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Dream Theater - Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory (1999)

Calificación:*****

Hacía tiempo que no me aventuraba a traer por estos lares una obra conceptual de Metal Progresivo, pero creo que el 30 aniversario del célebre “Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory” de Dream Theater es motivo más que suficiente para hacerlo.

Como sugiere el título, esta obra retoma la historia esbozada en "Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper," la quinta canción de otra joya de la banda, “Images and Words”. Curiosamente, cuando compusieron aquella primera canción, el título incluía “Part 1” en tono humorístico, ya que en realidad no tenían intención alguna de hacer una segunda parte. Fue el interés y la insistencia de los fans lo que impulsó a la banda a considerar una secuela, que comenzó a gestarse en formato de canción durante las sesiones de grabación de “Falling Into Infinity”. Sin embargo, dado el amor de Dream Theater por los desafíos, decidieron que esta continuación no sería solo una canción, sino una obra conceptual completa.

De este modo, el grupo trabajó durante dos años sin descanso en la que sería su obra más compleja hasta entonces, tanto a nivel musical como lírico. Durante esta etapa, ocurrieron dos sucesos importantes para la banda. Por un lado, Derek Sherinian, teclista desde los inicios, fue despedido y reemplazado por Jordan Rudess, quien ya había demostrado su valía en el famoso proyecto Liquid Tension Experiment junto a Mike Portnoy y John Petrucci. Rudess aportaría una nueva dimensión al sonido de la banda. Además, rompieron con su antigua disquera, Atco Records, tras varias disputas, y firmaron con Elektra Records, quienes les ofrecieron mayor libertad creativa.

“Scenes From A Memory” se gestó en los neoyorquinos BearTracks Studios. Fueron sesiones maratonianas en las que la banda puso un gran énfasis en la cohesión entre narrativa y virtuosismo instrumental. Todos eran conscientes de que tenían en sus manos algo especial que podía otorgarles la inmortalidad… ¡y vaya si lo lograron!

Aunque me detendré en cada tema para explicar a qué parte de la trama corresponde cada canción, el argumento general de este “Metropolis Pt. 2” podría resumirse a grandes rasgos así: Nicholas se somete a hipnosis regresiva para investigar unos sueños recurrentes que lo conectan con la vida de Victoria, una joven asesinada en 1928. A medida que profundiza en sus sesiones, descubre que comparte un vínculo espiritual con ella. Según un periódico, su exnovio Julian la mató en un ataque de desesperación antes de suicidarse, pero Nicholas sospecha que la historia esconde algo más.

Con el tiempo, descubre que Edward, hermano de Julian, sedujo a Victoria mientras ella estaba vulnerable y, al saber que ella quería regresar con Julian, asesinó a ambos, encubriendo el crimen como un suicidio. Tras esta revelación, Nicholas cree haber encontrado la paz y superado su obsesión. Sin embargo, al final del álbum, el Hipnotizador, reencarnación de Edward, lo asesina, mostrando que el trágico ciclo del destino se repite sin fin.

Nuestro viaje comienza con “Regression”, una breve balada fiel al estilo de Dream Theater que sirve como obertura a esta ambiciosa historia. Aquí, Nicholas, el protagonista, acude al Hipnotizador para entrar en un estado hipnótico que lo ayude a lograr la regresión. Los sonidos de relojes y la voz del hipnotizador nos mecen en un primer momento, para luego dar paso a las guitarras y una instrumentación bucólica que siempre me ha recordado a las dos partes de “Pigs On The Wing” de Pink Floyd. Como dato curioso, al final del número se escucha la frase “So glad to see you my friend”, que la banda reutilizó en otros temas como “This Dying Soul” (Train Of Thought) y “Repetance” (Systematic Chaos).

La clase musical empieza con “Scene Two: I. Overture 1928”, un corte instrumental marcado por constantes cambios de ritmo, con los que la banda representa el viaje hipnótico de Nicholas, quien comienza a experimentar la regresión y a encontrar semejanzas en la vida de Victoria y la suya propia. A nivel sonoro, se pueden identificar fragmentos de otras canciones del álbum, convirtiéndose en una especie de obertura progresiva que anticipa lo que se va a disfrutar. El recurso de crear una canción con fragmentos no es novedoso (The Who, por ejemplo, tiene un tema llamado “Quadrophenia” con varios riffs que aparecen a lo largo de esa obra conceptual), pero aquí es un auténtico ejercicio de precisión y elegancia, resaltando especialmente las secciones de guitarra y batería.

“Strange Déjà Vu” irrumpe con fuerza; es una pista de medio tiempo contundente, elegantemente adornada (los fills que Portnoy introduce son memorables) y la base perfecta para que James LaBrie se luzca, alcanzando notas muy altas. Los pasajes de teclados de Jordan van añadiendo solemnidad al conjunto. En la segunda mitad, Petrucci cambia la dirección de la pieza con un riff más eléctrico que Myung y Portnoy acompañan con asombrosa precisión rítmica.

A nivel de trama, esta canción es interesante porque explica el motivo por el cual Nicholas decidió acudir al Hipnotizador. Cada noche tenía sueños en los que se sumergía en otra vida, y el viaje hipnótico lo lleva de forma más clara a esos mundos previos, encontrándose en una habitación con Victoria, quien guarda un oscuro secreto. Nicholas se frustra por no lograr obtener una revelación, hasta que ella le dice que quiere contarle la verdad sobre su asesinato. Al volver a la vida real, Nicholas siente la urgencia de indagar en el pasado oscuro de Victoria, sabiendo que solo podrá lograrlo a través de sus propios sueños.

“Through My Words” es una delicada balada de apenas un minuto y dos segundos en la que Nicholas descubre su conexión con Victoria: dos mentes diferentes que comparten una misma alma, lo que le permite percibir lo que ella sintió ochenta años atrás. La pieza es breve, pero LaBrie la interpreta con sensibilidad, cantando con su elegancia característica sobre una hermosa pista de piano.

“Fatal Tragedy” es una de las joyas de Dream Theater, con una interpretación vocal de LaBrie que saca a relucir su tesitura más dramática mientras sus compañeros tejen una compleja pieza instrumental llena de cambios de ritmo, pasando de un inicio melódico a una segunda mitad marcada por la agresividad. El duelo de solos entre Petrucci y Rudess fascina, al igual que la poderosa sección rítmica de Myung y Portnoy. La trama revela que Nicholas, tras hablar con un anciano, descubre el asesinato de una mujer décadas atrás, tragedia que sigue siendo un misterio. El anciano sugiere que investigue más, y Nicholas, obsesionado por la verdad (“Sin amor ni verdad no puede haber vuelta atrás”), acude de nuevo al Hipnotizador, quien lo invita a realizar otra regresión para descubrir cómo murió Victoria (“recuerda que la muerte no es el fin, sino una transición”).

Para este humilde reseñista, el mejor tema del disco y uno de los mayores ejemplos de genialidad que nos ha ofrecido Dream Theater a lo largo de estas cuatro décadas de excelencia se encuentra en “Beyond This Life”. Este corte impone un ritmo veloz desde el primer segundo, pero no deja de transformarse a través de numerosos riffs y secciones (adoro la agresividad que explota en el minuto 3:25 con la voz desgarrada de LaBrie y el correspondiente acompañamiento de guitarra), cada una más compleja que la anterior. Es posible encontrar aquí un estilo similar al de los álbumes previos de la banda (“Take The Time”, “Pull Me Under”, “6:00” o la ya mencionada “Metropolis Pt. 1”). En su segunda mitad, Rudess y Petrucci se baten en un nuevo duelo de solos con sus respectivos instrumentos, logrando construir uno de los grandes momentos del álbum (es imposible no quedarse boquiabierto ante semejante despliegue de clase).

A nivel lírico, también puede afirmarse que estamos ante una de las canciones más importantes de la obra. Todo comienza con la lectura de la portada de un periódico de 1928, donde se relata la muerte de una joven llamada Victoria, cuyo asesino, que resultó ser su expareja, se suicidó posteriormente. El diario explica que Victoria y su asesino, llamado Julian, se habían separado debido a las adicciones de él y su estilo de vida decadente. Además, se menciona a un testigo llamado Edward Baynes, quien declaró haber escuchado un “sonido horripilante”. Al parecer, Edward decidió acercarse al lugar de donde provenía dicho sonido y allí encontró a una mujer que había sido asesinada de un disparo. Su asesino, según el testimonio, al ver a Edward, se suicidó en el acto, cayendo sobre el cuerpo sin vida de la joven.

La noticia relata la presencia de pruebas físicas en la escena del crimen, tales como una navaja (lo que sugiere que hubo una pelea previa) y una nota en el bolsillo del asesino, en la que Julian afirmaba que prefería morir antes que vivir sin su amada. Nicholas lee atentamente todo el texto y sigue creyendo que comparte el mismo alma que Victoria, así como algunos rasgos de personalidad, algo que se expresa en frases como “todo lo que aprendemos ahora, se lleva más allá de la vida” y “lo que hemos sido es lo que somos”.

Me encanta cómo “Through Her Eyes” incorpora melodías similares a las de la ya reseñada “Through My Words”, algo que intensifica aún más la cohesión conceptual de un álbum en el que nada ha sido compuesto ni escrito al azar. Este gran baladón cuenta con la participación de Theresa Thomason, quien añade arreglos de voz realmente dulces que encantan a cualquiera y encajan a la perfección con la voz emotiva de James. Siempre me ha llamado la atención la percusión electrónica que Portnoy utiliza aquí, algo poco común en él. La letra nos narra la reflexión que Nicholas realiza desde su cama, incapaz de superar el hecho de que Victoria fue asesinada en 1928. Es en este momento cuando decide localizar la tumba donde ella descansa para expresar su frustración por lo sucedido y comienza a asumir que, al compartir una misma alma, él también sufrió ese asesinato. En la tumba, Nicholas no puede evitar romper a llorar y expresar su impotencia ante la injusticia que sufrió Victoria. Así, comprende que la vida lo estaba guiando para que aceptara su muerte en una existencia anterior. Este es el cierre del primer acto.

El segundo acto arranca con “Home”, una epopeya sonora de más de 12 minutos que conecta musicalmente con “Beyond This Life”, aunque también introduce elementos novedosos, como escalas orientales y el sitar, que combinan de maravilla con la penetrante línea de bajo que Myung aporta a esta pieza. Aquí nos encontramos con una muestra magistral de metal progresivo, especialmente en su segunda mitad, donde la sobresaliente producción nos permite apreciar el indiscutible virtuosismo de cada músico. Personalmente, me gustaría resaltar la sucesión de solos de Jordan y Petrucci, sostenidos por la siempre precisa dupla de bajo y batería.

En cuanto a la narrativa, Julian Baynes expresa con amargura su propia existencia tras ser abandonado por Victoria, quien se hartó de sus numerosas adicciones. Desesperada, ella busca consuelo en el hermano de Julian, Edward Baynes, para compartir sus penas. Es en este momento cuando Ed descubre que se siente atraído hacia ella de manera obsesiva, algo que en un inicio le avergüenza, siendo la exnovia de su hermano, pero que pronto deja de importarle. Aprovechando la vulnerabilidad de Victoria, comienza a seducirla. Aquí la banda retoma una frase de “Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper” que dice: “Recuerdo que me dijeron que hay un nuevo amor que nace, por cada uno que ha muerto”.

Por su parte, Nicholas prosigue con su investigación, leyendo algunos periódicos y contando los días que faltan para su próxima sesión de hipnosis regresiva, con la esperanza de resolver de una vez por todas este misterio que tanto lo atormenta.

Aunque en Dream Theater resulta casi imposible elegir un solo tema instrumental, reconozco que tengo una admiración especial por “The Dance of Eternity”, una gloriosa composición de casi siete minutos donde cada músico lleva sus habilidades al máximo. Se trata de una ambiciosa pieza, marcada por constantes cambios de ritmo y estilo, numerosos solos de Petrucci y Rudess (Myung también tiene un momento destacado) y una actuación impresionante de Portnoy tras su kit (¡el uso del doble pedal en esta composición es simplemente para quitarse el sombrero!). El título de la pieza proviene de la última frase del tema “Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper” (“Love is the dance of eternity”), siendo esta una clara alusión al amor profundo que existió entre Victoria y Julian.

"One Last Time" nos conduce nuevamente por el camino de las baladas con un ritmo que ya habíamos escuchado en la “Overture 1928”. Esta pieza, aunque sencilla (si es que el término puede aplicarse a Dream Theater), destaca por dar más peso a la trama conceptual. En este punto, Nicholas empieza a dudar de la veracidad de las pruebas sobre el asesinato de Victoria y sospecha que esta mantuvo una relación sentimental con Edward, quien resultó herido emocionalmente cuando ella lo dejó tras "una última cita" (puede escucharse a Victoria diciendo “Una última vez nos acostaremos hoy”). Así, nuestro protagonista decide visitar la casa de Edward, donde los encuentros entre ambos se llevaron a cabo. Es allí donde experimenta una revelación al escuchar súbitamente una voz femenina gritando, seguida de la de un hombre que pide perdón por algo que Nicholas no alcanza a comprender.

A medida que el álbum se aproxima a su fin, nos encontramos con la bellísima “The Spirit Carries On”, una balada inolvidable que evoca la intensidad de Pink Floyd y su obra "Shine On You Crazy Diamond”. La interpretación vocal de LaBrie es destacada, mientras que los arreglos de teclado por parte de Rudess son igualmente notables, aunque es el emotivo solo de guitarra de Petrucci lo que se roba el protagonismo. Con una intuición de que Edward fue el verdadero asesino de Victoria, Nicholas se somete a una última sesión de hipnosis. En ese momento, mientras planea exponer la verdad oculta de este crimen cometido 70 años atrás, se le aparece Victoria, quien le pide a Nicholas que siga adelante sin olvidar la verdad que ha descubierto. Esta solicitud genera en él una inédita paz interior, al comprender finalmente que ha logrado cerrar un capítulo que lo había consumido en una profunda obsesión. Al concluir el tema, Nicholas reflexiona sobre las palabras que el Hipnotizador había pronunciado al comienzo de la historia: "la muerte no es el fin, sino solo una transición".

La historia y el álbum llegan a su magnífico final con “Finally Free”, una pieza cinematográfica de 12 minutos que fusiona el metal progresivo más denso (es impresionante el trabajo complejo de Portnoy en la batería) con diálogos y efectos sonoros que le aportan un cierre perfecto a esta narrativa cautivadora. Los últimos dos minutos consisten en una representación sin música del dramático final de la trama, con un sonido final que, como muchos sabrán, es el mismo que abre "The Glass Prison”, la primera canción de "Six Degrees of Inner Turbulence”, álbum que seguiría a este. Este tipo de conexiones se convertirían en algo habitual en los discos sucesivos de la banda.

Desglosemos el desenlace de la historia: Nicholas regresa de su hipnosis y se dirige a casa en coche. Mientras tanto, se revela que Victoria y su amado Julian se habían reunido en secreto para hablar. Ella le expresa su decisión firme de dejar a Edward de una vez por todas para vivir el resto de sus días junto a Julian. Sin embargo, lo que no esperaban es que Edward se presentara en esa reunión secreta, la cual terminaría de forma trágica para la pareja. Tras un forcejeo, Edward hiere de muerte a Julian con un disparo. En ese momento, pronuncia las palabras “abre tus ojos, Victoria” antes de dispararle a ella también, matándola en el acto. Luego, coloca una nota en la chaqueta de Julian, quien yace junto a Victoria, que le ayudará a interpretar su papel de falso testigo del crimen.

Después de este desenlace, Nicholas regresa a casa con la aparente calma de haber superado el peso de su obsesión. Al llegar, al encender la televisión, se entera del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, pero decide apagarla. Con un vaso de whisky en la mano, decide poner algo de música en su fonógrafo. No obstante, ese aparente final feliz es interrumpido abruptamente por la aparición del Hipnotizador, quien irrumpe en la casa de Nicholas. Tras pronunciar una frase familiar (“¡abre tus ojos, Nicholas!”), le dispara, revelando al oyente que este extraño personaje era, en realidad, el alma reencarnada de Edward. Al matar a Nicholas, el Hipnotizador asegura que el ciclo de tragedia se repita una vez más.

CONCLUSIÓN

Scenes from a Memory es mucho más que un álbum de Dream Theater. A lo largo de sus 77 minutos, el quinteto logró crear uno de los viajes más épicos y complejos que se recuerden en la historia del metal progresivo. La ambición y el deseo de la banda por explorar estructuras rítmicas sumamente intrincadas, unidas a la refinada y entretenida historia que nos han contado, establecieron nuevos estándares para las posibilidades narrativas dentro de este subgénero, lo que ha permitido que la segunda parte de Metropolis continúe fascinando, 30 años después, a todos aquellos que se aventuran a descubrirla.

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