Cuando en 2003 vio la luz “Ashes Of The Wake”, Lamb Of God encontró su sonido y terminó consolidándose como una de las bandas abanderadas más prometedoras del momento. La buena aceptación mundial de esta obra, así como de las previas “Burn The Priest”, “New American Gospel” y “As The Palace Burn” (hay que señalar que el primero mencionado lo lanzaron bajo el nombre de Burn The Priest) permitieron al conjunto natural de Virginia convertirse progresivamente en una banda cada vez más demandada a lo largo del globo terráqueo.
Tras editar su primer álbum
en vivo, que bautizaron como “Killadelphia” (100% recomendable), el grupo
volvió al estudio para aprovechar el tirón de popularidad que estaban
experimentando y dar forma a una nueva colección de composiciones. Junto a
ellos estuvo una vez más el productor Gene “Machine” Freeman, quien asesoró al
grupo para que explotaran algo más su faceta melódica, aportando algo más de
sofisticación al grupo.
El 22 de agosto de 2006
veía la luz “Sacrament”, obra compuesta por un total de 11 canciones
completamente nuevas. Hay que destacar aquí la calidad de su portada, con ese
cáliz ubicado en primerísimo plano sobre un fondo morado y algunos matices
negros que aportan un tono decadente al contenido musical que vamos a analizar
a continuación.
“Walk With Me In Hell” se
convierte en pistoletazo de salida ideal para adentrarnos en un álbum de tanta
calidad como este. Es imposible dejar de mover el cuello ante el ritmo
hipnótico que crean las guitarras y el doble pedal del señor Chris Adler. Randy
ruge con su tono inconfundible y se desgañita durante cada segundo de esta
apertura. Los cambios de ritmo que emergen en el minuto 2:25 terminan derivando
en un breakdown atronador que convencerá a todo melenudo.
Seguimos con “Again We
Rise”, la segunda puñalada certera de la obra. El ritmo sube considerablemente
de la mano de la dupla Willie-Mark en las guitarras y se convierte en un corte
de inconfundible factura. Estribillo colosal en el que los coros se salen de
nivel.
Los Lamb Of God más
cercanos a Pantera aparecen en un clasicazo como “Redneck”. Aquí se impone el Groove
Metal con influencias tejanas, donde es el doble pedal de Adler el encargado de
inyectar un ritmo abrasivo a una canción que ha terminado por convertirse en un
clásico indiscutible de nuestros protagonistas. Palabras mayores merece Randy,
quien no deja de desgañitarse durante toda la canción, entregándonos además un
estribillo memorable (¿quién no ha cantado alguna vez ese “this is a
motherfuckin’ invitation”?). Si a esto le sumas un videoclip tremendamente
divertido en el que podemos hacernos una idea de lo que sucedería si
contratáramos al grupo para actuar en un cumpleaños infantil, creo que la
diversión está asegurada.
Y si la cosa va de
clásicos, solamente diré que es el turno de la maldita “Pathetic”, una canción
incendiaria en la que la guitarra del grandioso Mark Morton no dejará de lanzar
riffs y punteos afiladísimos. Estamos ante un misil sónico incontestable al que
es imposible poner algún tipo de pega.
Mención especial para las
pequeñas variantes que ofrece la posterior “Foot To TheThroat”, la cual pasa de
unos versos cercanos al Thrash Metal a un estribillo más “accesible” (¿este
término puede emplearse para hablar de Lamb Of God?) donde unos coros épicos
sorprenden a cualquiera.
El trabajo de Chris Adler
tras los parches en la oscura “Descending” (¡cómo se hizo notar el barbudo
durante sus años en el grupo!) merece todos los honores, así como las
destructivas líneas de guitarra que nos entrega la dupla Willie-Mark. El caos
de los versos cobra más fuerza en los screams que Randy despliega en un
estribillo que no logro sacarme de la cabeza.
Llega el turno de una de
mis favoritas de todo el álbum. “Blacken The Cursed Sun” es, musicalmente
hablando, una oda al Metal contemporáneo en muchas de sus vertientes. Los
americanos enseñan sus afilados colmillos en un depredador corte donde las
guitarras suenan pesadas, el bajo de Mr. Campbell y la batería de Adler ponen
nuestras tripas a botar y Blythe nos muestra su faceta más furiosa tras el
micrófono. La guinda al pastel la pondrá un breakdown vibrante (minuto
3) que dejará sin aliento a cualquier amante de este género.
Tras volver a superar el
límite de velocidad con “Forgotten (Lost Angels)”, el grupo nos presenta una
dupla de canciones de altos vuelos como son “Requiem” y “More Time To Kill”. La
primera apuesta por un ritmo impredecible y destructivo sobre el que Randy
despliega todo su arsenal gutural, mientras que la segunda apuesta por un
desarrollo más monolítico que termina cambiando una vez superado el intermedio
para introducir detalles rompedores como una sección breve de arpegios cortesía
del señor Mark Morton.
Nuestra escucha llega a
su fin de la mano de una magistral “Beating On Deaths Door” donde la banda saca
a pasear su furia más thrasher en los versos para derivar, posteriormente, en
un puente-estribillo monumental.
CONCLUSIÓN
Podríamos pasarnos lo que
nos resta de vida comparando “Sacrament” con otros grandes títulos de su
discografía sin alcanzar algún tipo de acuerdo (¿acaso hay que quedarse con un
solo título?). Está claro que este álbum de los americanos es de obligada
escucha para todos los amantes del Metal más furioso, así como forma parte de
ese elenco de obras fundamentales en la carrera de estos colosos.
¡Discazo!
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