Debería ser un mandamiento del Heavy Metal que, al menos una vez en la vida, todo melenudo tuviera que peregrinar y asistir a un concierto de Metallica. Nosotros tuvimos ese bautismo de fuego hace unos añitos, cuando los de San Francisco ofrecieron dos shows en el WiZink Center de Madrid (nosotros asistimos únicamente al primero), pero el mono de volver a encontrarse con James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo hay momentos en los que no se puede ignorar.
Así pues, un año y medio después de sacar
las entradas pusimos rumbo a la capital para disfrutar de uno de los tours más
curiosos de la actualidad. Y es que no es ni mucho menos habitual el hecho de
que una banda ofrezca dos shows en una misma ciudad con la particularidad de
ofrecer a sus seguidores dos repertorios completamente diferentes (tampoco los
teloneros serían los mismos cada una de las noches), por no hablar de otras
actividades culturales alrededor de Madrid que el cuarteto ha preparado como
son, por ejemplo, una charla del fotógrafo Ross Halfin, quien ha acompañado al grupo en los últimos años, o un concierto
de bandas tributo (ambos eventos tuvieron lugar en la mítica sala Joy Eslava,
ahora llamado Teatro Eslava), por no hablar de la enorme tienda de
merchandising que han abierto en el barrio de La Ventas y que permite, además
de adquirir diferentes camisetas y objetos de la gira, hacerse con alguna ganga
de otros tours.
Con nuestras
camisetas conmemorativas de la gira adquiridas previamente en la susodicha
tienda (hay que ver cómo se ha encarecido la venta de merch), nos adentramos en
el maravilloso Cívitas Metropolitano (yo sigo llamándolo Wanda, para qué
engañarnos) donde el año pasado tuvimos la inmensa fortuna de ver a Rammstein.
No puedo olvidar mi cara de sorpresa al ver en directo las enormes torres de
luces que la banda ha incorporado para este tour y que han ubicado sabiamente
alrededor del enorme escenario que, para nuestra fortuna, vuelve a estar en el
centro del recinto, lo cual suele garantizar una mejor visibilidad a todos los
asistentes.
MAMMOTH WVH Y ARCHITECTS. DOS ENTRANTES DE
CATEGORÍA
Sincerándome aquí con ustedes, queridos
lectores, tengo que reconocer que, en el plano de teloneros, me resultaba mucho
más apetecible la dupla que Metallica había traído para este primer show que
para el segundo. La inclusión de dos auténticos fenómenos musicales
contemporáneos como Mammoth WVH y Architects convertían esta velada en algo
realmente apetecible, si es que el simple hecho de ver a Metallica en vivo no
lo era de por sí.
Con mucha puntualidad, a eso de las seis y
media de la tarde, Wolfgang Van Halen (sí, el hijo del mismísimo Eddie Van
Halen), subió al escenario junto al resto de la banda para ofrecer un show
breve pero lo suficientemente bueno para poner de manifiesto el enorme momento
de popularidad en el que se encuentran (en el Blog hemos reseñado sus dos
álbumes de estudio). El set, conformado únicamente por seis canciones,
concentró gran parte de sus piezas más exitosas, entre las que debo destacar
las interpretaciones de las iniciales “You’re To Blame” y la enérgica “Another
Celebration At The End Of The World” (no faltó ese solo de tapping que,
por momentos, nos hizo pensar en su padre) con las que el grupo se metió pronto
en el bolsillo a un Metropolitano que comenzaba progresivamente a llenarse.
Otros números que funcionaron realmente bien fueron “Like a Pastime” (de las
que más he escuchado de su último LP), la popular “Don’t Back Down” y esa final
“Take a Bow” que cerró de manera mayúscula este primer plato de una tarde-noche
inolvidable. Me gustaría aquí poner en valor la valentía de Wolfgang para,
lejos de vivir de las rentas y del legado de su padre con bandas tributo o un
proyecto que “plagiara” las ideas de Van Halen, haya optado por labrarse su
propio camino explotando un estilo más contemporáneo. Eso sí. A la hora de
tocar la guitarra, y salvando las distancias, se nota que es “un Van Halen”
(¡buenísimo!).
Otra banda que era garantía de ofrecer un
directo de altos vuelos eran los incendiarios “Architects”, banda británica que desde
hace un par de años da la sensación de estar viviendo una especie de “segunda
ebullición” tras el éxito rotundo de “For Those That Wish To Exist” (2021) y el
posterior “The Classic Symptoms Of a
Broken Spirit” (2022) que les ha
permitido ocupar los puestos “de honor” en los carteles de los mejores
festivales del mundo. Su salvaje Metalcore se presentaba demasiado apetecible, algo que terminaría por confirmarse en cuanto la
banda saltó a escena y voló los tímpanos de la audiencia con una interpretación
imponente de “Seeing Red”, tema que vió la luz hace un tiempo y que, como
pudimos comprobar, funcionó de maravilla como opener. A partir de ahí el set se centró principalmente en los dos
últimos álbumes de la banda, donde no faltaron títulos destacados como “Giving
Blood”, “Black Lungs”, “Deep Fake” o “When We Were Young”. No obstante, también
hubo hueco para rescatar dos trallazos de su pasado más crudo como “Royal
Beggars” y “Doomsday” (ambas del recomendadísimo “Holy Hell”), así como para
presentar en sociedad su más reciente single, “Curse”. Las dos canciones que
dejaron sin aire al respetable, y que yo destacaría por encima del resto,
fueron “Impermanence” (¡qué temazo!) y, por supuesto, “Animals”, cuyos sendos breakdowns fueron celebrados como si
fueran la banda principal de la noche.
Como única pega de ambos shows, y me parece también aplicable al posterior show de Metallica (aunque en menor medida), la acústica algo saturada del recinto y/o de los altavoces, que en algunos momentos no permitía disfrutar al máximo de algunas canciones. Dicho sea esto, también hay que resaltar que en cada show, estos problemas se fueron solventando con el trascurso de los sets.
METALLICA. UN PRIMER ASALTO PARA EL
RECUERDO.
En cuanto el reloj marcó las nueve de la noche, Madrid
entera comenzó a pedir la entrada en escena de los “cuatro jinetes del
apocalipsis”, quienes empezaron a aparecer en los alrededores del escenario tan
pronto los primeros acordes de “It’s a Long Way To The Top” de AC/DC resonaron
por megafonía, anunciando el inminente inicio del espectáculo.
¿Quién no se emocionó cuando la inconfundible melodía de
“The Ecstasy Of Gold”, esa genialidad creada por Ennio Morricone para “El
Bueno, El Feo y el Malo”, que la banda lleva usando como intro de sus
conciertos, comenzó a sonar a todo volumen en el Metropolitano? Era el momento
que estábamos esperando. Era la hora de METALLICA.
Y no había mejor manera de inaugurar la primera de las dos
noches en la capital que con “Creeping Death”, ese himno de “Ride The
Lightning” que lleva sembrando el caos en cada ciudad donde la banda lo
interpreta. Desde el primer momento se hizo evidente el excelente estado de
forma del cuarteto (destaco especialmente la todavía eléctrica voz de James
Hetfield) aunque por momentos, y tal y como ya comenté antes, el sonido sonaba
algo saturado en un principio (el hecho de que sea en un estadio de estas
dimensiones tampoco lo pone fácil).
Desde que el año pasado vi que “Harvester Of Sorrows”, el
monolítico y denso tema de “...And Justice For All”, volvía a los repertorios
del grupo, reconozco que soñaba con que Metallica no se olvidara de incluirla
en alguno de los shows españoles. Pueden imaginarse la alegría de vuestro
humilde narrador cuando el redoble de Lars y las notas muteadas de ambas
guitarras irrumpieron de manera cortante en aquel abarrotado Metropolitano
(imposible no adorar el riff principal que esta canción posee). Aunque, como
digo, no es una canción festiva y de sencilla digestión (algo que sucede con la
mayor parte de mi querido “...And Justice”), tiene esa vibra de Heavy clásico
que termina haciendo mover la cabeza de cualquiera. Enorme Hetfield al
micrófono y el gran Kirk haciéndole los coros.
La primera, y tal vez mayor sorpresa del setlist fue la
inclusión de “Cyanide” (su última interpretación data de 2023 en Francia), uno
de esos diamantes escondidos que podemos encontrar en el maravilloso “Death
Magnetic”, la obra más infravalorada de su carrera. Adoro los constantes
cambios de ritmo que la banda ejecutó durante el tema, incluyendo ese
interludio melódico que Hetfield bordó con su habitual destreza. Para inmensa
fortuna de todos, esta no fue la única referencia que la banda hizo a “Death
Magnetic”, ya que, un poco más tarde, el conjunto sometió al respetable al más
absoluto desmadre con “The Day That Never Comes”, esa retorcida epopeya musical
que se inicia melódica para sacudir el recinto en esa segunda mitad
completamente instrumental donde ambas guitarras ofrecieron una pequeña masterclass
de destreza técnica que, una vez finalizada, recibió una de las mayores
ovaciones de la noche.
Metallica nunca se ha olvidado de incluir en sus repertorios
algunas canciones de esos años más “suaves” donde dejaron a un lado el Thrash
Metal para acercarse a las tendencias sonoras de los años noventa (“Load” y
“ReLoad”) y de inicios del nuevo milenio (“St. Anger”). En esta ocasión, el
conjunto rescató ese auténtico temazo llamado “King Nothing” (una de las
mejores piezas que el grupo lanzó en esos tiempos tan curiosos). En cuanto el
serpenteante bajo de Trujillo dibujó en el Metropolitano las inconfundibles
líneas iniciales de este corte, Madrid entera no dudó en llevar en volandas al
grupo, desgañitándose en ese estribillo devastador.
Algo que también creo que ha dejado claro la hinchada
española es lo bien que funcionan en vivo las canciones de “72 Seasons”, el
álbum más reciente del grupo, al que solamente puedo describir con adjetivos
positivos. Esta noche las elegidas fueron “If Darkness Had a Song” (¡todo
Madrid se sumó a gritar esos “Temptation!”), la homónima “72 Seasons” (el
estribillo funcionó como si de un clásico se tratara) y “Shadows Follow”, con
su poderoso despliegue de riffs crudos.
Palabras mayores para la solemne interpretación de “Orion”,
el instrumental que convertiría en inmortal a nuestro querido Cliff Burton (no
faltó el guiño de Hetfield al final del número a su amigo), y que sus
compañeros elevaron al máximo exponente de clase en esta velada. Robert
Trujillo, un bajista magnánimo que merece mantener vivo el legado de Cliff y de
Jason, firmó aquí su mejor interpretación, bordando los complejos momentos
solistas de la versión original.
Tras tanta electricidad, llegó el turno de ponerse sensibles
de la mano de otra de esas canciones que ha trascendido más allá de los propios
límites del Heavy Metal: la balada por excelencia de este grupo, “Nothing Else
Matters”. En cuanto los primeros arpegios comenzaron a nacer de la guitarra de
Kirk Hammett, la histeria colectiva se desató y se tradujo en un mar de luces
creados con las linternas de los teléfonos móviles que añadió un plus de
solemnidad a este tema catedralicio que, sin duda alguna, fue uno los mejores
momentos del show. Una vez más pudimos disfrutar de esa maravillosa conexión
entre Hetfield y el respetable, cantando juntos la emotiva letra que conmovió
hasta a los metaleros más fríos. Por supuesto, no faltó el vibrante solo de
James, uno de esos no especialmente cargados de técnica pero con un extra de
carga emocional que se graban a fuego en la memoria colectiva. Fiel a la
gratitud que le distingue, Hetfield agradeció al final del número la
participación de la gente.
Y si hablamos de canciones que no pueden faltar, creo que
“Sad But True” ocupa un puesto de honor en este listado. Estamos hablando de
una de esas canciones que nunca decepcionan cuando suenan en vivo. La batería
del bueno de Lars hizo temblar los cimientos del Cívitas, mientras sus
compañeros disparaban sin piedad el celebérrimo riff principal de este número.
Con Madrid en el bolsillo y con ganas de más, Hetfield, en
una actitud de aparente calma, se acercó al micrófono y sembró el caos en la
capital en cuanto escupió eso de “Gimme fuel, gimme fire gimme that which I
desire”. Era la hora de “Fuel”, himno del grupo que es sinónimo de desmadre, de
fuego en el escenario y de dejarse hasta el último aliento cantando. Esto es
Heavy Metal, señorías. ¡Qué momentazo nos brindaron!
Y cuando parecía que no había tiempo para más sorpresas, y
aquí me van a permitir que me ponga sentimental, Metallica me quitó una
espinita que llevaba clavada desde hace mucho tiempo: no haber escuchado en
directo “Battery”. Puedes imaginar, amigo lector, mi cara de sorpresa cuando la
megafonía reproducía la célebre introducción acústica de este tema mientras las
pantallas mostraban la bandera de España. Pocos segundos después, la guitarra
de James iniciaba las hostilidades con el que, a título personal, siempre
describiré como el riff thrasher por excelencia. La combustión que esta canción
provocó en el estadio se tradujo en el momento demencial de la noche. La guinda
al pastel la pondrían el solo de Hammett y el acojonante ritmo de doble pedal
de Lars (sigan diciendo que no sabe tocar…¡está en forma!).
La traca final a esta primera noche del M72 World Tour en
Madriod corrió a cargo de dos trallazos inmortales. En primer lugar, la banda
ejecutó a las mil maravillas la siempre celebrada “Seek & Destroy”, el tema
de “Kill ‘Em All” que más han tocado en vivo a lo largo de todas estas décadas y
que, por si la fiesta todavía no estaba del todo liada, fue acompañada de una
lluvia de pelotas hinchables con el logo de la banda que cayeron sobre una
hinchada en pista que no dudó en pasar un buen rato lanzándolas de un lado a
otro del recinto. Y cuando parecía que todo se terminaba, tres golpes de
platillo de Lars Ulrich anunciaron la llegada de ese himno del Heavy Metal que
ha quedado para la posteridad y que responde al nombre de “Master Of Puppets”.
De principio a fin Madrid acompañó a Hetfield en cada verso, puente y
estribillo, así como tampoco dudó en animarse a tararear las bellísimas
melodías de ese solo a dos guitarras que James y Kirk ejecutaron con absoluta
maestría. Así llegaba al final el primero de los dos shows que los de San
Francisco ofrecerán en Madrid este verano.
Antes de retirarse del escenario, la banda se dio un pequeño
baño de masas, recibiendo una sonora, y merecidísima, ovación que ellos mismos quisieron
corresponder con unas palabras de gratitud hacia las 65.000 almas que se habían
congregado. Los cuatro miembros pasaron por el micrófono y emplazaron a su
legión de seguidores a volver a darlo todo este domingo en la segunda, y última
fecha, en Madrid.
CONCLUSIÓN
Además de contar con dos teloneros de categoría, creo que la
noche del 12 de julio de 2024 quedará grabada a fuego en la mente de todos
aquellos que tuvimos la suerte de asistir a esta “Round 1” de Metallica en
nuestras tierras. El cuarteto sigue cuidando cada detalle de sus directos y de
todo lo que rodea un show de estas características (tiendas de Merch,
escenografía,...), así como siguen manteniendo una química sobre el escenario
envidiable y/o inalcanzable para la mayoría de agrupaciones actuales. Durante
dos horas Metallica ofreció un espectáculo solamente a la altura de unos pocos
elegidos, que sacudió a más de 65.000 almas con un setlist que hubiera firmado
hasta con sangre (¡no sobro absolutamente ningún tema!). El cuarteto está
viviendo un momento realmente dulce y me alegra mucho haber podido comprobarlo
en directo.
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