El pasado
sábado 15 de junio, el renovado Navarra Arena acogió una de las giras más
atractivas en materia de Heavy Metal que puede verse actualmente. Y es que no
siempre se tiene la fortuna de poder ver en vivo a tres leyendas del Hard-Rock
y del Heavy Metal como Judas Priest, Saxon y Uriah Heep, quienes nos han dejado
un enorme legado durante décadas y que ha inspirado a ciento de bandas para
dedicarse a este complicado, pero inigualable negocio.
Obviamente,
y como el propio nombre “The Invincible Shield Tour” deja caer, Judas Priest
fue anunciado como banda principal, mientras que Saxon y Uriah Heep como
artistas invitados, algo que, a nivel de márketing puede funcionar (a nivel de
popularidad Judas ha sido más trascendente que sus compañeras), pero que al
menos desde mi perspectiva difería bastante de una realidad más dulce: era la
oportunidad de ver a tres bandas de culto en una gira con sabor a NWOBHM
(especialmente por las dos primeras que he citado), pero también a los propios
orígenes del Metal (Uriah Heep, como ya os contaré, tiene “mucha culpa” de que
otras bandas como, precisamente, Judas o Saxon surgieran). Fue por ello, que
desde que se anunciaron cuatro fechas en nuestro país no me lo pensé demasiado
y decidí hacer un pequeño esfuerzo económico con todo lo que conlleva moverse
desde Canarias (recordemos que este Blog es de Tenerife!) y poder cumplir un
deseo que llevaba pendiente desde que tengo uso de razón: ver en vivo a Judas
Priest y Saxon, dos de mis bandas preferidas de todos los tiempos.
Tras
visitar la preciosa ciudad de Pamplona a lo largo de la mañana (ha sido un
flechazo a primera vista) y degustar un buen pintxo de tortilla en el célebre
Café Iruña, fue la hora de poner rumbo a la que por una noche se convertiría en
la Meca del Heavy Metal mundial: el imponente Navarra Arena, un recinto con
pocos años de vida que me terminó resultando una auténtica sorpresa a nivel
acústico.
En cuanto
las puertas de acceso fueron abiertas, y no sin antes adquirir un par de
camisetas conmemorativas (¡pedazo de business se han montado con el tema del
merchandising!), llegó la hora de iniciar una experiencia que difícilmente
olvidaré…
URIAH HEEP
Cumpliendo
con el horario programado, en cuanto el reloj marcó las siete de la tarde dio
inicio una jornada de música histórica para Pamplona. Sobre las tablas de un
Navarra Arena que comenzaba progresivamente a llenarse de seguidores pronto
estuvieron unos teloneros de absoluto lujo como Uriah Heep, celebérrima banda
británica que, aunque su nombre y trayectoria hayan quedado eclipsados en la
historia por Deep Purple o Led Zeppelin, sería muy injusto obviar lo mucho que
influyeron en todas las bandas que comenzaron a dar sus primeros pasos en el
Rock y el Metal de los años 70. Y es que, aunque el grupo ha experimentado
numerosos cambios en su formación a lo largo de sus más de 50 años de
trayectoria, sus obras modernas siguen estando a un nivel sonoro digno del
legado de este grupo. Gran culpa de ello tendrá el hecho de que Mick Box, único
miembro fundador presente, siga en activo, así como dos fieles escuderos como
Bernie Shaw (el tipo sigue cantando maravillosamente bien) y un amo de los
teclados como Phil Lanzon, quienes le han acompañado en este viaje desde 1986.
La banda la completan otro superdotado músico como es Dave Rimmer (también ha
forma parte del supergrupo Elegant Weapons junto a Ritchie Faulkner y Ronnie
Romero) y RUsell Gilbrook.
Desde las
primeras de cambio la banda puso toda la carne en el asador con “Save Me
Tonight”, tema perteneciente a su más reciente álbum de estudio, “Chaos And
Colour” (2023), cuyo despliegue de guitarra y
teclados, por no hablar del enorme estado de forma en el que todavía se
encuentra el bueno de Bernie Shaw, puso de manifiesto el nivelazo que todavía
ofrece en vivo este grupo.
Tras otra
contemporánea “Grazed By Heaven” (de mis números preferidos de la banda en este
nuevo milenio), llegó la hora del primer momento nostálgico de la noche gracias
a una exquisita interpretación de ese corte de proto-metal incluido en su obra
maestra, “Demons & Wizards”, llamado “Rainbow Demon”, que, como cabía
esperar, fue recibida entre vítores por los asistentes. Shaw elevó sus
registros al máximo, al igual que Mick nos entregó el primer gran solo de la
noche.
Para
recuperar algo de aliento, y como segundo y último guiño a “Chaos &
Colour”, la banda nos deleitó con la rockera “Hurricanne” y sus teclados
“purplelianos”, antes de volver a pisar el acelerador con un inesperado clásico
como “Free ‘N’ Easy” de su notable “Innocent Victim” (1977), que cautivó a los asistentes con su
Rock desenfadado.
Mick Box
tomó las riendas del micrófono para saludar al público, hacer un pequeño
balance de su grandiosa carrera y, para sorpresa del respetable, anunciar que
Bernie Shaw estaba cumpliendo años ese mismo día, lo cual derivó en un “happy
birthday” colectivo al que Shaw respondió como solamente él sabe: dejando al
público boquiabierto con una excelente interpretación vocal de “Gypsy”, primer
hit que tuvo la banda y que formó parte de otro LP de culto como es “Very
‘Eavy…Very Humble”. Enorme aquí también la labor de Russell Gilbrook y de Dave
Rimmer, tras la batería y el bajo, respectivamente.
Probablemente
la mayor ovación de este primer concierto se produjo tras la épica
interpretación de una joyita escondida del grupo como es “July Morning”, esa
epopeya de más de 10 minutos de extensión que formó parte de “Look At Yourself”
(1971) y que cuenta con un despliegue instrumental absolutamente perfecto.
Además de un extenso solo de Mick, también pudimos disfrutar de un pequeño
momento solista Dave (¡qué gran bajista!), bordando esta compleja canción que
roza el Rock Progresivo.
Como no
podía ser de otra forma, el show de los Uriah Heep terminaba por todo lo alto
con “Easy Livin’” su clásico por excelencia que conquistó la escena rockera
cuando fue elegida como single promocional de “Demons & Wizards”. La
afición se animó en seguida a cantar su archiconocido estribillo antes de
despedir a estas leyendas vivientes con la ovación que merecían.
SAXON
Si algo
tenía claro desde que me hice con una entrada para este evento era que Saxon
iba a ofrecer un espectáculo letal. Si al hecho de que la banda tiene uno de
los mejores directos de Heavy Metal le sumas el nivelazo que han mostrado en su
nuevo álbum de estudio, “Hell, Fire And Damnation”, lanzado a principios de año
y serio candidato a ser el mejor de 2024, creo que estamos ante uno de los
grupos más “en forma” del momento (si es que en algún momento no lo
estuvieron).
Antes
incluso de la hora programada, el recinto, que ya presentaba la pista
prácticamente al máximo de ocupación, quedó completamente a oscuras para dar la
bienvenida a estos maestros del Heavy Metal británico. Tras la introducción
grabada de “The Prophecy”, la banda saltó a escena y dejó al público extasiado
desde las primeras de cambio de la mano de esa reciente joya llamada “Hell,
Fire & Damnation”. Tan pronto como las guitarras de Doug Scarratt y Brian
Tatler hicieron acto de presencia, el primer grito de Biff Byford sacudió el
Navarra Arena, dejando claro a todo el mundo que el “águila había aterrizado”.
El primer duelo de solos entre ambos guitarristas precedió a una última
repetición ese incendiario estribillo que fue cantado al unísono por un público
que había venido a ver también su espectáculo (si alguien pensaba que Judas
Priest eran la única atracción de la noche, estaba muy equivocado).
Con el
recinto ya cargado de adrenalina, llegó la hora de la veloz “Motorcycle Man”,
un clasicazo de carretera que suele siempre ocupar el segundo lugar en sus
repertorios (no fue excepción en Pamplona). Por si había alguna duda, Byford
bordó aquí cada agudo que la canción exigía, así como no privó a su audiencia
de sus ya tradicionales silbidos al final del solo principal del grupo. Para no
perder el frenético ritmo que su actuación llevaba hasta el momento, y no sin
un afectuoso saludo previo de Biff a los asistentes con un par de palabras en
español, la guitarra de Doug anunció la inminente llegada de “Power And The
Glory”, tema que dio nombre a otra de sus obras más queridas y que, claramente,
fue llevada en volandas por una audiencia que cantó a pleno pulmón su sencillo
pero épico estribillo.
Sin tiempo
para tomarse un respiro, el bajo del inquieto Nibbs Carter se arrancó con la
inconfundible línea principal de “Madame Guillotine”, otro tema de su última
obra de estudio que se ha convertido en un hit instantáneo tal y como pudo
comprobarse durante la velada. Otro número que sembró el caos fue mi querida
“Heavy Metal Thunder”, la pieza que abre su inmortal “Strong Arm Of The Law”
con un ritmo frenético que mostró, en poco más de cuatro minutos, la esencia
del Heavy Metal Británico que a tantos nos marcó para siempre.
Tal vez el
tema más celebrado y coreado de este show fue “Crusader”, ese corte de talante
épico que terminaría dando nombre también a su celebérrima obra de 1981. Desde
que Doug y Brian comenzaron a tocar las inconfundibles melodías iniciales, el
respetable no dudó en acompañarlos, especialmente en ese coral estribillo que,
sin duda alguna, se encuentra entre los mejores de toda su discografía.
Tras
recoger y engalanarse con un par de chaquetas vaqueras llenas de parches que
los seguidores les habían lanzado previamente, llegó la hora de otro clasicazo
como “Denim And Leather”, que Biff cantó con su habitual pasión y esa
desgarradora voz que tantas alegrías nos ha dado a lo largo de las décadas.
Tampoco se quedó atrás la tan querida “Wheels Of Steel” que ofreció nuevamente
una descarga decibélica a una legión de seguidores que no dudó en acompañar al
quinteto en otro estribillo que se ha convertido en “imprescindible” dentro de
la cultura Heavy.
El final de
fiesta llegó con un trío de hits que la banda elevó al máximo exponente de
grandeza. Primeramente, fue el turno de “And The Band Played On”, con esas twin
guitars tan características y esa letra autobiográfica sobre uno de los
primeros grandes festivales en los que la banda tocó, concretamente el Monsters
Of Rock 1980. En penúltimo lugar, y por sorpresa, volvía al setlist la
contundente “747 (Strangers In The Night)”, la gran ausente en su show en
Barcelona, cuya reincorporación fue celebrada por todo lo alto por un Navarra
Arena extasiado ante lo que estaban viviendo. El broche de oro lo pondría
“Princess Of The Night”, veloz hit que lleva décadas cerrando los shows en vivo
del grupo (el doble pedal de Nigel hizo retumbar todo el recinto) y que, como
siempre, terminó entre gritos de agradecimiento, aplausos y un mar de cuernos
que acaban de presenciar una auténtica masterclass de Heavy Metal.
Sin duda alguna, un show PERFECTO por parte de una de las bandas más auténticas y fieles a sus principios que nos ha dado nuestro querido género, así como la antesala perfecta para lo que estaba a punto de abalanzarse sobre nosotros…
JUDAS
PRIEST
Tras
recibir un aluvión de críticas positivas gracias a su excelente “Invincible
Shield”, que vio la luz a principios de marzo de este año, sin duda alguna el
listón estaba bastante alto antes del inicio del concierto.
Si bien es
cierto que es imposible no pensar en la ausencia de los guitarristas KK Downing
(dejó la banda hace más de 10 años) y Glenn Tipton (alejado del grupo debido a
su lucha contra el Párkinson), hay que reconocer que el trabajo que llevan
haciendo desde hace tiempo Ritchie Faulkner y Andy Sneap es digno de todo
reconocimiento (nunca llegarán a la altura de aquellos dos genios, pero
mantienen sobradamente bien la esencia de Judas Priest).
Otro punto
que podía generar algunas dudas era el estado vocal de Rob Halford, a quien
pudimos ver sufrir ligeramente al inicio de esta gira mundial, pero que con el
tiempo, al parecer, ha ido recuperando su mejor faceta. En todo caso, a estas
alturas y con 73 años a sus espaldas, el hecho de que el “Metal God” siga
siendo capaz de ofrecer un show medianamente notable me parece ya suficiente
para deshacerme en halagos.
Haciendo
gala de una enorme puntualidad, y no sin antes anunciar su entrada con “War
Pigs” de Black Sabbath (cómo temblé cuando el Navarra Arena entonó ese inicial
“General gathered in their masses”), comenzaba el ritual del “Sacerdote”.
Tras la
introducción orquestal que mostró en escena una enorme lona con el escudo de la
portada de “Invincible Shield” en primer plano, los primeros compases de “Panic
Attack” desataron la euforia colectiva, la cual creció estratosféricamente en
cuanto los miembros de la banda emergieron sobre el escenario. La mejor noticia
que podíamos tener se confirmó a los pocos segundos: Halford iniciaba el show
sin sufrimiento alguno y desgañitándose como solamente él sabe hacer (muchos
quedamos fascinados cuando nos regaló los primeros agudos de una velada que
terminaría tornándose como histórica). Apoyándose en la envidiable acústica del
Navarra Arena, la banda dio un primer golpe certero, con el tándem de guitarras
conformado por Faulkner (¡qué gran solo hizo!) y Sneap intentando mantener viva
la esencia sonora de los eternos KK Downing y Glenn Tipton.
Con
Pamplona sometida al poder de Judas Priest, y lejos de apiadarse de nuestras
almas, el primer clásico del grupo irrumpió en forma de “You’ve Got Another
Thing Comin’”, ese himno festivo que terminaría por hacer que la fanaticada se
desmadrara por completo.
Lejos de
levantar el pie del acelerador, y no sin antes recibir un cálido “¡buenas
noches Pamplona!” por parte de Halford, el inconfundible muteado inicial de
“Rapid Fire” entró en escena, convirtiéndose en el primero de los tres temas
del icónico “British Steel” que sonarían a lo largo de la velada.
Personalmente, esa es una de las canciones de Judas Priest que más he escuchado
y disfrutado a lo largo de todos estos años, por lo que, amigo lector, puedes
imaginar mi cara de emoción al enterarme de que este temazo había sido
recuperado por los Judas para la gira.
Costará
sacarme de la memoria la intensidad con la que todos los asistentes vivimos,
cantamos y coreamos cada segundo de “Breaking The Law”, una de las canciones
insigne del Heavy Metal y, sin duda alguna, una de las que más se celebró
durante esta velada.
La tormenta
perfecta seguiría fortaleciéndose y causando estragos de la mano de “Riding On
The Wind”, otro tema que data de los tiempos de mayor gloria de esta banda,
concretamente de esa obra maestra titulada “Screaming For Vengeance”. Una vez más, y tras dos canciones donde no
había tenido que elevar demasiado sus registros, el Halford más hiriente sacaba
a pasear sus mejores agudos sin apenas sufrir, haciendo olvidar al respetable
el hecho de que ya tiene 73 añazos. El solo de Faulkner pondría la guinda a una
interpretación absolutamente asombrosa.
Sin
abandonar el álbum citado en el párrafo anterior, la guitarra de Andy anunció
la llegada de “Devil’s Child”, una de las grandes sorpresas de esta gira, cuyo
legendario puente coral y posterior estribillo fue entonado a los cuatro
vientos por Halford y su legión de seguidores. ¡Qué fiesta liaron en un
momento!
No sé si
todos los que estuvieron allí pensarán lo mismo, pero me parece que la
interpretación de “Love Bites” (el enésimo clásico del día) puede estar entre
los momentos más sobresalientes de la noche. Además de la maravillosa reacción
de todos los seguidores, quienes no dudaron en desgañitarse cantando ese “In
the dead of night love bites”, tanto la teatralización del maestro Halford como
la interpretación instrumental del resto de la banda fueron magistrales.
Una de las
grandes noticias de esta gira ha sido, sin duda alguna, el regreso al
repertorio de “Saints In Hell” y “Sinner” dos greatest hits de aquellos
primeros años de la banda cuya interpretación en este concierto estuvo a la
altura. En la primera hay que destacar el trabajo vocal de Halford quien, sin
ya llegar a la potencia de hace 40 años, algo completamente normal, es capaz de
elevar su tono hasta notas inhumanas a sus 73 años de edad (sé que he dado este
dato un par de veces, pero es necesario recordarlo). Por su parte, “Sinner” nos
permitió disfrutar de una exhibición tras la guitarra de Faulkner, quien estuvo
a la altura de una canción tan compleja tal y como nos mostró en su extenso
solo. Tampoco aquí Rob se quedó atrás, desgañitándose en ese estribillo tan
particular que esta canción posee.
En medio de
los clásicos anteriormente citados, la banda incluyó acertadamente “Crown Of
Horns”, uno de los singles extraídos de su reciente “Invincible Shield”, y, a
decir verdad, funcionó de maravilla pese a que su sonido más radiofónico
parecía hacer presagiar que la fanaticada aprovecharía el momento para tomarse
un respiro tras el despliegue decibélico al que estaba asistiendo. Esto
demuestra que su último disco ha calado mucho en su legión de fans. En todo
caso, tampoco es malo reconocer que en este número, y tras el enorme esfuerzo
que acababa de hacer en “Saints In Hell”, noté un poco cansado a Halford a la
hora de interpretar este número.
A nivel
personal, y creo que es un sentimiento compartido por muchos, creo que uno de
los momentos por excelencia del show nos lo trajo “Turbo Lover”, con una
hinchada entregada por completo al magnetismo de la voz de Halford que alcanzó
su cénit en el glorioso estribillo que toda Pamplona cantó al unísono.
Tras un
pequeño “discurso” de Halford en el que agradecía al respetable su fidelidad
durante tantos años, irrumpió con fuerza el riff principal de “Invincible
Shield”, tema que da nombre a su última obra y que se convirtió por derecho
propio en uno de los preferidos de sus seguidores. Nuevamente con Halford en
plena forma, la canción sonó absolutamente espectacular, especialmente en su
pegadizo puente-estribillo (los fans lo cantaron cual hit de sus tiempos de
gloria) y la extensa sección instrumental en la que tanto Faulkner como Sneap
hicieron las delicias de los amantes de la guitarra.
“Victim Of
Changes”, una de las canciones más perfectas que nos ha dado el quinteto a lo
largo de su trayectoria, elevó la velada a otro nivel desde que ambas guitarras
anunciaron su llegada con ese escalofriante punteo inicial. Como si el tiempo
no hubiera pasado por su garganta, sir Rob Halford dejó a la audiencia
fascinada con una descomunal interpretación en la que no faltó ese
archiconocido scream justo al final de la canción que hizo temblar los
cimientos del pabellón y que, obviamente, provocó una de las mayores ovaciones
de la noche. Tampoco hay que pasar por
alto el inmejorable esfuerzo instrumental del resto de la banda, con un
punzante solo por parte de Faulkner, cuyo manejo del tremolo resulta
envidiable. Momentazo de los grandes.
Justo
después de que Rob Halford, imitando a su adorado Freddie Mercury, invitara a
la gente a repetir las melodías que este iba creando con su voz, emergió la
siempre efectiva “The Green Manalishi (With The Two Prong Crown)”, esa popular
versión de Fleetwood Mac que la banda hizo suya en cuanto fue incluida en
“Killing Machine”. No podía faltar.
Y entonces
llegó la hora de que Scott Travis abriera las puertas del infierno con la
trascendental introducción de batería de “Painkiller”. Como era de esperar,
Navarra entera se desmadró de principio a fin y alucinó con el poderío vocal de
un Rob Halford completamente desatado y que fue capaz de alcanzar numerosos
agudos que parecían sacados de sus mejores tiempos. Uno de los momentos más
emotivos del show se produjo cuando Ritchie Faulkner ejecutó a las mil
maravillas el popular solo de guitarra, mientras las pantallas proyectaban
vídeos del siempre presente Glenn Tipton.
Después de
un “falso final”, la banda volvería a las tablas para un encore de categoría y
que dibujó una sonrisa en las caras de sus seguidores más veteranos. Costará
olvidar el épico instante en el que sonó por megafonía “The Hellion” mientras
el pabellón quedó únicamente iluminado por el celebérrimo tridente que ha
terminado convirtiéndose en el logo representativo del grupo. Pocos segundos
después la banda estaba sobre el escenario para firmar una monumental “Electric
Eye” que todos los asistentes cantamos hasta terminar de perder la poca voz que
a algunos nos quedaba.
“Hell Bent
For Leather”, con Rob Halford subido a su Harley Davison, y “Living After
Midnight” pusieron el broche de oro a una velada que, a buen seguro, quedará
grabada a fuego en la mente de quienes tuvimos la inmensa fortuna de ver a
estas leyendas vivientes del Heavy Metal.
Por lo que
he podido comprobar al leer otras crónicas, creo que todos coincidimos en que
el show ofrecido por Rob Halford de principio a fin puede incluirse entre los
mejores de toda la gira. Cierto que en el encore se le notó algo más cansado,
pero eso en ningún momento le llevó a equivocarse o bajar el alto nivel de
interpretación que nos regaló. Si al principio de la gira nadie puede negar que
el espectáculo de Judas Priest parecía haber perdido algo de magia (en parte
debido a Halford y su dificultad para cantar algunas canciones más exigentes),
a día de hoy me atrevería a decir que la banda sigue estando a un nivel tan
alto que podemos hablar, como me sucede también con Saxon y Uriah Heep, ante
uno de los mejores espectáculos de Metal que podemos ver en la actualidad.
CONCLUSIÓN
Si alguien
pensaba que la gira de estos tres pesos pesados del Heavy Metal iba a ser un
simple ejercicio de nostalgia que pusiera de manifiesto el dicho de que
“cualquier tiempo pasado fue mejor”, puedo asegurarles que no pueden estar más
equivocados. Uriah Heep, Saxon y Judas Priest han demostrado que el Heavy Metal
Clásico, aunque más pronto que tarde presenciará la retirada de sus bandas de
referencia, dejará un legado imborrable y que permanecerá siempre vigente en el
tiempo. Afortunados aquellos que hemos podido asistir a alguno de los
diferentes conciertos que estos titanes han ofrecido por nuestro país en estos
días.
A título
personal, quiero decir que con esta velada no solamente he podido quitarme por
fin la espinita de no haber visto a dos de mis bandas preferidas en vivo, sino
que también puedo afirmar sin miedo a errar que esta se ha convertido en uno de
los mejores shows de Heavy Metal a los que he podido asistir.
Solamente
me queda dar las gracias a las tres bandas por habernos hecho viajar a los
gloriosos ochenta con tres shows devastadores y que jamás olvidaré.
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