“They came, they saw, they conquered”
No puede entenderse la historia del Heavy Metal y de la NWOBHM sin mencionar a Saxon, banda absolutamente mastodóntica que, aunque no gozó del reconocimiento de Judas Priest o Iron Maiden, ocupa un puesto de renombre en el Panteón del Metal tras varias décadas lanzando álbumes de altísimo nivel. A mi modo de ver han logrado construir una de las carreras más lineales (sin altibajos realmente) que se recuerden, explotando en sus primeros años un Heavy rudo, directo y, en ocasiones, melódico, para, casi al final del milenio, introducir sonidos más distorsionados y poderosos. Por ende, aunque sus mejores y más clásicos álbumes sean los “Wheels Of Steel”, “Strong Arm Of The Law”, “Denim And Leather”, “Power And The Glory” y “Crusader” (los comprendidos entre 1980 y 1984, en otras palabras), otras referencias como las comprendidas entre “Metalhead” (1999) hasta el más reciente, y excelente, “Thunderbolt” no tienen ningún desperdicio.
Más de 40 años después de su homónimo debut (otro LP
que no puedo dejar de recomendar) y tras vivir, y sobrevivir, a una pandemia
global, los británicos originarios de Barnsley nos invitan a aprovechar la día,
tal y como reza el título de su vigesimotercer álbum de estudio, “Carpe Diem”.
Esta expresión seguro que tiene el doble de importancia para su vocalista, el
bueno de Biff Byford, quien hace no tanto tiempo sufrió una anomalía cardiaca
bastante grave y que terminó requiriendo de una compleja cirugía.
¿Qué quieres que te diga? Uno se siente
absolutamente privilegiado de poder estar hablándote ahora mismo de un nuevo
álbum de los malditos Saxon, quienes han sido piedras angulares del Heavy Metal
británico. En esta ocasión, “Carpe Diem” nos regala 10 nuevos trallazos que,
seguramente, te dejará un sabor de boca realmente gratificante.
Para terminar este apartado y dar paso al contenido
musical, cabe señalar que Andy Sneap se ha encargado de la producción del disco
(este muchacho es garantía en esta materia), mientras que la portada ha corrido
a cargo del mismísimo Paul R. Gregory, quien ya colaboró con el grupo en la
icónica portada de “Crusader”, sin olvidarnos de sus trabajos con otras bandas
como Dio, Uriah Heep o Blind Guardian. Como en el disco de la “santa Cruzada”,
Paul retoma la temática bélica e histórica de antaño.
El telón se eleva suavemente con una introducción
atmosférica comandada por los sintetizadores y percusiones lentas, hasta que
Nigel Glockler se cansa de tanta suavidad y golpea con mala hostia su batería
para que Biff nos envista con un estelar agudo que anuncia la llegada de la
homónima “Carpe Diem (Seize The Day)”, tema elegido como primer adelanto del
LP. Tanto su veloz riff como el estribillo en el que convergen voces graves y
otras agudas me hacen recordar a los últimos trabajos de Accept, pero con el
toque personal de los británicos. Paul Quinn y Doug Scarratt nos obsequian,
finalmente, con un estelar solo de protagonismo compartido que particularmente
me encanta. Numerazo.
Si en el álbum “Thunderbolt” estos amantes de la
historia nos hablaron de los orígenes de la aviación con “The Secret Of
Flight”, el quinteto apuesta en el segundo número de esta obra por trasladarnos
a la era del vapor. “Age Of Steam”, el tema en cuestión, nos trae una auténtica
exhibición guitarrera desde su demencial inicio a la que pronto se le suma una
contundente base de bajo y batería, además de un siempre letal Biff Byford al
micrófono, bordando con maestría cada verso y estribillo (muy Judas Priest por momentos)
gracias a su amplitud de registros. Un nuevo solo con protagonismo compartido
nos termina de confirmar las buenas sensaciones que los dos singles previos
habían generado en mí.
Tras un inicio fulgurante, “The Pilgrimage” emerge
suave y nos muestra la faceta más melódica y casi baladística de un grupo que
siempre cumple. Sobre unos cantos gregorianos se inicia un arpegio con gancho (se parece a "Feel The Pain" de Quiet Riot) que, unido a una notable base rítmica (una vez más tengo que destacar a Nigel
tras los parches), crea una atmósfera épica que solo está a la altura de una
banda de tanta calibre como esta. El puente-estribillo es otra gozada, con
Byford repitiendo el título del número mientras un buen coro le acompaña. Y
cuando pensabas que no podían sorprender más van y se sacan de la chistera un
interludio atmosférico (¡ojo al bajo y a las guitarras tan limpias!) que va in
crescendo hasta derivar en una nueva masterclass de solos de guitarra. Solamente
por esta canción merecía la pena esperar su lanzamiento con paciencia, pero es
que el resto del trabajo no desmerece en absoluto.
Pero el descanso dura poco y Saxon se calzan de
nuevo la chupa de cuero para volarnos los sesos con “Dambusters”, uno de los
números más rápidos que les recuerdo en años, el cual se construye a partir de unas
malintencionadas guitarras (atención al solo
en el minuto 1:30 en el que usan la ténica de las twin guitars), mientras
Nigel juega con el doble pedal. No puedo dejar de alabar a Biff, quien canta a
las mil maravillas, con un tono todavía juvenil y enérgico que ya le gustaría a
muchos vocalistas contemporáneos.
Como segundo adelanto, el grupo apostó por la pegadiza y sobradamente convincente “Remember The Fallen” que es un tema fiel a los Saxon de la vieja escuela (podría imaginármela en “Wheels Of Steel”). Estructura sencilla y pegadiza como pocas en esta producción, con un riff que va directo al grano y un estribillo sencillamente perfecto (adoro la pausa que hace Biff cuando dice “Remember…Remeber the fallen!!!!!”). La letra, al igual que el videoclip que lo acompañó, va dedicada a todos los sanitarios y caídos durante la pandemia del Covid-19.
Superada la primera mitad del álbum nos topamos con
la brutal “Super Nova”, en la que el
trabajo guitarrero vuelve a relucir. La banda no entiende de adornos
innecesarios y apuesta por un Heavy desenfrenado e hiriente que siempre tiene
como colofón un estribillo claro y conciso (adoro los coros). Una vez más,
introducen un interludio acústico y místico que hace de antesala de otro par de
solos llenos de técnica y, en este caso concreto, de un extra de belleza.
Atención al tono oscuro y decadente que inyectan los
sintetizadores y la limpieza vocal de Biff (en ocasiones doblada por tonos más
agudos) en la densa “Lady In Gray”, un número que gana enteros con el paso de
las escuchas. El puente que este corte
posee es uno de mis preferidos por las secundarias aportaciones de los
teclados, los cuales también hacen acto de presencia en la parte central del
número. Curioso y hasta sinfónico invento este número.
“All For One” trae de vuelta el espíritu de la
NWOBHM con un afiladísimo corte en el que Byford apuesta por un mayor número de
agudos mientras sus compañeros crean una pista de incendiario Speed (colosal
Glockler una vez más). El desarrollo estructural, así como el puente-estribillo
tienen ese aroma a Motörhead que tan bien se les da emular (la amistad de ambos
grupos es más que conocida por todos). Auténtico cañonazo sónico que tiene
todas las papeletas de triunfar en futuros directos.
En “Black Is The Night” encontramos a los Saxon más
contemporáneos, con un puente que me recuerda al de “Roadies’ Song” pero con
unos versos y estribillos más afines a Accept. Buena canción, con especial
brillo en el chorus y el nuevo
banquete de solos elaborados, como ya había sucedido previamente, bajo unas
base más melódica y lenta.
El telón baja no sin antes sacudirnos por última
vez con un corrientazo musical de alto voltaje
titulado “Living On The Limit”, donde todo es sencillamente espectacular; Glockler
se desata con el doble pedal, las guitarras escupen fuego con una serie de
riffs contemporáneos y exigentes (sin olvidarme de los solos), el bajo hace
también acto de presencia y un hiriente Biff que canta a las mil maravillas,
apoyándose por momentos en algunos efectos y coros más agudos que lo acompañan
en el sencillo pero memorable estribillo.
Que Saxon no ha sacado un álbum que esté por debajo del ocho en más de dos décadas es tan innegable, como que “Carpe Diem” se ha convertido en uno de los más destacables trabajos que el quinteto ha editado en este milenio y, por ende, en uno de los álbumes del año. No puedo dejar de pensar en lo bien que funcionará en vivo.
Uno sabe sobradamente lo que va a encontrarse en un
nuevo LP de los británicos, pero es que en este caso, aun tirando de fórmulas
más o menos estables, la actitud, la energía y la técnica de cada uno de estos
músicos no ha desaparecido nunca. Y es que, en condiciones normales, un grupo
de semejante status se habría dormido en los laureles y hubiera optado por
poner el “piloto automático”, pero en el ADN de Saxon solo corre amor por el
Heavy y la constante ambición por poner a sus pies a su fiel legión de
seguidores.
En definitiva, una sobresaliente obra más para el
extenso legado de Saxon. ENORMES.
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