“The Final Battle” se convierte por mérito propio en uno de los grandes álbumes de Stryper en el nuevo milenio. Los americanos vuelven a coquetear con las melodías y la sobriedad de su pasado más glorioso, sin por ello renunciar al Metal más crudo que ha imperado en algunas de sus obras más cercanas en el tiempo. Uno de los LPs que más me han marcado este año.
Pese a la evolución y ramificación que el Metal ha
experimentado a lo largo de las décadas, hay un conjunto de grupos que han sido
capaces de dar cierta atemporalidad a su música. Uno de sus mejores exponentes
son los americanos Stryper, grupazo que en los ochenta alcanzó sus mayores
cotas de audiencia de la mano de álbumes sobresalientes como “Soldiers Under
Control” (1985), “To Hell With The Devil” (1986), “In God We Trust” (1988) y
que, ya en el nuevo milenio, han sido capaces de seguir facturando placas de
muy buen nivel (¡y mucho Metal) entre las que destaco particularmente “No More
Hell To Pay”.
Tristemente, y aquí voy a permitirme lanzar una
opinión muy personal, da la sensación de que el cuarteto ha sido privado de
gozar de un mayor reconocimiento dentro de la historia del Metal por el simple
hecho de ser una banda de Metal Cristiano (es innegable su fe profunda, la cual
se explicita en cada letra o título). Y es que muchos melenudos no encajaron
bien ese “Al Infierno con el Diablo” (así se traduciría el mencionado clásico
“To Hell With The Devil”) que daba título a uno de sus grandes hits. Obvio que
cada uno goza de plena libertad para escuchar lo que quiera, pero me parece un
poco extremista quitar valor a grupos de renombre por el hecho de profesar una
fe o defender unos ideales (alabamos a figuras que defendieron “a capa y
espada” la libertad y luego atacamos con odio al que piensa ligeramente
diferente). Me importa muy poco si estos tipos creen o no en algo, si en sus
álbumes hay citas a versículos de los evangelios o si el mensaje de sus letras
está inspirado en la Biblia, en el Corán o en el Satanismo…¿qué más da? ¿te dan
más puntos en el “carnet de Heavy” que algunos creen tener por rechazarlos?
Tras este pequeño desahogo, nos vuelvo a situar en el
álbum que aquí nos atañe. Y es que tenemos la suerte de poder hablar de una
nueva referencia discográfica de las hordas de Michael Sweet, la cual lleva por
título “The Final Battle”. Esta contiene 11 canciones completamente nuevas que
fueron compuestas y grabadas durante una etapa algo complicada para nuestros
protagonistas, ya que Michael Sweet estuvo muy cerca de perder la visión de uno
de sus ojos (de hecho, tras someterse a varias intervenciones quirúrgicas se ha
visto forzado a tener que emplear un parche, tal y como puede apreciarse en uno
de los videoclips de este LP) y Oz también ha tenido que batallar, y sigue
batallando, contra dos tumores que le fueron diagnosticados en 2019 y que casi
terminan por dejarle sordo de un oído.
Los primeros avances han superado cualquier
expectativa por lo que no veo la hora de comenzar con el análisis musical en su
integridad.
¿Cuál es la fórmula idónea para abrir un álbum? Seguramente
“Transgressor” sea la respuesta perfecta. Las leyendas ponen toda la carne en
el asador desde el primer compás, apostando por un Metal veloz en el que las
guitarras y la batería crean la base idónea para que Michael Sweet nos siga
demostrando que se mantiene en un envidiable estado de forma (hay un par de
agudos inhumanos). Mucha atención al duelo de solos que van a librar aquí Oz y
Sweet, sucediéndose varios punteos tan llenos de técnica como de vivacidad.
Hablamos, pues, de un opener de la vieja escuela…¡de esos que jamás nos
cansaremos de escuchar!
Como segundo golpe certero de la obra podemos hablar
de “See No Evil, Hear No Evil”, una pista serpenteante que captará tu atención
desde el primer golpe de guitarra. Corte constante (mucho mérito también de esa
densa batería) que termina siempre siendo rematada por un estribillo efectivo y
coral. Por si todavía faltaba algo para terminar de encandilarnos, el solo de
guitarra no tardará en confirmar las buenas sensaciones experimentadas hasta
ahora.
Perry Richardson, quien debutaría con el grupo en el previo “Even The Devil Believes” (2020), se hace notar al bajo durante la melódica “Heart & Soul”, una pista que parece sacada de cualquiera de sus obras insigne de la década ochentera. Tras unos versos acelerados, el estribillo baja las revoluciones para permitir que Michael vuelva a hacer alarde de su destreza vocal (posteriormente tendrá aliento para bordar un par de agudos adicionales). Mucha atención al solo de guitarra que termina por coronar el número…un pequeño regalo tan veloz como cargado de efectos. Numerazo.
Estaba tardando en llegar, pero por fin nos topamos con la primera balada del álbum. “Near” conjuga una interpretación sublime de Michael Sweet al micrófono, con unas guitarras cálidas (tampoco falta un solo lleno de sentimiento) que te van envolviendo hasta el final de la misma. Como todas las canciones de esta índole que podemos hallar en su extenso catálogo, es más que disfrutable.
Tras una travesía dulce y romántica, se produce un interesante y abrupto cambio de onda musical de la mano de la callejera “Out, Up & In”, cuyas guitarras y voces chulescas me recuerdan a las de tantos clásicos ochenteros de bandas como Ratt, Accept, White Lion o White Lion. El estribillo se posiciona entre los más logrados y pegadizos de todo el plástico (¡amor eterno a esos coros!). En definitivas cuentas, una canción que solamente está al alcance de esas bandas que hace unas cuantas décadas se encargaron de garantizar la inmortalidad del Hard-Rock y el Heavy Metal.
Volvemos a viajar al pasado de la mano de la efectiva “The Way, The Truth & The Life”, una composición densa marcada por un el constante retumbar del bajo de Perry, así como por los enganchones punteos que se repiten con cierta constancia a lo largo de los versos y estribillos. No hay grandes cambios en sus cuatro minutos, pero tampoco son necesarios para dejarnos con buen sabor de boca en los labios.
“No Rest For The Wicked” mantiene la pesadez instrumental del tema previo gracias a un nuevo despliegue de riffs con ciertos guiños a Black Sabbath, a un bajo lleno de profundidad y a esos destacados coros que acompañan a Michael durante la mayor parte de la pista.
Casi al final del disco surge “Till Death Do Us Part”, canción facilona y cumplidora, pero
que, si optamos por compararla con cualquier otra presente en la obra, se
siente menos inspirada y algo repetitiva. Flojita, pero agradable.
CONCLUSIÓN
En sus 11 composiciones, “The Final Battle” concentra todos
esos elementos que, a lo largo de las décadas, han marcado la prolífica carrera
de Stryper. Tras varias obras donde la propuesta musical parecía orientarse más
hacia lo veloz, en esta entrega vuelven a cobrar más importancia las melodías
de antaño, sin por ello renunciar a ofrecer algunas pistas de alto octanaje. Por
lo tanto, estamos ante una obra ambiciosa que garantiza el disfrute para los
fans de cualquier etapa de la banda.
Si me lo permiten, desde ya me atrevo a presentarlo
como uno de los puntos más álgidos en la discografía de Stryper en el nuevo
milenio y, por ende, en uno de los discos más atractivos de 2022.
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