Creo que no había mejor fecha para traer esta reseña. 50 años cumple en el día de hoy el “Morrison Hotel” de los Doors y es necesario rendirle tributo al quinto LP de Jim Morrison porque así lo merece y, hay que decirlo, porque siento que no se ha sido justo a la hora de valorar esta obra. Tal vez esto se debe al hecho de que el trabajo es grabado en un momento regular para la banda americana ya que “The Soft Parade” (1969) había sido destrozado por la crítica al distanciarse más del sonido original para adentrarse en el Pop y el Rock más accesibles. A eso hay que sumarle el crecimiento considerable de las adicciones de Jim Morrison, quien comenzaba a mostrar en los shows y en su vida privada una actitud algo más cambiante y deteriorada por el consumo de estupefacientes.
No obstante, el “Morrison Hotel” es un contraataque sonoro a la crítica con el que el cuarteto vuelve a sus orígenes, además de introducir más influencias del Blues y el Rock de antaño. Tras grabar en los Elektra Sound Studios bajo la supervisión de Paul Rotchild y la colaboración de algunos músicos de sesión como Ray Neopolitan, Lonnie Mack o John Sebastian, los americanos se dirigieron al Hotel Morrison ubicado en el número 1246 de la South Hope Street de Los Ángeles donde fueron fotografiados para la archiconocida portada del álbum. Por otro lado, la contraportada del mismo fue tomada en el Hard Rock Café original, que se encontraba en el número 300 East 5th Street en la misma ciudad. Es por ello que el álbum se divide, al menos aparentemente, en dos partes: La primera de ellas se llama "Hard Rock Café" y la segunda “Morrison Hotel”, como el propio disco.
La magia musical se inicia con la archiconocida "Roadhouse Blues" en la que los teclados de Manzarek, los punteos en segundo plano de Krieger y la inédita aparición de John Sebastian a la armónica construyen una adictiva base de Blues-Rock sobre la que no tardará en imponerse el “rey lagarto” con un tono más roto (las malas lenguas dicen que era por las adicciones) pero con las mismas dosis de chulería y dramatismo que tanto le caracterizaron. Una pieza antológica.
La psicodelia que parecía olvidada en “The Soft Parade” es “Waiting For The Sun”, un tema que fue compuesto en el 68 durante las sesiones de grabación del disco que llevaría ese mismo nombre. Los teclados de Manzarek se imponen al resto de instrumentos, aunque Krieger sabe asumir su rol secundario y añade unos delicados licks de guitarra en segundo plano que quedan realmente bien. Jim está colosal y sin aparentes muestras de desgaste en sus cuerdas vocales mientras dirige con su peculiar estilo esta canción hasta su final.
El Rock and Roll de toda la vida tomará especial protagonismo en esta primera cara de la mano de dos canciones del nivel de "You Make Me Real" (una joya escondida dentro de la discografía de los Doors) y la reconocida "Peace Frog" en la que los teclados de Ray, la marcada batería de Densmore y la guitarra distorsionada con wah de Krieger se baten en un duelo colosal. Pegada a la última canción nombrada surgirá lentamente “Blue Sunday”, una preciosa balada que Jim dedica a Pamela, su pareja. El cantante está soberbio y se siente muy cómodo ante una línea de teclados tan delicada que Manzarek creó para la ocasión.
La primera mitad de este disco termina con "Ship Of Fools", un tema 100% Doors en la que Morrison encarna su papel de profeta y nos alerta de la extinción de la humanidad por culpa de la propia autodestrucción (a día de hoy esas palabras suenan tan vigentes…).
La segunda mitad, que como dije más arriba se llama igual que el disco, la abre una canción colorida y poco conocida titulada “Land Ho!”, la cual siempre termino intentando ubicar en la BSO de alguna película de la época (pegaría muchísimo).
Sublime en todos sus aspectos y dimensiones sonoras. “The Spy” es uno de los grandes temas de The Doors por su estructura bluesera y un Jim Morrison sembrado que firma una de sus mejores interpretaciones, a la altura de otras piezas similares como “When The Music Is Over” o “The End”, en la que el poeta es poseído por la música de sus compañeros y exhibe sus dotes dramáticos y vocales. Frente a esto solo podemos quitarnos el sombrero.
Pamela vuelve a ser la protagonista de la letra de "Queen Of The Highway", aunque en esta ocasión, a diferencia de lo acontecido en “Blue Sunday”, la instrumentación es mucho más acelerada y deja poco espacio para lo romántico.
"Indian Summer" fue compuesta en los primeros años del grupo, lo cual es más que obvio si escuchamos detenidamente esos pasajes místicos y atmosféricos que definieron, fundamentalmente, a su debut homónimo. Buena canción que nos acerca rápidamente al colofón final que se encargará de poner "Maggie M'Gill". Esta pieza parece como una especie de resumen de lo escuchado en el resto de temas del “Morrison Hotel”, ya que cuenta con muchos matices de Blues, pero también de psicodelia, que hemos podido disfrutar anteriormente. Jim está glorioso tras el micrófono. Sin duda, un cierre de escándalo para una obra maestra de disco.
“Morrison Hotel” es un disco de culto, de esos que todo rockero con algo de amor por el género debe escuchar una vez en la vida (como mínimo). De lejos una de las mejores obras del cuarteto junto al debut homónimo, el “Strange Days” y “L.A. Woman”. Discazo.
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