Conocedores de su riqueza lírica cuando se trata de hablar de la historia bélica del mundo, los suecos Sabaton siguen profundizando en la I Guerra Mundial al mismo tiempo que se sacan del bolsillo un no menos interesante conjunto de piezas que aspiran a quedarse por mucho tiempo en los oídos de sus fans.
En esta ocasión me
aventuro a hablar de una banda que he escuchado (imposible no hacerlo cuando
goza de mucha presencia en los medios nacionales e internacionales), aunque no
con demasiada frecuencia. Sabaton, si bien en lo lírico siempre me han parecido
excepcionales por el hecho de tratar siempre letras relacionadas con la
historia de la humanidad (y bien fundamentadas, cosa que en la actualidad, y en
especial en el mundo del periodismo, no es fácil de encontrar), en lo musical
no siempre he logrado digerir sus fórmulas más o menos similares, algo que no
critico ni mucho menos. De hecho, si me habéis leído en anteriores ocasiones
sabréis que soy defensor de este tipo de bandas que deciden mantenerse fieles a
un estilo que les resulta “cómodo” (véanse AC/DC, Motörhead,…), aunque al mismo
tiempo soy de los que siempre aplaudirá un poco de innovación y el riesgo que
esta conlleva. En breves palabras puedo decirlo: me gusta la fórmula de
Sabaton, pero a veces me ha costado un poco más seguirles.
En pleno confinamiento,
el grupo sueco supo jugar sus cartas y, aprovechando la gran acogida que tuvo
el disco
“The Great War”, un recomendadísimo LP con la I Guerra Mundial como hilo
conductor, decidió dar continuidad lírica a este evento histórico con “The War
To End All Wars” (Y sí, para quienes os lo estabais sospechando, en el
mencionado “The Great War” hay una canción con el título de este nuevo disco),
esta nueva placa que aquí nos congrega. Por tanto, Sabaton nos sigue invitando
a viajar mentalmente a ese tormentoso periodo comprendido entre 1914 y 1918, lo
cual no nos costará en absoluto desde que pongamos el ojo en la realista y
dramática portada elegida para la ocasión.
Para quienes nos gusta la historia, este trabajo
nos vuelve a presentar un trabajo lírico impresionante que empieza, como era de
esperar, en ese título que alude al concepto idealista que en aquel momento se
tuvo para definir a la IGM (¿realmente tenían la esperanza de que tras la “Gran
Guerra” no habría que lamentar más conflictos?). Más de 100 años después no
hemos dado cuenta de que hemos fracasado como raza y aquella “Guerra Para
Terminar Todas Las Guerras” , podríamos haberla llamado realmente “La Guerra
Para Que Nazcan Otras Tantas Guerras”.
Con “Sarajevo” comenzamos con el propio origen de
la batalla: el atentado contra Francisco Fernando, heredero del imperio
austrohúngaro, a manos de Gavrilo Princip que terminó por desequilibrar la
situación europea del momento y provocar el inicio de la Gran Guerra, la más
grande vista hasta la fecha. Musicalmente estamos ante un tema solemne y
sombrío en el que intercalan narraciones que nos sitúan con bastante fidelidad
y dureza en aquel fatídico evento. Buena
canción que cumple como opener.
A mí el
tono cañero y veloz de “Stormtroopers” me ha recordado a los primeros álbumes
del grupo (especialmente a “Primo Victoria”), con esas reminiscencias al Metal
teutón más contemporáneo de Accept o Helloween. Un numero con pegada, con
buenísima base rítmica, un rabioso y efectivo Joakim, un interludio coral…en
definitiva, mala hostia por los cuatro
costados. A nivel musical una de mis pistas favoritas de todo el LP. La letra
no habla de los soldaditos de Star Wars, sino de los llamados Sturmtruppen o
Sturmmann, que eran un conjunto de soldados especializados en tareas de
infiltración en campo enemigo.
Por
momentos, y aun sin renunciar a su estilo al 100%, parece que Sabaton hace el
esfuerzo de romper un poco con la linealidad que les ha caracterizado durante
estas décadas con canciones como “Dreadnought”, en la cual el bajo gana algo
más presencia aportando al conjunto una densidad más considerable (buenas
guitarras, por cierto). Joakin canta también con más rudeza y calma, mostrando
una mayor amplitud de registros que la que muchos le han presupuesto a lo largo
de estos años. El estribillo es un “marca de la casa” y termina por grabarse a
fuego. Tanto el título como la letra hacen referencia al salvaje modelo de
acorazados que predominó durante esta guerra y que tantas muertes produjo en el
océano. Por tanto, los suecos vuelven a hablar de un buque de guerra, tras la
popular “Bismarck”.
Con “The
Unkillable Soldier” la banda nos atrapa en su habitual e infalible fórmula
vencedora, con grandes coros que introducen el estribillo desde las primeras de
cambio, guitarras muteadas y un desarrollo estructural esperable pero
sobradamente convincente. La letra habla de uno de esos personajes peculiares
que cada guerra trae consigo. En este caso el protagonista es el valiente, o
tal vez “demente” o “masoquista”, Adrian Canton de Wiart, quien fue herido un
total de nueve veces en diferentes partes del cuerpo (ojo, cabeza, estómago,
tobillo, cadera y oreja) en las dos Guerras Mundiales, en Somalia y en Boers,
así como sobrevivió a dos accidentes aéreos, escapó de un campo de prisioneros
cavando un túnel con sus manos y se arrancó a bocados sus propios dedos porque
se negaba a que su médico se los amputara…lo que se dice un auténtico
superviviente y, al mismo tiempo, un tipo poco escrupuloso. Por si fuera poco,
y lejos de ser una broma, años después de volver a su hogar tras la guerra se
atrevió a afirmar, “francamente, he disfrutado de la guerra” (sencillamente
surrealista). ¿Se acuerdan del Caballero Negro de “Los Caballeros De La Mesa
Cuadrada” de los Monty Python que se negaba a rendirse aunque le hubieran
cortado ambas manos y piernas? Pues lo mismo. Que Adrian Carton se merece un
disco entero para él solo es un hecho.
“Soldier
of Heaven” goza de unos teclados martilleantes que unidos a una batería con
ciertos arreglos tecnológicos terminan dando cuerpo a una canción accesible y,
aparentemente, llena de buena energía. Remarco lo de “aparentemente” porque en
realidad nos habla de algo tan crudo como la muerte de cientos de soldados
austriacos e italianos que en el llamado Viernes Blancode 1916 debido a diversas avalanchas acontecidas
en el Col Di Lana, mejor conocido como “Blood Mountain” o “Montaña de Sangre”
en español.
Volveremos
a viajar al pasado del grupo de la mano de la incisiva “Hellfighters”, un
número que te machaca desde el primer golpe de púa hasta el último baquetazo,
con un auténtico despliegue de técnica y mala baba en el que tanto la voz
principal como los coros suenan algo más graves de lo común. La letra supone un
homenaje al 369º Regimiento de Infantería de las fuerzas armadas de los EE.UU.,
mejor conocido como los Harlem Hellfighters, que fue uno de los primeros en
contar con un número predominante de afroamericanos, así como de un número
también considerable de afro-puertorriqueños. Estos, por su condición racial
nunca fueron reconocidos por el ejército norteamericano viéndose obligados a
operar bajo el mando francés (terminaron recibiedo la Croix de Guerre por sus
aportaciones). Cabe señalar que se les suele citar como principales
responsables de que el Jazz llegara a Europa.
La canción
más olvidable de la obra, al menos para mí, es “Race To The Sea”, la cual da la
sensación de quedarse a medio gas y sin mostrar algo reseñable sin contar la
letra. Líricamente se nos narra de manera sencilla la estratégica e ingeniosa
inundación del río Ypres que el ejército belga provocó en su llanura durante la
Primera Batalla de Ypres para, de esta forma,
detener el avance de la superior ofensiva alemana que soñaba con
imponerse en la llamada “Carrera Hacia el Mar” (precisamente este es el título
de la canción) y hacerse con el control de los muelles de Bélgica. Este es uno
de los grandes ejemplos históricos para hablar sobre la importancia del
reconocimiento del campo de batalla como un arma más contra el enemigo.
El nivel
vuelve a subir con una más convincente “Lady of the Dark” que se abre paso con
riffs punzantes, estructuras predecibles pero pegadizas y un buen número de
secciones corales que tampoco sería raro que terminaran sonando en futuros
directos del grupo. La canción recupera la figura de Flora Sandes, una famosa
guerrera británica que, cual Mulán, se hizo pasar por su hermano para luchar
junto al ejército serbio, llegando a alcanzar el rango de capitana (capitán
para sus compañeros). Ella ha sido considerada por los historiadores como la
primera mujer soldado.
“The Valley
Of Death” emerge con un tono más alegre que en el resto de números del disco
(un poco como “Fields Of Verdun” en el anterior plástico), para hablarnos entre
riffs y sintetizadores escandalosamente épicos de las Batallas de Doirán, tres
enfrentamientos (cuatro si contamos el que se había producido un año antes de
la IGM) entre La Triple Entente conformada por las tropas británicas, francesas
y griegas contra los ejércitos alemán y búlgaro. Canción fuerte y con otro estribillo para la
colección.
Para mí
uno de los grandes aciertos del disco ha sido, sin duda, la dulce y tierna
“Christmas Truce”, una composición que nos ha llegado en forma de balada (o
Power Ballad mejor dicho)para recordar uno de los momentos más humanos en la
historia de las guerras. Sobre un elegante piano y orquestaciones varias, la
banda conmueve al oyente con un número pegadizo y que, con semejante
estribillo, en directo funcionará a las mil maravillas. Me gusta la violencia
que tiene Joakim al cantar (sé que es algo característico del sonido del grupo,
pero en esta canción se nota especialmente su importancia en este aspecto). Volviendo
al contenido lírico, esta pieza nos habla de la famosa tregua que establecieron
las tropas alemanas y británicas con motivo de la Navidad, intercambiando entre
ambos bandos regalos y momentos de celebración como un partido de fútbol. Un
claro ejemplo de que todos somos iguales, salvo para los ojos de los que mandan
a luchar al resto, así como un hecho que deberíamos rescatar en estos tiempos
de tanto odio y extremismo.
El disco
echa el cierre de manera elegante con “Versailles”, una pequeña pieza con
claros tintes progresivos que mezcla fragmentos narrados con estribillos
corales, en los que, en definitiva, se narra la firma del tratado de Versalles
con el que el conflicto llegaría a su fin…al menos de momento. Como en la
propia letra se comenta, el desencanto de uno de los bandos (el más afectado)
con el mencionado tratado terminaría provocando el ascenso al poder de uno de
los mayores asesinos que ha habido en la historia de la humanidad y, como
muchos sabrán, el inicio de la II Guerra Mundial, aunque esto ya lo
comentaremos, seguramente, con más detalles en futuros lanzamientos de Sabaton.
El tema termina con los coros preguntándose si realmente con Versalles se
terminaría todo conflicto bélico...nuestra realidad actual nos deja clara la
respuesta.
Con su
nuevo disco Sabaton sigue apostando firmemente por mantenerse fieles a su
esencia, sin por ello renunciar a incluir en ocasiones elementos novedosos o
menos habituales en algunas de sus piezas. “The War To End All Wars” no solo da
continuidad a “The Great War”, sino que en ocasiones da la sensación de llegar
a estar un peldaño por encima (es pronto para atreverse a pronunciarlo con
total certeza).Lo que sí tengo claro es que discos como este invitan a los
oyentes más curiosos a interesarse por la historia e ir más allá de cada letra
y eso es algo a su favor. Muy buen disco de los suecos.
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