Cuando haces música para las masas tiendes a perder la esencia que te ha caracterizado. “AfterLife”, la novena obra de estos americanos no termina de cuajar tras varias escuchas, sepultando un par de números de alto nivel en un mar de mediocridades. Que alguien me explique por qué Megadeth han tenido que telonearlos.
Los medios musicales, y especialmente los
norteamericanos, llevan décadas decidiendo en la sombra qué artistas merecen
tener un tirón comercial mayor (hayan hecho o no méritos para ello). Para ello
se valen de herramientas tales como la constante reproducción de los mismos
sencillos en las emisoras de radio, así como del uso de titulares exagerados y
destinados únicamente a lograr que su nombre haga cada vez más “ruido” en la
escena (¿cuántos herederos tiene Led Zeppelin según la prensa “yanqui”?). Tal
vez, y no quiero que nadie se ofenda con lo que voy a mencionar a lo largo de
este escrito, ese tirón publicitario, así como la creación de elementos
distintivos como una mascota presente en sus portadas, ha convertido a Five
Finger Death Punch en un grupo de inmensa popularidad dentro de los Estados
Unidos, algo que, curiosamente, no ha trascendido a la escena global.
Tal ha sido el bombardeo publicitario en beneficio de
este grupo que han logrado que otros grupos históricos, véase el caso concreto
de los mismísimos Megadeth, estén ejerciendo de teloneros de sus presentaciones
en vivo, cuando lo lógico era que Five Finger Death Punch abriera para cualquier grupo de caché (mejor
me muerdo la lengua con este tema…).
Sea por el enorme ascenso de popularidad que han
experimentado desde su primer álbum, lanzado allá por 2007, o por adaptarse al
tipo de demanda actual, da la sensación de que el conjunto lleva un par de
álbumes sin correr ningún riesgo y, lo que es peor, apostando por incluir
detalles contemporáneos y “poco metaleros” a sus composiciones (que por
supuesto que también hay canciones de Nu-Metal). La evolución, al menos para
mí, no está siendo del todo atractiva, la verdad.
Dicho esto, ya os aviso de que “AfterLife”, el noveno
esfuerzo de estos músicos, y el primero en contar con el guitarrista Andy
James, no va a descubrirnos la pólvora ni ha logrado hacer que me trague mis
palabras. Para suerte de todos, hay piezas muy buenas, como ahora podréis
comprobar, pero hay otras que, en fin, ha costado mucho reseñar.
¡Dentro música!
Empezamos de manera contundente con “Welcome To The Circus”, un numerazo lleno de furia en los riffs y voces, cuyo puente me recuerda al “Dragula” de Rob Zombie hasta que entra el comercial estribillo y la agresividad pierde algo de protagonismo, para volver pocos segundos después en las posteriores estrofas. Me ha gustado bastante que la hayan elegido como opener de la obra.
El tema título se inicia algo arriesgado, pero termina
por desembocar en uno de esos cortes de Metal contemporáneo que,
particularmente, siempre me terminan recordando a los Disturbed de los últimos
tiempos. Estribillo pegadizo y facilón con el que no es difícil entrar en
sintonía rápidamente. La letra, según he podido leer en varios foros, alude a
la reconstrucción del grupo tras las salidas de Jeremy y Jason.
El primer tropezón sonoro lo encuentro en “Times Like These”, un insípido número hecho por y para la radio al que no le encuentro nada atractivo. Un flojísimo refrito de esas fórmulas menos convincentes que llevan intentando colarnos desde siempre, aunque en los últimos años lo han hecho con demasiado ahínco. Conmigo, lamentablemente, no funcionan.
Menos mal que de vez en cuando el grupo se acuerda de
hacer Metal y nos regala canciones apabullantes como “Roll Dem bones”, en la
que encontraremos varios riffs y líneas vocales veloces al más puro estilo
Slipknot, además de un estribillo algo más edulcorado, pero sobradamente
logrado. El instrumental incorpora un pequeño breakdown en su inicio que
es de esperar que obtenga una gran acogida en sus futuros directos.
“Pick Up Behind You”, como el tema-título, apuesta por
un Metal fácilmente digerible (cito de nuevo a Disturbed como símil), con unos
versos y estribillos ubicados siempre en su zona de confort pero que siempre
son preferibles a esos otros números comerciales a más no poder y que tanta
credibilidad les restan. Buena pieza, sin más.
La excesiva comercialidad y producción terminan
convirtiendo “Judgment Day” en una broma, para mí al menos, infumable, aburrida
y con papeletas serias para convertirse en la peor del álbum. Hay un límite
entre el “mainstream decente” y el “vender lo que sea perdiendo tu
esencia” y aquí siento que lo han traspasado sobradamente.
Aunque no me maraville, por momentos “IOU” parece
recuperar enteros en sus agresivos versos. No obstante, ni el puente, ni el
estribillo suenan inspirados como otros de este LP (¿excesiva repetición de
patrones? Posiblemente), pero insisto en que prefiero esto a “Judgment Day”.
Las alarmas siguen disparándose con “Thanks For
Asking”, una pieza cuya percusión y estructura no pueden sonar menos personales
(recupero el concepto de “vender lo que sea”) y aburridas. Un punto negativo en
un cada vez más irregular LP.
“Blood And Tar”, aunque carezca de algo rompedor, nos
vuelve a acercar a la faceta más demoledora del grupo por momentos, con una
estructura disfrutable y directa al grano. A veces tenemos que conformarnos con
este tipo de números, si la alternativa es la que es.
Los arreglos algo exagerados y modernos, no impiden
que “All I Know” brille como merece. Una balada comercial, con progresiones más
o menos esperables, pero no por ello menos plausibles, un nuevo estribillo
adecuado y varios destellos guitarreros que imprimen algo de luz a un álbum
desigual.
¡Y seguimos mejorando! Un poco de mala hostia nunca viene mal por lo
que es de agradecer que a estas alturas del LP hayan incluido la certera “Gold
Gutter”, en la que las voces rotas y los riffs punzantes se imponen, brillando
incluso en un estribillo menos “para todos los públicos” que otros del mismo.
Así sí, señores.
La obra cierra con “The End”, un número lento a lo
“Time Like These” en el que se vislumbran arreglos de cuerda tras los versos.
Una pieza más bien floja (que no mala), sin momentos que merezcan mención
especial y que se ciñe a seguir los patrones compositivos de siempre.
Está claro que Five Finger Death Punch no se ha
planteado romper sus moldes o restar comercialidad a sus composiciones. Si bien
hay un par de temas nuevos que merecen todo el reconocimiento del mundo, como
son “Roll Dem Bones” (la mejor del LP de lejos), “Welcome To The Circus” o
“Gold Gutter”, otros números como “Times Like These” o “Judment Day” creados
para atraer a otro público (al rockero no), además de la falta de inspiración
en las irregulares “IOU” o “The End”, lo convierten en un disco del montón,
disfrutable en momentos escasos y al que no puedo ponerle más de tres estrellas
(un cinco-seis “raspadito”). Un batacazo, que la prensa norteamericana no
dudará en vendernos como “lo mejor de 5FDP”. Tienen capacidad para hacerlo
mejor y se les debe exigir más.
Comentarios
Publicar un comentario