Me cuesta ser objetivo cuando tengo que hablar del bueno de Zakk Wylde, uno de los mejores guitarristas que ha dado el Heavy Metal. A fin de cuentas, Ozzy Osbourne no elegía a cualquiera del montón para acompañarle tras la guitarra. Menos aun cuando fue contratado por el Madman para dar continuidad al legado que Randy Rhoads, primero, y luego Jake E. Lee habían creado con sus respectivos mástiles. Zakk no tardó en meterse en el bolsillo a los seguidores de Ozzy con ese estilo tan personal y salvaje que le ha definido como músico y que, para fortuna de cualquier seguidor, ha podido desarrollar como solista en proyectos como Pride And Glory (si no lo conoces, estás tardando en darle una oportunidad) y, por supuestísimo, su ya mítica Black Label Society que fundó antes del cambio de siglo y con la que ha publicado auténticos discazos como “Sonic Brew” (1998), “Stronger Than Dead” (2000), “1919 Eternal” (2002), “The Blessed Hellride” (2003), “Mafia” (2005) o el más contemporáneo “Order Of The Black” (2010). Por ende, un nuevo lanzamiento de Wylde junto a su BLS se planteaba irresistible en lo que a escribir una reseña se refería.
Además de su ya alabada técnica tras las seis
cuerdas, otro elemento que me gusta de Zakk es su carácter bonachón y muy
vacilón (en redes sociales ha logrado sacarme varias carcajadas), así como la
fama de “tipo legal” que posee. Creo que esto es palpable en el título de su
nuevo disco, “Doom Crew Inc.”, en el que alude a “su otra familia”: el equipo
de giras de Black Label Society. Zakk
cuida mucho de sus roadies y esto es un pequeño, pero muy agradable, homenaje para
todos ellos.
Desde que lo anunciaron sabía perfectamente lo que
me iba a encontrar en este nuevo disco del cuarteto. A estas alturas dudo mucho
que Zakk Wylde se plantee innovar o cambiar su estilo (¿acaso lo necesita para
seguir agradando?), pero antes de escucharlo sé sobradamente que me va a
gustar. La Black Label es garantía de muchos riffs pesados, otros tantos solos
de alta velocidad y un par estribillos memorizables que terminarán redondeando
el disco al alza. Además, Wylde está muy bien acompañado. Y es que cualquier
músico firmaría el poder contar con John DeServio, “J.D.” para todos, al bajo,
el batería Jeff Fabb y un excelente guitarrista como Dario Lorina.
El primer zarpazo vence y convence. “Set You Free”
se grabó en mi mente desde que lo escuché por primera vez el mismo día que fue
lanzado como single del disco, a finales de agosto, junto a un bizarro
videoclip donde la banda al completo aparece caracterizada como músicos de los
años 50 (Zakk parece imitar a Buddy Holly con sus gafas y su atuendo). Tras una
solemne introducción acústica en la que se aprecian pequeños arreglos
orquestales, un ardiente riff emerge y comienza a martillearnos la cabeza para
que, poco después. Zakk comience a cantar con su inconfundible voz quebrada y
punzante. La hostilidad da un respiro en un puente más melódico (excelentes
arreglos de guitarra), para volver a invitarnos a desmelenarnos en un ya
imborrable estribillo que incluiría entre los mejores de su trayectoria. Como
guinda al pastel, se viene una sección de solos (un auténtico duelo) en la que
Wylde comparte protagonismo con Dario Lorina, quien puntea con grandeza y
acompaña sin complejos al barbudo (no será la única aportación destacable del
bueno de Lorina…¡de hecho se vienen muchas más!).
La influencia de Black Sabbath sale a relucir con
mayor fuerza en la incisiva “Destroy & Conquer”, un tema con el gancho
habitual del grupo en lo que a estructura se refiere creado a partir de un riff
principal muy veloz y que termina mutando en otro más pesado en su parte
intermedia. Aunque para hablar de buenas guitarras, creo que no hay nada mejor
en este número que el momento de los solos, donde, de nuevo, Zakk invita a
Dario a librar un duelo de punteos desenfrenados en el que el auténtico
vencedor será el oyente. Wylde, además, canta con furia, imitando, como siempre,
a su querido Ozzy en su forma de escupir cada verso, y haciéndome sospechar
seriamente que el músico haya vendido su alma al diablo (¡sigue en forma!).
Canción de alto nivel.
Siempre que escucho “You Made Me Want To Live”
termino pensando en los primeros discos del grupo. Unos efectos de distorsión
muy oscuros se apoderan de la guitarra y de la voz en diversas secciones de la
canción, mientras se intercalan otras agresivas y en las que la base de bajo y
batería destacan notablemente. El estribillo es simple, pero es de mis
preferidos del disco, tanto por las notas agudas a las que llega Zakk, como por
el punteo melódico que suena de fondo. Para terminar de enamorarnos, la dupla
de guitarras nos regala otro extenso pasaje de solos virtuosos e hirientes.
Antes o después sabía que llegaría el turno de la
balada del disco. En esta entrega se titulada “Forever And A Day” y me parece
absolutamente magistral. Zakk logra traer de vuelta la sensibilidad vocal que
le hizo grande en “In This River” o en su hit solista “Lost Prayer” para un número
rico en instrumentación no solo por parte de sus compañeros tras sus
respectivos papeles, sino también por los ideales detalles de piano y, por
supuestísimo, por el emocionante y épico solo de guitarra que el barbudo nos
vuelve a regalar.
¡Cómo he disfrutado de “End Of Days”! Un
medio-tiempo oscuro en el que Zakk se roba todo el protagonismo con unas líneas
de guitarra y de voces dobladas absolutamente monumentales. No innova, pero
destruye todo lo que se pone a su paso con semejantes capas de distorsión.
Nuevamente se viene un puente arpegiado que nos prepara el cuerpo para un
estribillo marca de la casa. Tampoco puedo ignorar el divertidísimo videoclip
con el que acompañaron este corte, donde presenciaremos una batalla a muerte
entre dos anunciantes de comida rápida, encarnados por Zakk Wylde y John
DeServio (¡vaya dos!) disfrazados como un oso y un koala, así como su breve
alianza para enfrentarse a dos raperos de poca monda, interpretados por Dario y
Jeff. Por mucho que os cuente, nada como ver el vídeo.
Con “Ruins” vuelve a explotar la vena más salvaje del cuarteto. Tras un inicio inquietante construido a partir de capas de guitarra con diferentes distorsiones, emerge un poderoso riff bien acompañado por el bajo que recuerda al de “Trampled Down Below” del anterior disco, aunque con el paso de los segundos va adquiriendo su propia personalidad. Me resulta interesante el pausado estribillo coral que posee, el cual rompe nuestros esquemas tras semejante sucesión de pasajes más eléctricos. El solo es absolutamente ganador (creo que nuevamente Dario tiene sus momentos de lucimiento) bajo una enigmática y sugerente línea de bajo. Estamos ante un tema afín a los cánones de densidad de este grupo.
Seguimos viajando por los lugares más eléctricos de
la discografía del grupo de la mano de “Forsaken”, otra canción mayormente
cercana a lo que llevan haciendo tan bien en todos estos años. Seguramente no
sea tan remarcable como el resto de números presentes en esta producción, pero
he de rescatar ante todo el puente más melódico (casi espiritual) que posee la
canción y que anticipa un estribillo absolutamente destructor.
Si no eres un fan acérrimo de la banda, seguramente
no sabrás que “Love Reign Down” es una regrabación de un auténtico temazo ya
presente en el “Stronger Than Death” que, desde aquella primera escucha (de
aquello ha llovido ya mucho), recuerdo catalogar como el “Into The Void” de la
Black Label Society. Lo variopinto de esta versión, es que se trata de una
versión completamente baladística y suave, en la que Zakk canta, casi en su
totalidad, a solas con su piano y algunos arreglos de órgano, aportando un tono
celestial realmente precioso. Sobre la segunda mitad del número emergerán la
batería, el bajo y las guitarras para dar paso a un solo que, como en “Forever
And A Day”, tocará nuestra fibra sensible.
Ha sido una sorpresa inesperada, lo reconozco, pero con las escuchas me
ha parecido que va más allá de lo anecdótico. Un acierto.
Tras la calma es hora de volver a la tempestad en
forma de “Gospel Of Lies”, una canción iniciada solemnemente a partir de pesadísimos
punteos y licks inspirados por Tony Iommi que, una vez más, me hacen pensar en
“Into The Void” y, por ende, en “Love Reign Down” (la versión original,
cuidado). Estamos ante un extenso despliegue de riffs y melodías bien
acompasadas donde la velocidad cede lugar a la creación de atmósferas opresivas
que terminan, como era de esperar, funcionando y convenciendo. Por supuesto que
no falta un cambio en su intermedio para inyectar algo de velocidad al número
y, de paso, servir como puerta de entrada a una de las mejores secciones de
solos de todo el disco, con una velocidad absolutamente demencial y
twin-guitars que muestran una compenetración nunca antes vista entre Zakk Wylde
y su segundo de a bordo (Dario aporta cosas que no le escuchaba a Catanese en
su momento).
Unas guitarras lentas puntean una dulce y épica
melodía que anuncia la llegada de la rompedora “Shelter Me”. Aunque la fórmula
en si misma no cambie demasiado, me resulta muy apetecible la inclusión de
efectos más progresivos sobre los puentes y estribillos de este número, así
como una nueva intervención de guitarras gemelas en el inicio del solo al más
puro estilo Thin Lizzy, antes de derivar en otro despliegue de velocidad y
magia solista de las dos hachas del grupo.
Nadie puede evitar sonreír a la introducción juguetona
de guitarras que posee “Gather All My Sins”. Su riff, inspirado en ese
sugerente inicio, es clásico (setentero a más no poder) y encaja a la
perfección con el desarrollo enérgico de un número que en directo promete traer
el apocalipsis a sus asistentes. Sobre una acojonante base rítmica volverán a
batirse en duelo Zakk y Dario en la que probablemente sea la mejor colección de
solos del álbum (insisto en el nivelazo que ha presentado Lorina en todo
momento), superando cualquier límite de velocidad estipulado. Numerazo.
“Farewell Ballad” cierra por todo lo alto un
excelente disco. Zakk vuelve a sentarse al piano para grabar algunas pistas de
apoyo a las guitarras y demás instrumentaciones de un número emotivo y elegante
a partes iguales en el que, una vez más, se respira cierto aroma a “In This
River” en el ambiente. Buen y muy bello número que da continuidad a la ya
analizada “Forever And A Day” y que nos despide dejándonos un sabor muy dulce
de boca.
De momento es posibl
e que no coloque “Doom Crew Inc.” entre los trabajos más soberbios del grupo (el listón estaba muy alto), pero sí puedo afirmar que es realmente grande. Wylde, como buen veterano, sabe perfectamente lo que espera su público de él y hace parecer sencillo el hecho de componer 12 canciones completamente nuevas (11 en realidad) y con un sonido tan atemporal. Otro elemento a destacar es la mayor presencia de la que ha disfrutado Dario Lorina como guitarrista, llegando a compartir protagonismo con Zakk durante la mayor parte de los solos con un resultado inmejorable. Sabía lo que iba a encontrarme y no me han decepcionado (nunca lo han hecho). Black Label Society siguen sonando a Black Label Society y eso ya es garantía de cosas muy buenas. Recomendadísimo este “Doom Crew Inc.” que el barbudo y sus secuaces acaban de presentar. El mundo del Metal debe mucho a Zakk Wylde.
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