Cuando se
repasa la historia del Hard Rock, los nombres de “Highway to Hell” o “Back in
Black” aparecen casi por obligación. Pero entre ellos hay un disco que, si bien
no gozó del mismo reconocimiento mediático, es una pieza fundamental en el
legado de AC/DC: Powerage. Publicado en 1978, este álbum representa un punto de
madurez sonora, lírica y actitudinal para la banda australiana, justo después
del explosivo Let There Be Rock y a las puertas de la inmortalidad con Highway
to Hell.
A menudo
ignorado por los medios o relegado por los llamados “expertos”, Powerage es un
trabajo que brilla por su autenticidad, su crudeza y su coherencia. No es un
álbum que busque agradar a las masas con singles comerciales: es, en cambio, un
grito desde las tripas de una banda que ya sabía muy bien quién era y a dónde
quería llegar. Si lo escuchas de principio a fin, probablemente terminarás
haciéndote la misma pregunta que muchos fans acérrimos: ¿por qué no es más
famoso este disco?
El disco
llegó con una portada tan potente como su contenido: Angus Young aparece con
cables saliéndole de los brazos, como si estuviera siendo electrocutado, una
imagen que representa a la perfección el espíritu de la banda: cruda,
desbordante, cargada de energía. No podía haber una mejor carta de presentación
para un trabajo que rebosa voltaje en cada compás. Este álbum no entra en tu
oído, te atraviesa como una descarga.
Antes de
la grabación se produjo un cambio clave en la formación: Cliff Williams
reemplazó al bajista Mark Evans. Su debut fue impecable, aportando una base
sólida y potente que se integró perfectamente al engranaje rítmico de la banda.
Su llegada no solo mantuvo la esencia, sino que ayudó a afilar aún más el
sonido que estaban construyendo los hermanos Young.
“Rock and
Roll Damnation” abre el disco con fuerza, un tema directo, muy en la línea
clásica de AC/DC. Ritmo simple pero contundente, buenos coros al final por
parte de Malcolm, y un Bon Scott pletórico que canta como el rebelde que
siempre fue. Gran apertura.
“Down
Payment Blues” es clase pura. Va creciendo poco a poco, con una tensión que se
libera en un estribillo adictivo. La interpretación vocal de Bon es magnífica,
casi teatral. Angus entrega solos elegantes, mientras el resto de la banda
mantiene una base firme y medida.
“Gimme a
Bullet” destaca por un bajo que cobra protagonismo. La canción anticipa el
estilo de Highway to Hell, pero mantiene su propia identidad. Es un corte
compacto, con riffs afilados y un estribillo que se pega sin esfuerzo.
“Riff
Raff” es uno de los mejores temas no solo del disco, sino de toda la
discografía de AC/DC. El inicio es brillante, con Angus desatado antes de que
estalle toda la banda. El riff central es sofisticado y contundente. El solo de
Angus, largo e inspirado, es comparable con lo mejor de Jimmy Page. Angus no ha
sido lo suficientemente reconocido como guitarrista: quienes solo conocen un
par de hits lo asocian al uniforme, pero detrás hay un músico colosal.
“Sin City”
es otro clásico. Una letra “made by Bon Scott”, inspirada en una ciudad donde
todo está permitido: dinero, drogas, sexo y ambición. Tras el solo de Angus, el
tema se detiene y quedan solo el bajo y los platillos, hasta que Bon recita con
voz grave:
“Ladders
and snakes... ladders give, snakes take / Rich man, poor man, beggar man,
thief...”.
“What’s
Next to the Moon” tiene un estribillo de esos que se instalan en la columna
vertebral. Gran riff, muy en la línea de Let There Be Rock, con una sección
vocal compartida entre Bon y Malcolm que le da un toque especial. Una joya
rescatada en vivo décadas después durante la gira de Stiff Upper Lip.
“Gone
Shootin’” baja el ritmo, pero no la calidad. Es un tema elegante, con un groove
relajado y riffs juguetones. Bon canta sin prisa, pero con convicción. Un
ejemplo de cómo la banda puede sonar sobria sin perder pegada.
“Up to My
Neck in You” es quizás el tema más flojo del álbum, pero sigue siendo muy
bueno. Bon se luce con sus agudos y la banda ofrece otro corte compacto, sin
relleno, solo que eclipsado por lo que lo rodea.
“Kicked in
the Teeth” cierra el álbum de forma apoteósica. Bon grita con furia desde el
inicio, dejando claro que el final será por todo lo alto. La canción recuerda a
“Whole Lotta Rosie”, con un carácter salvaje e imparable. Habla de una traición
amorosa —o unos buenos cuernos, sin eufemismos— y Bon lo interpreta con toda la
rabia posible. Angus, otra vez, entrega un solo espectacular.
CONCLUSIÓN
Tal vez el
hecho de quedar atrapado entre dos discos tan influyentes como “Let There Be
Rock” y “Highway to Hell”, o la falta de un hit inmediato que rompiera listas provocó
que “Powerage” no obtuviera el reconocimiento global que merece, pero para los
verdaderos fans de AC/DC, este es uno de los álbumes más sólidos, coherentes y
emocionantes de su carrera.
“Powerage”
no hace concesiones. No busca sonar más accesible. Simplemente suena auténtico.
Y eso, en el Rock, es oro puro.
Es un gran álbum, siempre lo escucho en el trabajo o casa
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