No fue fruto de la casualidad que, tras la publicación de su álbum debut homónimo en abril de 1980, unos jóvenes británicos conocidos como Iron Maiden se convirtieran de la noche a la mañana en una de las principales abanderadas de un fenómeno histórico dentro del heavy metal: la NWOBHM (New Wave of British Heavy Metal). El quinteto liderado por Steve Harris solo necesitó un par de genialidades como “Phantom of the Opera”, “Running Free” o “Transylvania” para demostrar que su sonido tenía muy poco (o nada) que ver con lo que otras grandes bandas del momento, como Saxon o Judas Priest, estaban desarrollando.
Con 5,000 copias vendidas en un par de semanas, la
banda obtuvo el derecho de girar junto a dos grupos consolidados como Judas
Priest y Kiss, lo que les permitió recorrer numerosos lugares alrededor del
mundo y alcanzar una popularidad que probablemente no esperaban tan pronto. Tan
pronto encontraron algo de tiempo libre entre giras, volvieron al estudio para
dar forma a su segundo álbum, que a la larga se convertiría en la secuela
perfecta de su glorioso debut. Durante la preproducción de este LP, el guitarrista
Dennis Stratton fue despedido por decisión del mánager del grupo, Rod
Smallwood, quien consideraba que Stratton no encajaba con el resto de la banda.
Su sustituto fue un joven prometedor que ya había tocado junto a Dave Murray en
una banda local llamada Urchin: Adrian Smith (el resto es historia). Además, en
esta etapa comenzó a agravarse el problema de Paul Di’Anno con las adicciones,
algo que no tardaría en costarle su lugar en la banda.
Iron Maiden no necesitó más de un par de semanas para
grabar “Killers”, su histórico segundo álbum de estudio, nuevamente bajo la
producción de Martin Birch, una pieza clave detrás de los mejores discos del
grupo. Birch sugirió a la banda que fueran alejándose de su lado más
underground y comenzaran a abrazar más elementos del heavy metal dominante en
ese momento. Sin embargo, aunque el papel de Birch fue crucial, no hay que
olvidar que gran parte del éxito de Iron Maiden se debe a la incansable
ambición de Steve Harris, un compositor brillante y genio letrista. En este álbum,
sin ser una obra conceptual, las letras giran en torno a la figura del asesino,
explorándola desde diferentes perspectivas, algo que analizaremos más adelante.
“Killers” salió al mercado en febrero de 1981,
compuesto por 10 canciones (11 si contamos "Twilight Zone", incluida
en versiones posteriores). Muchas de estas composiciones ya habían sido tocadas
en vivo mucho antes de su grabación. La impecable producción de Birch permitió
a la banda sonar aún más pulida que en su primer álbum, realzando especialmente
la batería y el bajo de Steve Harris, mientras las guitarras seguían siendo
piezas fundamentales en la mezcla final.
Y, ¿cómo no mencionar esa icónica portada? Una vez
más, Derek Riggs, el creador de Eddie, nos presenta a la famosa mascota de la
banda blandiendo un hacha ensangrentada bajo el manto de la noche. Aunque no
llega a las cotas de detalle de la portada de *Somewhere In Time*, Riggs
incluye una referencia especial al pub Ruskin Arms, donde la banda hizo algunas
de sus primeras presentaciones, incluyendo la introducción pública de Paul
Di’Anno. Sin duda, una portada a la altura del contenido lírico que encontraremos
en el álbum.
Normalmente, no suelo detenerme demasiado en las
introducciones instrumentales de los discos debido a su brevedad y simpleza
sonora. Sin embargo, sería un error pasar por alto “The Ides Of March”, la joya
que abre este álbum, con menos de dos minutos de duración. Este tema nos
prepara para lo que viene con guitarras gemelas, solos al más puro estilo
NWOBHM y una percusión que por momentos roza lo tribal (¡qué grande era Clive
Burr!). A pesar de ser instrumental, el título del tema encierra un trasfondo interesante.
La primera referencia histórica en la carrera de Maiden alude a los Idus de
Marzo, la fecha en que Julio César fue traicionado y asesinado por Bruto,
inmortalizada por William Shakespeare en su obra Julius Caesar con la
frase “¡Cuidado con los Idus de Marzo!”.
Cabe destacar que en la composición de esta canción
también participó Thunderstick, el batería de Samson (banda donde, por cierto,
se dio a conocer Bruce Dickinson), quien durante un breve tiempo formó parte de
Iron Maiden. Samson también grabó esta canción bajo el título de
“Thunderburst”, incluida en su álbum “Head On”.
Con el cuerpo listo para una dosis de heavy metal,
“Wrathchild” irrumpe con la inconfundible introducción de bajo de Steve Harris.
Este es uno de los mayores clásicos de la primera etapa de la banda, y destaca
por esa actitud desafiante que Di’Anno supo imprimirle. El estribillo furioso y
la historia de un joven buscando ajustar cuentas con el padre que lo abandonó,
acompañada por guitarras feroces y la desgarradora voz de Di’Anno, hacen de
esta canción una auténtica joya.
El siguiente tema, “Murders In The Rue Morgue”, tiene
claras influencias de Edgar Allan Poe, uno de los autores favoritos de Steve
Harris. Este tema nos sorprende con su transición de un inicio melódico y
solemne a una segunda parte frenética, donde bajo y batería marcan el ritmo
mientras las guitarras despliegan un arsenal técnico. La letra está basada en
el relato de Poe Los crímenes de la calle Morgue (1841), y narra la
historia de un asesino que perpetra una serie de homicidios en una misma calle.
Este es otro ejemplo de cómo el título del álbum no engaña sobre su contenido.
“Another Life” se inicia con una percusión veloz,
nuevamente con toques tribales, que nos lleva a un tema trepidante y directo.
Aquí, Dave Murray y Adrian Smith destacan con sus riffs compactos y secuencias
armonizadas, mientras el bajo de Harris retumba sin descanso. Di’Anno, fiel a
su estilo, ofrece una interpretación vocal llena de actitud. En cuanto a la
letra, Harris aborda la depresión de un sujeto que se plantea el suicidio con
la esperanza de encontrar una segunda oportunidad en otra vida.
El viaje continúa con “Genghis Khan”, una instrumental
que muestra el virtuosismo de los músicos en apenas tres minutos. Las
percusiones marciales y los constantes cambios de riff evocan una atmósfera
propia de películas bélicas. El título de la canción es un homenaje al célebre
conquistador mongol, famoso por su brutalidad en el campo de batalla.
Curiosamente, según Nicko McBrain, el título original de la canción iba a ser
“Jenkin’s Barn”, en tono de humor.
“Innocent Exile” comienza con el bajo juguetón y
distorsionado de Harris, y es otro tema que no podemos imaginar fuera de esta
primera etapa de la banda. Con un ritmo algo más pausado, las guitarras de
Murray y Smith logran una sintonía perfecta, acompañadas por un sólido trabajo
rítmico de Harris y Burr. La letra sigue explorando la temática del asesino,
narrando la historia de un hombre que, tras matar a una mujer, huye de la
justicia.
Si hay una canción que sobresale en “Killers”, esa es
la que da nombre al álbum, una obra maestra de Steve Harris. Aunque podría
parecer otra canción sobre asesinos, Harris aborda la psicología detrás del
acto criminal, explorando los problemas mentales que pueden llevar a alguien a
cometer un asesinato. Musicalmente, es un tema cambiante y poderoso, con un
riff principal impactante y una interpretación magistral de Di’Anno.
Con “Prodigal Son”, Harris nos sorprende con una
compleja lírica inspirada en la parábola bíblica del hijo pródigo, mezclada con
la mitología grecorromana. La inclusión de guitarras acústicas y voces limpias
aporta un toque progresivo que nos recuerda a piezas como “Remember Tomorrow”.
La canción narra el arrepentimiento de un hombre que se siente poseído por el
diablo y busca el perdón divino, siendo una de las canciones más singulares del
álbum.
Finalmente, llegamos a “Purgatory”, otro tema
electrizante que destaca por las guitarras gemelas de Murray y Smith, junto con
la batería incansable de Burr. La letra nos habla del purgatorio, ese lugar de
transición para las almas en la doctrina católica, y describe la desesperación
de un hombre atrapado en él. A pesar de su genialidad, es una pena que no haya
sido un tema recurrente en los setlists de la banda en años posteriores.
El álbum cierra con “Drifter”, una canción compuesta
por Steve Harris en 1974, cuando formaba parte de la banda Smiler. El tema
inicia con un punteo de guitarras y pronto se convierte en una pieza festiva y
llena de energía, con una letra que habla sobre segundas oportunidades y
redención, una temática recurrente en el álbum.
CONCLUSIÓN
“Killers” salió a la luz en 1981 y en poco tiempo
alcanzó las 200,000 copias vendidas en el Reino Unido, consolidando a Iron
Maiden como una de las bandas más prometedoras del heavy metal. Este disco es
una de esas obras que el paso del tiempo ha sabido reivindicar. Probablemente
sea uno de los LP más enérgicos y directos de una banda que, a lo largo de su
carrera, siempre ha apostado por la ambición musical. Tras el lanzamiento del
álbum, Di’Anno fue despedido, pero dejó una huella imborrable antes de que
Bruce Dickinson llegara para iniciar la etapa más gloriosa de la Doncella.
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