Hacía tiempo que no me aventuraba a traer por estos lares una obra conceptual de Metal Progresivo, pero creo que el 30 aniversario del célebre “Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory” de Dream Theater es motivo más que suficiente para hacerlo.
Como sugiere el título, esta obra retoma la historia esbozada en
"Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper," la quinta canción de
otra joya de la banda, “Images and Words”. Curiosamente, cuando compusieron
aquella primera canción, el título incluía “Part 1” en tono humorístico, ya que
en realidad no tenían intención alguna de hacer una segunda parte. Fue el
interés y la insistencia de los fans lo que impulsó a la banda a considerar una
secuela, que comenzó a gestarse en formato de canción durante las sesiones de
grabación de “Falling Into Infinity”. Sin embargo, dado el amor de Dream
Theater por los desafíos, decidieron que esta continuación no sería solo una
canción, sino una obra conceptual completa.
De este modo, el grupo
trabajó durante dos años sin descanso en la que sería su obra más compleja
hasta entonces, tanto a nivel musical como lírico. Durante esta etapa,
ocurrieron dos sucesos importantes para la banda. Por un lado, Derek Sherinian,
teclista desde los inicios, fue despedido y reemplazado por Jordan Rudess,
quien ya había demostrado su valía en el famoso proyecto Liquid Tension
Experiment junto a Mike Portnoy y John Petrucci. Rudess aportaría una nueva
dimensión al sonido de la banda. Además, rompieron con su antigua disquera,
Atco Records, tras varias disputas, y firmaron con Elektra Records, quienes les
ofrecieron mayor libertad creativa.
“Scenes From A Memory” se
gestó en los neoyorquinos BearTracks Studios. Fueron sesiones maratonianas en
las que la banda puso un gran énfasis en la cohesión entre narrativa y
virtuosismo instrumental. Todos eran conscientes de que tenían en sus manos algo
especial que podía otorgarles la inmortalidad… ¡y vaya si lo lograron!
Aunque me detendré en
cada tema para explicar a qué parte de la trama corresponde cada canción, el
argumento general de este “Metropolis Pt. 2” podría resumirse a grandes rasgos
así: Nicholas se somete a hipnosis regresiva para investigar unos sueños recurrentes
que lo conectan con la vida de Victoria, una joven asesinada en 1928. A medida
que profundiza en sus sesiones, descubre que comparte un vínculo espiritual con
ella. Según un periódico, su exnovio Julian la mató en un ataque de
desesperación antes de suicidarse, pero Nicholas sospecha que la historia
esconde algo más.
Con el tiempo, descubre
que Edward, hermano de Julian, sedujo a Victoria mientras ella estaba
vulnerable y, al saber que ella quería regresar con Julian, asesinó a ambos,
encubriendo el crimen como un suicidio. Tras esta revelación, Nicholas cree
haber encontrado la paz y superado su obsesión. Sin embargo, al final del
álbum, el Hipnotizador, reencarnación de Edward, lo asesina, mostrando que el
trágico ciclo del destino se repite sin fin.
Nuestro viaje comienza
con “Regression”, una breve balada fiel al estilo de Dream Theater que sirve
como obertura a esta ambiciosa historia. Aquí, Nicholas, el protagonista, acude
al Hipnotizador para entrar en un estado hipnótico que lo ayude a lograr la
regresión. Los sonidos de relojes y la voz del hipnotizador nos mecen en un
primer momento, para luego dar paso a las guitarras y una instrumentación
bucólica que siempre me ha recordado a las dos partes de “Pigs On The Wing” de
Pink Floyd. Como dato curioso, al final del número se escucha la frase “So glad
to see you my friend”, que la banda reutilizó en otros temas como “This Dying
Soul” (Train Of Thought) y “Repetance” (Systematic Chaos).
La clase musical empieza
con “Scene Two: I. Overture 1928”, un corte instrumental marcado por constantes
cambios de ritmo, con los que la banda representa el viaje hipnótico de
Nicholas, quien comienza a experimentar la regresión y a encontrar semejanzas
en la vida de Victoria y la suya propia. A nivel sonoro, se pueden identificar
fragmentos de otras canciones del álbum, convirtiéndose en una especie de
obertura progresiva que anticipa lo que se va a disfrutar. El recurso de crear
una canción con fragmentos no es novedoso (The Who, por ejemplo, tiene un tema
llamado “Quadrophenia” con varios riffs que aparecen a lo largo de esa obra
conceptual), pero aquí es un auténtico ejercicio de precisión y elegancia,
resaltando especialmente las secciones de guitarra y batería.
“Strange Déjà Vu” irrumpe
con fuerza; es una pista de medio tiempo contundente, elegantemente adornada
(los fills que Portnoy introduce son memorables) y la base perfecta para que
James LaBrie se luzca, alcanzando notas muy altas. Los pasajes de teclados de
Jordan van añadiendo solemnidad al conjunto. En la segunda mitad, Petrucci
cambia la dirección de la pieza con un riff más eléctrico que Myung y Portnoy
acompañan con asombrosa precisión rítmica.
A nivel de trama, esta
canción es interesante porque explica el motivo por el cual Nicholas decidió
acudir al Hipnotizador. Cada noche tenía sueños en los que se sumergía en otra
vida, y el viaje hipnótico lo lleva de forma más clara a esos mundos previos,
encontrándose en una habitación con Victoria, quien guarda un oscuro secreto.
Nicholas se frustra por no lograr obtener una revelación, hasta que ella le
dice que quiere contarle la verdad sobre su asesinato. Al volver a la vida
real, Nicholas siente la urgencia de indagar en el pasado oscuro de Victoria,
sabiendo que solo podrá lograrlo a través de sus propios sueños.
“Through My Words” es una
delicada balada de apenas un minuto y dos segundos en la que Nicholas descubre
su conexión con Victoria: dos mentes diferentes que comparten una misma alma,
lo que le permite percibir lo que ella sintió ochenta años atrás. La pieza es
breve, pero LaBrie la interpreta con sensibilidad, cantando con su elegancia
característica sobre una hermosa pista de piano.
“Fatal Tragedy” es una de
las joyas de Dream Theater, con una interpretación vocal de LaBrie que saca a
relucir su tesitura más dramática mientras sus compañeros tejen una compleja
pieza instrumental llena de cambios de ritmo, pasando de un inicio melódico a
una segunda mitad marcada por la agresividad. El duelo de solos entre Petrucci
y Rudess fascina, al igual que la poderosa sección rítmica de Myung y Portnoy.
La trama revela que Nicholas, tras hablar con un anciano, descubre el asesinato
de una mujer décadas atrás, tragedia que sigue siendo un misterio. El anciano
sugiere que investigue más, y Nicholas, obsesionado por la verdad (“Sin amor ni
verdad no puede haber vuelta atrás”), acude de nuevo al Hipnotizador, quien lo
invita a realizar otra regresión para descubrir cómo murió Victoria (“recuerda
que la muerte no es el fin, sino una transición”).
Para este humilde
reseñista, el mejor tema del disco y uno de los mayores ejemplos de genialidad
que nos ha ofrecido Dream Theater a lo largo de estas cuatro décadas de
excelencia se encuentra en “Beyond This Life”. Este corte impone un ritmo veloz
desde el primer segundo, pero no deja de transformarse a través de numerosos
riffs y secciones (adoro la agresividad que explota en el minuto 3:25 con la
voz desgarrada de LaBrie y el correspondiente acompañamiento de guitarra), cada
una más compleja que la anterior. Es posible encontrar aquí un estilo similar
al de los álbumes previos de la banda (“Take The Time”, “Pull Me Under”, “6:00”
o la ya mencionada “Metropolis Pt. 1”). En su segunda mitad, Rudess y Petrucci
se baten en un nuevo duelo de solos con sus respectivos instrumentos, logrando
construir uno de los grandes momentos del álbum (es imposible no quedarse
boquiabierto ante semejante despliegue de clase).
A nivel lírico, también
puede afirmarse que estamos ante una de las canciones más importantes de la
obra. Todo comienza con la lectura de la portada de un periódico de 1928, donde
se relata la muerte de una joven llamada Victoria, cuyo asesino, que resultó
ser su expareja, se suicidó posteriormente. El diario explica que Victoria y su
asesino, llamado Julian, se habían separado debido a las adicciones de él y su
estilo de vida decadente. Además, se menciona a un testigo llamado Edward
Baynes, quien declaró haber escuchado un “sonido horripilante”. Al parecer,
Edward decidió acercarse al lugar de donde provenía dicho sonido y allí
encontró a una mujer que había sido asesinada de un disparo. Su asesino, según
el testimonio, al ver a Edward, se suicidó en el acto, cayendo sobre el cuerpo
sin vida de la joven.
La noticia relata la
presencia de pruebas físicas en la escena del crimen, tales como una navaja (lo
que sugiere que hubo una pelea previa) y una nota en el bolsillo del asesino,
en la que Julian afirmaba que prefería morir antes que vivir sin su amada. Nicholas
lee atentamente todo el texto y sigue creyendo que comparte el mismo alma que
Victoria, así como algunos rasgos de personalidad, algo que se expresa en
frases como “todo lo que aprendemos ahora, se lleva más allá de la vida” y “lo
que hemos sido es lo que somos”.
Me encanta cómo “Through Her Eyes” incorpora melodías
similares a las de la ya reseñada “Through My Words”, algo que intensifica aún
más la cohesión conceptual de un álbum en el que nada ha sido compuesto ni
escrito al azar. Este gran baladón cuenta con la participación de Theresa
Thomason, quien añade arreglos de voz realmente dulces que encantan a
cualquiera y encajan a la perfección con la voz emotiva de James. Siempre me ha
llamado la atención la percusión electrónica que Portnoy utiliza aquí, algo poco
común en él. La letra nos narra la reflexión que Nicholas realiza desde su
cama, incapaz de superar el hecho de que Victoria fue asesinada en 1928. Es en
este momento cuando decide localizar la tumba donde ella descansa para expresar
su frustración por lo sucedido y comienza a asumir que, al compartir una misma
alma, él también sufrió ese asesinato. En la tumba, Nicholas no puede evitar
romper a llorar y expresar su impotencia ante la injusticia que sufrió
Victoria. Así, comprende que la vida lo estaba guiando para que aceptara su
muerte en una existencia anterior. Este es el cierre del primer acto.
El segundo acto arranca con “Home”, una epopeya sonora
de más de 12 minutos que conecta musicalmente con “Beyond This Life”, aunque
también introduce elementos novedosos, como escalas orientales y el sitar, que
combinan de maravilla con la penetrante línea de bajo que Myung aporta a esta
pieza. Aquí nos encontramos con una muestra magistral de metal progresivo,
especialmente en su segunda mitad, donde la sobresaliente producción nos
permite apreciar el indiscutible virtuosismo de cada músico. Personalmente, me
gustaría resaltar la sucesión de solos de Jordan y Petrucci, sostenidos por la
siempre precisa dupla de bajo y batería.
En cuanto a la narrativa, Julian Baynes expresa con
amargura su propia existencia tras ser abandonado por Victoria, quien se hartó
de sus numerosas adicciones. Desesperada, ella busca consuelo en el hermano de
Julian, Edward Baynes, para compartir sus penas. Es en este momento cuando Ed
descubre que se siente atraído hacia ella de manera obsesiva, algo que en un
inicio le avergüenza, siendo la exnovia de su hermano, pero que pronto deja de
importarle. Aprovechando la vulnerabilidad de Victoria, comienza a seducirla.
Aquí la banda retoma una frase de “Metropolis Pt. 1: The Miracle and the
Sleeper” que dice: “Recuerdo que me dijeron que hay un nuevo amor que nace, por
cada uno que ha muerto”.
Por su parte, Nicholas prosigue con su investigación,
leyendo algunos periódicos y contando los días que faltan para su próxima
sesión de hipnosis regresiva, con la esperanza de resolver de una vez por todas
este misterio que tanto lo atormenta.
Aunque en Dream Theater resulta casi imposible elegir
un solo tema instrumental, reconozco que tengo una admiración especial por “The
Dance of Eternity”, una gloriosa composición de casi siete minutos donde cada
músico lleva sus habilidades al máximo. Se trata de una ambiciosa pieza,
marcada por constantes cambios de ritmo y estilo, numerosos solos de Petrucci y
Rudess (Myung también tiene un momento destacado) y una actuación impresionante
de Portnoy tras su kit (¡el uso del doble pedal en esta composición es
simplemente para quitarse el sombrero!). El título de la pieza proviene de la
última frase del tema “Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper” (“Love is
the dance of eternity”), siendo esta una clara alusión al amor profundo que
existió entre Victoria y Julian.
"One Last Time" nos conduce nuevamente por
el camino de las baladas con un ritmo que ya habíamos escuchado en la “Overture
1928”. Esta pieza, aunque sencilla (si es que el término puede aplicarse a
Dream Theater), destaca por dar más peso a la trama conceptual. En este punto,
Nicholas empieza a dudar de la veracidad de las pruebas sobre el asesinato de
Victoria y sospecha que esta mantuvo una relación sentimental con Edward, quien
resultó herido emocionalmente cuando ella lo dejó tras "una última
cita" (puede escucharse a Victoria diciendo “Una última vez nos
acostaremos hoy”). Así, nuestro protagonista decide visitar la casa de Edward,
donde los encuentros entre ambos se llevaron a cabo. Es allí donde experimenta
una revelación al escuchar súbitamente una voz femenina gritando, seguida de la
de un hombre que pide perdón por algo que Nicholas no alcanza a comprender.
A medida que el álbum se aproxima a su fin, nos
encontramos con la bellísima “The Spirit Carries On”, una balada inolvidable
que evoca la intensidad de Pink Floyd y su obra "Shine On You Crazy
Diamond”. La interpretación vocal de LaBrie es destacada, mientras que los
arreglos de teclado por parte de Rudess son igualmente notables, aunque es el
emotivo solo de guitarra de Petrucci lo que se roba el protagonismo. Con una
intuición de que Edward fue el verdadero asesino de Victoria, Nicholas se
somete a una última sesión de hipnosis. En ese momento, mientras planea exponer
la verdad oculta de este crimen cometido 70 años atrás, se le aparece Victoria,
quien le pide a Nicholas que siga adelante sin olvidar la verdad que ha
descubierto. Esta solicitud genera en él una inédita paz interior, al
comprender finalmente que ha logrado cerrar un capítulo que lo había consumido
en una profunda obsesión. Al concluir el tema, Nicholas reflexiona sobre las
palabras que el Hipnotizador había pronunciado al comienzo de la historia:
"la muerte no es el fin, sino solo una transición".
La historia y el álbum llegan a su magnífico final con
“Finally Free”, una pieza cinematográfica de 12 minutos que fusiona el metal
progresivo más denso (es impresionante el trabajo complejo de Portnoy en la
batería) con diálogos y efectos sonoros que le aportan un cierre perfecto a
esta narrativa cautivadora. Los últimos dos minutos consisten en una
representación sin música del dramático final de la trama, con un sonido final
que, como muchos sabrán, es el mismo que abre "The Glass Prison”, la primera
canción de "Six Degrees of Inner Turbulence”, álbum que seguiría a este.
Este tipo de conexiones se convertirían en algo habitual en los discos
sucesivos de la banda.
Desglosemos el desenlace de la historia: Nicholas
regresa de su hipnosis y se dirige a casa en coche. Mientras tanto, se revela
que Victoria y su amado Julian se habían reunido en secreto para hablar. Ella
le expresa su decisión firme de dejar a Edward de una vez por todas para vivir
el resto de sus días junto a Julian. Sin embargo, lo que no esperaban es que
Edward se presentara en esa reunión secreta, la cual terminaría de forma
trágica para la pareja. Tras un forcejeo, Edward hiere de muerte a Julian con
un disparo. En ese momento, pronuncia las palabras “abre tus ojos, Victoria”
antes de dispararle a ella también, matándola en el acto. Luego, coloca una
nota en la chaqueta de Julian, quien yace junto a Victoria, que le ayudará a
interpretar su papel de falso testigo del crimen.
Después de este desenlace, Nicholas regresa a casa con
la aparente calma de haber superado el peso de su obsesión. Al llegar, al
encender la televisión, se entera del asesinato de John Fitzgerald Kennedy,
pero decide apagarla. Con un vaso de whisky en la mano, decide poner algo de
música en su fonógrafo. No obstante, ese aparente final feliz es interrumpido
abruptamente por la aparición del Hipnotizador, quien irrumpe en la casa de
Nicholas. Tras pronunciar una frase familiar (“¡abre tus ojos, Nicholas!”), le
dispara, revelando al oyente que este extraño personaje era, en realidad, el
alma reencarnada de Edward. Al matar a Nicholas, el Hipnotizador asegura que el
ciclo de tragedia se repita una vez más.
CONCLUSIÓN
Scenes from a Memory es mucho más que un álbum de
Dream Theater. A lo largo de sus 77 minutos, el quinteto logró crear uno de los
viajes más épicos y complejos que se recuerden en la historia del metal
progresivo. La ambición y el deseo de la banda por explorar estructuras
rítmicas sumamente intrincadas, unidas a la refinada y entretenida historia que
nos han contado, establecieron nuevos estándares para las posibilidades
narrativas dentro de este subgénero, lo que ha permitido que la segunda parte
de Metropolis continúe fascinando, 30 años después, a todos aquellos que se
aventuran a descubrirla.
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