Antes o después tenía que dedicarle una reseña a uno de los álbumes más revolucionarios de los años ochenta, así como uno de los títulos por excelencia de Def Leppard, una banda que en un momento crucial decidió desprenderse del estilo sonoro de sus inicios para abrirse a una audiencia más grande y que demandaba sonidos más accesibles.
Entre 1980 y 1981, Def
Leppard lanzó dos álbumes de estudio de altísimo nivel: “On Through The Night”
y “High ‘N’ Dry”. Estos discos, con su sonido crudo y alineado con el Heavy
Metal que otras bandas británicas practicaban en ese momento, les ganaron el
reconocimiento como principales representantes de la nueva ola de Metal. Sin
embargo, los futuros planes de estos jóvenes músicos no coincidían con las
expectativas de sus seguidores.
Vertigo, su sello
discográfico, les presentó el mercado americano como un objetivo a conquistar,
aunque para ello debieran cambiar un poco su estilo y comenzar a conquistar con
el AOR y su tono más radiofónico. Fue así como la banda y su inseparable productor
Robert “Mutt” Lange volvieron a reunirse en el estudio para, con un presupuesto
más elevado que en sus anteriores producciones, dar luz a una obra que
terminaría revolucionando por completo la escena del momento. El trabajo de
Lange tras la producción consistió en pulir cada instrumento y canción al
milímetro, obligando a los músicos a dar el 100% en todo momento, algo que,
como era de esperar, provocó algunas discusiones en el estudio.
Durante las sesiones de
grabación del álbum, la banda tomó la difícil decisión de despedir a Pete
Willis, quien enfrentaba un grave problema de alcoholismo. En su lugar,
reclutaron al joven Phil Collen, quien ya había estado cerca de unirse al grupo
durante la gira promocional de “High ‘N’ Dry” cuando Willis comenzaba a mostrar
problemas. Collen terminó algunas pistas que Willis había dejado incompletas e
incorporó nuevos solos, escritos con su propio estilo.
La propia banda ha
contado en varias ocasiones que los ánimos durante las sesiones de grabación no
fueron los mejores, llegando a un punto de agotamiento tan grande que, tras no
encontrar el tono adecuado para grabar unas pistas de guitarra, Steve Clark y
el propio “Mutt” Lange propusieron pegarle fuego a los amplificadores Marshall.
Esto provocó la respuesta de un ingeniero de sonido llamado Craig Thomson,
quien los llamó “pirómanos”, un término que les gustó tanto a nuestros
protagonistas que terminaron usándolo como título del nuevo disco.
La portada, que también
podemos calificar como una de las más clásicas de dicha década, surgió de la
insistencia del management del grupo por huir de los clichés que solían
aparecer en todas las portadas de álbumes de Heavy y Hard-Rock del momento.
Andie Airfix, encargado del diseño, comparte en su web las palabras que Peter
Mensch, uno de los miembros del management del grupo, usó para explicarle qué
quería exactamente para la portada del nuevo disco de los británicos: "Def
Leppard es diferente a la banda promedio de heavy rock; la portada debe
reflejar eso. Todos estamos hartos de tatuajes, imágenes terribles de mujeres
semidesnudas conduciendo motocicletas y monstruos que escupen fuego; ahora todo
es demasiado cliché. Necesitamos algo diferente, más moderno... 'Necesitamos
volver a lo básico. Necesitamos redefinir la imagen del heavy rock'.
La declaración de
intenciones que la banda realiza desde la inicial “Rock! Rock! (Till You Drop)”
sirve como aviso a navegantes del enorme trabajo musical que vamos a degustar.
Este primer número, iniciado con unos teclados y unas guitarras bañadas en los
mencionados efectos, deriva en un tema de Hard-Rock festivo y pegadizo que
hubiera encajado perfectamente en “High ‘N’ Dry” junto a temas del mismo calado
como “Saturday Night” o “Let It Go”. Destaco también la compleja interpretación
vocal del gran Joe Elliot, quien rasga al máximo su voz para ofrecer una
interpretación punzante. Dicho esto, no es casualidad que Mutt Lange trabajara
un par de años antes con AC/DC durante la grabación de “Back In Black” (las
similitudes sonoras con Angus Young y compañía son notorias aquí).
Seguimos por la senda de
los clásicos gracias a la maravillosa “Photograph”, uno de los greatest hits de
Def Leppard, que cuenta con uno de mis puentes-estribillo preferidos de la
década de los ochenta, donde una soberbia base melódica con coros angelicales
incorporados acompañan a un soberbio Elliot para que cante el sencillo, pero
inolvidable, chorus que esta canción posee.
Algo que siempre me ha
parecido llamativo de esta banda es que, en muchos artículos musicales sobre la
NWOBHM, uno de los movimientos más importantes e influyentes en la historia del
Heavy Metal, suele incluirse a este grupo como uno de sus principales representantes.
Cierto que su catálogo ochentero no es precisamente “Heavy”, pero seguramente
canciones como “Stagefright” y mayor despliegue decibélico (una vez más hay
cositas de los primeros dos álbumes del grupo) tengan parte de “culpa” de esta
inclusión. El riff principal que factura Phil Collen suena aguerrido y sucio,
como la interpretación macarra e incisiva de Elliot tras el micrófono. Sin
embargo, el estribillo vuelve a optar por unos coros más comerciales y
coloridos que son “marca de la casa”. Por si faltaba algo para convencernos de
la calidad de esta pieza, Collen firma un solo excelso de técnica que me sirve
para afirmar algo que considero justo y necesario: ¡qué infravalorado está como
guitarrista!
Tras la tormenta llega la
calma. La esencia del Hard-Rock ochentero la podemos encontrar y disfrutar en
“Too Late for Love”, una canción que va creciendo en intensidad con el paso de
los segundos hasta desembocar en un estribillo de bellísimos coros (otro
símbolo identificativo de este grupo). Todavía faltaban cuatro añitos para que
la banda nos dejara boquiabiertos con “Hysteria”, pero desde 1983 ya mandaba
señales de su maestría en el plano de las baladas.
La primera mitad del
álbum finaliza con la compacta “Die Hard The Hunter”, una pieza que se inicia
con una elegante introducción dramática construida a partir de arpegios
melódicos, arreglos de teclado y unas nuevas armonías vocales conmovedoras que
pronto serán interrumpidas por un riff distorsionado y juguetón (el ritmo que
inyectan a los versos me parece absolutamente adictivo) que se graba a fuego
desde las primeras de cambio. Es en este tipo de piezas donde se aprecia con
especial magia la ambición de Mutt Lange tras la producción del álbum. La
nitidez con la que podemos captar cada instrumento fue realmente adelantada a
su tiempo.
Una de mis canciones
preferidas del álbum es, indudablemente, “Foolin’” la power ballad por
excelencia de este trabajo que nos ofrece el perfecto equilibrio entre
sensibilidad (especialmente en sus versos) y garra (¡cómo atruenan esas
guitarras!). Por supuesto, debo destacar ese estribillo para el recuerdo en el
que la banda tartamudea ese “Fo-fo-fo-folin’” y nos lo graba en la sesera para
la eternidad.
No nos bajamos del tren
de los clásicos. Es la hora de “Rock Of Ages”, una pieza pegadiza sobre la que
tanto se ha escrito y que, como sabrán, terminaría dando nombre a uno de los
principales musicales de Broadway. Si la analizas con calma, no tiene nada que
otra canción de “Pyromania” pueda ofrecerte (estribillo radiofónico, ritmo
pegajoso, un buen solo de guitarra,…) y, sin embargo, te hipnotiza desde la
primera escucha. Esa es la magia de la música. Si a todo esto le sumamos el
disfrutable videoclip que le acompañó (recomendable especialmente a los
lectores más cinéfilos), estamos ante otra canción perfecta.
Hace pocos meses la banda
sorprendió a sus seguidores al tocar por primera vez en vivo “Comin’ Under
Fire” (¿¡cómo es posible que tardaran más de cuarenta años en incluirla en sus
repertorios!?), una joyita escondida que nunca trascendió como debía y que nos
permite disfrutar de ese Hard-Rock oscuro y radiofónico que esta banda domina.
Su estribillo me parece uno de los mejores de la obra, con esos coros algo más
dramáticos que acompañan a un descomunal Joe Elliot durante su sobresaliente
actuación. Me voy a permitir aquí incluir la mencionada primera interpretación
en directo de este número para que vean lo bien que la han defendido.
Volvemos a encontrarnos
con los Def Leppard de sus primeros álbumes en la festiva “Action! Not Words”,
una canción donde nuevamente encontramos la influencia rítmica de AC/DC. No es
la canción más recordada del LP (entre tanto hit era complicado destacar), pero
no por ello me parece menos disfrutable.
La escucha llega a su fin
con “Billy’s Got a Gun” y la serpenteante línea de bajo que Rick Savage
introduce aquí. Estamos ante otra canción que, como mencioné en “Rock Of Ages”,
cuenta con ese encanto hipnótico que esta banda desprende, aunque la
composición pueda parecer “de manual”. El trabajo coral, una vez más, es
perfecto. En definitiva, una canción digna para cerrar el trabajo.
CONCLUSIÓN
Cuando “Pyromania” vio la
luz no dejó indiferente a nadie. Aunque también hubo seguidores que se
sintieron traicionados, especialmente aquellos que habían disfrutado de lo
lindo de la contundencia de sus primeros dos álbumes, lo cierto es que el mundo
se rindió ante la innovadora propuesta de una banda que había perfeccionado
notablemente su sonido, acercándose más a los terrenos del AOR, sin por ello
olvidar del todo la distorsión de sus álbumes previos. Segunda posición en
Billboard y más de 10 millones de copias vendidas son una prueba clara del
nivel mediático que esta obra alcanzó. Por ende, Def Leppard se ganó un puesto
en la eternidad y en la cultura popular gracias a “Pyromania”, obra que
serviría de piedra angular sobre la que se erigiría unos años más tarde
“Hysteria”, la obra por excelencia de la banda.
Sería injusto no dedicar un pequeño párrafo a “Mutt”
Lange, uno de los principales culpables del éxito global del disco. El
productor logró sacar lo mejor de cada miembro del grupo y aportó su propio
sello tras una producción musical que revolucionó por completo el devenir de la
música mainstream.
Todos los honores y la máxima calificación para
“Pyromania”, una obra esencial y necesaria para comprender la evolución del
Hard-Rock hasta nuestros días.
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