A sus 58 años de edad puede decirse que pocas cosas en la vida le faltaban por hacer al bueno de Slash, uno de los guitarristas más importantes dentro de la cultura Rock ya no solo por su habilidad, sino por esa identificativa chistera que le ha convertido en una celebridad dentro y fuera de su género.
Tal vez una de las tareas
pendientes del guitarrista era editar un álbum en el que rindiera tributo a su
tan querido Blues, un estilo musical en el que incursionó profundamente entre
1995 y 1998 cuando fundó la Slash’s Blues Ball para girar alrededor del mundo
interpretando clásicos del género en vivo. Lamentablemente, durante aquellos
años, el proyecto nunca llegó a editar nada, por lo que es más que probable que
le quedara una espinita clavada que, para nuestra fortuna, ha logrado quitarse
en 2024 con el lanzamiento de “Orgy Of The Damned”, una esperadísima obra en la
que rinde homenaje a los más grandes del Blues (Willie Dixon, Robert Johnson,…)
a partir de regrabaciones de clásicos en los que ha contado con auténticas
celebridades del Rock como Iggy Pop, Brian Johnson o Paul Rodgers, entre otros,
pero también de otros géneros, que han terminado enriqueciendo y aportando su
toque personal.
Esta obra se convierte en
la número 15 de su trayectoria si incluimos tanto los discos con Guns N’ Roses,
como el enorme legado posterior que nos ha dejado (Slash’s Snakepit, Velvet
Revolver, Slash feat. Myles Kennedy & The Conspirators), una cifra elevada
pero que no sorprende si tenemos en cuenta el hecho de que siempre está ocupado
puliendo alguna nueva idea y/o saliendo de gira. Un músico de verdad.
Dicho esto, les invito a
escuchar y a leer el análisis que he realizado de una obra que desde ya os
aviso, me ha fascinado de principio a fin.
Todo se inicia con una
versión que hará sonreír a los amantes del buen cine. Y es que, ¿quién no se
acuerda de “The Pusher”, el temazo de Steppenwolf que formó parte de la BSO de
“Easy Rider”? Siete minutos de tempo lento, donde emana una atmósfera embriagadora
que el siempre espectacular Chris Robinson (The Black Crowes) terminará
bordando desde el micrófono. Hay arreglos de armónica, un excelente solo y esa
satisfacción con dosis de alcohol que solamente el Blues logra evocar.
Una canción que no podía
faltar en una recopilación (o regrabación) de clásicos es “Crossroads”, ese himno
de Robert Johnson que otros artistas inmortales como Eric Clapton terminaron
por hacer suyas. Para esta pista, Slash ha contado con un talento más
contemporáneo como es Gary Clarke Jr. (un músico muy recomendable, en caso de
que no lo conozcan), quien añade algo más dulzura a la voz en comparación con
la versión original, aportando así su toque personal. Aquí, sin embargo, me
parece que hay que destacar con más intensidad el trabajo de nuestro
protagonista tras su Les Paul, firmando varios solos de un nivel excepcional.
El reverendo Billy
Gibbons (ZZ Top), uno de los dos barbudos más queridos de la historia (mi
recuerdo aquí para nuestro adorado Dusty Hill), ha sido uno de los principales,
y más populares, responsables de que el Blues-Rock se haya mantenido vigente en
pleno S.XXI. Hubiera sido un pecado que Slash no hubiera contado con esta
leyenda, pero el guitarrista de la chistera es un sabio y, lejos de cometer un
error mortal, reclutó a Gibbons para cantar una de las canciones más grandes de
la historia del Blues: el “Hoochie Coochie Man” compuesto por Willie Dixon y
popularizado por Muddy Waters. Como no podía ser de otra forma, el resultado
final es inmejorable: la voz rota de Billy encaja a la perfección con un
soberbio trabajo de guitarra por parte de Slash, quien saca a relucir todo su
armamento musical a través de punteos contundentes o arreglos de slide, entre
otros..
A título personal debo
decir que una de mis canciones preferidas de Blues-Rock de la historia es “Oh
Well”, esa rompedora pieza de Fleetwood Mac que, si bien no fue una banda que se
movió nunca dentro de los patrones del Blues clásico que practicaban Muddy
Waters, Robert Johnson o BB King, su ADN es ciertamente bluesero. Aquí Slash
cuenta con Chris Stapleton, uno de los tipos más destacados del Country y
Bluegrass contemporáneo, quien firma aquí una interpretación cargada de aridez,
gracias a esa voz vibrante como la cola de una serpiente de cascabel. Muy
recomendable.
“Key To The Highway”, hit
popularizado por Little Walter, aunque yo me quede con la versión de Clapton, es
el siguiente número que encontraremos en este viaje al pasado. Para esta pista,
el guitarrista ha acertado al contar con la genial Dorothy, una de las voces
femeninas más interesantes de los últimos tiempos. El extenso solo de Slash
merece ser escuchado en bucle. Corte disfrutable y “de manual” al que no puedo
poner pega alguna.
La primera mitad del LP
culmina con la esperada colaboración de Slash con otro icono como Iggy Pop
(¿necesita algún tipo de presentación?) para rendir tributo a Lightnin’ Hopkins
y su “Awful Dream”, una canción tal vez no tan conocida como las demás, pero
que no desmerece en absoluto. La acidez instrumental (adoro la poca distorsión
empleada por el guitarrista aquí) encuentra en la sucia voz de Iggy su mejor
aliada (ha envejecido a las mil maravillas el rubio), conformando así una de
las canciones que, personalmente, más he disfrutado.
Aunque Albert King fue su
compositor, lo cierto es que Cream fueron los principales “culpables” de que
“Born Under A Bad Sign” terminara ganándose la condición de “clásico”. Y es que
no puedo quitarme de la cabeza la magnánima interpretación que hace aquí el
todavía imponente Paul Rodgers (Free, Bad Company, Queen,…) a sus 74 años y con
varios problemas de salud a sus espaldas. La limpieza de su voz a estas alturas
de la historia, así como la elegancia con la que encara algunos versos,
alargando algunas notas sin sufrir, me ha dejado boquiabierto. Si a esto le
sumamos una base instrumental no menos notable, creo que tenemos una seria
candidata a ser la mejor canción de todo el LP.
Vale que no somos muy de
Demi Lovato, la que fuera estrella de Disney en su momento y una de las mayores
personalidades del Pop mainstream de las últimas décadas, pero hay que
reconocerle que su versión del “Papa Was A Rolling Stone” de The Undisputed
Truth, otra canción que adoro, podemos ubicarla entre los grandes momentos de
este LP. Enorme trabajo vocal de Demi,
pero también de Slash, quien nos atrapa en un mar de efectos (no podía faltar
el talk-box) y de punteos llenos de personalidad. Aprovecho aquí para
recomendar a nuestros lectores la versión de esta canción que hace un par de
años firmaron los Black Crowes y que, al menos para mí, supera a la
original. Acertadísima elección.
Una de las colaboraciones
más esperadas y placenteras del LP es, sin lugar a dudas, la del histórico
Brian Johnson de AC/DC, quien se saca de la boina una interpretación más limpia
de lo habitual, en la que nos demuestra su amor por el Blues-Rock y su enorme
habilidad para interpretar canciones de este género. Lo curioso de esta pieza
es que Brian no es la única leyenda que figura en esta ocasión, ya que tras esa
incisiva armónica que no dejará de rugir a lo largo de toda la canción se
esconde el mismísimo Steven Tyler de Aerosmith. Enorme versión que nos entregan
estas leyendas.
Para versionar el “Living
For The City” de Stevie Wonder (tal vez el artista homenajeado que está menos
vinculado con el Blues) me ha parecido un acierto el hecho de que Slash haya
contado con un secundario de lujo como Tash Neal, músico de Harlem con una voz
elegante y que brilla especialmente en números de Funk y Soul y que, guardando
las distancias, posee un registro que puede recordar al de Stevie en sus
mejores tiempos. Sin ser de las más destacadas de la obra, no puedo dejar de
escucharla cada vez que vuelvo a reproducir el álbum.
Volvemos a encontrarnos
con otra gran voz femenina como es Beth Hart (¡qué pedazo de artista!), quien
fue invitada a colaborar en la extensa, y sobresaliente, regrabación de “Stormy
City”, en la que la melancolía se impone de la mano de esa lacrimógena guitarra
a lo Gary Moore que Slash nos entrega aquí y que nos va hipnotizando con el
paso de los segundos. Cuando el Blues y el Soul se fusionan, lo raro es que el
resultado decepcione. Tanto la interpretación de Beth, combinando dramatismo
con elegancia, como la del maestro Slash merecen todo nuestro reconocimiento.
Un momentazo mayúsculo de “Orgy Of The Damned”.
Para finalizar, y
rompiendo con la tónica imperante del álbum, Slash se despide de nosotros con
un tema propio llamado “Metal Chestnut” en el que pone todo en el asador.
Estamos ante un corte completamente instrumental de poco más de tres minutos de
extensión en el que los cambios de ritmo y la sucesión de pasajes completamente
diferenciados están a la orden del día. Como cabía esperar, la ejecución a las
seis cuerdas de nuestro protagonista es una salvajada.
CONCLUSIÓN
“Orgy of the Damned” nos
permite comprobar una vez más la destreza musical de Slash, quien es capaz de
abarcar un amplio abanico de géneros con su Les Paul, rindiendo un soberbio
homenaje a sus ídolos en compañía de unos colaboradores de primerísimo nivel
que aseguran una escucha de lo más grata.
Lejos de lo que alguno
podría pensar, no es una obra anecdótica dentro de la extensa, y gloriosa,
trayectoria del guitarrista, sino que estamos ante una obra que, a buen seguro,
en unos años recordaremos con muchísimo cariño. No sobra nada, no echo en falta
nada…¡qué discazo!
Uno solamente puede
quitarse el sombrero (o la chistera).
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