Desde “Archangel” (2015) da la sensación de que los
brasileños están siendo capaces de facturar álbumes realmente compactos y con
ciertos matices de Death Metal que eran imposibles de encontrar en la primera
etapa del conjunto, caracterizada por combinar influencias tribales con el
Nu-Metal y una segunda, que yo ubicaría con el lanzamiento de “Prophecy” en la
que el Thrash Metal comenzó a ganar terreno progresivamente. Soy de los que
defiende a muerte su más reciente “Ritual”, un trabajo crudo y que va directo
al grano.
En pleno 2022, ve la luz “Totem”, el duodécimo LP de
un proyecto que está celebrando sus “bodas de plata” (¡nada más y nada menos que
25 años!) y que pretende dar continuidad a las críticas mayormente positivas
que han acaparado con los últimos dos trabajos. Sin embargo, la inesperada
marcha del gran Marc Rizzo, su guitarrista durante más de 18 años y uno de los
principales culpables de la evolución sonora del grupo hacia terrenos más
duros, creo que sembró la incógnita en muchos seguidores sobre el sonido o la
calidad del nuevo álbum del grupo. Afortunadamente, Max Cavalera sabe jugar sus
cartas y, además de convocar a Dino Cazares (¡casi nadie!) para la gira que
debían y que la salida de Marc hizo peligrar, convenció al productor y
guitarrista Arthur Rizk para que grabara todas las secciones solistas de la
obra (ya os adelanto que lo ha hecho de maravilla).
Con esa percusión brasileña sabes desde el primer minuto
que poco ha cambiado. “Superstition” inicia las hostilidades sin piedad alguna,
poniendo la quinta marcha y arrasando con todo lo que se atreva a ponerse en su
camino. Excelente ejercicio de Thrash Metal nacido de los muteados y las voces
de un Max todavía sobradamente capacitado para convencernos con sus nuevos
lanzamientos.
Sin tiempo para un respiro se nos lanzan a la yugular
con “Scouring The Vile”, un temazo en el que los gutulares explosivos de un invitado estelar como John Tardy (Obituary) nos vuelven a llevar al Death ya explorado en sus dos obras previas. Numerazo
que gana enteros, por cierto, cuando sobrepasado el minuto y 20 segundos nos
desintegra con un riff más veloz y agresivo que el predominante en la primera
mitad.
“Filth Upon Filth” mantiene la mala hostia de los dos
primeros números, imprimiéndole además un estribillo épico y fácilmente
memorizable por el efecto de eco empleado por Max. De resto, es un “medio-tiempo”
metalero “marca de la casa”. Como “guinda” tenemos un breve pero eléctrico solo
que nos lleva en volandas hasta el final.
El inicio entrecortado de “Rot In Pain” no permite
vislumbrar la explosión metalera que se viene pocos segundos después, primero
con varios detalles tribales en la percusión y, posteriormente, con una
estructura llena de cambios de velocidad en los que logran fusionar con
aparente facilidad el Thrash y el Death, incluyendo, por si fuera poco, un solo
que me ha hecho recordar al eterno Jeff Hanneman. El estribillo va directo al
grano, algo también muy propio de Soulfly. El último minuto de pieza es un
auténtico despliegue de malas intenciones, con un riff que parece querer mutar
en un breakdown, pero que Max termina aprovechando para lanzar un par de
líneas vocales más.
La primera mitad del LP termina con una rompedora “The Damage Done” en la que el ritmo se ralentiza considerablemente y la densidad de las guitarras no cesa de crecer en ningún momento. Tras varias escuchas al número en general, y debido en gran parte tanto a ese colosal “Distant noises, Chanting voices…” del estribillo como al inesperado cambio de ritmo que introducen para un pequeño duelo de solos de guitarra (¡atención al doble pedal!) creo que esta esta hubiese sido mi pieza predilecta del LP sino hubiera sido, precisamente por la tormenta sónica que se viene a continuación.
Y es que fue escuchar el tema-título y sentir que me encontraba en 1993 reproduciendo el “Chaos AD” o del “Beneath” de Sepultura. El momentazo del disco consiste en un despliegue instrumental y vocal de casi seis minutos en los que la agresividad no cesará en ningún momento (Max está inmenso tras el micrófono), mutando en ritmos cada vez más acelerados hasta la demencia absoluta (¡escuchen ese giro de guion que Zyon provoca en el 2:30!), donde caben un par de solos brillantes y, ahora sí, un breakdown de más de un minuto cada vez más ralentizado. No pueden olvidarse de llevar esta pieza a sus futuras giras. Si alguien pensaba que Max no sería capaz de volver a ponernos a hacer headbang como en antaño, ya puede pedirle disculpas.
¿Y tras la anterior descarga nos podemos ir a dormir?
¡JAMÁS! Todavía nos quedan un par de canciones interesantes como la posterior “Ancestors”
en la que vuelven a lanzar de viejos recursos con una primera parte veloz y una
segunda con breakdown y screams incluidos. Además, destaco aquí
la letra y su fuerte contenido crítico con la religión cristiana y la manera en
que esta trata de anular toda cultura ajena a la doctrina,
“Me
hablas a través de la tumba
La
daga en la mano del diablo
Fuerza
tu cultura en mi garganta
Como
un predicador vendiendo almas
Desilusión,
compromiso
A
la mierda tus mentiras
Solo
nos salvamos a nosotros mismos
Mientras
otros viven en el infierno
No
puedes ver lo que es la codicia
Te
burlas de los ancestros.
Crucificaste
al hijo de tu padre
Forzado
el crucifijo
Llama
antigua - di mi nombre
Considera
a nuestros espíritus amenazas
Ancestros”
Aunque comparta su título con la famosa pieza de Ennio
Morricone (versionada a su vez por Metallica), “Ecstasy Of Gold” es un tema de Thrash
Metal de la vieja escuela en cuyos desarrollos de guitarra se aprecian
influencias de Slayer más que considerable y con un estribillo tan punzante con
inolvidable. Sin ser un número para la historia, creo que es un acierto en toda
regla.
Nos acercamos al final, y como no podía ser de otra
forma, tenemos la continuación de la saga de instrumentales que siempre
incluyen en sus álbumes, en este caso la duodécima parte (bautizada Soulfly
XII). Una vez más los pasajes lentos y melancólicos se imponen a través de unas
guitarras limpias y endulzadas con ciertos pedales FX, además de unos arreglos
de sintetizador que solamente crecerán en intensidad cuando la percusión de
Zyon emerja lejanamente.
Como colofón, y relacionada aparentemente con la
anterior, tenemos una arriesgada y diferente “Spirit Animal” de más de nueve
minutos en la que además de incluir varios desarrollos instrumentales extensos
con más sintetizadores y un inesperado pasaje de voces limpias que, según
reportan varios medios, fueron grabadas por Richie Cavalera (hijo de Max), también
tienen tiempo para sembrar el caos con momentos vocales e instrumentales de
Death con algunas pinceladas tribales (aquí hay ciertos momentos que me
recuerdan a Killer Be Killed). Un auténtico momentazo que también se codea
entre lo mejor de un álbum que aquí termina.
Sinceramente, aunque los tres adelantos del álbum me
habían gustado sobradamente, temía que Soulfly no lograra ofrecer algo de
variedad. No obstante, y para mi fortuna, “Totem” ha resultado ser un LP de lo
más polifacético y completo a lo largo de sus diez nuevas composiciones (no veo
la hora de hacerme con una copia del mismo). Estas piezas, en una primera
comparación con el previo “Ritual”, se sienten más oscuras y densas, pero sin
por ello dejar de pisar el acelerador en gran parte de sus secciones.
Claro que no es la obra cumbre de este grupo, pero
tampoco era necesario a estas alturas de un legado que siempre me ha resultado
de lo más variado y rico. Honor también para Arthur Rizk, quien logra cumplir
con la difícil misión de suplir a Marc Rizzo, así como hace un trabajo de
producción soberbio y sucio. Tras 25 años al frente de la criatura, Max
Cavalera sabe de sobra cómo contentarnos.
Comentarios
Publicar un comentario