The Hives es, indiscutiblemente, una de las agrupaciones más representativas y reconocidas del Garage/Punk escandinavo. Aunque ciertamente lograron su salto a la fama gracias al éxito de temas como “Tick Tick Boom” o “Hate To Say I Told You So”, la carrera de estos suecos siempre ha sido lineal en el sentido de la calidad de sus obras de estudio y, por supuesto, respecto al altísimo nivel que siempre demuestran en directo. Este año, de hecho, cumplen 30 años en la carretera y pueden presumir de seguir llenando salas de todo el mundo, así como de tener el honor de ser invitados a telonear a mastodontes de la escena como ya hicieran con los Rolling Stones o AC/DC.
Hay quienes afirman que
en sus inicios rozaban más el Hardcore (opinión respetable), pero yo soy de los
que defienden que siempre han explotado unas fórmulas similares que son
tremendamente convincentes y que, por si fuera poco, ganan enteros gracias al
alto nivel de su cantante, el incendiario Howlin’ Pelle Almqvist, un auténtico frontman
de tintes clásicos con un registro imponente y una actitud imponente sobre
las tablas.
Pese a haber lanzado
entre 2015 y 2019 un par de singles aislados, así como el directo Live At Third
Man Records (2020), los escandinavos no lanzaban un álbum de estudio desde “Lex
Hives” (2012). Por fin, en pleno 2023,
celebramos la salida de “The Death Of Randy Fitzsimmons”.
¿Quién es Randy
Fitzsimmons?
Seguramente más de uno se
estará preguntando por el tal Randy Fitzsimmons que la banda nombra en el
título. Desde sus orígenes este personaje ficticio ha sido tratado por el grupo
como “El Sexto Hive”, refiriéndose a este como el compositor principal de todas
sus canciones (siempre figura en los créditos), además de como el director y el
hombre que los descubrió. Sin embargo, hace no tanto, algunos medios
manifestaron su sospecha de que Randy Fitzsimmons es el pseudónimo bajo el que
en realidad compone Nicholaus Arson, guitarrista del grupo, algo que el grupo
ha negado soberanamente.
Recientemente, el
periódico El País entrevistó Pelle Almqvist (entrevista completa aquí) y le
preguntó sobre el porqué de su parón discográfico durante más de 11 años. La
respuesta, que os dejo aquí, no tiene desperdicio:
“Es que no sabíamos dónde
estaba Randy Fitzsimmons, porque se desvaneció en 2012 después de publicar Lex
Hives. Normalmente, cuando grabamos un álbum y empezamos a tocar en directo, él
desaparece en busca de inspiración o lo que coño haga cuando vamos de gira.
Pero esta vez no volvió a aparecer, así que sin Randy Fitzsimmons no había
nuevos temas. Ha sido terrible. Publicamos un par de singles para ver si eso le
hacía abandonar la carpintería y volver a componer música, y en lugar de eso
nos llegaron noticias de que había muerto. Nos pusimos a investigar para ver si
era verdad, pero no le encontramos. Lo que sí hallamos fueron unas maquetas con
estas canciones, de ahí el título.”
EL DISCO
“The Death Of Randy
Fitzsimmons” se convierte, pues, en la sexta obra de la banda en tres décadas.
Un total de 12 canciones aseguran algo más de media hora de sonidos feroces,
estribillos que se graban a fuego en la mente y, en definitiva, un disfrute
absoluto. Como dato adicional cabe señalar que el disco fue grabado en el
estudio privado de Benny Anderson, miembro de ABBA, situado en Estocolmo.
Todo empieza con “Bogus
Operandi”, probablemente mi single preferido de todos los que lanzaron y, por
ende, una de las pistas que más destacaría de esta producción. Riffs
estruendosos, distorsión Garage, un Howlin’ Pelle absolutamente desmadrado con
el micrófono y una sección coral reconocible que engrandece el
puente-estribillo (no dudaría en incluir entre los más brillantes de toda su
discografía).
Las revoluciones no
dejarán de subir con el siguiente “Trapdoor Solution”, un breve corte lleno de
mala hostia y un ritmo más punkarra (en directo está sonando salvaje) que
precederá a la más densa “Countdown To Shutdown”, en la que seremos apresados
por la seductora pista de bajo de “The Johan And Only” (un apodo digno de The
Hives) y que cuenta con un estribillo de talante clásico.
Otro corte a tener muy en
cuenta es “Rigor Mortis Radio”, un número a medio gas y pomposo que te atrapa a
partir de una sección de aplausos lineal que acompaña a la batería. Tanto los
versos como el estribillo coral (de mis predilectos) juegan con la musicalidad
más pegajosa…¡la adoro!
La dupla conformada por “Stick
Up” y “Crash Into The Weekend” podría analizarse al mismo tiempo debido a que,
en ambas, la banda parece romper ligeramente con su ritmo destructivo en favor
de coquetear con algunos elementos más propios del Country y del Rock Sureño.
Cierto es que la segunda es algo más dinámica, pero la esencia americana en sendas
composiciones me parecía un nexo de unión suficiente para unirlas en este
humilde análisis.
“Smoke & Mirrors”
parece sacada del catálogo de The Clash debido a su considerable distorsión, al
desarrollo instrumental y al ADN british que se esconde tras el puente y
el estribillo. Un número que crece con
las escuchas. Ya veréis.
El ritmo vuelve a
aumentar gracias a una más alternativa “Two Kinds Of Trouble”, donde ambas
guitarras brillan con luz propia gracias a un intercambio constante de riffs y
licks que vuelve a poner de manifiesto la gran química existente entre Arson y
Carlstroem. No es, ni de lejos, una de las canciones que más destacaría del LP,
pero no funciona nada mal.
Menos de tres minutos
necesita el grupo para ponernos a bailar con la hipnótica “That’s The Way The
Story Goes”, otro número donde se respira un tono más alternativo y sobre el
que Howlin’ Pelle se desenvuelve con la mayor comodidad.
“The Bomb” es una de las
pistas menos llamativas del disco. De hecho, su estructura martilleante en la
que repiten hasta la saciedad ese “He A Bomb, Me A Bomb, We A Bomb, She A
Bomb…”, termina por parecer algo excesiva. No terminé de disfrutarla.
Volvemos a adentrarnos en
la faceta alternativa del grupo de la mano de la curiosa “What Did I Ever Do To
You?”, una canción que, desde la primera escucha, me hizo pensar muchísimo en
el “Do I Wanna Know?” de los Artic Monkies (recientemente ambas bandas han
estado compartiendo escenario, ¿casualidad?). Durante tres minutos son pocas las
alteraciones que sufrirá una pista sencilla y constante hecha para que sea nuevamente
Pelle quien destaque en primer plano con su siempre convincente voz.
Todo llega a su
inevitable final de la manera más explosiva posible gracias a “Step Out Of The
Way”, una canción que avanza a un ritmo furioso y que podría describirse
sencillamente como “un caos maravilloso”. El estribillo también puede incluirse
entre los más memorables de la obra (el trabajo coral, una vez más, sobresale).
No puede quedar fuera de futuros repertorios.
CONCLUSIÓN
Si más o menos uno ha seguido
al grupo a lo largo de las décadas, el contenido musical que encontramos en “The
Death of Randy Fitzsimmons” no nos pillará, ni mucho menos, por sorpresa.
Fieles a un estilo que han mantenido durante 30 años, el grupo factura una
colección de 12 canciones que, en líneas generales, convencen y que en directo
solamente despertarán críticas positivas. Su fusión de Garage con otros
géneros/subgéneros difícilmente decepciona.
Pueden gustarte más o
menos, pero no nos engañemos. Sin The Hives, no hubieran existido otros
fenómenos suecos como The Hellacopters o Gluecifer. Honor a esta banda y a su
extensa trayectoria.
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