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Mammoth WVH - Mammoth WVH (2021)

Calificación: ****

Me pregunto qué se sentirá cuando compartes el mismo apellido que uno de los guitarristas más influyentes y más técnicos de la historia. El simple hecho de decidir dedicarte a la música como tu padre puede derivar en el siguiente proceso: en un primer momento, es más sencillo que la prensa musical te haga caso por ser “el hijo de…”, pero eso a la larga, más aún si el estilo que practicas es igual o muy parecido al de tu progenitor, puede terminar en odiosas comparaciones con él y tienes todas las de perder. Wolfgan Van Halen, el hijo del mismísimo EDDIE VAN HALEN, a quien siempre recordaremos con un cariño especial, ha roto un poco con esa tendencia y, a partir de mucho trabajo y de una habilidad envidiable para tocar guitarra, bajo y batería ha despertado el interés de numerosos artistas como Mark Tremonti o Clint Lowery para sus trabajos en solitario, aunque su mayor hito ha sido, sin duda, tocar junto a su padre en la reunión de Van Halen.

 

Con semejante currículo, no era raro que el joven músico se aventurara a sacar su propia música. No obstante, el proceso de grabación no ha sido sencillo precisamente ya que ha perdido a su padre por el camino, víctima de un cáncer cuyo trágico desenlace conmocionó al mundo del Rock (¿hace falta hablar del legado de Eddie a estas alturas?). Afortunadamente, Wolf se mantuvo firme a su plan y logró facturar un debut que aquí pretendo analizar. El nombre escogido para este proyecto ha sido el mismo que el de la primera banda de su padre, Mammoth, pero le ha añadido al final sus siglas, WVH. 


A mediados de 2021 ha visto la luz “Mammoth WVH” y aquí os dejo mi humilde opinión:

 

Habiendo pasado por todo esto en la primera parte de su viaje en el mundo de la música, era solo cuestión de tiempo antes de que Wolfgang Van Halen diera el siguiente paso y lanzara su propia música. De hecho, finalmente ha llegado el momento de levantar el velo de su álbum debut Mammoth WVH; que es un tributo a la primera banda de su padre, Mammoth, así como a sus iniciales. En todos los sentidos de la palabra, este álbum es verdaderamente suyo. No solo escribió todo el material, sino que tocó todos los instrumentos y también manejó las voces.

 Me gusta mucho la manera en la que Wolfgan ha querido que se inicie el disco. “Mr. Ed” (claro homenaje a su papá) abre con un riff punzante y pegadizo a partes iguales para pasar a una estructura accesible que termina en un puente-estribillo de gran factura. Más de uno tras escucharla pensará “¡vaya! Pues me han convencido para seguir adelante con la escucha del disco”.

 

“Horribly Right” termina por darnos la bienvenida con un sonido más duro tras las guitarras, además de un estribillo típico en el Hard-Rock moderno que siempre funciona bien y una sorprendente interpretación vocal por parte de un digno heredero del apellido Van Halen.

 

Sin perder la esencia moderna, “Epiphany” tiene un ritmo más árido y cálido que me ha recordado a otros grandes referentes del Hard-Rock del S.XXI como Black Stone Cherry. Con cada escucha esta pieza termina ganando enteros. El estribillo es uno de mis momentos favoritos de la obra ya que permite a Wolfgan que demuestre su habilidad más que plausible a la hora de hacer agudos. 

 

Desde que tuve la oportunidad de escuchar el sencillo de “Don’t Back Down” quedé sumamente enganchado al mismo, así como sentí unas ganas fervientes de que llegará el día en que pudiera escuchar la obra al completo. Esta composición esconde guitarras muy distorsionadas, un trabajo más que soberbio de baterías y, en líneas generales, un feeling propio de esas canciones que definiríamos como “de carretera” en el que tu pierna derecha te suplica que pises el acelerador sin piedad alguna. Buenísima.

 

Recuerdo cuando Van Halen regresó por todo lo alto este milenio con “Diamond Dave” y decidieron reclutar a Wolfgan como bajista. Aquella decisión generó todo tipo de opiniones, aunque la mayor parte eran negativas ya que la mayoría de sus seguidores esperaban el regreso de Michael Anthony al cuarteto. Sea como fuere, lo que quedó claro es que el joven músico demostró que la menor experiencia atesorada (“menor” si la comparamos con la del resto de compañeros de grupo en aquel momento) era un solo dato, porque su forma de tocar el bajo resulta, cuanto menos, atractiva. Para comprobarlo, tenemos un tema melódico y simple llamado “Resolve” que, como elemento más destacable, tiene una línea de dicho instrumento muy buena.

 

La caña sencilla pero cumplidora vuelve a resonar con fuerza de la mano de “You’ll Be The One”, canción que nunca estará de más escuchar cada vez que nos animemos a reproducir el disco en nuestro aparato de música.  Algo similar ocurre con la homónima “Mammoth” o con un número posterior “The Big Picture”. Estas tres canciones suenan rápidas y convencen, pero tal vez quedan en un segundo plano ya que tiran de una fórmula que se ha explotado demasiado en los primeros números del disco, donde sí funcionaba. No obstante, como digo, nunca está de más reencontrarse con ellas.

 

“Circles” y “Think It Over” vienen a traer un poco de ruptura sonora al disco, cosa que es de agradecer. La primera apuesta por un ritmo pausado, con coros doblados y casi espirituales sobre los que Wolf canta de manera elegante, mientras que la segunda hace pensar de alguna a las bandas ochenteras de AOR. Pop-Rock  de indudable calidad que pienso que gustará hasta a los mayores detractores del género.

 

Ya me estoy imaginando al bueno de Eddie, allá donde esté, haciendo el gesto de aprobación a su hijo al escuchar la feroz “You’re To Blame” (una de las mejores canciones del LP, de lejos) y, más concretamente, su desarrollo guitarrero que tiene como colofón un solo de primera categoría. Pero es que justo después viene “Feel”, que ha sido otra de las canciones que más me han atraído, no solo por la calidad sonora de la misma, sino también por el hecho de que Wolf se encarga de tocar todos los instrumentos (¡es un crack!).

  

“Stone” cierra la versión original del disco con un trabajo de batería enorme que se alarga hasta los 6 minutos y que incluye, también, una destacada línea de guitarra, así como un trabajo de guitarras la mar de convincente. No obstante, de manera muy inteligente, Wolfgan decidió a última hora incluir como bonus track del disco el tema “The Distance” que lanzó pocas semanas después de morir su padre a modo de homenaje y que supuso un pelotazo comercial.  Me gusta mucho esa canción por el significado que posee y por ese tono de gratitud y de recuerdo a Eddie que, con sinceridad, su vástago logra expresar.

 

El homónimo de Mammoth WVH pienso que gustará a todo amante del Rock sin grandes adornos. En la sencillez y la habilidad para facturar estribillos memorables reside la fórmula del éxito para el joven Van Halen, a quien sé que le queda una larga trayectoria por delante en la que nos seguirá regalando notables discos como este. Tengo la seguridad de que el eterno Eddie se siente muy orgulloso de Wolf.

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