Dicen que “el que tuvo retuvo” y este LP de Scorpions podría emplearse como fiel ejemplo de ello. Lejos de dormirse en los laureles o de grabar “lo mismo de siempre”, los teutones acaban de publicar uno de los mejores trabajos del año y, aunque sea tal vez pronto para decirlo, su mejor obra en mucho tiempo tanto por su variedad como por su calidad. Una declaración de amor a la música que marcó sus vidas y la de todos aquellos que hemos crecido con su música.
Corría el
año 1972, concretamente el mes de febrero, cuando una joven banda llamada a
hacer grandes cosas fuera de su Alemania natal lanzaba al mercado su primer LP
titulado “Lonesome Crow”. Así se presentaba en sociedad Scorpions, banda que
justo 50 años después sigue siendo capaz de hacernos creer en el Rock con un
nuevo álbum que, como os desgranaré a continuación, nos recuerda por qué son
una de las bandas más importantes de la historia del género.
Como digo,
millones y millones de discos vendidos, un inmenso abanico de hits que son
eternos en la historia de la música (¿quién no ha oído jamás el estribillo de
“Rock You Like A Hurricane”?, ¿quién no ha llorado con “Still Loving You”,
“Wind Of Change”, “No One Like You” o “Send Me An Angel”?, ¿quién no se ha
desmelenado con “The Zoo”?...), un par de logrados experimentos sonoros como el
orquestal “Moment Of Glory” o los inolvidables “MTV Unplugged” y “Acoustica”,
una carrera sin grandes altibajos (sin contar el “Eye To Eye”, por supuesto),
buenos discos en este milenio, uno de los vocalistas más dotados que se
recuerden (Klaus Meine sigue en forma pese a sus 73 añazos),...las credenciales
de Scorpions son muchas y todas confirman un hecho: una de las bandas más grandes
de todos los tiempos.
Pero
dejándome ya de generalidades pasemos al álbum que nos abarca. Y es que resulta
que en pleno 2022 podemos celebrar la salida de un nuevo trabajo de Scorpions,
el cual, por cierto, se convierte en el primero en contar con la esperadísima
colaboración tras la batería de Mikkey Dee, uno de los más reputados baterías
del Metal gracias a su legado con Motörhead y King Diamond, quien ingresó en el
grupo tras la sonada salida de James Kottak en mayo de 2016.
Este “Rock
Believer”, tal y como ellos mismos han declarado, nace del deseo del combo de
recuperar numerosos elementos sonoros de su pasado más glorioso, prometiendo desde
hace mucho tiempo que en este encontraremos referencias musicales a algunos de
sus álbumes más alabados, como “Blackout”, “Lovedrive” o “Love At First Sting”
(¿verdad o típica frase para intentar ganar oyentes? Pronto saldremos de dudas).
Para esta ardua labor optaron por encerrarse en los Peppermint Park Studios de su Hannover natal y, bajo la
producción de Hans-Martin Buff (originalmente iba a ser el prestigioso Greg
Fidelman quien iba a ocupar este puesto pero la pandemia lo imposibilitó),
grabaron de manera simultánea un buen puñado de nuevas canciones que han
terminado conformando este esperado nuevo disco de los escorpiones.. Ya os aviso que en esta reseña leerás un
análisis tanto las canciones incluidas en la edición estándar como de las cinco
canciones incluidas en el CD extra de la Edición Deluxe.
Si al ya
citado deseo del grupo de mirar al pasado le sumamos la incorporación de mi
querido Mikkey Dee a la batería (una apuesta segura que, a buen seguro,
aportará más fuerza a la percusión), la calidad de los primeros adelantos y una
portada más convincente que las de sus últimos trabajos (le encuentro cierta
vibra a las de sus primeros trabajos, volviendo a ser una mujer quien la
protagoniza, así como figurando nuevamente el escorpión como símbolo de
identidad) es difícil no sentir al principio buenas vibras de cara al resultado
final del disco.
No podría
escribir esta reseña sin confesar en algún momento que esta es una de las
bandas que más ha marcado mi vida, teniendo absolutamente toda su discografía
en físico, así como habiendo tenido la oportunidad de verles en vivo en dos
ocasiones y de conocer a Mikkey Dee en persona, algo que dejo como anécdota
para otro momento. Tranquilos que este fanatismo no me ciega a la hora de
buscar defectos en su discografía (nunca superaré su horroroso “Eye To Eye”),
ni me va a impedir hablar con objetividad de su nuevo LP (¿se imaginan ustedes
que os soltara que “Rock Believer” es el mejor disco de su carrera? Jamás).
Dicho esto, procedo a hablaros del contenido musical, que no sabéis las ganas
que tenía de ello.
Empezamos
a lo grande con “Gas In The Tank”, tema cañero y alegre en el que la banda saca
los dientes desde el primer riff de Schenker (siempre he alucinado con su
facilidad para crear ritmos efectivos) y, al mismo tiempo, nos deja claro que
su motor sigue carburando al máximo nivel. Este medio-tiempo contiene, como era
de esperar, un estribillo sencillo e inolvidable (me encanta ese “Give me a
dirty riff my friend!”), así como un posterior solo efectivo y limpio por parte
de Jabs, quien puntea al mismo tiempo que Mikkey lo acompaña con su habitual
fuerza tras la batería. Klaus se siente muy cómodo todavía en estos temas que
suelen exigir más en lo que a agudos se refiere, clavando algunas notas
realmente complejas como si todavía estuviera en los años 80. Algo que me gusta
mucho de este opener es su letra, no
solo por reivindicar la actitud rockera en general, sino por incluir
referencias a su propia identidad (“The V is flyin' without a net” o “Who is up
for a deadly sting?” son algunos ejemplos) y, para mi sorpresa, al eterno Lemmy
Kilmister (“We're born to lose, we live to win”), gran amigo del grupo y, por
supuesto, compañero de carretera de Mikkey durante varias décadas.
Con “Roots
In My Boots” empiezo a ver esos primeros guiños al pasado de los que hablaba el
grupo. Tanto el riff principal (¿no os recuerda al de “Blackout” pero algo más
martilleante? ¿no hay también una referencia a dicho número en el grito inicial
que se marca, si no me equivoco, Rudolf? ) como el poder de la composición me
ha trasportado por instantes a los tiempos de “Lovedrive” o a “Blackout”
(canciones como “Now” o “Another Piece Of Meat” por ejemplo). Pero si hay un
momento en este número que me parece absolutamente perfecto, ese es el breve
pero demencial solo de guitarra que se marca Matthias Jabs (un músico muy
infravalorado en mi opinión), elevando un par de marchas el ritmo general del
número. Esta es una pieza que crece con las escuchas, ya veréis.
¡Ojo al
siguiente corte! Scorpions siguen inmersos en un viaje al pasado y en “Knock’Em
Dead” nos sorprenden con una introducción y un riff principal clavados al de
“Don’t Believe Her” (siempre he adorado esa canción) de su aclamado “Crazy
World”. Eso sí, el número evolucionará
hacia campos más festivos en sus versos antes de inyectar más melodías en un
elegante estribillo (honor en este momento al tándem de guitarras y a la base
de bajo y batería). Puedo sentir como Klaus disfruta enormemente esta canción,
cantando los versos con cierta chulería antes de ponerse serio en el
estribillo.
No oculto
mi profunda adoración por el tema-título de esta obra. Y es que “Rock Believer”
suena en diversas secciones a una de esas Power
Ballads “marca de la casa”, aunque en su mayor parte se trate más bien de
lo que solemos considerar un “medio-tiempo”. La banda suena impecable (buen
cowbell de Dee), pero yo me quedo con la interpretación de un colosal Klaus
Meine, quien a sus 73 años (en mayo serán 74) sigue haciéndome llorar como un
crío con esa voz tan única, limpia y bellísima (escucha la dulzura con que
interpreta los versos). Además, la letra tampoco está nada mal, echando la
vista atrás y recordar con cariño su larga trayectoria al mismo tiempo que se
declaran “creyentes” de esta religión que tantos seguimos. Por si fuera poco,
nos dejan otro estribillo para el recuerdo. Siéntese y disfrute.
Ellos
prometieron que este disco nos llevaría al pasado cual DeLorean y,
definitivamente, así lo han hecho. Dos de los mayores ejemplos los encontramos
en los próximos números: “Shining Of Your Soul” y “Seventh Sun”.
Sobre
“Shining Of Your Soul” solo puedo decir cosas buenas. Un riff lento y que se
intercala con punteos muy de Jabs, da paso a una secuencia más propia del Reggae
que, como ya habrás adivinado si has seguido al grupo desde sus inicios, recuerda
muchísimo a “Is There Anybody There?”, el inolvidable corte del “Lovedrive” que
también se movía por estos derroteros, y que recuperaron en sus más recientes
giras. Tras esos acordes, como digo, más propios de la música Reggae se esconde
un tono melódico algo oscuro que, unido a un pequeño interludio (minuto dos)
con voces dobladas por parte de Meine, le dan un tono algo místico al número
(atención también a la línea de bajo de Pawel). Matthias nos regala, además, un
magistral solo. Numerazo que, como digo, nos teletransporta a un viejo clásico.
Pero ojo
que “Seventh Sun” no se va a quedar atrás. Scorpions nos presenta uno de los
temas más densos de su discografía más reciente y que recuerda mucho a “China
White”, del Blackout” y a “Animal Magnetism” del álbum de mismo nombre. La batería
contundente y constante de Dee y el bajo de Maciwoda marcan el ritmo para que la
dupla Schenker-Jabs trace elegantes y limpias líneas de guitarra. Klaus está
sembrado, alternando muchos momentos de calma con un par de agudos en el
estribillo del mismo.
Es
imposible no amar "When I Lay My Bones To Rest", un corte eléctrico
influenciado claramente por el Rock and Roll de toda la vida, con mucho peso de
las voces dobladas y con un trabajo a destacar de Mikkey tras los teclados. De
hecho, me recuerda por momentos al cover del “Rock And Roll Music” de Chuck
Berry que Motörhead grabó en 2010, no solo por la presencia en ambas canciones
del rubio tras los parches, sino por la manera en la que ambas bandas
reinterpretan los sonidos del Rock más primitivo. Es sencilla, pero mola mucho.
“Peacemaker”
irrumpió en nuestras vidas con fiereza cuando fue elegida como primer sencillo
del grupo, concretamente el 4 de noviembre de 2021. Este auténtico cañonazo
sonoro podría haber sido incluido en cualquier álbum del nuevo milenio del
grupo, con esas guitarras más afiladas, un estribillo sencillo pero cumplidor y
un solo técnico y muy propio de Matthias que me recuerda a alguno del “Return
To Forever”. Aquí se nota muchísimo la fuerza tras los parches de un Mikkey
Dee, quien no duda en incluir pequeños adornos en diversos momentos del número.
Un arpegio
sentido da inicio a una sorprendente “Call Of The Wild”, la cual propone un
ritmo más cercano al “medio-tiempo” creado a partir de riffs hipnóticos y una
plausible pista de batería (Mikkey Dee vuelve a incluir muchos detalles de
clase entre cada golpe de caja). Klaus juega mucho con su voz, amoldándola a los diversos paisajes sonoros creados por
sus compañeros, variando entre secciones más dulces y otras donde opta por
desgañitarse. Jabs, como broche de oro, se marca dos solos dignos de toda
ovación (especialmente el segundo). Es una canción que te va atrapando con el
paso de los segundos y que desprende un aura bastante inédita hasta el momento.
El disco
finaliza con la única balada como tal del disco (nunca pensé que Scorpions, a
estas alturas de la película y escuchando sus álbumes más recientes, solo
incluiría una balada como tal en este LP). Sí, puede que la homónima “Rock
Believer” tenga momentos que podría calificar como balada (preferí describirla
como “Power Ballad”), pero este último corte, que lleva el título de “When You
Know (Where You Come From)”, entra más dentro de los cánones de una balada como
tal. Como era de esperar, estos absolutos expertos en lo que a emocionar al
oyente se refiere (es la banda insigne en materia de canciones “para llorar”),
clavan un número lacrimógeno que tiene como principal protagonista, obviamente,
a Klaus Meine, quien canta como los ángeles, bordando cada nota a la que
imprime su calidez y teatralidad, así como algún agudo en el épico estribillo
que aquí nos regalan. Tras escucharla muchas veces puedo encontrar ciertas
similitudes estilísticas con algunas piezas de su catálogo más reciente como
“House Of Cards”, “The Best Is Yet To Come” o “The Good Die Young”. Si este
número te ha gustado, no deberías perderte la versión acústica que han incluido
en la edición deluxe (es imposible no llorar).
La inclusión
de un segundo disco con bonus tracks
suele ser vista como “un error” o como una forma de incluir ciertos descartes
de las sesiones de grabación. En el caso de este trabajo siento que no sobra
ninguna. Procedo, pues, a hablar de ellos de manera resumida:
“Shoot For
Your Heart” suena a los Scorpions de los últimos discos, con un estilo más
moderno, pero, al mismo tiempo, incluyendo unas guitarras llenas de mordiente y
distorsión. Mucha atención al excelente estribillo que esta posee, con un Klaus
cantando con fuerza ese “This is the beginning…” que termina grabándose en tu
sesera, así como al solo de Jabs (¿todavía alguien se atreve a decir que este
tema es de relleno?).
Otro tema
que pudo haber sido incluido en la versión estándar es la más experimental
“When Tomorrow Comes”, en la que Mikke Dee y Maciwoda (el bajo cuenta con un
plus de distorsión y efectos) marcan con especial violencia el ritmo, mientras
las guitarras introducen un riff ácido y Klaus sorprende con un tono más propio
de un narrador durante la mayor parte de la canción, volviendo a su rol de
cantante solamente en el estribillo.
“Unleash
The Beast” también me ha gustado bastante. Nuevamente encuentro ciertos guiños
más experimentales en la voz de Klaus, quien vuelve a asumir el papel de
narrador, mientras la banda va tejiendo un número denso en sus versos pero más
luminoso en un peculiar estribillo. Me llama mucho la atención el sonido
punzante del bajo de Maciwoda (no sé si son cosas mías, pero creo que han
incluido capas de su instrumento sin distorsión para crear ese sonido tan
crudo).
El último bonus, si no contamos la ya aludida
versión acústica de When You Know (Where You Come From)”, es “Crossing
Borders”, la cual cuenta con la particularidad de ser la única pieza de todo el
disco cuya letra ha sido escrita por Matthias Jabs, ya que esta labor ha
recaído únicamente sobre Klaus. Estamos ante un número vacilón y tremendamente
sureño (se percibe cierto aroma a Jack Daniels en esas guitarras) con su
correspondiente buen estribillo, sin olvidar un no menos llamativo solo de
guitarra. Finalmente, me ha gustado el hecho de que Mikkey Dee haya incluido
cowbell nuevamente en el estribillo, además de algunas pistas de palmadas, que
nunca desentonan en este tipo de piezas.
Con “Rock
Believer” los queridísimos Scorpions celebran 50 años de grandeza, mostrando
todavía una inmensa ambición por seguir sorprendiendo a su legión de fans con
un buen puñado de nuevas canciones que, a buen seguro, envejecerán con clase y
serán valoradas como realmente merecen. Apostaron por revisitar ciertos sonidos
de antaño y acertaron, apostaron por fichar a Mikkey Dee y el sueco ha aportado
más pegada a sus composiciones, han incluido un segundo CD con cinco canciones
que, visto el alto nivel, podían haber formado parte de la edición estándar sin
problema, ningún relleno…este es un disco lleno de aciertos. Está claro que nuestros ídolos no son
eternos, ni que este disco es perfecto, pero a día de hoy siguen teniendo mucho
que decir y que enseñar a todas esas bandas que en un futuro portarán la
antorcha del Rock.
De lejos estamos ante uno de los mejores
álbumes de 2022, así que siéntese y disfrute de este nuevo aguijonazo de la
banda de Hard-Rock más grande que ha dado Alemania.
Ellos
creen en el Rock y yo creo en ellos.
¡GRACIAS SCORPIONS!
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