Al parecer la pandemia
global del COVID, como también le sucedió a otras agrupaciones, convenció al
grupo para volver a entrar en el estudio y, muy acertadamente, sorprender a sus
fans lanzado un nuevo álbum “solo” tres años después de su obra homónima (he
entrecomillado ese “solo” por el hecho de que aunque haya pasado bastante
tiempo, parece insignificante al lado de los diez años de silencio discográfico
que mantuvieron entre “Liebe Ist Für Alle Da” y el mencionado “Rammstein”.
Esto, al menos para quienes sentimos mucho cariño por el sexteto, parece
compensar un poco aunque el enorme caos mundial que hemos vivido en estos dos
últimos años.
Esta nueva obra de los
teutones, aunque no la definiría al 100% como conceptual, parece girar en torno
al paso del tiempo en muchas de sus letras (de hecho “Zeit” significa
“tiempo”), impregnando las composiciones de un tono algo más lúgubre que de
costumbre que parece evocar viejos tópicos literarios como tempus fugit o carpe diem, aunque también hay espacio
para tratarlo desde una perspectiva más humorística, como ya os comentaré más
tarde.
Tras darle numerosas escuchas al álbum, y a modo de resumen previo al análisis por tema que voy a iniciar a continuación, puedo anticiparos sin desvelar grandes detalles que en este LP Rammstein parece haber querido dejar fluir su creatividad hacia diferentes y no tan transitados espacios sonoros, sin por ello poner en riesgo su identidad musical.
Yo me dejo de
palabrerías previas y arranco ya mismo con el análisis tema a tema:
Tremendo opener es “Armee Der Tristen”, canción
bañada por elementos electrónicos y un ritmo de batería marcial al que pronto
se unirán las guitarras y, por supuesto, un imponente Till tras el micrófono,
quien aprovecha su fuerza vocal para terminar de imponer un tono algo más
depresivo de lo normal a este número, lo cual encaja perfectamente con una
letra en la que invitan al oyente a unirse a su “ejército de la tristeza”. Ese
recurrente “Komm mit” suena glorioso. Acierto indudable pese a no ser probablemente el tipo de canción inicial que cabría esperar teniendo en cuenta los antecedentes discográficos.
Seguramente casi todos
los seguidores del grupo sintieron sorpresa al escuchar la homónima “Zeit”
cuando esta vio la luz como primer adelanto del álbum. Lo normal era que el
anuncio oficial del disco viniera acompañado de un número contundente, mas en
el universo Rammstein no hay nada que podamos calificar de “normal”. Los
esquemas se rompen por completo desde esos primeros arreglos de teclados que
nos sumergen en un número lento y hasta gótico que Till Lindemann eleva con sus
voz hasta las más altas cotas de calidad tanto en los dramáticos versos, como
en el ya memorable estribillo que aquí se nos ofrece. Desde la primera
reproducción he encontrado ciertas similitudes sonoras y sentimentales con la
mismísima “Ohne Dich”, clasicazo del grupo, aunque algunos puedan calificarme
de “sacrílego” por ponerlas en el mismo nivel. Es en esta canción donde se
manifiesta con más obviedad el tema central del disco de la mano de una
bellísima letra en la que realizan una reflexión sentida y realista sobre la
velocidad con la que la vida avanza (“Oh, si pudiera ser así para siempre…pero
el tiempo no tiene piedad. Ya ha pasado el momento”), la arbitrariedad de
nuestra muerte (“Cuando es nuestro momento entonces es el momento de
irnos//paramos cuando es el mejor momento//Los relojes se detienen”) y la insignificancia
de nuestra propia estancia terrenal en la historia de la humanidad (“Después de
nosotros habrá un antes”). Una maravilla la mires por donde la mires.
Seguiremos moviéndonos
por terrenos oscuros de la mano de “Schwarz”, un curioso y denso número donde
Till sigue apostando por la teatralidad durante los versos para terminar
sorprendiendo en el puente-estribillo con efectos de eco menos habituales. Los
teclados y pequeños arreglos de guitarra suenan más progresivos que de
costumbre, poniendo mayor empeño en crear atmósferas bellas (atentos al
precioso solo de piano que Flake firma sobre el minuto 2:45). La letra es una
auténtica oda a la noche (Siempre que
estoy solo me atrae la oscuridad. La muerte del sol es mi placer. siempre
cuando oscurece el alma se pierde en la lujuria).
¿Listos para viajar a
1997? Si me dijeran que “Giftig” es en realidad un descarte de “Sehnsucht” me
lo habría creído sin dudarlo un segundo. Tremenda mezcla de Metal Industrial,
con un extra de sintetizadores y un estribillo de los que te dejan sin aliento.
Insisto en que este sonido vintage
del grupo me ha enamorado por completo. Una apuesta segura para los directos.
“Zick Zack”, aunque goce de una letra más bien
vacilona, nos ofrece un más que glorioso retorno sonoro a los orígenes del
grupo de la mano de ese tono más Industrial que construyen las guitarras (un
riff sencillo pero hiriente), una batería cruda y esos teclados marca de la
casa (todos los honores para Flake) que dibujan una pegadiza línea que se
repite constantemente al final de cada estribillo (no puedo dejar de destacar
el pegajoso estribillo que han logrado crear aquí). Me encanta el breve
interludio en el que Oliver gana protagonismo con un extra de distorsión en su
bajo. Como os iba diciendo, la letra cobra un tono más humorístico y ácido,
abarcando el mundo de la cirugía plástica con ironía y cierto desprecio hacia
la gente que no asume el paso del tiempo en su propio cuerpo (aquí estaría la
relación con el tópico general del álbum), regalándonos frases para el
recuerdo, y muy propios de la “factoría Lindemann”, como "La grasa del vientre en el contenedor de basura orgánica / Ahora
el pene vuelve a ver el sol". Si a estas alturas sientes que necesitas
algo más para engancharte definitivamente a esta canción, espera a ver su
salvaje videoclip (este es otro apartado que dominan los muchachos)
“OK” es una de las canciones más extrañas de esta
nueva producción debido a sus constantes cambios de ritmo, así como por su
estribillo. De resto, todo más o menos se mantiene fiel a lo que Rammstein nos
tiene acostumbrados: mucha contundencia tras la batería, un coro eclesiástico
al inicio que recuerda al de “Zeig Dich”, guitarras distorsionadas (hay además
un par de fraseos muy curiosos sobre el
1:40), bajo pesadísimo y Lorenz gozando
de una presencia enorme, algo que en este disco parece una constante. El
título, aunque todos lo pensamos al principio, no tiene nada que ver con la
expresión “okey”, ya que en realidad han querido reinterpretarla como si se
tratara de unas siglas que han creado y que significan “Ohne Kondom” (“Sin
Condón”), lo cual ya deja entrever una letra extremadamente provocadora y
guarra al más puro estilo Lindemann. Tras varias escuchas, y tratando de ubicarla
en alguna de las etapas del grupo, diría que esta podría haber pertenecido al
más reciente LP homónimo.
Desde la primera escucha, “Meine Trönen”, que traduciríamos como “Mis lágrimas”, se ha convertido en una de mis preferidas de todo el trabajo. Rammstein se pone emotivo y firma una épica pieza melancólica que recuerda en todo momento a discos como “Reise Reise” o “Mutter”. Till nos pone la piel de gallina con una voz que hiela a cualquiera, firmando un estribillo para el recuerdo por su gran carga emocional y en la que Flake incluye unos arreglos de sintetizador que a mí me han transportado, precisamente, a los del tema “Reise, Reise”. También en el ámbito lírico encontramos relaciones con números pasados, ya que una vez más se nos habla del maltrato físico y psicológico sufrido por un niño a mano de su madre (la homónima “Mutter” también hablaba de algo similar), lo cual podría estar relacionado con la propia infancia que tuvieron Till y Richard.
Y para interesante el numerazo que viene a
continuación. Creo que pocas veces, o ninguna, Rammstein se había manifestado
con tanta claridad contra el racismo aún latente en las sociedades actuales y,
más concretamente en este caso, en su Alemania natal. “Angst” es el tema más incendiario
de todo el disco, construido con un riff que parece haber sido concebido como
un hijo pequeño de “Du Riechst So Gut”, pero que rápidamente termina ganando su
propia personalidad. Oliver se encargará de hacer que nuestras tripas tiemblen
con ese punzante bajo que tan bien empasta a la batería de Schneider. Un minuto
antes de llegar al final, la banda con Till a la cabeza nos regala una especie
de breakdown de los que quitan el
hipo a cualquiera, para que el vocalista se desgañite con la misma furia que el
ya legendario estribillo de “Puppe”. Una vez más, y como ya harían en “Deutschland”,
Rammstein nos habla de la otra realidad de su país natal y sin censura alguna (nunca
han sido muy comedidos en sus palabras) nos hablan de la propaganda racista que
recibieron durante su infancia por parte de muchos adultos y como este discurso,
de la mano de las redes sociales y de los medios de comunicación, sigue vigente
en un mundo donde las crisis migratorias no dejan de aumentar (no puedes
perderte el crítico videoclip que han filmado). Nuevamente el sexteto vuelve a dar
una cachetada de realidad a los más conservadores (y no os voy a engañar…¡qué
placer!).
Lo curioso de Rammstein es que en cuestión de
segundos son capaces de pasar de cantar una canción comprometida con la
sociedad, a marcarse una canción titulada “Dicke Titten” (“grandes tetas” en
español) en la que confiesan su amor por los pechos (esta es la faceta que ha
llevado a muchos metaleros a no tomarlos en serio), convirtiéndola en la que
muchos ya han catalogado como “Pussy 2.0.”. Sea como fuere, estamos ante un
número musicalmente peculiar tanto en su introducción (a nadie más que a ellos
se les ocurriría colar en un disco de Metal una melodía tradicional alemana e
inyectarle un demoledor riff que una vez más nos transporta a los dos primeros
discos del grupo). El puente puede llegar algo disonante en sus primeras
escuchas debido al uso inesperado de un registro más agudo de lo habitual de
Till sobre un meloso hilo musical nacido de los teclados de Lorenz, pero pronto
te convencerá tanto como el posterior estribillo, que sin adorno alguno y yendo
directamente al grano se graba a fuego en tu cabeza. Una vez más sonará la
mencionada melodía popular teutona en un interludio musical de lo más
extravagante. Esta gente es capaz de todo.
“Lugen” es la canción más arriesgada de todo el LP.
En su conjunto podríamos definirla como una pieza melódica y hasta hermosa en
la que Till nos regala una curiosa interpretación vocal en la que combina momentos
recitados y otros cantados, llegando incluso a emplear autotune como una crítica a los músicos actuales. Esto último está
claramente relacionado con la letra ya que habla de una persona que vive
escudada en tantas mentiras que hasta esta misma desconfía de sus palabras (la
decisión de incluir el autotune se
trataría realmente de una crítica a todos los cantantes que abusan de este
efecto para esconder su verdadera voz y engañar a las masas). Los teclados de Flake también dominan este
número en la vertiente instrumental, aunque la pared sónica que levantan las
guitarras tampoco tiene desperdicio.
Llegamos al final (¿¿ya??) de la mano de la dulce “Adieu”
que muchos están interpretando como una posible carta de despedida definitiva
del grupo. Sea o no cierto, estamos ante una canción densa y épica de principio
a fin, en la que estos experimentados iconos saben combinar riffs crujientes
con unos versos donde el bajo y el teclado acaparan todo el protagonismo. La
guinda del pastel la pone un glorioso estribillo con plaza asegurada en la
memoria eterna de sus fieles (no puedo parar ese emocionante “Adieu, Goodbye,
Auf Wiedersehen”). La letra, independientemente de que sea o no una indirecta
sobre un posible fin del grupo, aborda la vida y muerte de una persona desde la
perspectiva de sus seres queridos, quienes se unen para recordarle y
presentarle sus respetos por última vez. Hay frases de gran belleza y
solemnidad tales como “Tienes que hacer el último trecho del camino solo. Una
última canción, un último beso. Ningún milagro sucederá. Tienes que recorrer el
camino final solo” o “De la vida te levantas en silencio, el alma emprende un
viaje tranquilo, la carne perece, el espíritu se levantará, el ser se rendirá a
la muerte”. De esta manera tan maravillosa e irrepetible termina el disco.
“Zeit”, como buen disco de Rammstein, no está hecho para todos los públicos. De hecho me atrevería a apostar que muchos seguidores esperaban escuchar alguna canción más directa, así como no todo el mundo verá con buenos ojos la mayor presencia de los teclados del doctor Lorenz a lo largo de todo el álbum. Como el disco, sé que esta reseña no recibirá la bendición de todos aquellos que escuchen el disco, pero esto es música y no todo el mundo disfruta o detesta lo mismo.
En mi opinión estamos ante un más que logrado álbum
que, eso sí, requiere de varias escuchas para poder disfrutar y valorar todos
los detalles que se esconden en sus tres cuartos de hora. Rammstein ha
arriesgado incluyendo más secciones de sintetizadores que han aportado un toque
más moderno a su disco y, al mismo tiempo, nos ha permitido viajar a sus
orígenes con varias composiciones que bien podrían haber formado parte de
cualquiera de sus primeros cuatro álbumes de estudio.
Es pronto para hacerse un juicio completo del álbum
(debería ser ilegal publicar reseñas justo al salir el disco, pero a veces la
demanda informativa que nos rodea y el propio amor por escribir nos lleva a
ello) y mucho menos para compararlo con su más reciente álbum de 2019 (lo único
que diría es que las canciones de “Zeit” parecen estar algo más empastadas
conceptual y musicalmente). De momento (ya tendré tiempo para actualizar la
reseña en el futuro) me limitaré a decir que Rammstein han vuelto a dar en el
clavo con una obra de indudable calidad. Si este es realmente o no su último
disco (sacar conclusiones por el simple hecho de tener una canción llamada “Adieu”
cuando en “Mutter” había una titulada “Adios” tal vez sea un poco conspiranoico)
será algo que sabremos en el futuro. Pero si llegados el caso “ZEIT” es su
último LP, creo que los alemanes han cerrado su carrera por la puerta grande.
¡Gran disco!
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