Desde primera hora de la mañana, las calles de Bilbao comenzaron a ser invadidas por camisetas negras con el bueno de Eddie “The Head” como principal protagonista de las mismas. Era imposible visitar monumentos y/o puntos de interés de la ciudad y no encontrarse con algún metalero (y, por supuesto, no intercambiar una mirada de complicidad). Y es que es innegable que había muchísimas ganas de que Maiden volviera al País Vasco, y concretamente a Baracaldo, tras 10 años de ausencia. Así lo atestiguan las más de 16.000 entradas que se vendieron en pocas horas y que permitieron a los británicos hacer el primer sold-out de toda la gira (después llegarían otros, pero el primero fue este).
A las seis de la tarde,
cuando llegué a Baracaldo, los aledaños del BEC se encontraban ya abarrotados
de seguidores del grupo de todas las edades y de diferentes partes de la
geografía española. Pocas bandas además de Maiden (tal vez AC/DC, Metallica y, si
eso, Judas Priest, Kiss y Scorpions), logran concentrar en sus conciertos a
diferentes generaciones de seguidores, algo que creo que también define a los
grandes artistas del género.
Los accesos al recinto y
la organización general del evento fueron óptimos para una noche que estaba por
convertirse en inolvidable.
UNA GIRA MUY ESPERADA
¿Qué tiene de especial
esta gira de Iron Maiden? Lejos de mantenerse en la zona de confort y hacer
otra gira de grandes éxitos como el reciente Legacy Of The Beast Tour, el sexteto,
que anda rondando edades comprendidas entre los 65 y los 71 años, se propuso a
principios de este año llevar a cabo un tour mundial bautizado como “The Future
Past Tour” donde, además de interpretar una serie de canciones de “Senjutsu”
(2021), su álbum de estudio más reciente, se animarían a cumplir con una
súplica compartida por muchos fans: recuperar varios números del grandioso
“Somewhere In Time” (1986), obra con poca presencia en las últimas décadas, y,
ya de paso, interpretar de una maldita vez “Alexander The Great”. Por ende, no
estamos ante una gira más de “la doncella”, sino ante un acontecimiento muy
especial.
Es posible que algún que
otro seguidor, al ver el concepto tan ambicioso de la gira y el listado de
canciones escogidas, pudiera pensar que la banda podría experimentar algunas
dificultades para sacar adelante los shows. Ya os digo yo que desde que el año
pasado vi por primera vez a los Maiden en vivo (Barcelona), me quedó bien claro
que los años no pasan por ninguno de ellos (al menos en lo que a capacidades
artísticas se refiere). De hecho, en el caso concreto de Steve Harris, sospecho
que este haya realizado algún tipo de pacto con el mismísimo diablo. Y es que
el legendario fundador del grupo fue capaz de sacar tiempo en una misma semana
para ofrecer tres conciertos con IM (Barcelona, Murcia y Bilbao), otro con sus
British Lion (Murcia) y jugar un partido de fútbol contra algunos directivos
del F.C. Barcelona (esa vitalidad es de envidiar).
EL SHOW
A las 19:30 arrancó el
breve repertorio de The Raven Age, banda escogida como telonera para este tour
y que cuenta en sus filas con George Harris, el hijo de Steve. Si bien
reconozco que su estilo melódico y algo más contemporáneo se aleja un poco del Metal
que suelo consumir, no puedo ocultar que el set ofrecido por el grupo me
pareció notable. Esta fue una buena oportunidad para catar gran parte de las
canciones de su nuevo LP de estudio, “Blood Omen”, que vio la luz este mismo
mes. Desde luego lograron animar a los asistentes y prepararnos para el show
monumental que pronto comenzaría.
Los primeros gritos de
júbilo invadieron el BEC cuando, con su habitual puntualidad británica, los
acordes iniciales del “Doctor, Doctor” de UFO irrumpieron por los altavoces del
recinto anunciando así el inminente inicio del concierto (¡cómo coreamos ese
estribillo!). Poco después las luces se apagarían y, apoyándose en un juego de
luces simple, la reconocible melodía de Blade Runner que la banda empleó
como preludio a cada directo durante el “Somewhere In Time Tour” dio paso al
inconfundible punteo de “Caught Somewhere In Time”. La banda entró en escena
tras un pequeño cañonazo pirotécnico y puso toda la carne en el asador desde el
primer momento, sonando imponente tanto en el plano instrumental (el solo de
Adrian Smith sonó con toda su potencia original), como vocal con un Bruce
Dickinson absolutamente desatado (desde que soltó ese “If you had the time
to lose, an open mind and time to choose” todos sabíamos que el veterano
cantante iba a tener su noche).
Sin tiempo para un
segundo de respiro, el bajo de Harris retumbó por todo el recinto anunciando la
llegada de “Stranger In A Strange Land”, la segunda referencia al “Somewhere In
Time” y, con toda seguridad, una de las canciones más celebradas de la velada si
atendemos a la efusividad con la que fue acogida durante toda su
interpretación. Dickinson, ataviado con un traje y unas gafas que le daban una
apariencia futurista (acorde al concepto del álbum de 1986, obviamente), se
desenvolvió como pez por el agua tanto durante los versos como los exigentes
estribillos, mientras Harris, no muy lejos de su posición, galopaba sobre sus
cuatro cuerdas y, como viene siendo habitual, cantaba también la letra (la
energía que sigue evocando esta leyenda es digna de toda admiración). No obstante,
creo que fue el solo de Smith (uno de mis preferidos de toda su trayectoria,
todo sea dicho) el momento más épico de este segundo número de la velada.
Tras un pequeño momento
de pausa en el que Dickinson aprovechó para saludar a todos los asistentes y
recordar los años que habían pasado desde el último show de “la Doncella” por
aquellos lares, la guitarra de Adrian Smith dibujó el punteo de “The Writing On
The Wall”, un número que, pese a tener solamente dos años de vida, se ha ganado
rápidamente el corazón del respetable. Así lo prueban las miles de voces que
acompañaron a Bruce, especialmente durante el estribillo, y que agradecieron al
final de la interpretación la soberbia puesta en escena de toda la banda.
Menos destacable fue la
interpretación de la rápida “Days Of Future Past”. Aunque instrumentalmente
sonó igual que acertada que en su versión de estudio, Dickinson mostró algunas
dificultades notorias para alcanzar el tono adecuado de la canción
(especialmente en los versos), resultando una interpretación general “a medio
gas”. Justo después de la misma, el propio cantante se disculpó ante los
asistentes por lo sucedido. Afortunadamente, en la posterior “The Time
Machine”, otro tema muy acertado de “Senjutsu”, el cantante se repuso
rápidamente y clavó una interpretación teatralizada y notable que cautivó
fácilmente a los asistentes. También funcionaron a las mil maravillas tanto el
estribillo coral del mismo como ese punteo que se esconde en su sección
intermedia y que a tantos nos recuerda al de “Dance Of Death”.
Además de revisitar
“Somewhere In Time” y estrenar algún tema de “Senjutsu”, la banda también ha
recuperado para esta gira “The Prisoner” (“The Number Of The Beast”) y “Can I
Play With Madness” (Seventh Son Of A Seventh Son”), dos piezas pertenecientes a
su pasado más glorioso y que, como cabía esperar, han terminado estando entre
lo mejor de la velada por la enorme conexión entre la banda y un público
nostálgico que disfruto al máximo de ambas. Sobre la primera cabe añadir la
calidad en la ejecución de toda la banda, aunque creo que el bueno de Nicko
McBrain merece una mención especial ya que la prensa había criticado al batería
a inicios de la gira por algunos errores cometidos en vivo (estuvo colosal en
Bilbao). Sobre “Can I play With Madness” solamente puede decirse que logró despertar
en los asistentes el ambiente festivo que esta propone (un estribillo sencillo
pero memorable).
En medio de las pistas
anteriormente citadas, los británicos optaron por incluir en el repertorio uno
de los temas de “Senjutsu” que más aceptación han recibido: “Death Of Celts”.
Tras un pequeño discurso de Dickinson con tintes sociales donde hablaba sobre
la preservación y riqueza de la cultura vasca, la banda se marcó una
interpretación sobria y fiel al álbum (los cambios rítmicos de su segunda mitad
siguen dejándome sin palabras), aunque yo personalmente sienta la necesidad de
volver a tener que destacar el papelón de Bruce tras el micrófono, quien
teatralizó al máximo cada verso al mismo tiempo que se desplazaba de un lado a
otro del escenario.
Los tintes festivos
volvieron a emerger con la llegada de la veloz “Heaven Can Wait”, una canción
que vino acompañada de un duelo de pistolas (en el caso de Bruce sería más bien
una metralleta) entre el cantante y Eddie “The Head”, mientras Dave Murray se
abalanzaba ante la audiencia con un solo de máximo nivel. En todo caso, y pese
a esa representación tan llamativa, si hay algo que me fascinó del número ese
fue el momento coral del estadio cuando coreó el famoso “Oh oh oh…” (espero que
se entienda) de la zona intermedia. Otra
referencia al “Somewhere In Time” que funcionó a las mil maravillas.
Pero si había una canción
del mencionado álbum de 1986 que la gente se moría por escuchar en directo, ese
era, sin duda alguna, “Alexander The Great”, la magnánima epopeya sobre
Alejandro Magno que hasta esta gira nunca había sido interpretada en directo
(se había convertido en una especie de utopía el hecho de que algún día se
animaran a tocarla), probablemente debido a su dificultad. En el BEC se desató
el caos en cuanto la megafonía reproducía su famosa introducción ("My
son ask for thyself another kingdom for that which I leave is too small for
thee")…¡no era un sueño! ¡Maiden estaba interpretando “Alexander The
Great” a escasos metros de nosotros! La manera en que Maiden defendió este
número no solo demostró que mereció la pena esperar casi 40 años, sino que
volvió a poner de manifiesto el momento glorioso en el que el sexteto se
encuentra: Bruce se dejó la voz en cada verso y estribillo, Nicko bordó cada
cambio de ritmo desde su kit, Harris dibujó con su bajo una línea compleja y
perfecta para que el trío de guitarras pudiera desarrollar una pista tan
compleja (el solo compartido entre Smith y Murray fue asombroso).
Justo cuando parecía que
las emociones generadas por la anterior canción no podían ser igualadas, la
banda optó por poner el BEC a sus pies con ese clásico antológico llamado “Fear
Of The Dark”. La afición no dejó de cantar junto a Bruce en los versos y
estribillos, así como no dudó en corear cada nota del mundialmente conocido
solo de guitarra que esta pista esconde. Como me pasó el año pasado cuando los
pude ver en Barcelona, cuando la banda interpreta esta canción uno sabe
perfectamente la tormenta coral que va a desatar y cómo esta se grabará a fuego
en tu corazón. Uno de los momentos más grandes de la noche.
Como “falso-final”, y
fieles a su tradición, la banda desató el caos en el Bizkaia Arena con
“Iron Maiden”, el tema-título de su primer álbum y un auténtico canto de guerra
que lleva acompañando a “La Doncella” a todos los lugares del globo terráqueo.
Con una interpretación donde no faltaron las cabriolas de Janick con su
guitarra, el breve pero siempre cumplidor solo de Steve Harris y una puesta en
escena de primera categoría (al habitual globo de Eddie, en este caso con la
apariencia del single de “Stratego”, se le sumó la aparición sobre el escenario
del Eddie en su faceta samurái que emplearon en la gira pasada), la banda ponía
nuevamente a la audiencia de rodillas ante la entrega de estos genios del Metal.
Un momento eléctrico donde muchos terminamos de dejarnos la voz.
No hubo que esperar mucho
tiempo para que Steve Harris saltara al escenario y, empleando un bajo
acústico, se arrancara con la introducción de la bella “Hell On Earth”, primera
pieza escogida para los bises. Esta composición que cierra “Senjutsu” es una
auténtica delicia. Muchos deseábamos que alguna vez la banda la incluyera en
sus repertorios, por sus bellísimas líneas melódicas (hay momentos que parecen más
propios de una BSO) y por los diversos cambios rítmicos que esconde en sus más
de 10 minutos de extensión. Obviamente, el grupo ofreció una ejecución
deliciosa (el duelo de solos dejó al público boquiabierto) que, además,
complementaron con un pequeño festival de llamas de fuego que emergían de la
parte trasera del escenario con una coordinación perfecta. Mención además para
la aceptación más que positiva de un público que no dudó en acompañar a Bruce
en ese ya inolvidable “Love in anger, life in danger”.
Antes de que el
legendario riff principal de “The Trooper” hiciera acto de presencia, la gente
ya estaba eufórica desde que la lona del escenario mostraba el dibujo de Eddie
ataviado con el uniforme militar que sirvió para ilustrar el famoso single.
Como en “Fear Of The Dark”, la participación de los asistentes acompañando a
Bruce Dickinson durante los versos y el famoso estribillo (¡si puede
considerarse el “Oh Oh Oh” como tal!) fue vital para que el resultado final
fuera inmejorable.
El broche de oro al
concierto lo pondría “Wasted Years”, la canción más exitosa del homenajeado
“Somewhere In Time”. Un final de fiesta a la altura, con toda la gente
desgañitándose en el vitalista estribillo cantado al unísono por Bruce y
Adrian. Este último se encargaría de mandarnos a dormir con otro solo que
podemos calificar de “inmortal” (¿cuántos solos de este tipo tiene el bueno de
Adrian?).
Una vez terminado el
concierto, la megafonía se arrancó con el también habitual “Always Look On The
Bright Side Of Life” de los Monty Python (honor a todos los asistentes que emularon
el característico silbido de esta canción). Al fin y al cabo, el espectáculo
que Iron Maiden acababa de ofrecer, logró que durante dos horas de nuestras
vidas nos olvidáramos de nuestros problemas y celebráramos la vida y obra de
semejantes leyendas. Ese es el poder de la música.
CONCLUSIÓN
“The Future Past” es una
gira que todo amante de Iron Maiden debe ver. Lejos de dormirse en los
laureles, la banda ha renovado su repertorio considerablemente y, pese a sus
longevas edades, lo ha defendido como si se encontraran en el cénit de sus
carreras. No sé cuántos años más pueden quedarle a “La Doncella” antes de su
adiós definitivo (nadie puede vaticinarlo), pero el estado actual de sus
músicos parece alejar que este sea
inminente.
Tras verlos en Barcelona
el año pasado y ahora en Baracaldo, solamente puedo decir que, mientras haya
opciones y vengan a nuestro país a tocar, aquí estaremos para volver a
disfrutar del legado de la bestia.
En el Metal hay bandas,
hay leyendas y, por encima de todos, está Iron Maiden.
UP THE IRONS!
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