Poco después del supuesto último de concierto de Slayer (digo “supuesto” porque recientemente han anunciado otro par de directos para 2024), Kerry King hizo saber al mundo del Metal que todavía tenía muchas ganas de seguir grabando nueva música por su cuenta. Así pues, desde aquel 30 de noviembre de 2019, no ha dejado de dar forma a un extenso número de ideas que, en el último año y medio ha terminado tomando forma hasta traducirse en “From Hell I Rise”, el primer álbum en solitario de Kerry King.
Los primeros adelantos parecen confirmar que este
celebérrimo guitarrista no se ha alejado en absoluto del Thrash Metal que hizo
grande a Slayer durante sus casi 40 años de legado, aunque no hay que descartar
la posibilidad de encontrar alguna que otra sorpresa a lo largo de sus 13
canciones.
Para esta nueva andadura no es descabellado afirmar
que Kerry King ha montado un supergrupo. Y es que, además de volver a reclutar
a Paul Bostaph (Slayer, Testament,..) para la batería, también hay que destacar
la presencia de otros grandes artistas internacionales como Mark Osegueda
(vocalista de Death Angel), el bajista Kyle Sanders (ex Hellyeah) y Phil Demmel
a la guitarra (ex guitarrista de Machine Head y Vio-Lence).
Durante estos meses de promoción hay algo que me
resulta curioso. Y es que, cuando Kerry anunció el lanzamiento de este álbum,
también declaró que hacía muchos meses que no hablaba con Tom Araya y que
descartaba una reunión de Slayer. Solamente dos o tres días después de hacer
esas declaraciones, se confirmó que la banda se reuniría para dos o tres fechas
en Estados Unidos (¿declaraciones falsas para sorprender a sus seguidores?
¿puro negocio?). El caso es que King asegura que, pese a esos shows puntuales, su
idea es centrarse al 100% en su carrera solista y ha confirmado a la prensa que
a finales de este mismo año quiere dejar grabado el segundo LP del proyecto.
Unas guitarras de serpenteo amenazante nos meten de
lleno en la inicial “Diablo”, una pieza instrumental de poco más de un minuto
que hace las veces de preludio para el primer cañonazo realmente certero del
LP, que es la bestial “Where I Reign”. Con esta la velocidad asciende y nos
lleva a la versión contemporánea de Slayer, en la que la producción le otorga
más presencia a la batería que en antaño. El trabajo vocal de Osegueda aquí es
enorme, escupiendo unos agudos rotos que evocan a Araya. Creo que desde esta
primera toma de contacto más o menos sabemos por dónde irán los tiros.
Elegida como segundo avance del LP, “Residue” tira más
por los terrenos del medio-tiempo con una distorsión más contundente, mucho
doble-pedal martilleante y un Osegueda que vuelve a dejar claro que fue la
elección perfecta para tomar las riendas vocales de este proyecto solista de
King. Palabras mayores el pequeño breakdown que la banda ejecuta poco
antes de alcanzar el tercer minuto de canción, en el que emerge la furia de los
mismísimos Pantera con un plus de Groove que es de agradecer.
Otro tema que vio la luz como single, concretamente
fue el primer adelanto del disco, fue “Idle Hands”, una canción con la que
Kerry quiso aclarar a los seguidores que no le daba la espalda al estilo que
había desarrollado a lo largo de las décadas, marcándose así un corte 100%
Slayer: ritmo desenfrenado, gritos, un solo lleno de wah y algunas pausas
intermedias para, en pocos segundos, volver a enseñar los dientes con un
incremento de la velocidad.
Hay muchos momentos de “Trophies Of The Tyrant” que me
han retrotraído a “Bloodline” de Slayer (no sería descabellado que se tratara
de un descarte de “God Hates Us All”). Pieza machacona que va creciendo con el
paso de los segundos y en el que me gustaría destacar el enorme trabajo
instrumental del grupo, especialmente el de Bostaph tras su batería. Una de
esas composiciones que crecen con cada escucha.
El caos se abalanza sobre nosotros con la incendiaria
“Crucifixation”, pista demencial en la que el Thrash más sangriento y ateo no
parará de brotar durante sus cinco minutos de extensión. El festival de solos y
de gritos es de lo mejor que vamos a poder encontrar en el LP. Palabras mayores
para ese sencillo, pero altamente efectivo estribillo, así como al interludio
más melódico que puede recordar a los tiempos de “South Of Heaven” o “Seasons
In The Abyss”. Me atrevo a decir que este es uno de los números que sembrarán
el caos en la futura gira de la banda.
“Tension” (creo que ya el nombre parece indicar algo)
es una canción que va ganando fuerza con el paso de los segundos, iniciándose
melódica y oscura con ese arpegio distorsionado sobre el que Mark canta con
mucha rabia, para terminar desembocando en una segunda mitad algo más
contundente.
Las posteriores “Everything I Hate About You” y “Toxic”
vuelven a meter la quinta marcha sembrando el caos a su paso. La primera, que solamente
dura un minuto y veinte segundos, se acerca más al Punk, mientras que la
siguiente nos acerca nuevamente al Thrash más contemporáneo. Ambas tienen como
denominador común la infernal actuación vocal de Osegueda.
Tras otra masterclass de furia bajo el título
de “Two Fists” en la que hay hueco tanto para el Thrash como para el Punk, sin
ignorar algunas pizcas de Death, es la hora de “Rage”, otra pieza a tener muy
en cuenta donde la batería de Paul Botaph se roba todo el protagonismo,
imponiendo un ritmo martilleante, donde no hay hueco para adornos ni pausas, y que
no puedo sacarme de la cabeza. IMPRESIONANTE.
Los armónicos que inician “Sharpnel” también son “marca
registrada” de King. Estamos ante una canción que podía haber firmado Slayer en
cualquiera de sus etapas, con un pedaleo constante por parte de Paul, una
interpretación con dosis extras de teatralidad a manos de Osegueda y, por
supuesto, un trabajo de guitarras infalible.
El disco termina por todo lo alto con el tema-título,
una descarga sónica de poco más de tres minutos de extensión que muestra
perfectamente el aura creativa de nuestro protagonista. Sacudida pesada y
acertada (otro highlight indiscutible del LP) que hace bajar el telón
violentamente.
CONCLUSIÓN
Sinceramente, no esperaba tanto de “From Hell I Rise”.
Y no es que no tuviera fe en Kerry King, uno de los más grandes del Thrash
Metal, aunque el fantasma del insípido “Repentless”, la infame última obra de Slayer,
siempre rondó mi cabeza antes de escucharlo.
Claramente, esta nueva aventura musical del guitarrista
va mucho más allá de lo anecdótico. Así lo atestiguan tanto el tiempo de composición
y grabación del LP (desde 2020 ha estado creando canciones para este), como la
acertadísima elección de cada uno de los músicos que le acompañan. Sobre esto
último diré que, muy probablemente, es la mejor formación que King podía haber tenido
para un proyecto de este tipo.
Sí. El disco suena a Slayer, pero a estas alturas de
la historia, lo raro sería que sonara a otra cosa. Claro que hay alguna que
otra influencia adicional en piezas concretas, pero es algo más bien anecdótico.
¡Los metaleros estamos de enhorabuena!
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