El mismo año que “Kill’Em All”, su primer zarpazo discográfico, celebra 40 años de vida (concretamente el 25 de julio), los icónicos Metallica nos presentan el undécimo álbum de su extensa y tan influyente trayectoria. Y es que a estas alturas de la película todo el mundo sabe que cada nuevo lanzamiento de los jinetes de San Francisco genera una expectación brutal, tanto por parte de sus seguidores como de sus detractores (para un sector de este último grupo dedico a, continuación, unas palabritas).
METALLICA Y LOS TRVE
Advierto que esta reseña no está hecha para todo aquel
que se considere true o trve, que en otras palabras vendría a ser
el típico sabiondo que reparte “certificados de Heavy Metal” y piensa que es
más Heavy que nadie porque no escucha nada mainstream y que es capaz de
decirte los nombres de los miembros una banda de Black Metal de Israel que
escucha (luego no apoyan la escena local, por cierto). Tampoco es una reseña
escrita para aquellos que descalifican a Metallica porque no son capaces de
sacar un LP como “Master Of Puppets” a estas alturas de la película o que
critican cada nueva obra, a veces sin escucharla, apoyándose en esa frase propia
de un “cuñado metalero” tan cutre que es “se vendieron después del “Black
Album” (conozco a un par que dicen que se vendieron desde su debut). Por ende,
esto no está escrito para que lo lean quienes busquen odio o “criticar por
criticar”.
Dicho esto, y a modo de
dejar claro que disto mucho de ser un fanático extremista del grupo, es obvio
que la carrera de Metallica ha tenido también sus momentos olvidables: “Lulu”
es absolutamente infumable, el tan odiado “St. Anger”, aunque pienso que tiene
algún tema salvable y tal vez haya sido masacrado, tampoco merece ser
recordado) y no es que “Reload” me haga mucha gracia en su totalidad (tiene
números muy buenos, cuidado). Sin embargo, los más recientes “Death Magnetic” y
“Hardwired…To Self-Destruct”, sin ser sobresalientes (la producción del primero
y la excesiva duración del segundo son pegas notorias), concentran numerosas
canciones impresionantes (“The Day That Never Comes”, “Spit Out The Bone”, “All
Nightmare Long”, “My Apocalypse”,…).
UN LP COMPUESTO EN TIEMPOS COMPLEJOS: LAS
ADICCIONES DE HETFIELD Y EL COVID-19.
“72 Seasons” es un disco que ha nacido en un momento
realmente tormentoso del grupo.
Tras la celebración de los conciertos sinfónicos, y
con un tour mundial programado a lo largo de 2019, las alarmas se encendieron cuando
un comunicado del grupo anunciaba que James Hetfield estaba lidiando con el
alcoholismo y, por ende, necesitaba entrar urgentemente en un centro de
desintoxicación para lidiar con su adicción. Lo cierto es que, si bien su voz
no se había visto aparentemente afectada en los últimos años, el aspecto físico
del talentoso cantante cambió a lo largo del Worldwired Tour, engordando
notoriamente con el paso de los meses y mostrándose más cansado que de
costumbre en numerosas fechas (sin perder su buena actitud, por supuesto).
Esta nefasta noticia, unida a la pandemia del Covid-19
que en 2020 hizo imposible cualquier gira, mantuvo alejado al conjunto de los
escenarios durante más de dos años. Sin embargo, esto no significó que los
cuatro músicos se quedaran de brazos cruzados (ahí tenemos como prueba la
versión acústica de “Blackened” rebautizada como “Blackened 2020”). En este
tiempo de aislamiento, y en cuanto Hetfield terminó su rehabilitación, la banda
comenzó a reunirse a través de Meet para comenzar a dar forma a lo que sería su
próximo LP de estudio. La propia banda ha revelado en varias entrevistas que la
situación pandémica permitió una mayor participación en el proceso creativo online
tanto de Kirk Hammett como de Robert Trujillo, quienes no suelen gozar de la
misma presencia que James Hetfield y Lars Ulrich.
Las 72 estaciones del álbum responden a una visión
personal de James Hetfield acerca de los primeros 18 años de vida de un ser
humano (la portada también hace alusión a esta idea). No se me ocurre mejor
manera de entender este planteamiento que rescatando la explicación que en su
momento compartió el cantante:
“Los primeros 18 años de nuestras vidas
forman nuestro verdadero o falso yo. El tiempo en que nuestros padres nos
dijeron 'quiénes somos'. Un posible encasillamiento en torno al tipo de
personalidad que somos. Creo que lo más interesante de todo esto es el estudio
continuado de esas creencias básicas y cómo afecta a nuestra percepción del
mundo actual. Gran parte de nuestra experiencia adulta es una recreación o
reacción a esas experiencias infantiles. Presos de la infancia o liberándonos
de esas ataduras que llevamos".
“72 Seasons” no es un álbum conceptual, pero en ciertos momentos, como podremos comprobar en el análisis musical del disco, algunas de sus letras nos hacen pensar en las propias vivencias de Hetfield, quien no gozó precisamente de una infancia agradable. De hecho, en varias entrevistas promocionales este ha reconocido que, líricamente hablando, estamos ante uno de los trabajos más personales de toda su trayectoria.
ANÁLISIS MUSICAL
Tras las doce canciones que conforman el LP, repite en
su rol de productor el ya conocido Greg Fidelman, quien no convenció en “Death
Magnetic” (ensombreció varias canciones de buen nivel por sus chapuzas), pero
mejoró notablemente en el más reciente “Hardwired”. Antes de iniciar la
escucha, solamente me preocupa el excesivo minutaje de la obra (¡más de 70
minutos!), algo que parece convertirse ya en un hábito del cuarteto y que no
siempre les ha permitido salir bien parados.
72 SEASONS
La cosa no puede empezar mejor. Parece que por fin la
banda ha sabido aprovechar al bueno de Robert Trujillo en esta obra desde el
mismísimo inicio. Y es que su poderoso bajo se encarga de iniciar las
hostilidades a un ritmo endiablado haciendo presagiar que el primer golpe del
álbum va a ser certero, algo que el posterior arsenal de riffs desplegado por
la dupla Hetfield-Hammett se encargará de confirmar. En líneas generales, y a
excepción de un par de momentos más cercanos al Thrash (honor para el tan
menospreciado Lars y su doble pedal), es un número con cierto sabor a los
momentos más álgidos de “Death Magnetic”. No hay ocasión en que escuche esta
pista y me entren escalofríos cuando James escupe ese verso inicial que dice “Feeding
on the wrath of man” (ni el alcoholismo, ni la edad han podido quebrar su
potencia tras el micrófono). Poco después de superar la primera mitad del
número, emerge un notable momento instrumental en el que Kirk Hammett, quien
ciertamente lleva años firmando solos un poco flojos, se redime con un punteo
veloz que remata con unas líneas más melódicas que James emula con su guitarra
al final. En definitiva, un inicio inmejorable.
SHADOWS FOLLOW
La primera vez que escuché “Shadows Follow” reconozco
que quedé algo frío, pero con el paso de las reproducciones siento que ha
crecido considerablemente (esto me ha pasado con otro par de números que citaré
más tarde). La canción se acerca más a la propuesta sonora de “Hardwired”, en
el sentido de que no propone grandes variaciones a lo largo de un minutaje un
tanto excesivo. No obstante, creo que hay elementos que sacan adelante esta
pista y la salvan de caer en el olvido, como son por ejemplo, el extenso
interludio musical que emerge en su segunda parte (espectacular el down
picking de James mientras acompaña a un cumplidor Hammett tras su guitarra)
o ese punteo decadente que precede al puente-estribillo y que tanto me recuerda
a los primeros Sabbath (o a cualquier banda de Proto-Metal del momento).
Precisamente quería nombrar el curioso puente coral que posee y que aporta
cierta luminosidad a un número más bien oscuro (sé que no agradará a todo el
mundo).
SCREAMING SUICIDE
Reconozco que con las sucesivas escuchas "Screaming
Suicide" ha terminado por convencerme. Hablamos de un número veloz y con
numerosos matices de los Metallica más contemporáneos que siempre termina
desembocando en un pegadizo estribillo. Lo mejor de este número es, sin duda
alguna, la frescura y garra que demuestra Hetfield a lo largo de la pista
(excelentísimo el trabajo vocal aquí). También quería resaltar el interludio
narrado que sucede al solo de Kirk, donde los muteados se imponen y el bajo de
Robert gana presencia. Dice mucho de estos artistas el hecho de que, una vez
revelaron este corte como segundo adelanto de “72 Seasons”, compartieron con
los seguidores un amplio listado de organizaciones a lo largo del planeta que
trabajan en la prevención del suicidio, un problema muy grave y que tantas vidas
se está cobrando.
SLEEPWALK MY LIFE AWAY
¿Y qué decir del golpe sobre la mesa que el grupo da
bajo el título de “Sleepwalk My Life Away? En pocas palabras el tema puede
definirse como el vástago que resultaría de noche apasionada entre “King
Nothing” y la más contemporánea “Now That We’re Dead”. Empiezo destacando la
inesperada introducción de bajo de Robert, quien acapara el protagonismo con lo
que parece ser unos golpes de slap, sobre una percusión tribal cortesía
de Lars. Además, me tengo que detener también en el buen hacer de las guitarras
y de James al micrófono durante los más de seis minutos de duración. El solo de
Kirk, como está pasando desde hace un tiempo, no termina de ebullir…aunque,
como compensación, justo después (minuto cinco) la banda rompe ligeramente el
ritmo con un breve breakdown con tintes modernos que funciona
sobradamente bien.
YOU MUST BURN!
Y llegamos a una de las grandes sorpresas del LP. Como
si no hubieran pasado más de 30 años desde su publicación, los de San Francisco
recuperan la agresividad y pesadez mastodóntica que definió a un clásico de su
discografía como “Sad But True”, para dar a luz a una criatura salvaje que
responde al nombre de “You Must Burn!” (siempre respetando la grandeza
insuperable del primero, obviamente). Además del ritmo martilleante (el riff
principal te destruye cual martillo pilón) que propone el cuarteto a través de
sus más de siete minutos, es necesario rendirse ante el trabajo demencial de
Mr. Hammett tras los solos (también se saca de la chistera un punteo magnánimo
que repite junto a James en numerosas secciones de la canción) y, por supuesto,
de un siempre excelente James Hetfield en sus tareas vocales. Un tema que,
aunque sé que ha levantado disparidad de opiniones, a mí me ha volado la
cabeza.
LUX AETERNA
La primera, y muy destacada, mitad del LP concluye con
la ya famosa "Lux Aeterna", pieza escogida como single anunciador del
álbum y que, en líneas generales, obtuvo el beneplácito de sus seguidores. ¿El
motivo de esta aceptación? El retorno a los riffs sucios y veloces que beben
notoriamente de los eternos Diamond Head, banda que tanto influyó en los
primeros Metallica. De hecho, en el punteo principal de la canción, cortesía de
un siempre hiriente Hetfield, no es difícil encontrar semejanzas con temas de "Kill
'Em All" (especialmente con "Hit The Lights"). Voz e instrumentación cabalgan a una
velocidad endiablada, y se niegan rotundamente a perder empuje durante el
excelente estribillo (¡James tampoco falla aquí!). El corte más breve de toda
la obra es sobradamente efectivo y me deja, al menos hasta el momento,
fascinado con la escucha de "72 Seasons".
CROWN OF BARBED WIRE
Como sucedió con “Shadows Follow”, creo que “Crown Of
Barbed Wire” ha mejorado con el paso de las escuchas, si bien es inevitable
ubicarla entre las más flojas de la producción. Su propuesta se basa en un
medio-tiempo altamente distorsionado y que roza lo monolítico a expensas del
más destacable estribillo donde Hetfield escupe con maestría el título de esta
pista. Sí, cierto que luego presenta una secuencia instrumental muy disfrutable
(parece que han cuidado muchísimo este aspecto en toda la obra), pero no puedo
ubicarla en la misma posición que “You Must Burn!”, por ejemplo. Como sucedió
con “Confusion” en el previo “Hardwired”, la segunda parte del LP abre de una
forma algo irregular (aunque prefiero esta novedad que “Confusion”, todo sea
dicho).
CHASING LIGHT
Mucha atención al octavo cañonazo del LP porque
esconde un par de sorpresas. “Chasing Light” abre con una breve intervención de
Hetfield a capella que recuerda ligeramente a la de “Fuel” y que precede
a un buen despliegue de riffs. Sus versos se sienten algo menos inspirados y
amagan seriamente con dejarnos un sabor más bien amargo…hasta
que…¡PUM!...emerge un estribillo directo a la yugular y Hetfield se desgañita
gritando ese “Chasing Light, Lean On Me!” que no dudaría en ubicar entre los
mejores de todo el LP. También resalto aquí el buen solo (ni mucho menos
sobresaliente) del “capitán Kirk”, corriendo por su mástil y apoyándose,
obviamente, en su siempre recurrente wah. Con las sucesivas escuchas la ubico
en un buen puesto dentro de mi propio top del LP, aunque ciertamente no
pueda aspirar a estar a la altura de las mejores.
IF DARKNESS HAD A SONG
Una de las canciones que mayor división de opiniones
generó desde su aparición como tercer single de esta obra es “If Darkness Had A
Song”. Reconozco que en un principio me dejó algo desubicado, pero con el paso
del tiempo he comenzado a apreciar la calidad de esta propuesta un tanto
peculiar. Si bien su estribillo es 100% Metallica (muy efectivo), la manera en
que Hetfield y las guitarras desarrollan los versos en las primeras escuchas,
con un contoneo no tan habitual, pueden causar cierta extrañeza. Por otro lado,
alabo el, ahora sí, notable solo del bueno de Kirk, quien se mueve con algo más
de soltura y riesgo por el mástil, aunque obviamente haya compuesto otros mucho
mejores a lo largo de su dilatada trayectoria. Y, por supuestísimo, el elemento
a destacar de este número es ese constante “Temptation!” que James nos repite a
lo largo de la pista y que, a buen seguro, será coreado por su legión de seguidores
en la próxima gira (es tan pegadizo que hasta sus detractores no pueden evitar
cantarlo).
TOO FAR GONE?
Me gusta muchísimo la frescura que aporta “Too Far
Gone?”, un número que rezuma un poco de Thrash con muchos aditivos de Punk y
que me evoca al siempre disfrutable “Garage Inc.”. Su ritmo es incisivo de
principio a fin (hay muchos elementos clásicos en esta pista) encontrando
siempre en el estribillo un remate adecuado y cumplidor donde la voz de
Hetfield se dobla para generar una sensación coral muy convincente. Honor
también para el soberbio instrumental que este número esconde y que permite
disfrutar de las dos guitarras compartiendo protagonismo con esas armonías que
tanto recuerdan a sus adorados Thin Lizzy (en la premiere del álbum, de
hecho, han citado a la banda irlandesa como una influencia a la hora de crear
este número).
ROOM OF MIRRORS
Para mí “Room Of Mirrors” es, sin duda, el tema más
flojo de todo el LP. Sinceramente, a nivel musical estamos ante cinco minutos
de una propuesta acelerada y mordiente, pero que carece por completo de un
momento realmente rompedor. Sí me ha gustado su letra, donde Hetfield habla sin
tapujos sobre sobrevivir a las críticas sin que tu salud mental sea destruida
definitivamente, tal y como se puede apreciar en líneas como “Would you
criticize, scrutinize, stigmatize my pain? Would you summarize, patronize,
classify insane?”. Letra buena, musicalidad no tanto. Muy prescindible.
INAMORATA
En el año 2023 ha visto la luz “Inamorata”, la canción
más larga en la historia del grupo, la cual supera los 11 minutos de extensión.
Su desarrollo lento y denso, presenta pocas variantes a lo largo de la escucha,
aunque en su intermedio esconde un minuto sorprendente gracias a un interludio
completamente atmosférico (minuto 5:20) que parece homenajear la histórica
“Planet Caravan” de Black Sabbath (de hecho, Robert Trujillo declaró en la premiere
que, a la hora de componer su línea de bajo en dichos compases, se inspiró
en su querido Geezer Butler). Dicho esto, y aunque haya medios que han
comparado este número con la instrumental “Orion”, a mí me ha hecho pensar más
en aquella interesante “The Outlaw Thorn” que cerraba el “Load” (me quedo con
“The Outlaw”, por cierto).
En definitiva, creo que “Inamorata” debe contemplarse
como un experimento ajeno al resto de canciones. Una especie de pieza
cinematográfica que el tiempo se encargará de definir como “muy bueno” o “del
montón”. Para mí es buena, pero podía haberse resumido en 6-7 minutos.
CONCLUSIÓN
No han sido pocas las veces que he escuchado “72
Seasons” desde la premiere en cines que hicieron en la víspera a su
publicación y, al menos para mí, está un par de peldaños por encima de
“Hardwired…To Self-Destruct” y de mi defendido “Death Magnetic”. A mí al menos
me ha gustado mucho lo nuevo de estos veteranos del Metal.
Siento que en “Hardwired” faltaron los temas veloces,
algo que “72 Seasons” sí posee- Sin ir más lejos, “Spit Out The Bone” llamó la
atención, entre otros aspectos, por ser la propuesta más frenética de dicho
álbum, pero lo cierto es que en este nuevo lanzamiento hay varias canciones que
ofrecen un ritmo similar, sin entrar aquí a comparar sin son mejores o no que
la mencionada. Ambos discos ofrecen una “cara A” más completa y dan la sensación
de perder impacto en su segunda mitad.
Quiero alabar el trabajo tan notorio que ha firmado
James Hetfield, quien a sus casi 60 años y tras haber tenido que alejarse de
los escenarios para tratarse su alcoholismo, ha firmado unas labores vocales
maravillosas, así como también poner de manifiesto la mayor presencia en casi
todas las canciones del bajo de Robert Trujillo (por fin se le hace justicia).
Pese a todo, hay una pega considerable que, a mi modo
de ver, impide que el resultado final sea aún mejor: la excesiva duración. Y es
que, como me está sucediendo en el cine con las películas que ven la luz
últimamente (véase “Babylon” como muestra), da la sensación de que el LP
hubiera quedado más completo si hubieran recortado el minutaje de varias pistas
o, en algunos casos (“Room Of Mirrors”, por ejemplo) directamente hubieran
descartado alguna. Esta “pega” acerca de la duración no es nada nuevo, ya que
lo mismo sucedió con “Hardwired”.
Dicho esto, y a modo de cierre, “72 Seasons” no es ni
de lejos “Master Of Puppets” (si alguien pretende exigirle lo mismo a Metallica
40 años después tal vez debería hacérselo mirar), pero ha hecho los suficientes
méritos para poder aspirar a ser la mejor referencia discográfica de la banda
desde el “Black Album” o, al menos, desde “Load”, lo cual ya es un motivo más
que suficiente para sentirse satisfecho. Mi nota, de momento, ronda el 7 o el 8 (el tiempo terminará diciéndome cuál se le ajusta mejor).
¡Gracias Metallica por tantos años de servicio!
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