Con el estrepitoso tropiezo de “Catharsis” todavía fresco en la memoria, la nueva aventura de las hordas de Robb Flynn se erige como uno de sus mejores trabajos discográficos en años, brillando por su variedad sonora en la que hay cabida para momentos con sabor a su pasado más glorioso y, al mismo tiempo, para demostrar que se mantienen en constante evolución. Machine Head vuelve a dar en la tecla correcta.
Si algo nos ha demostrado Machine Head con cada
entrega es que nunca sabrás con total certeza qué encontrarás, musicalmente hablando.
El aparente amor de Robb Flynn por no ceñirse únicamente al Groove Metal que
imperó en sus dos primeros, y más alabados (junto al posterior “The Blackening”),
álbumes de estudio, le ha llevado a coquetear con otros géneros y subgéneros,
algo que empezó a hacerse notorio en álbumes de buen nivel como “Unto the
Locust” (2011) y mi defendido “Bloodstone & Diamonds” (2014), pero que
terminaron por jugarle una mala pasada en “Catharsis” (2018), su más reciente
LP hasta la fecha. Y es que no todo el mundo estaba listo para escuchar sus
rompedoras piezas entre las que encontrábamos algunas donde había guiños al
Rap-Metal, así como varias incursiones experimentales que tampoco terminaban de
llegar a buen puerto. Si a esto le sumamos su extenso minutaje (más de una hora
y cuarto de música de la cual, siendo generoso, solamente salvaría dos o tres
canciones) creo que podemos calificarlo como el LP más controvertido de un
grupo que, a partir de entonces, empezó a ver cómo sus seguidores le daban la
espalda.
También en este complicado periodo dejaban el grupo
Demmel y McClain, ambos en desacuerdo con la orientación musical que Robb había
tomado con Machine Head. Primeramente fueron reclutados nuevamente los queridos
Logan Mader y Chris Kontos para celebrar el 25 aniversario de su legendario
“Burn My Eyes” con una gira mundial bien recibida por la crítica. No obstante, las
vacantes las ocuparían definitivamente el polaco Wacław 'Vogg' Kiełtyka
(Decapitated) y el batería Matt Alston.
Por tanto, la publicación de “Of Kingdom And Crown” se
antoja como una de las más impredecibles del año, ya que existe cierto miedo a
que Flynn haya vuelto a tropezar con la misma piedra que en “Catharsis”, aunque
los primeros singles hayan disipado ciertas dudas. Este, como curiosidad,
cuenta con la particularidad de ser el primero que podemos considerar
como conceptual ya que todas sus letras, de manera más o menos directa, nos
cuentan la historia de dos personajes, Ares y Eros, cuyos caminos marcados por
la desgracia se cruzan en un futuro distópico. A continuación, os muestro la descripción
realizada por el propio grupo de ambos protagonistas:
1)Ares: personaje que pierde al amor de su vida
(Amatista) a manos de una peligrosa secta. Este decide marchar en busca de
venganza contra esta organización.
2)Eros: Una sobredosis de droga mata a su madre, lo
cual termina destuyéndole psicológicamente hasta el punto de radicalizarse y
dar inicio a una serie de asesinatos.
Lo curioso, basándonos en varias declaraciones de Robb
Flynn en las últimas semanas, es que el líder del grupo se inspiró en el
popular anime japonés, “Attack On Titans”, de la cual sus dos hijos son muy
seguidores, para desarrollar la trama de su álbum en el sentido de que en su
historia no hay personajes “buenos” o “malos”, sino seres que sienten estar
actuando bien, pero que en realidad algunos de sus actos son bastante
cuestionables.
Antes de adentrarnos en las canciones del disco, cabe
señalar que, en este LP, y por motivos que desconozco, la batería no ha sido
grabada por Matt Alston, sino por el excelente músico de sesión Navene
Koperweiss. También, y siendo un poco crítico desde ya, me parece un poco criticable
(sin pasarse tampoco) que, tal y como le ha sucedido a otros grupos actuales
este año (véase a Arch Enemy), el hecho de que seis de los trece temas
presentes en el disco hubieran sido presentados previamente, ya fuera como
sencillos o en el EP “Arrows In Words From The Sky”, puede quitarle cierta
riqueza a las primeras escuchas si ya las conoces. No obstante, ya os digo yo
que si juntamos las piezas “ya conocidas” con “las nuevas” el resultado es más
que positivo.
¡Empieza la escucha!
Sabes que el grupo viene con ganas de sorprender
cuando el primer tema, en este caso titulado “Slaughter The Martyr”, sobrepasa
los 10 minutos de duración (Machine Head suele bordar las introducciones con
tanto minutaje). Esta extensión hace posible la sucesión de diferentes pasajes
bien diferenciados dentro de la pista, así como de varias secciones
instrumentales de peso. Tras los tres primeros minutos casi baladísticos donde
Robb canta con elegancia sobre unas guitarras melódicas y limpias, la distorsión
y los guturales emergen cual bestia que creíamos dormida, sembrando ese caos
marca de la casa con el que se dieron a conocer y que muchos extrañábamos. Casi
a mitad de la canción llega el primer estribillo coral y de fácil digestión de
la obra, el cual se repetirá un par de veces más a lo largo del número, pero
sin caer en ningún momento en la monotonía. Cabe añadir que, pese a su
minutaje, la escucha no se hace tediosa, sino más bien todo lo contrario.
Es curioso que esa introducción más lenta no hubiera
sido empleada por el grupo como una overtura para el álbum y que los siguientes
siete minutos más movidos hubiera sido ubicados como el segundo tema (prefirieron
unificarlos en un solo corte). Sea como fuere, para mí el experimento funciona
sobradamente bien.
Sin tiempo para recuperar aire emerge del mismísmo
averno la furiosa “ChØKe ØN The Ashes ØF YØUr Hate”, número previamente
estrenado como sencillo. La vieja escuela del Thrash Metal sonreirá de lo lindo
escuchando los espídicos ritmos nacidos de las guitarras, las cuales también
brillarán en el duelo de solos con ración doble de palancas, así como de una
monstruosa percusión. El estribillo tiene tanta furia como facilidad para ser
memorizado y coreado hasta la afonía más profunda en los conciertos del
conjunto (funciona muy bien). Numerazo que invita al optimismo.
Y ojo porque con “Become The Firestorm” el grupo se
niega a detener la agresión thrasher con otro golpe certero a tus oídos. Aquí no hay adornos, ni esas introducciones o
interludios progresivos que convirtieron a “Catharsis” en un álbum para el
olvido. Robb ha recordado, por fin, cómo provocar en el oyente latigazos
cervicales de tanto hacer headbanging: dándole una buena ración de riffs
punzantes, estribillos cumplidores y, si la ocasión lo permite, incluir algún
breakdown (¡escuchen el minuto dos!). Si faltaba algún elemento para que este
terminara por convertirse en uno de nuestros cortes preferidos, tranquilo que
el extenso, veloz y técnico duelo de solos incluido aquí rematará la faena
(Robb y Kiełtyka conforman una dupla deslumbrante y que puede dar todavía
muchas alegrías en el futuro).
“ØVerdØSe” es un simple interludio dramático de menos
de un minuto en el que nos metemos en la mente de alguien que acaba de ser
informado de la pérdida de un ser querido (en este caso suponemos, siguiendo la
trama, que se trataría de la muerte de la madre de Eros por una sobredosis),
pudiendo escuchar de fondo el sonido de un medidor cardiaco agonizante. Este
pequeño instante hace de preludio para “My Hands Are Empty”, una pieza muy
atmosférica y que con el paso de las escuchas (recordemos que esta vio la luz
originalmente en 2020) me fue convenciendo de su calidad. Esta se mueve serpenteante
desde su coral inicio hasta su posterior explosión en los versos. Dichos coros
con matices épicos se repetirán progresivamente a lo largo del número,
grabándose a fuego en nuestra sesera. Flynn borda aquí los guturales,
luciéndose especialmente en la segunda mitad del número. Mucha atención,
además, a la colosal armonización presente en el solo de guitarras gemelas.
La primera mitad del álbum concluye con la ya conocida
“UnhallØWed”, un monumental número de más de seis minutos de extensión en el
que los versos e interludios melódicos (Robb ha desarrollado con los años una
voz idónea para este tipo de momentos) se intercalan con riffs cargados de
malas intenciones y mucha distorsión, así como de algún rugido vocal que suma
enteros al conjunto. Cierto es que por su limpieza y experimentación es la más
cercana a “Catharsis” de todo el plástico, pero al mismo tiempo os digo que me
parece superior a cualquier número ahí presente.
Tras otro pequeño instrumental titulado “Assimilate”
construida a partir de sintetizadores y una voz distorsionada que llama a las armas,
irrumpe a ritmo medio y con una densidad propia del Death Metal la memorable
“Kill Thy Enemies”. Con esta apuestan firmemente por un número más monolítico
(para mí le sobra un minuto, tal vez), de guitarras y percusión machaconas, y
que cuenta, además con un estribillo épico épicas (otro éxito asegurado para
los futuros conciertos de los muchachos). Por si fuera poco, la sucesión de
solos resulta atractiva ya que, sin necesidad de inyectar velocidad en la
pista, nos vuelve a permitir paladear la sobrada técnica de ambos guitarristas.
¿Me permites un consejo? Dale varias escuchas a “NØ
GØds, NØ Masters” antes de expresar tu opinión, ya que es un tema que, sin
estar entre lo más destacado del disco, crece mucho con el paso de las
reproducciones. Este camaleónico corte permite disfrutar de lo lindo de la
dupla de guitarras, las cuales además de compenetrarse a la perfección, van
tejiendo una complejísima pista que en cuestión de segundos pasa de las
melodías más emotivas a los punteos más endemoniados. Un número cambiante como
pocos en este LP que, insisto, al final termina aportando puntos positivos al
cómputo global.
Reconozco que desde la primera escucha a “BlØØdshØt”
supe que esta se convertiría en una de mis pistas preferidas del disco. ¿El
motivo? Que por mucho que algunos puedan llegar a describirlo como el “típico
tema de Machine Head” (no lo comparto), no debemos olvidarnos de lo mucho que
hemos esperado a recibir por parte del grupo canciones fieles a su ADN,
especialmente tras el varapalo que fue el trabajo anterior. Numerazo asesino en
el que las guitarras y la batería logran ponernos a hacer headbanging como en
sus mejores tiempos, con una agresividad que yo no encontraba en sus discos,
creo, desde “More Things To Change” o “The Blackening”. Uno de los momentos más
grandes de todo el trabajo lo encontraremos a partir del minuto 2:12, en el que
la coordinación de ambas hachas y la batería de Navene, crean una sección
instrumental donde la técnica y la violencia van de la mano. ¡TREMENDO GOLPE
SOBRE LA MESA!
Otra canción que me dibujó una gran sonrisa fue “RØtten”,
agresiva y chulesca, en la que las guitarras recuperan los armónicos de antaño (una
vez más podemos pensar en los primeros Machine Head) al mismo tiempo que Robb
fascina a todo oyente con una actuación no solo excelsa en el plano vocal, sino
también en el dramatismo que imprime a los versos. El estribillo suena sucio y
distorsionado, convenciendo a cualquiera que se precie a corear ese “everything
is rotten to the core” repetido hasta la saciedad en su parte final.
Instrumentalmente tampoco faltarán a la cita los solos de guitarra sobrados de
técnica, así como un breve breakdown al inicio del segundo minuto del
tema.
Con un anecdótico último preludio titulado “Terminus”,
la obra llega a su final de la mano de “ArrØWs In WØRds FrØM The Sky”, número
incluido en el EP de mismo nombre publicado el año pasado. Si bien reconozco
que necesité varias escuchas para poder apreciarla, creo que su lenta
progresión melódica (muy buenas voces limpias y dobladas) ofrece al LP un final
a la altura de lo que hemos escuchado. Ese in crescendo que se va
cocinando con el paso de los minutos, y que incluye algún momento rompedor,
como los guturales del tercer minuto, alcanza su cénit de calidad en el
soberbio solo de guitarra, más limpio que de costumbre, y que precede a otro
pequeño instante de rugidos apocalípticos cortesía de Mr. Flynn.
CONCLUSIÓN
Lo primero que puede decirse, y creo que la mayoría de
los seguidores del grupo lo compartirá, de “Øf KingdØm and CrØwn” es que está
MUY por encima del “Catharsis”, algo que, si bien no era difícil de lograr,
pocos tenían garantías de que pudiera ocurrir (estamos hablando de una banda
transgresora y que no se ciñe a un único estilo, algo que les jugó una mala
pasada en el malogrado trabajo previo). Sin embargo, lo que no esperaba decir
antes de escuchar esta obra, es que puede que sea la mejor que ha lanzado
Machine Head desde “The Blackening” (por supuesto que este es insuperable e
incomparable), algo que no puedo confirmar todavía (es muy pronto para ello),
pero que he sentido desde las primeras escuchas.
Un punto a favor de este disco, además de la ya
mencionada calidad de todas las canciones presentes en el plástico (no siento
que exista relleno como tal), es que, a excepción de los diez minutos que dura
la primera pista, el conjunto ha reducido la media de duración de sus
canciones, dotándolas de un mayor dinamismo y facilitando su disfrute. Digo
esto porque en sus últimas obras, y especialmente en el odiado “Catharsis”, a
la mayor parte de las canciones le sobraban varios minutos (algunas
directamente sobraban del todo, pero esto es otro asunto).
En definitiva, para mí estamos ante un álbum que por
momentos parece recuperar la magia sonora de antaño (hay piezas que te
transportan a sus dos primeros LPs o a “The Blackening”), sin que por ello
tengamos que caer en el error de lanzar la arriesgada afirmación “Machine Head
ha vuelto a sus raíces” (cierto que han vuelto, pero no a sus raíces, sino a
convencer al oyente que tan decepcionado pudo sentirse en 2018). Insisto que
hay ciertas composiciones que podemos comparar positivamente con el pasado
glorioso de este grupo, pero también hay muchísimos instantes que suenan
diferentes a cualquier LP previo, lo cual, al menos a mi modo de ver, hace que
este álbum se sienta fresco y que confirme que, por fin, Machine Head vuelve a
progresar musicalmente.
Posiblemente si todavía existían seguidores que
tuvieran fe en que en pleno 2022 Machine Head fueran a lanzar un “Burn My Eyes”
o “The Blackening” quedes muy decepcionado. No obstante, creo que, a estas
alturas de la película, y conociendo el amor de este conjunto por innovar,
quien debe cambiar su perspectiva son los propios seguidores y no el grupo. Y
lo digo desde el respeto más absoluto.
Da la sensación de que, en el futuro, porque todavía es pronto para hacerlo, hablaremos de “Øf KingdØm and CrØwn” como un paso hacia delante en la trayectoria de este grupo. Lo que está claro es que Robb Flynn es otro de esos iconos metaleros que, aunque hayan cometido errores musicales de todo tipo, siempre terminan resurgiendo de sus propias cenizas con álbumes de altura como este. No le demos por muerto.
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