Antes o después, tenía claro que “Power Games” de los británicos Jaguar tenía que tener su espacio en este Blog. Y es que, pese a que tanto la banda como el álbum no hayan trascendido en términos de popularidad, creo que nadie puede negar la enorme influencia que esta banda fue para los primeros Metallica, quienes en varias entrevistas han citado al grupo como un referente mayúsculo para el grupo cuando los de San Francisco comenzaron a componer su legendario “Kill ‘Em All”. De hecho, tal y como puedes visualizar haciendo click aquí, James Hetfield invitó al guitarrista Garry Pepperd al backstage de la banda y le pidió que tocara su canción favorita del conjunto, “Dutch Connection”, de la cual hablaré largo y tendido un poco más tarde. Dicho esto, creo que el hecho de que una de las bandas más populares del Heavy Metal haya tomado gran parte de su inspiración en Jaguar, hace que este “Power Games” que aquí vamos a reseñar merezca un artículo.
En el año 1983, el movimiento
de la New Wave Of British Heavy Metal estaba más que consolidado en la cultura
de masas. Como cabía esperar, Jaguar, que provenían de Bristol, también
orientarían su sonido hacia los cánones de este movimiento que lideraron
nombres como Judas Priest, Iron Maiden o Saxon, entre otros. Siempre me ha
llamado la atención las enormes similitudes sonoras que podemos encontrar entre
esta agrupación y los geniales Diamond Head las voces de Paul Merrell y Sean
Harris se mueven en unos registros similares, el estilo de construir riffs por
parte de Gary Pepperd y Brian Tatler tampoco era muy diferente… De hecho, conocí a Jaguar cuando oí por error
una canción suya pensando que estaba escuchando alguna “cara B” de Diamond
Head).
A nivel contextual, y ya
centrándonos en “Power Games”, debe señalarse el hecho de que, a mediados de 1982,
la banda había lanzado al mercado un convincente siete pulgadas con dos
canciones (“Axe Crazy” y “War Machine”) donde la banda, al igual que otros
gigantes como Motörhead o Raven, comenzó a coquetear con unos sonidos más
veloces de lo normal que, como todos sabrán, terminarían provocando el
nacimiento de dos subgéneros fundamentales: el Speed y el Thrash Metal.
Antes de comenzar a
desgranar las diferentes canciones del álbum creo que es menester hacer mención
de la curiosa portada que este nos presenta, con una ilustración en la que
encontramos tablero de ajedrez que, de manera metafórica, representa el campo
de batalla sobre el que podemos observar un tanque y un cohete, sin por ello obviar
las diferentes piezas de ajedrez, un par de fichas de damas y una carta de
póker. Parece que la banda quería representar con este dibujo cómo los líderes
de los estados manejan y movilizan a placer a su población, enviándolos a
combatir en guerras que ellos no han iniciado.
Si necesitabas algún otro
motivo para darle una oportunidad a estos tipos, solamente deberás escuchar los
primeros segundos de “Dutch Connection” para saber que acabas de descubrir oro.
Construida sobre un riff de Speed Metal que podían haber firmado Motörhead o
Diamond Head sin problema alguno, la banda nos embiste sin piedad durante los
versos para luego sacarse de la nada un vibrante estribillo que costará
olvidar. Sé que ya he hablado de ello, pero ¿alguien se atreve a no encontrar
similitudes entre este primer número y los temas que conformaron “Kill ‘Em
All”? Metallica acertó de lleno a la hora de buscar sus propios referentes
sonoros.
Con el cuerpo ya
calentito tras semejante primer plato, la banda se mantiene firme en su
convicción de hacernos vibrar con la posterior “Out Of Luck”, un corte sucio y
callejero construido sobre un riff de guitarra constante y una poderosa base de
batería que Paul Merrell aprovecha a la perfección para sacar sus mejores
registros tras el micrófono. Tampoco debo pasar por alto la omnipresente línea
de bajo de Jeff Cox que hará retumbar los cimientos de tu habitación en la
sección instrumental que encontramos a mitad de canción.
¿Quieres más? “The Fox”
es otro highlight absolute del disco. Aquí no solamente hay Speed Metal,
sino también una agresividad vocal que roza el Thrash Metal. Es escuchar
semejante trallazo sonoro y entender cada vez menos el hecho de que esta banda
nunca obtuviera el reconocimiento que merecía. Ruego encarecidamente a nuestros
lectores más heavies que no pasen por alto este número.
Mucha atención a la
ruptura de esquemas que la banda se marca con “Master Game”, una canción
melódica y de temática bélica que, al menos a mí, me evoca a partes iguales a
los Scorpions y a Iron Maiden. Se agradece mucho la lentitud que esta canción
ofrece tras un asfixiante inicio, demostrando al oyente la enorme versatilidad
de este conjunto. Una vez más me gustaría destacar el trabajo de Jeff Cox al
bajo, aunque el protagonista (casi) absoluto del número sea el guitarrista
Garry Peppard, quien además de e (¡qué señor solo nos regala!) como
La primera mitad del
disco nos devuelve al Metal acelerado y desenfadado de la mano de “No Lies”, un
corte que podía haber formado parte perfectamente del inmortal “Lightning To
The Nations” de Diamond Head y que, nuevamente, nos deja un sabor de boca realmente
dulce. El dominio del doble pedal por parte de Chris Lovell quedará más que
demostrado en ese breve interludio donde nos volará la cabeza con un
incendiario solo de batería al que, segundos después, se le unirán guitarra y
bajo.
“Run For Your Life”
cuenta con la particularidad de su ritmo cambiante, pasando constantemente de
secciones lentas a otras absolutamente demenciales, especialmente después de
superar el primer minuto de canción. No es de mis preferidas del LP, pero
siempre acudo a esta cada vez que escucho de nuevo el álbum.
Otra canción que podían
haber firmado los Diamond Head (es una influencia más que obvia para este
cuarteto) es mi queridísima “Prisoner” y su devastadora propuesta de Metal
acelerado que, por si fuera poco, cuenta con un estribillo digno de todos los
honores. La guinda al pastel se
encargará de ponerla Garry con otro solo lleno de técnica y velocidad que
vuelve a hacerme pensar en Metallica y su “Kill ‘Em All”.
“Ain’t No Fantasy” nace
envuelta en una chulesca línea de bajo que capta nuestra atención desde el
primer segundo. Como en “Run For Your Life”, el cuarteto se aventura con una
canción cambiante que se inicia pausada y que ve incrementada su intensidad con
el paso de los minutos hasta terminar mutando en una tormenta sonora perfecta.
Para mí de lo mejorcito de “Power Games”.
Encaramos la recta final
con “Raw Deal”, pieza sucia y cargada de cambios de ritmo constantes donde los
británicos nos ofrecen una pequeña muestra del sonido que imperó en la NWOBHM:
guitarras sucias, una actitud callejera y un poderío sonoro nunca antes visto
en el Heavy Metal. Palabras mayores para el solo de guitarra que aquí
encontramos, así como para la línea de bajo que lo acompaña en todo momento. En
definitiva, otro diamante en bruto dentro de este LP.
Finalizamos con “Cold
Heart”, un número que viene a sintetizar todo lo escuchado sin por ello caer en
la repetición de patrones. De hecho, el riff principal que Garry firma aquí
puede ser el mejor de toda la obra, con un ritmo frenético que poco después imitarán
tanto la batería como el bajo, ofreciéndonos así una última lección del mejor
Speed Metal. Merrell tampoco pasará desapercibido en esta pieza, regalándonos
otra interpretación vocal de altos vuelos, especialmente en su estribillo. ¿Soy
el único que piensa en “Overkill” de Motörhead cuando la batería, tras un
aparente final de la canción, vuelve a arrancarse a toda pastilla para dar paso
al solo de guitarra? Una coincidencia de lo más grata.
CONCLUSIÓN
¿Es erróneo definir “Power
Games” como uno de los primeros álbumes de Speed-Thrash Metal de la historia?
En absoluto. Sin ser una obra maestra, aunque sí sobresaliente, Jaguar ayudó a
fijar los cánones sonoros que terminarían dando forma a ambos subgéneros,
convirtiéndose en una banda de referencia para tantas agrupaciones que en
aquellos tiempos comenzaban a surgir. Para mí es una obra fundamental para
entender mejor la evolución del Heavy Metal.
Siento que no le puedo
poner la máxima calificación porque tiene un par de canciones que se sienten
algo “similares” al resto. pero tampoco siento que “Power Games” merezca menos
de un nueve.
¡Que nunca caiga este álbum en el olvido!
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