundo abandono en julio de 2009 (el primero sucedió tras el éxito de “Blood Sugar Sex Magik” por su salvaje adicción a la heroína), cuando este decidió centrarse en su peculiar carrera como solista. Sería absurdo, a estas alturas de la película, tener que detenerse a recordar la carrera de una banda de semejante prestigio. Si me lo permites, querido lector, voy a centrarme en su historia más reciente.
Durante la etapa en
que Jonh Frusciante estuvo por segunda vez alejado del grupo, fue el bueno de Josh
Klinghoffer quien tomó las riendas de la guitarra, cuajando en mi opinión una
más que sobresaliente trayectoria que, eso sí, pudo quedar un poco eclipsada
por la menor calidad de dos discos crucificados por la crítica como “I’m With
You” (2011) y “The Getaway” (2016). Si bien no es ni mucho menos un LP para la
historia, sí que he defendido y defiendo gran parte de las composiciones
presentes en el primero que he citado, aunque en gran parte distaran un poco
del sonido más habitual del grupo. Pese a todo, Josh defendió en vivo con gran
soltura los clásicos de RHCP y eso ya para mí es más que suficiente. Era de
esperar que si John volvía a llamar a la puerta del cuartel general del grupo,
Klinghoffer no podría hacer nada por impedirlo, y básicamente eso fue lo que
sucedió. No obstante, quería dedicarle este párrafo a Josh.
Pues en pleno 2022
han vuelvo los Chili Peppers a sacar disco bajo el título de “Unlimited Love”.
Este vuelve a contar, además de con el retornado guitarrista, con el mismísimo
Rick Rubin tras la producción, lo cual es garantía de sonidos bien pulidos. La
gran sorpresa de este nuevo lanzamiento es el total de 17 canciones que lo
conforman, sumando 73 minutos de nueva música, algo que no todo el mundo está
dispuesto a escuchar.
Elegida como primer avance del disco, y también como primera pieza del LP, "Black Summer" emerge como un rayo de luz entre destellos guitarreros muy suaves a los que pronto se suma un reflexivo Kiedis. No tardarán tampoco Flea y Chad en seguir sus pasos con la base de bajo y batería, la cual se irá haciendo notar progresivamente hasta desembocar en el pegadizo y enérgico estribillo que ya podemos ubicar entre los mejores que han facturado en muchos años. Frusciante imprime su sello musical con dos solos llenos de actitud y esos dejes alternativos que le distinguen, redondeando al alza un auténtico temazo. Por otro lado, hay que señalar que la letra parece ser un tirón de orejas al gobierno australiano (recordemos que Flea es de Melbourne) por la pésima gestión ante el llamado "Verano Negro", donde miles de hectáreas de bosques ardieron en este enorme país, aunque también hay quienes afirman que se alude en otros versos a estos años convulsos por la pandemia del Covid-19 que tanto ha alterado nuestros estilos de vida.
Hay que ver el temblor en las tripas que provoca el bajo inicial en “Here Ever
After”, uno de mis temas preferidos de todo el trabajo tras escucharlo íntegramente
un número considerable de veces. Nuevamente, la sección rítmica de Flea y Chad
Smith marca la diferencia. Si no me crees, detente a escuchar esa batería casi
tribal y lo bien que esta va empastando con Flea, quien se permite un pequeño
momento solista (tal vez “solista” no sea el término adecuado) sobre los
dos minutos y poco del número. Frusciante
tampoco se baja del carro y firma un colorido solo mientras sus compañeros
siguen a lo suyo con sus respectivos instrumentos.
¿Listos para un pequeño viaje al pasado? “Aquatic Mouth Dance” parece rescatar por
momentos el espíritu más funky del grupo con un Flea absolutamente desatado y
dispuesto a robar todo protagonismo a sus compañeros, aunque Chad Smith no se
queda muy atrás con un auténtico despliegue de baquetazos. Noto, además, a
Kiedis realmente cómodo en este número, paladeando con gusto semejante
instrumentación. El estribillo enamora a cualquiera, con el ADN implícito de
los primeros RHCP. De hecho, el propio título es una referencia al tema “American
Ghost Dance” que encontramos en su segundo LP, Freaky Styley. El espíritu
urbano termina por instalarse con una intervención de viento a lo “Hump The
Bump” absolutamente irresistible. Chad Smith
De los tres singles de adelanto, “Not The One” fue el que
más frío me dejó en sus primeras escuchas, pero que con el tiempo ha ido
ganando ciertos enteros. Este número va dibujando lentamente un paisaje
bucólico a partir de un piano con gran protagonismo (instrumento no tan
habitual en este grupo), aunque tampoco debo dejar de destacar los efectos de
guitarra introducidos por Frusciante (su solo parece evocar el sonido de una
flauta) y de Chad, quien se marca una base de batería pausada pero con
numerosos adornos que le dan un tono más bello al número. La letra en esta
ocasión aborda el síndrome del impostor dentro de una relación pareja.
Desde que vio la luz como segundo adelanto del disco, me
enamoré de “Poster Child”. Hacía muchos años que no escuchaba a los RHCP
explotando su lado más funky, como si de sus primeros trabajos se tratara. La
guitarra interviene con calma, mientras Flea nos regala una línea de bajo
sobresaliente y juguetona, Chad marca el ritmo sin fisuras y Kiedis canta con
un tono pegadizo y veloz irresistible. En sus cinco minutos no hay grandes
cambios (solo un pequeño interludio en el 2:20 para introducir unos arreglos de
teclado), pero es tan pegadiza que la escucha se pasa volando. En la letra
Anthony, mientras cita a numerosos artistas que han sido referentes tanto para
él como para sus compañeros de grupo (no faltan MC5, Judas Priest, Alice
Cooper, Billy Idol o Led Zeppelin, entre otros tantos), se ofrece a ser un
“Poster Child” para el mundo, que en español vendría a traducirse como llegar a
ser un referente, aunque no especifica en qué ámbito.
Turno ahora de “The Great Apes”, canción donde una vez más
Flea se roba el protagonismo en las secciones de cuerda (de hecho a estas
alturas empiezo a notar la guitarra de Frusciante algo baja de volumen).
Estamos ante una pieza algo más densa, pese a su calidez, en la que Kiedis
estira su voz hacia notas más altas en un estribillo bien pulido. No es un tema
al uso, pero por ese mismo motivo me gusta. John se suelta la melena y nos
regala un breve pero eléctrico solo que puedo incluir entre mis predilectos del
LP. Casi al final hay un pequeño despliegue de bajo que pasa de lo hermoso a la
destreza incendiaria en cuestión de segundos.
En “It’s Only Natural” Flea sigue haciéndose notar y,
tomando un tono más solemne, nos regala una nueva línea tras las cuatro cuerdas
solo al alcance de un genio como él. El ritmo general es más bien lento,
elegante y fiel a los cánones de una banda que a estas alturas de la película
se las sabe todas.
Justo antes del pegajoso y coral estribillo de “She’s A Lover” encontramos una mención directa al título del álbum y su sonido suena mucho más cercano a sus últimos dos LPs, pero con Frusciante tras la guitarra, quien nos regala un plausible solo sobre una no menos admirable línea de bajo. Pieza de Funk contemporáneo que a mí me ha gustado (tampoco fascinado), pero que seguramente defraudará a todos aquellos que se alejaron del cuarteto con el ingreso de Klinghoffer.
En noveno lugar llega la más eléctrica “These Are The Ways”, la cual empieza algo pausada pero que termina rompiendo de la mano de los baquetazos de Chad y de una animada secuencia de power chords y bajo. Atención al contundente final (pocas veces he oído a Frusciante escupir golpes de guitarra tan fieros). Con el tiempo se convertirá en una de tus preferidas, ya verás.
“Whatchu Thinkin’” te envuelve en una atmósfera funky con
cierto aroma teatral en esos fraseos de bajo que Kiedis reproduce con aparente
facilidad tras su micrófono. Llegados a este punto tengo la sensación de estar
escuchando a una banda que realmente ha disfrutado durante las sesiones de
grabación y que ha compuesto nuevos temas por el mero hecho de pasarlo bien.
Hay aires innovadores sobre “Bastards Of Light” con esos
teclados iniciales que terminan fundiéndose en una sucesión de acordes y breves
destellos de slide más cercanos al Country. No es una canción memorable, pero
se agradecen estas pequeñas rupturas de esquemas.
“White Braids & Pillow Chair” es una canción elegante,
lenta y muy peculiar, donde Frusciante brilla con luz propia entre arreglos y
distorsiones múltiples. Es una canción incomparable con cualquier cosa hecha
antes por el cuarteto, pero creo que va a terminar gustando a los seguidores.
Tras un pequeño descansa vuelve el Funk con “One Way Traffic”,
que suena más moderna, pero que contiene todos los elementos propios de este
género musical que tanto suelen gustar. Frusciante nos regala fraseos
hipnóticos en los versos, mientras que Chad Smith y Flea comandan los diversos
cambios de ritmo que toma esta composición. Kiedis por su parte se mantiene en
su línea habitual, cantando con chulería y carácter. Buenísima, ¿eh?.
Con “Veronica” nos bañamos en un mar de efectos y progresión cortesía de la guitarra de John, mientras un dulce estribillo que emerge de la nada nos mece con un tono más melódico y comercial.
El último número fiel a los cánones del Funk, aunque con muchas similitudes al sonido radiofónico de sus más recientes LPs llega de la mano de “Let’Em Cry”, el cual me atrevería a considerar como de relleno en un disco innecesariamente largo. Sin más.
Casi al final “The Heavy Wing” emerge y nos ofrece uno de los momentos más rockeros de todo el disco, especialmente en su segunda parte, con el propio Frusciante actuando como cantante principal durante el épico estribillo (gran acierto, sin duda), mientras Kiedis queda encargado de los versos. Flea se hará notar con fuerza también en el chorus, así como en el posterior interludio instrumental en el que acompaña al solo de guitarra.
Con la suave balada “Tangelo” llegamos al final del disco. Este colofón llega en formato acústico, con un órgano de fondo y un buen arsenal de acordes jazzísticos. Anthony suena natural, aportando su teatralidad callejera al resultado final.
CONCLUSIÓN
La conclusión de la reseña hay que empezarla con un hecho
casi innegable: “Unlimited Love” es lo mejor de los Red Hot Chili Peppers desde
“Stadium Arcadium”. Sea por el regreso de Frusciante, por la intención implícita
de recuperar algunos sonidos de su pasado o por la propia madurez que te
otorgan los años en la carretera, tengo la sensación de que este nuevo
lanzamiento merece mucho la pena, aunque pueda requerir de varias escuchas para
saber apreciarlo.
No, no es un clásico instantáneo. Tampoco todo lo que
encontramos en el disco merece la pena, pero hay canciones de un nivel de
ejecución altísimo y que demuestran que todavía queda magia en las manos y las
mentes creativas de estos iconos.
La gran pega del disco, y sería injusto si no lo dijera, es
la innecesaria duración del disco. Más de 70 minutos de música son un auténtico
exceso, pero parece que es la nueva tendencia en la actualidad (ya son varios
los lanzamientos con tanto minutaje). Es muy difícil mantener el nivel durante
tanto tiempo y esto, tristemente, se traduce en un par de canciones de relleno
que podían haberse ahorrado dejando así el trabajo en un total de 11 o 12
canciones buenas. No obstante, ¿quién soy yo para tomar esa decisión?
Con sus cosas buenas y no tan buenas, “Unlimited Love” nos
deja un sabor de boca más placentero que amargo y eso es de agradecer en estos
momentos.
Para mí es claro merecedor de un notable.
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