“Leviathan” supuso la consolidación definitiva de Mastodon como una de las bandas más grandes del Siglo XXI. La manera en que dieron música a un clásico de la literatura universal como “Moby Dick” es digna de todo elogio. Uno de los mejores y más queridos álbumes del nuevo milenio. De esos que a veces podemos permitirnos catalogar como “de escucha obligatoria”.
En los más de siete años que llevo escribiendo en
este humilde Blog, creo que esta ha sido la reseñas que más tiempo me ha
llevado preparar (siete meses para ser exactos). El motivo es la grandeza y
complejidad (muchos datos musicales…y no tan musicales) tras “Leviathan”, la
obra que en 2004 hizo eternos a estos genios procedentes de Atlanta. Sin
embargo, y aunque vayamos a hablar de la consolidación de Mastodon como banda
de masas, hay que recordar que ya desde 2002 el grupo había comenzado a
despertar un considerable interés por parte de la escena metalera de la época
con la publicación de su debut, el salvaje “Remission”, en el que nos golpearon
los tímpanos con auténticos cañonazos como “Crusher Destroyer”, “Mother
Puncher” o “March Of The Fire Ants”.
Si el mencionado “Remission” tomaba su inspiración
estética y lírica en el elemento del fuego, su próxima obra se centraría en el
agua. Lo que pocos esperaban era que “Leviathan”, además, fuera concebido como
un álbum conceptual en la que todas (o casi todas) sus letras estarían
relacionadas con la aclamada novela de Herman Melville, Moby Dick. De hecho, la propia portada del álbum, una de las más
famosas del género (obra de Paul Romano), ya nos muestra al mítico cetáceo
golpeando al Pequod (el barco del demente capitán Ahab), así como una
recreación del famoso cuadro de Katsushika Hokusai, La gran ola de Kanagawa.
Como todo buen álbum de Mastodon, se necesitarán varias escuchas para poder captar todos los elementos que conforman cada una de las canciones aquí incluidas. El trabajo tanto instrumental como vocal, sin olvidarnos de las letras (en esta reseña vamos a desgranar cada una) merecen toda nuestra atención.
Un riff salvaje y poco distorsionada en sus primeros segundos nos anuncia el inicio del álbum con un clasicazo como “Blood And Thunder”, corte de índole agresiva que nos dibuja con gran fidelidad lo que se nos viene encima durante todo el disco. Troy Sanders ruge durante los versos mientras que en el simple pero mítico estribillo toda la banda ruge al unísono para grabarnos a fuego ese (“White Whale! HOLY GRAIL!”) . El instrumental que nace tras el segundo chorus es una auténtica delicia, con dos guitarras coordinadas y avanzando sobre una escala técnica implacable. Tomando como referencia el hilo conductor del álbum, podría decirse que esta pieza nos hace una especie de introducción a “Moby Dick” describiéndonos por un lado a la inmensa criatura marina tan preciada por los marineros de la historia, la cual comparan con el santo grial, y, por otro, al desquiciado capitán Ahab quien, tras perder la pierna en una primera batalla contra el animal y que tuvo que suplir por una de marfil nacida de un diente que le arrebató, está sediento de venganza.
“Esta
pierna de marfil es lo que me impulsa
Arpones
alzados en el cielo
Apunta
directamente a su frente torcida
Y
la miran directamente a los ojos
Nuestro viaje solo acaba de empezar. “I Am Ahab” es
pura mala hostia con una canción que avanza técnica y dura, con guitarras
pesadas y más monolíticas que en el primer zarpazo del disco, pero con una
nueva sección solista asombrosa, donde Brent y Bill brillan con punteos
coordinados y ardientes. La letra de la canción nos describe nuevamente a Ahab,
solo que es en esta ocasión poniendo mayor énfasis en su faceta más emotiva, ya
que, aunque esté claramente obsesionado por su deseo de dar muerte a la bestia
de los mares, no puede evitar confesarnos su fascinación por aquella “montaña
erigida sobre el mar” (una elegante metáfora para describir a la ballena).
“Hay
magia en el agua que atrae a todos los hombres
A
través de colinas y arroyos abajo”
La inmensidad sonora de “Seabeast” es fascinante.
Brent toma el protagonismo vocal y se contonea con su voz rota sobre una base
instrumental marcada por un colosal ritmo de batería cortesía de ese genio
llamado Brann Daylor, quien firma una de sus aportaciones más inhumanas. Troy aporta
un par de rugidos marca de la casa, demostrando una vez más la conexión tan
pintoresca que ha caracterizado a este grupazo. Sobre el minuto 3:30 se levanta
un temporal de riffs y punteos desolador
que nos lleva en volandas hasta el final del número. Auténtica genialidad.
Atendiendo a la letra, y siempre partiendo de una
interpretación más personal, en su mayor parte se mantiene el tono descriptivo
sobre la enfermiza obsesión de Ahab por cobrar su venganza y dar muerte a Moby
Dick. No obstante, también se hace mención al arponero caníbal Queequeg, pieza
clave en el desarrollo de la trama, en quien Ahab confía para dar caza a la
ballena (“Estimado señor Queequeg, se le ha informado que su vida ha sido
salvada. No eres un desastre vicioso de corazón negro, por lo que se ha
afirmado. Si esta es la bestia que nos arrastra hacia el este con poderosas
olas, déjanos mirar en tu interior y sacar todo tu orgullo, sabes que depende
de nosotros”).
“Hay
una herida abierta colocada sobre mi corazón en la rabia de la ira
Si
abrimos un espíritu, un espíritu que puede sangrar
Ahab,
el muchacho líder en el que podemos confiar, su obsesión los lleva.
Encuéntranos
en el templo sanando a todos los lisiados”
“Island” nos sumerge en un tono más agresivo que logran a partir de una sucesión de riffs técnica y muy distorsionada, sin pasar por alto la base de bajo y batería tan martilleante de la misma. En el caso de la letra de esta canción es algo difícil encontrar una vinculación directa con la novela, ya que se alude claramente a Islandia en diferentes planos: su mitología (se habla de Gunger, que era la danza del dios Odín), a su historia antigua (el Althing fue la asamblea de gobierno presente en los países nórdicos desde la sociedad medieval y vikinga) y no tan antigua (se habla de la erupción volcánica en la isla de Heimaey, la cual aconteció en el año 1973 en la montaña de Eldfell y terminó destruyendo miles de casas. Esta catástrofe natural fue descrita por algunos geólogos como La “Pompeya” de Islandia), a su geografía (se alude al Geysir, una de las zonas geotermales más activas de Islandia y probablemente la más famosa del mundo, y de la preciosa catarata del Gullfoss). Puede ser, insisto aquí en que es una interpretación, que la banda escribiera una letra sobre Islandia ya que es el país siempre ha tenido tradición ballenera (fueron precisamente los vikingos quienes más destacaron en estas técnicas).
Como
muchos sabrán, “Iron Tusk” se convirtió en otro clásico de Mastodon. La oscuridad
nacida de los amplificadores del trío de cuerda, donde se esconden algunos
momentos de auténtica magia compartida, y de una batería incisiva y sin un
ápice de pausa, termina llevándonos en volandas a un estribillo para el
recuerdo. El título hace referencia
directa a la herramienta fundamental en la cacería de ballenas: el arpón (en
inglés “Iron Tusk”). No obstante, la letra parece aludir a la primera cacería
perpetrada por la tripulación del Pequod, cuando esta da muerte a una ballena
(en la letra se habla de que esta llega al “cementerio de elefantes”, una
metáfora del mundo anglosajón para aludir a la cercanía del fin de un ser vivo)
ya que se parafrasea el “long and strong” (largo y fuerte) que el segundo
oficial Stubb grita a los remeros para perseguir y dar caza con el arpón
al primer cachalote que avistan. Como
curiosidad cabe añadir que también se menciona el término “Physeter catodon”,
que es el nombre científico con el que se denomina al mencionado cachalote,
tipo de ballena que supuestamente también era Moby Dick.
“En
línea recta
Siento
como estalla el hígado y el pulmón
“Largo
y fuerte”
Hasta
que derrame su sangre negra
Concentrados
en el
Extenso
cuerpo de la cabeza a la cola
Destrozar
la vida
Physeter
catodon (cachalote)
Cultura
buitre”
Llegamos a “Megalodon”, mi número preferido de todo el disco. Tras un inicio melódico y teatral, la banda construye un martilleante ritmo sobre el que lanzan las primeras estrofas antes de que ambas guitarras escupan un break creado a partir de un breve lick de inspiración Country y Blues (minuto 1:20) y pocos segundos después todos los instrumentos se abalancen sobre nosotros con un espídico instrumental antes de que el caos y los guturales hagan acto de presencia para poner fin a este idílico caos. La letra habla sobre el famoso Megalodón, un tipo de tiburón ya extinto que ha sido descrito por los científicos como el más grande que ha existido (temporalmente se estima que atemorizó al mundo marino en un rango temporal de 28 y 2 millones de años), con más de 100 toneladas de peso y 17 metros de largo, con unas aletas del tamaño de las velas de un barco y una mordida 10 veces mayor que la del tiburón blanco. Una auténtica bestia del mar merecía semejante número musical.
Me
encanta la manera en que la banda escupe con un tono martilleante los versos en
“Naked Burn” y con la misma inyectan en el número un par de momentos llenos de
melodías y de un feeling más progresivo con el que parecían querer avisar de la
evolución sonora que desarrollarían en sus próximos álbumes.
Curiosamente,
esta canción no tiene nada que ver con Moby Dick, al menos aparentemente. Al
principio del texto alude directamente a los nefilim, una raza de gigantes
violentos de fuerza sobrehumana que aparecían en la Biblia y cuyo origen, según
las escrituras, se debía a la unión de mujeres humanas con los llamados “hijos
de Dios”, que eran personas usaban el nombre de Dios para obtener su propio
beneficio (el diablo, reyes, poderosos,…) y, en este caso concreto, para
mantener relaciones sexuales. La Biblia cuenta que los nefilim fueron
exterminados al ahogarse con el diluvio universal de Noé, algo que guardaría
relación con la muerte del capitán Ahab (el estribillo de la canción de hecho
alude a este suceso). Según afirman algunas páginas web, el propio Brent Hinds
llegó a confesar que escribió la canción para hablar, de manera metafórica
sobre la pedofilia practicada por tantos sacerdotes católicos, lo cual
guardaría relación con los nefilim y cómo eran engendrados por los abusos de
poder de las clases poderosas (en este caso los sacerdotes).
“Aqua
Dementia” es otro número imposible de no adorar. El desarrollo instrumental,
aunque a estas alturas no sea una sorpresa realmente tratándose de semejante cuarteto,
es perfecto, con una pista completamente impredecible en la que combinan
momentos del más agresivo Thrash con otros donde aportan más melodías al
resultado final (un caos musical, como su propio título parecía indicar). Es en
esta canción donde hace su primera colaboración el gran Scott Kelly (vocalista
de Neurosis), quien acapara por completo el micrófono y nos ofrece una
interpretación cruda e hiriente que enamora a cualquier metalero. La relación de Scott y Mastodon se ha
mantenido fuerte a lo largo de las décadas y se ha convertido en una especie de
tradición que en cada nuevo álbum del grupo el cantante preste su voz en una
canción (excepto en “Hushed & Grim” donde esta colaboración no llegó a
suceder), sin olvidar los diversos conciertos que han ofrecido juntos.
Para
entender el significado tras esta letra tenemos que recordar un momento de la
historia. Hablamos del grumete Pip, quien es nombrado remero pese a no tener
experiencia alguna en esta función. En un momento de la trama, muerto de miedo,
cae del bote y, casi de casualidad, es rescatado, pero en un estado de aparente
locura. No obstante, para Ismael , el joven de origen africano lejos de perder
la cordura, había adquirido la habilidad para ver la realidad tal y como era,
lo cual le permite darse cuenta de que el plan de Ahab era mezquino e inhumano.
Mastodon en “Aqua Dementia” se mete en la piel de Pip y, sin alejarse de la
trama, aprovecha el argumento para enviar avisos a la sociedad actual sobre la
destrucción masiva del planeta.
“Los justos van con furia ardiente
Y limpiamos la tierra para
derribarla
Derríbalo
Y Dios lo verá arder”
Agárrese que es el momento de una auténtica obra maestra. Con “Hearts Alive” llegamos al clímax de la historia. Ahab se planta delante de la enorme ballena blanca y la arponea sin piedad. No obstante, la gigantesca criatura arrastra al capitán y a toda su tripulación (menos a Ismael) con su inmensa fuerza, llevándolos a una instantánea muerte por ahogamiento. Todo esto Mastodon lo narra en una canción que se extiende hasta la friolera de los 13 minutos de extensión y en la que terminaron de consagrarse como una de las agrupaciones más innovadoras y excelentes del Siglo XXI. Estamos hablando de una canción marcada por el predominio de lo progresivo, con constantes variaciones estructurales, una instrumentación PERFECTA (entre la percusión de Brann durante todo el número y la extensa mezcla de riffs y punteos aquí presente…¡imposible no sentirse saciado!) y, para los amantes de las voces de las rotas, un duelo al micrófono entre Brent y Troy. Los últimos tres minutos de la canción son escandalosamente épicos, de la mano de un par de solos ambiciosos sobre un riff denso como pocos. ¿Cómo es posible que esta canción no haya trascendido?
Para finalizar, y siguiendo la fórmula empleada en su debut “Remission”, el disco termina con una soberbia pista completamente instrumental (adoro la combinación de guitarras acústicas con otras con pequeñas dosis de distorsión, así como con algunos arreglos de sintetizador) que debe su nombre a Joseph Merrick, mejor conocido como "El Hombre Elefante" (no es casualidad que el cierre de su primer álbum fuera titulado “Elephant Man”) debido a las terribles malformaciones que sufrió. Todos los cinéfilos estarán pensando también en la gran película de David Lynch sobre este desgraciado personaje que tan bien interpretó John Hurt (también aparece mi adorado Anthony Hopkins, dicho sea de paso). Cabe añadir que a día de hoy no existe un acuerdo total acerca de la enfermedad experimentada por Merrick, ya que hay quienes sugieren que se trató de una neurofibromatosis, mientras que otros defienden la hipótesis del síndrome de Proteus. En definitiva, un nuevo ejercicio de técnica y perfección.
Si “Remission” había sido un golpe certero sobre la mesa para Mastodon, “Leviathan” fue la confirmación definitiva del cuarteto como uno de los mejores grupos del nuevo milenio (algo que han sabido corroborar con el paso de los años y de una serie de discos no menos impresionantes). Sus 10 canciones son la combinación perfecta de un envidiable ingenio plenamente musical con una enorme imaginación lírica. Como decía en la introducción al escrito, uno de los álbumes más representativos del Metal en las últimas décadas.
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