En su séptima placa de estudio los de Iowa no renuncian a seguir expandiendo sus horizontes compositivos (absténgase de escucharlo fans que esperen encontrar únicamente agresividad en sus 12 nuevas composiciones). Eso sí, esta vez el experimento funciona muchísimo mejor que el irregular “We Are Not Your Kind”.
Gusten más o menos, lo cierto es que pocas bandas han dejado tanta huella en los últimos 23 años como Slipknot, uno de los grupos más populares del milenio en materia de Metal. Pueden presumir de haber creado su propio sonido (obviamente inspirado por los grandes iconos del Metal) y han sido piedra firme sobre la que gran cantidad de bandas han ido construyendo su propia imagen (el ejemplo más descarado es el de Vended, pero podría citar a otras tantas).
Desde la publicación de su homónimo debut en 1999 la carrera de estos veteranos ha estado lleno de momentos memorables donde han saboreado la gloria más absoluta gracias al éxito de álbumes como “All Hope Is Gone” (el más “radiofónico” hasta aquel momento), su homónimo debut, el “Subliminal Verses” o ese gigantesto “Iowa” que tantas bandas de Metal actual citan como una de sus principales influencias. Sin embargo, en estos más de veinte años de trayectoria también han tenido que remar en mares revueltos, especialmente en los últimos diez o doce años, debido a las pérdidas de Paul Gray y Joy Jordison, la prematura muerte de la hija de Shawn Crahan, el abandono de Chris Fehn por batallas legales con sus compañeros y el bajón compositivo mostrado en “We Are Not Your Kind” que trajo consigo toneladas de críticas negativas hacia los muchachos.
Nos encontramos en 2022. Slipknot sigue gozando de una fama mastodóntica dentro y fuera del Metal (hasta el tipo menos cercano al Rock conoce al grupo por sus identificativas máscaras) y la última gira parece probar que la máquina sigue bien engrasada. Cabe añadir que el llamado “Tortilla Man” (Michael Pfaff) se ha consolidado definitivamente como alguien cuyo papel en el grupo va más allá de ocupar simplemente el puesto de Chris Fehn, interactuando constantemente con los seguidores durante cada presentación en vivo, así como haciendo alguna temeridad que casi le cuesta algún susto también.
¿EL FINAL DE UNA ETAPA?
“The End, So Far” es el nombre de la esperada nueva placa del grupo. Esta, cuyo título se traduciría como “El Fin Hasta Ahora”, en cuanto fue anunciada en sus canales oficiales despertó en los medios de comunicación más morbosos la especulación del probable fin de los de Iowa. Menos mal que poco después el propio Corey Taylor desmintió todos los rumores asegurando que el título hace referencia “al final de una etapa”, pero que Slipknot continuará (el propio cantante parece haber confirmado recientemente que el motivo real del título es que este será el último trabajo del conjunto junto a Roadrunner, sello con el que han lanzado todos y cada uno de los LPs, pero cuya evolución no ha terminado de ser vista con buenos ojos por el grupo).
Lo cierto es que este nuevo lanzamiento ha despertado expectativas muy diversas entre los fans tras el innegable pinchazo que el grupo sufrió con el lanzamiento de “We Are Not Your Kind”, un trabajo que si bien con los años ha ganado algo de reconocimiento y de valía, se siente todavía muy irregular. En aquella placa el conjunto trató de innovar y romper un poco con los moldes estilísticos habitual, pero no siempre el resultado fue el esperable, tal y como puede comprobarse en la terrible “Spiders”. El miedo a tropezar con la misma piedra ronda en la mente de una fanaticada que, sin bien no ha visto con malos ojos los más que notables primeros avances del álbum lanzados en los meses previos a su publicación, a veces percibe como una utopía el hecho de que el conjunto vuelva a acercarse a sus raíces más demoledoras.
Tras varias escuchas, y
antes de adentrarme de lleno en el análisis más puramente musical de cada
canción, puedo confirmaros que lo nuevo de Slipknot no va a dejar indiferente a
nadie, ya que si bien hay momentos de Metal duro también habrá otros tantos
donde la experimentación gozará del más absoluto protagonismo.
¡ARRANCAMOS!
Debe haber muchos
seguidores, especialmente aquellos que esperan reencontrarse con los Slipknot
del “Iowa” que, al escuchar el tema de apertura, “Adderall”, hayan sentido una
decepción profunda (no es mi caso, ¿eh?). Y es que no todo el mundo está
preparado para escuchar sintetizadores, pianos y guitarras acústicas en un
álbum que lleva la misma firma de aquellos que en sus orígenes escribieron
cañonazos como “Eyeless” o “Wait And Bleed”. Sea como fuere, el experimentado
conjunto ha decidido abrir el disco con un corte melódico absolutamente
rompedor en el que encontramos más Rock Clásico que Metal (mucha culpa de ello
también recae tanto en la sencilla base de batería creada por Jay Weinberg como
en las más elaboradas líneas de bajo de Venturella). Los coros en ese atmosférico
estribillo descolocan a cualquiera, pero con el paso de las escuchas terminan grabándose
en tu mente. Más de cinco minutos de uno de los temas más extraños de Slipknot
(pero para mí cumplidor, aunque sin tampoco ser nada del otro mundo).
Tras este inicio tan
lento, el contraste que logran crear con los primeros segundos de la ya
conocida “The Dying Song (Time To Sing)” termina por convencer a aquellos que,
en su momento, cuando esta última fue lanzada como single, tal vez no se
sintieron muy convencidos sobre la valía del número (os confieso que tras la
primera escucha soy de los que se sintió algo decepcionado y que poco a poco me
fue convenciendo hasta engancharme). Pieza muy veloz y furiosa en sus
magnánimos versos (honor a Jay y, por supuesto, a la dupla Root-Thompson que
sigue tan fina como de costumbre) donde el Corey Taylor más incendiario emerge
por primera vez en esta obra, pero que en su puente opta por perder algo de
garra (patrón presente en gran parte de sus temas contemporáneos) antes de
volver a subir las revoluciones en un pegadizo estribillo. Los conciertos
veraniegos del grupo nos permitieron comprobar la efectividad de este corte, el
cual promete convertirse en un habitual dentro de los futuros repertorios del
conjunto.
Como sucedió con la
memorable “All Out Life”, la más que conocida “The Chapeltown Rag” vio la luz
casi un año antes de la publicación del álbum, solo que a diferencia del
primero, este sí terminó siendo incluido en un álbum de estudio. Hablamos aquí
de cañonazo en toda regla convenció a la mayor parte de sus seguidores desde su
lanzamiento por recuperar esa furia tan propia de sus primeros años (muchos
pensamos que los Slipknot más cavernarios estaban de vuelta) con un Corey
Taylor absolutamente desatado, así como con un trabajo tremendo de batería de
Jay Weinberg (desde su ingreso en el grupo no ha dejado de sorprendernos con un
estilo que en ningún momento pretende imitar al del eterno Jordison). También
podemos saborear buenos arreglos de Sid Wilson tras su mesa de DJ. Acierto
indiscutible.
Desde que “Yen” fue
estrenada como tercer single del álbum me vino a la cabeza el tema “If Rain Is
What You Want” que incluyeron en “.5: The Gray Chapter” por su energía más
oscura y su profundidad sonora. El trabajo instrumental es, como cabía esperar,
sobradamente disfrutable, aunque particularmente creo que es Corey Taylor quien
se roba todo el protagonismo con una actuación cargada de dramatismo en la que
cambia varias de veces de registro sin desmelenarse (el vocalista es un experto
en este tipo de piezas). Corte denso, pero altamente convincente que recuerda
lejanamente a su clásica “Vermilion”, aunque obviamente no alcance las cotas de
genialidad de aquella eterna balada.
Después de la calma llega
la tormenta (casi) perfecta, que en esta ocasión recibe el nombre de “Hivermind”.
Una vez más tenemos un estribillo de un calado más melódico que el resto del
número, lo cual vuelve a llevarme a opinar que este parece haberse convertido
en un recurso casi inalterable en sus últimos tres o cuatro álbumes. Me
encantan esos versos más abrasivos en los que la furia de las guitarras, la
batería y de un estelar Corey parece estar cerca de desgarrarte por completo,
perdonándote finalmente la vida en ese chorus algo más coral de lo habitual
que puede estar entre los más convincentes del álbum. Para mí esta debe ser de
obligada presencia en los futuros conciertos del grupo. Uno de los grandes
platos del LP.
La primera mitad del
disco termina por todo lo alto con “Warranty”, una bomba sónica que, ahora sí,
nos traslada por completo al “Subliminal Verses” y, por consiguiente, nos
devuelve a los Slipknot más encabronados. Canción salvaje que no admite melodías
en su estribillo para que el grupo en su totalidad pase el rodillo por encima
de sus seguidores. El trabajo de percusión de Jay, Shawn y el Tortilla Man es escandaloso,
así como el de un Corey Taylor que lleva tres álbumes demostrando que ha
recuperado su mejor versión (no olvidaré su deterioro vocal en la última parte
de la gira promocional del “All Hope Is Gone”). Tras un pequeño interludio
atmosférico, la batería vuelve a abrir las puertas del averno para un último baño
de fuego. ¿Esta canción se come a “We Are Not Your Kind” en su totalidad? MUY
PROBABLEMENTE. Mi preferida de este álbum.
La segunda mitad de la
obra se inicia con la extraña “Medicine For The Dead”. Un corte lento que se
extiende hasta los seis minutos de duración en el que las progresiones de
guitarra (hay varios punteos muteados que merecen una mención especial), la
sólida batería de Weinberg y unos arreglos electrónicos de Syd Wilson que goza
de un protagonismo no tan habitual van tejiendo una pieza cavernaria pero disfrutable.
Corey ruge como en sus mejores etapas, al mismo tiempo que se intercalan otras
pistas de voz más limpias, y algo dramáticas, que aportan galones a un número
que ya os aviso que necesitará un par de escuchas para convencer, pero que terminará
sumando en positivo. Este tipo de “innovaciones” en Slipknot no me parecen tan
traumáticas como lo pintan algunos medios.
Es el turno de uno de los
momentos más originales de este LP. “Acidic” nos muestra la faceta más “Grunge”
de Slipknot (¡has leído bien!). El bajo de Venturella se contonea en primer
plano creando una línea bluesera sobre la que las guitarras y la batería van avanzando
lentamente mientras desprenden sonidos decadentes que Corey sabe llevar a su
terreno para desgañitarse en los versos antes de alcanzar la gloria más
absoluta en un estribillo memorable que lleva impregnada la esencia de
auténticos iconos de dicho subgénero como Alice In Chains y Soundgarden. Habrá
gente que no tolerará tantas alteraciones en un solo álbum, pero para mí “Acidic”
está también entre los highlights de un álbum que, para mi sorpresa, está
cumpliendo de sobremanera.
No sé si es por su mala
ubicación en el álbum tras varios temas que dejan un buen sabor de boca, pero
no he terminado de conectar con “Heirloom”, una pieza sin algo distintivo. El
solo de guitarra y las apariciones de Mr. Wilson en sus sintetizadores me
parece lo más salvable de una pieza absolutamente prescindible.
¡Atención! Porque el
bajonazo que acabamos de sufrir va a ser solventado de la manera más descomunal
posible de la mano de “H377”, la segunda pieza del álbum que me hace sentir
como si estuviera escuchando cualquiera de sus primeros tres álbumes. Sobre una
base endemoniada, Corey Taylor recupera esos fraseos rapeados a la velocidad de
la luz que recuerdan enormemente a “Spit It Out” u “Only One”, ambas de su
homónimo debut. Tal vez en los estribillos extrañe un poco más de velocidad,
pero de resto me parece una canción digna de ser considerada “magistral” (¡cómo
revienta los parches Jay aquí!). Me quito el sombrero.
Me encantó la atmósfera
oscura y distorsionada de “De Sade”, una balada melódica 100% Slipknot en la
que Corey Taylor vuelve a brillar durante los versos con una actuación rica en
teatralidad y agudos (en los estribillos, en cambio, opta por volver a sus registros
más habituales). Weinberg hace un notable acompañamiento tras la batería, incluyendo
diversos rellenos más técnicos. Pasados los tres minutos y 30 segundos vuelven
brevemente los guturales y, para sorpresa de muchos, Mick y Jim se baten en un
pequeño duelo de solos (no son los guitarristas más técnicos del planeta, pero
hacen un buen trabajo).
El título no engaña. Con “Finale”
llegamos a la última canción del disco. Balada dramática con cierto aroma a outro
en la que Taylor se luce haciendo alarde de su envidiable habilidad para
inyectar en este tipo de canciones más lentas su poder teatral (si encima le
acompañan arreglos sinfónicos la cosa pinta muy bien). El estribillo se graba a
fuego en tu cabeza, más por su gancho que por su epicidad. ¿Y qué decir del breve
cambio que sufre la canción de la mano de un riff casi industrial que emerge en
el minuto 3:04? Experimentación a raudales, pero con un resultado bastante
positivo.
CONCLUSIÓN
No todo el mundo está
preparado para escuchar “The End, So Far”, algo que es comprensible ya que la
evolución que han experimentado estos artistas desde sus orígenes hasta
nuestros tiempos ha sido enorme (si a esto le sumas de por si la cantidad de
detractores de Slipknot que existen por el mundo, la división de opiniones es
aún mayor).
Tras las consiguientes
escuchas pienso firmemente que los naturales de Iowa han conseguido superar con
creces al regulero “We Are Not Your Kind”, cuyas diversas piezas de relleno terminaron
por empañar aquellas que eran más plausibles. Obvio que aquí también hay un par
de pistas que se me antojan algo insípidas tales como “Heirloom” (la peor con
diferencia), “Medicine For The Dead” o “Adderall” (no está mal, pero tampoco es
la gran cosa), pero son muchas más aquellas que terminan por convencer en mayor
o menor medida.
Números como “Warranty” y
“H377” demuestran que los muchachos no se han olvidado de hacer canciones de Nu
Metal primitivo (nunca esperé volver a escuchar algo similar a su pasado glorioso),
mientras que “Hivermind” o “The Dying Song” concentran los elementos más interesantes
de la etapa más contemporánea del grupo. Finalmente, no puedo olvidarme de “Acidic”
(de las canciones “diferentes” es, indudablemente, mi favorita del LP), “De
Sade” o “Finale”, las cuales, si las escuchas con la mente abierta, te pueden hacer
comprender que no siempre innovar o expandir tus horizontes compositivos tiene que
ser sinónimo de fracaso (celebro la ambición de los muchachos y su buen hacer
en esta obra).
Habrá opiniones de todos los colores sobre este LP…y todas respetables. Mi humilde opinión es que les ha quedado un trabajo de notable, con algunos destellos de genialidad y otros menos deseables, siendo estos últimos, para nuestra fortuna, poco numerosos. Ciertamente, si lo comparamos con cualquier otro álbum de su catálogo, a excepción de "We Are Not Your Kind" (claramente), sentiremos que el nivel es un poco inferior, pero se siente, pese a todo, como un trabajo de escucha muy disfrutable.
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