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Mötley Crüe - Shout At The Devil (1983)

Calificación:*****

Hace ya unos años que llevo escribiendo reseñas (algunas son decentes, lo prometo), pero ha sido con esta con la que me he quitado una espinita que tenía clavada. Y es que siempre he sentido la necesidad de traer al Blog una de mis obras favoritas de Mötley Crüe, así como uno de los LP que terminaron que formarme como rockero.

Hay discos que marcan época y “Shout At The Devil” fue uno de estos ya que consagró al conjunto como una auténtica potencia mundial y al Glam como un movimiento cultural-musical de masas.

Tras la publicación de un álbum de debut grandioso (“Too Fast For Love” es un diamante en bruto tan bueno como SATD) que poseía auténticos cañonazos como “Live Wire” o “Public Enemy #1”, el cuarteto angelino formado por unos jóvenes Nikki Sixx, Vince Neil, Mick Mars y Tommy Lee había comenzado a hacerse un hueco en una escena musical plagada de estrellas nacientes como, por citar un ejemplo cercano a este grupo, los W.A.S.P. del gran Blackie Lawless. Su actitud provocadora manifestada tanto en el plano lírico como musical (Punk Rock, Glam Rock y Heavy Metal) o estético había hecho de estos cuatro niñatos una de las bandas más prometedoras del momento (y afortunadamente pudieron triunfar como se merecían). Este pequeño tirón fue el que llevó al grupo a no perder el tiempo y entrar de nuevo en los Cherokee Studios de Hollywood para dar a luz a su próxima obra, la cual, como todos sabréis, se convertiría en un clasicazo del género.

Y es que este trabajo estaba destinado al éxito absoluto. Si no me creéis, observad la portada original del mismo. Este LP entra hasta por los ojos. Todos conocemos la portada “no censurada” en la que aparecen los cuatro músicos vestidos como auténticas bestias (que también mola, ¿eh?), pero, al menos a mi parecer, el pentagrama invertido sobre un fondo negro estaba a otro nivel. Lástima que varias sectas cristianas se manifestaron en contra de dicha imagen por invitar a adentrarse en el satanismo (hay gente para todo) y obligaron a estos cuatro provocadores a crear la versión alternativa que todos conocemos. También hubo quejas (bastante injustas, por cierto) ante la canción que dio nombre al título por el mismo aspecto, aunque de esto os hablaré más tarde. 

Arrancamos, pues, nuestro viaje a la locura de la mano de “In The Beginning”, una breve introducción atmosférica de un minuto y trece segundos de duración basada en sonidos saturados y la voz robotizada de Geoff Workman, el ingeniero de sonido del disco. Poco tiempo después, y sin tiempo para echarnos atrás, Mick Mars empuña la guitarra y comienza a dibujar esos inconfundibles riffs, mientras la batería de Lee y el bajo de Mars lo acompañan en la retaguardia. No hay que esperar absolutamente nada para escuchar esos primeros “SHOUT!, SHOUT!” y al rubiales de Vince Neil bordando este primer número con un registro variado que alcanza su punto más fuerte en los rasgados agudos que este es capaz de escupir. Es “Shout At The Devil” señores, nada puede salir mal con esta canción. Por cierto, la letra, por mucho que ciertas sectas dijeran lo contrario, no es una invitación a hacerse satánicos, sino a mandar todo al diablo y, más concretamente, a la sociedad conservadora americana.

Y cuando creías que esta apertura no podía ser igualada, la banda se saca de la chistera una de sus mayores joyas: “Looks That Kill”. Hard-Rock rebelde, con una letra vacilona y con doble sentido que es rematada por un acongojante Vince Neil en una de sus mejores interpretaciones al micrófono (no puedo resistirme a esos “That KILL!!!!!” del estribillo) y que es bien acompañado por los coros. El videoclip de esta canción también es legendario.

Seguimos por la buena senda con “Bastard”, pieza cuya única pega es su corta duración ya que te deja con ganas de seguir moviendo el esqueleto hasta que nuestro cuerpo no pueda más. Un tema acorde a los cánones del grupo por aquellos tiempos que siempre dibuja una sonrisa en mi cara.

A continuación Mick Mars toma las riendas y se luce en el breve instrumental “God Bless the Children of the Beast” en la que este curioso músico se luce con la guitarra, mezclando pistas acústicas (un arpegio simple pero efectivo), con adornos distorsionados que terminan conformando el instante más suave de toda la obra justo antes de que el grupo vuelva a meter el acelerador con su famosa versión de un himno de los Beatles como “Helter Skelter”, esa canción que tanta polémica suscitó cuando fue malinterpretada por el sanguinario Charles Manson. La banda lleva a su terreno esta pieza pionera para el Heavy Metal y sale victoriosa. De hecho esta ha sido una canción que ha estado presente en gran parte de las giras de nuestros “protas”.


Al igual que me pasó con “Bastard”, me faltan un par de minutos de duración en “Red Hot”, aunque vamos a dejarlo en que es como la cocina de elaboración: raciones cortas pero con muchísimo sabor. Tema duro, con cuatro músicos de primera categoría bordando su propio cometido  y con un estribillo sobradamente pegadizo. Me encanta.

Lo que resta del disco  tampoco se queda atrás en calidad. Para empezar tenemos un corte pausado (un medio tiempo en toda regla) y grandioso como “Too Young to Fall in Love”, justo antes de ser sacudidos por “Knock ‘Em Dead, Kid” y su incendiario riff principal (tiene mucho de “Grinder” de Judas Priest). Finalmente tenemos “Ten Seconds To Love” (tema 100% Crüe) y, por supuesto, un cierre cinco estrellas como “Danger”, que pone el broche de oro a partir de un sonido machacón y sin concesiones.

Cuando lanzas semejante disco es difícil no alcanzar el estrellato. Mötley Crüe había colocado su bandera en la cima más alta del Glam americano gracias a este trabajo y se había convertido en uno de los conjuntos más demandados del momento. Su posterior gira, teloneando a Ozzy Osbourne, fue un auténtico éxito. Este éxito también trajo consigo el “precio a pagar” que se tradujo en adicciones varias (Nikki Sixx sufrió una de las sobredosis más famosas del género), problemas con la ley (el homicidio involuntario de Vince Neil) o el nacimiento de las primeras tensiones entre los miembros del grupo. Aunque de todos estos asuntos, que bien se resumen en su película “The Dirt”, ya os hablaré en su debido momento. “Shout At The Devil” es un álbum imprescindible para entender la evolución del Metal. Una obra maestra del Glam.



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