Una verdad universal dentro del Rock es que a Ghost o los quieres o los detestas con todo tu ser. Y es que el proyecto liderado por Tobias Forge no está hecho para todo tipo de rockeros y melenudos. Los motivos que se me ocurren para explicarlo son:
La imagen de los “Papas” que han liderado al grupo en las
diferentes etapas del grupo creó en sus inicios la expectativa a muchos
metaleros de tratarse de una banda de Black Metal, mas decir que Ghost toca
Heavy Metal es un absoluto error garrafal (están más cerca de Blue Oÿster Cult
que de King Diamond o Black Sabbath) que muchos medios se han encargado de
consolidar con noticias sensacionalistas.
Por otro lado creo que la evolución sonora que ha
experimentado el grupo, ampliando sus horizontes hacia cotas más comerciales
que en antaño (y también más experimentales en algunos casos), como sucedió en
su más reciente “Prequelle” , también le ha hecho perder viejos adeptos, aunque
también ha terminado atrayendo a una nueva legión de fans que prefiere
canciones más accesibles.
Sea como fuere, esta diversidad de opiniones hace de Ghost
una de las bandas más controversiales de los últimos tiempos y, para gusto o
disgusto del rockero, una de las más populares del milenio. La mente detrás de
este proyecto es el peculiar Tobias Forge, líder absoluto del grupo (se ha
autodeclarado un “dictador” dentro de la banda) y creador de esta divertida y
peculiar idea de la “sucesión papal” que ha venido ocurriendo en casi todos sus
álbumes. De Tobias me gusta mucho su afán por crear obras conceptuales en
cuanto al sentido que toman sus letras (muchas con referencias a libros
ocultistas y enfocados a rajar contra la humanidad en diferentes etapas
históricas), así como su tan criticado amor por seguir innovando y no ciñéndose
a un solo sonido (que también os digo que yo preferiría siempre un disco más
monolítico como “Opus Eponymous” que uno renovador como “Prequelle”, aunque
disfrute enormemente de ambos periodos).
“Impera” es el título del disco que aquí queremos reseñar
extensamente. En esta ocasión la banda está liderada por el Papa Emeritus
IV, a quien conocimos en “Prequelle”
como el Cardinal Copia cuando este estaba en fase de prueba como posible
sucesor del tercer sumo pontífice (el favorito de muchos). Fue al final de la
gira promocional de dicho álbum cuando se produjo su nombramiento oficial como
nueva máxima autoridad de la satánica Iglesia de Ghost.
Si en “Prequelle” Tobias quiso que sus letras abarcaran de
alguna manera la historia de un hombre que intenta sobrevivir durante la Peste
Negra, con “Impera” ha optado por abarcar diferentes temas como la fe en falsos
dioses y mesías, el aislamiento, la mente humana o la colonización del
espacio. Como complemento a esto rescato
estas interesantes declaraciones que el propio Tobias hizo para Mariskal Rock
sobre el contenido musical y lírico del nuevo álbum: “Parece (en un principio) que es una llamada a la positividad (…) pero
lo que dice es, básicamente: “Quema todo lo que no entiendes, lo que no encaja
en nuestro mundo idiota y empecemos algo nuevo sobre las cenizas de lo viejo”
Lo primero a destacar de esta jugosa novedad es su portada,
creada por el artista polaco Zbigniew M. Bielak, que es un homenaje obvio al
maestro ocultista Aleister Crowley, creador de la Thelema e ídolo personal de
Tobias. Como en “Prequelle”, esta es una portada vistosa y llena de pequeños
detalles que requieren de gran atención para poder ser percibidos. Un acierto
absoluto.
Mirando el tracklist y los créditos de algunos cortes llama
mucho la atención la inclusión de numerosos compositores, cuando la batuta
siempre ha sido portada por el señor Forge, destacando en este disco la
inclusión de nombres poco cercanos al Rock como el tándem Salem Al Fakir-Vincent
Pontare o Joakim Berg, estos tres destacan por su trabajo con el fallecido DJ
Aviccii o Max Grahn. Todos estos han aportado su granito de arena en el LP,
centrándose especialmente en aportar algo más de comercialidad al resultado
final. No obstante, para mí la incorporación más sorprendente en la grabación
ha sido la del guitarrista de Opeth, Fredrik Åkesson, a quien podremos escuchar
durante toda la producción, aunque serán pocos los momentos progresivos que
escuchemos aquí.
El disco abre con un breve instrumental titulado “Imperium”
que, como haría “Ashes” en “Prequelle”, nos prepara el cuerpo para una sacudida
mayor en la siguiente canción. Este pequeño manjar dibuja en pocos segundos una
atmósfera épica, con bellas guitarras acústicas, otras más distorsionadas (esa
capa de pistas más eléctricas da un efecto de twin guitars alucinante) y
una percusión suave…¡hasta que entra un punteo interpretado por varias
guitarras al unísono, se escucha un grito muy agudo y empiezan las hostilidades
de verdad! “Kaisarion” suena a Ghost y, al mismo tiempo, nos muestra una
tonalidad más aguda que de costumbre. Un auténtico temazo lleno de luminosidad,
de buenas voces y coros, con algunos cambios estructurales que se van
sucediendo sobre una veloz pieza instrumental. Adoro especialmente el que
anuncia los solos sobre el tercer minuto, con unas guitarras limpias y un bajo
que golpea desde la base. Atendiendo ahora al plano lírico, se alude al templo Cesáreo
de Alejandría, un lujoso edificio egipcio ordenado a construir por Cleopatra para
honrar a Marco Antonio o al César. La historia cuenta que bajo sus muros se
produjo el cruel asesinato de la famosa filósofa Hipatia (año 415 d.C.) a manos
de unos fanáticos religiosos que se oponían a sus ideas (defendía la razón
frente a las creencias). Tobias nos recuerda este hecho tan desagradable e
inquisidor y, de paso, lo compara con los fanatismos y actos intolerantes que
sufrimos en la actualidad (no solo religiosos, cuidado). Rescato aquí unas
declaraciones que hizo recientemente para “Kerrang”:
“Había un edificio llamado
Caesareum en la antigua Alejandría. Aproximadamente lo que sucedió fue que la
maestra y filósofa Hipatia fue asesinada por cristianos. Fue acosada y
asesinada dentro del edificio, por sus creencias paganas, porque creía en la ciencia
y en las cosas reales. Esto fue en las etapas iniciales del Cristianismo,
cuando era solo un culto loco, antes de que fuera reconocido su poder a partir
de un libro elaborado por Romanos en 325 para aprovechar esa mierda. Esto era
como un grupo clandestino de terroristas, básicamente, que no podían soportar
ver a una mujer sabelotodo predicando o diciéndole a la gente que el mundo no
era plano. Y no sucedió al mismo tiempo, pero esta gente también incendió la
gran biblioteca de Alejandría, lo que debe haber sido una enorme, enorme
pérdida para la humanidad en términos de conocimiento y relatos históricos. Ahí
lo tienes, por el bien mayor.
Creo que es un buen símbolo
que puedes relacionar con lo que se ve ahora. Puedes ver semejanzas de esto en
la quema pública de libros y apedrear y matar todo lo que no coincida con una
especie de realidad terrestre plana en la que algunas personas viven. O
asaltando el Capitolio y queriendo ahorcar a la gente. Es un símbolo para ese
tipo de movimientos que siempre apuntan a la inteligencia, la iluminación y el
pensamiento.”
Y el nivel se mantiene de momento con la alegre y asombrosa “Spillways”,
pieza de inspiración ochentera en la que podremos apreciar como merece al
conjunto de músicos que ha reclutado Tobias Forge en los últimos años (creo
que, instrumentalmente hablando, esta banda nunca había sonado tan bien). Un
teclado omnipresente avanza con sutileza mientras las guitarras y la batería
edifican una base que el Papa Emeritus IV y sus coros terminan de bordar.
Numerazo con gancho.
En “Call Me Little Sunshine” encontramos matices de single
(hay sencillez y gancho en esos estribillos tan repetitivos) pero también hay
muchísima riqueza vocal (Tobias siempre lo clava en este tipo de números) e
instrumental que, sin llegar a sus mismas cotas de nivel y elegancia, recuerdan
un poco a “Pro Memoria”. El apartado lírico de esta canción me resulta la mar
de interesante, realizando símiles entre mitología y nuestra actualidad a
través de la figura clásica de Mefistófeles, en la cultura alemana este se
considera una encarnación de Satanás, quien se ofrece como salvador y
acompañante en el arduo camino de la vida (una tentación a entrar en el lado
oscuro). Aquí encontramos una nueva metáfora con las religiones y falsos
ídolos-mesías que siguen abundando en nuestros días y que venden la salvación a
cambio de una devoción absoluta y de la renuncia al pensamiento propio.
“Hunter’s Moon” se convirtió desde su salida como primer
adelanto del disco, y BSO de Halloween Kills, en un nuevo himno del grupo,
creado por y para ser interpretado en grandes estadios mientras la fanaticada
se desgañita cantando. En si es una canción sencilla, con un conjunto de versos
y estribillos extremadamente pegadizos, una duración ideal para sonar en la
radio y, entrando en matices instrumentales, con una elegante presencia de
sintetizadores y coros que aportan más grandeza a la propuesta. Imposible
resistirse al encanto de la banda.
Con “Watcher In The Sky” la banda logra combinar melodías y
estribillos convincentes (y repetidos hasta la saciedad) con un buen arsenal de
riffs más distorsionados que nos transportan directamente a los tiempos de “Meliora”
y, concretamente, a dos canciones: “Majesty” y “Cirice”. Hay muy mala hostia en
la instrumentación, con detalles de doble pedal tras la batería e interesantes
muteados guitarreros, que conforman una de mis piezas favoritas del disco con
el paso de las reproducciones.
Momento de otro pequeño interludio instrumental creado a
partir de secciones de viento muy solemnes y que han bautizado bajo el nombre
de “Dominion”, que podría imaginarme como cierre de una película inspirada en
la época medieval.
Recuerdo cuando varios medios, todos especialistas en vender
titulares un poco ajenos a la realidad, lanzaron como noticia previa a su
salida como sencillo que “Twenties” era una pieza de reggaetón, algo que, como
ustedes mismos pueden apreciar, no tiene nada que ver. El hecho de que la batería
realice unos ritmos un tanto diferentes y muy lejanamente similares a las de
una base de canción más cercana a dicho estilo (como sucedió en “Run” de Foo
Fighters, tema cañero que los mismos medios también compararon con el género
practicado por Daddy Yankee y compañía), es suficiente para que algunos digan
“Ghost se pasa al reggaetón”. Lo que está claro es que esta es una canción muy
peculiar (podría formar parte de la BSO de una película de Tim Burton) en la que rompen con cualquier esquema o expectativa desde esa
introducción orquestada para pasar a un riff principal que suena por momentos a
Rammstein (parecido muy lejano) hasta que Tobias entra y la canción se torna un
absoluto caos teatral. El estribillo es sencillo pero cuenta con unas curiosas
voces femeninas un tanto distorsionadas que funcionan la mar de bien. Presiento
que la división de opiniones a la hora de calificarla va a ser enorme. Líricamente
da la sensación, teniendo también en cuenta el título del número, que Forge
manda un agresivo mensaje sobre esta nueva década y las consecuencias que
pueden tener diferentes males acaecidos en estos últimos años tales como la
pandemia mundial del Covid-19, el aumento de los extremismos y de la
agresividad. En definitivas cuentas, es una canción para el recuerdo, no tanto
por la calidad musical (que también la hay), sino por la peculiaridad de su
desarrollo. Hay ganas de escucharla en vivo.
Las melodías coloridas y mainstream
se imponen en “Darkness at the Heart of My Love”, una pieza melosa y llena
de detalles comerciales y radiofónicos como esos chasquidos de dedos de los
versos o el tono facilón de su repetido estribillo. Resulta curioso que este
número lo haya firmado el mismo grupo que hace más de 10 años cantaba “Elizabeth”
o “Ritual” (es una evolución muy llamativa), pero Tobias ha apostado de lleno
por expandir sus horizontes y, para bien o para mal, parece haber dado de lleno
con la fórmula para facturar canciones de fácil digestión. Mi aspecto favorito
de este número es la sonoridad y limpieza de las guitarras aquí presentes. No
es mi tipo de composición preferido ni ideal, pero tampoco dejo de disfrutar
por ello de esta.
Con “Griftwood” parece que el grupo vuelve a apostar por el
Rock, no sin dejar por ello de lado los pasajes accesibles y las melodías. Un
número efectivo y de buenas guitarras, con su constante acompañamiento coral, un
buen estribillo (de mis preferidos de todo el LP) y un interesante cambio
rítmico en su intermedio en el que los teclados ganan protagonismo. Me parece
curioso que la letra se inspire en la devaluada figura del político Mike Pence,
el que fuera vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato del
lamentable Donald Trump, y que defendió a muerte la homofobia e ideas
negacionistas. Tobias dispara contra él por su ambición de poder y por
justificar sus actos y declaraciones “a golpe de Biblia”.
Llegamos al cierre del disco de la mano, primero, de un
nuevo preludio instrumental titulado, en este caso, “Bite Of Passage” (un poco
innecesario, la verdad), que no aporta gran cosa, aunque sirva como
introducción para la ambiciosa “Respite on the Spitalfields”, uno de los
números a tener más en cuenta de toda la producción (de mis preferidos), no ya
solo por intentar introducirse en terrenos más progresivos en algunos versos
(me gusta mucho la voz de Tobias y los dulces arpegios que lo acompañan), sino
también por la aparición de otros momentos más eléctricos y teatrales, sin
olvidarme del estribillo tan bello que posee. Tampoco se quedan atrás el solo
de guitarra, los acompañamientos de teclado o los golpes del bajo en algunos
instantes. La letra, que también es digna de mención, se centra en Jack El
Destripador y en el miedo que sembró en el londinense barrio de Spitalfields,
donde sus habitantes, aun habiendo corrido rumores de su desaparición
definitiva del mapa (que terminó siendo cierta), sintieron pánico de salir a la
calle por la noche, por si este solo se estaba tomando una tregua antes de
volver a salir a por nuevas víctimas. En definitiva, estamos ante una epopeya
épica para dejarnos boquiabiertos mientras el telón cae lentamente. Solo queda
aplaudir.
“IMPERA”, como todo trabajo de Ghost, y especialmente
aquellos más recientes, va a generar todo tipo de opiniones. De hecho, la
variedad de estilos y los tintes comerciales de alguna canción, es probable que
termine por hartar a más de un seguidor que disfrutó de sus primeros, y más
crudos, LPs. Para este que escribe, el disco convence sobradamente, ofreciendo
más de 45 minutos de entretenimiento, con canciones muy buenas y otras más
predecibles (no incluyo en ningún grupo los tres pasajes instrumentales) que
parecen confirmar la dirección musical que quiere tomar Tobias Forge con su proyecto.
Muy probablemente el tiempo pondrá este disco un peldaño por encima de “Prequelle”
en términos de calidad sonora (creo que la banda suena más compacta que en el
álbum previo, lo cual es entendible ya que los años en la carretera han
permitido una mayor cohesión entre sus músicos). Un nuevo acierto del combo
sueco.
¡Queda Ghost para rato!
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