No me gustaría empezar una reseña de Mastodon, la primera que escribo por estos lares, sin confesaros previamente que necesité un tiempo más o menos considerable para acostumbrarme al sonido de sus dos últimos trabajos (“The Hunter” ya hacía presagiar este cambio), estando más acostumbrado a disfrutarlos siempre en la tesitura del “Leviathan” (tengo un extenso análisis de este disco a medio camino, por cierto), “Remission”, “Black Mountain” o del progresivo “Crack The Skye”, pero en el último año he aprendido a valorar correctamente sus dos obras más recientes y hay que reconocer que este cuarteto sigue en plena forma. De hecho, probablemente los americanos necesitaban realmente acercarse, compositivamente hablando, a tesituras algo más mainstream (jamás empleo este término como algo peyorativo) y la fórmula ha terminado funcionando con éxitos instantáneos como “The Motherload” o “Show Yourself”. Por ende también os recomiendo los álbumes “Once More ‘Round The Sun” y “Emperor Of Sun”. No es difícil quererles, ya os lo aviso.
Se ve que la pandemia
sirvió para que Troy Sanders, Brent Hinds, Bill Kelliher y Brann Dailor dieran
rienda suelta a su inspiración y se sacaran de la chistera el primer doble
álbum de su trayectoria, el cual han bautizado como “Hushed And Grim, y cuyos primeros
adelantos hacen presagiar sorpresas muy gratas. El título vendría a traducirse
como “silencioso y sombrío”, dos sentimientos que parecen definir los últimos
tiempos para un grupo que, hace solo un par de años, tuvo que lamentar la
pérdida de su querido mánager, Nick John, a quien han dedicado el disco y el
estilo musical/lírico de la obra. Troy lo reflejó de la siguiente manera
durante una entrevista con Consequence:
‘El álbum es sobre perder a nuestro manager, Nick
John, hace tres años debido a la batalla con el cáncer de páncreas. Su
existencia era monumental para nosotros. Era más importante que solo ser un
manager de la banda, era nuestro querido amigo. Siempre lo llamé mi amigo antes
de ‘Oh, es nuestro manager’. Así es como funcionaba nuestra relación, no solo
conmigo si no con los cuatro de la banda. Llegó en 2004 y sin comprometernos a nada
nos llevó a ser cada vez más grandes y tener mejores escenarios en todo el
mundo, no tendríamos esta carrera si no fuera por él.
Por mucho que Hushed And Grim es uno de nuestros
periodos más oscuros de la banda, brilla a través de una manifestación completa
de no solo lo que todo ha sido Mastodon, si no lo que Mastodon puede ser y
más’.
Unos golpes distorsionados y acelerados de batería anuncian el inicio de las hostilidades por parte del grupo. Llegó la hora de adentrarnos de lleno en “Hushed And Grim” y como bienvenida tenemos “Pain With An Anchor”, un corte cortante, de voces corales y ritmos constantes durante gran parte del mismo. No faltan las alternancias al micrófono (tremendos tanto Dailor como Sanders en su labor), además de unos solos marca de la casa que aportan, aun si cabe, más oscuridad al conjunto de la pista. Sobre el minuto 3:48 se produce una pequeña alternancia rítmica de la mano de un riff más veloz y tormentoso que no logro quitarme de la cabeza. Apertura ideal para resumir lo que se nos viene encima.
Tras varias escuchas al
álbum en su plenitud, “The Crux” es una de mis preferidas. Empezando por la
exhibición de redobles de batería que posee (¡más reconocimiento para Brann
Daylor!) y que se mantiene fija durante toda la canción, hay que rendirse ante
la voz quebrada de mi apreciadísimo Troy Sanders bordando los estribillos (I
feel the pressure!!!!!) y el posterior parón atmosférico que nos tienen
preparados, con unos estelares Brent y Bill regalándonos un par de solos
limpios y casi progresivos, así como una nueva sección vocal de Sanders más
suave. Futuro clásico, señorías.
“Sickle And Peace”
avisa con esas iniciales voces robóticas, las hipnóticas líneas de guitarra
bien empastadas y con una jazzística batería de Dailor de que Mastodon han
vuelto a coquetear con su faceta progresiva que tan bien supieron desarrollar
en “Crack The Syke”, con estructuras lentas y de mayor extensión (más de seis
minutos de música), donde nos da la sensación de habernos tocado de lleno con
un monolito que amaga con subir la intensidad en algunos instantes, pero que no
termina de romper, algo que en este caso no es sinónimo de algo negativo. Para
mí es un número logrado, aunque no hecho para los amantes de canciones de
“fácil digestión”.
Otra pista de alta gama
es “More Than I Could Chew”. Tras una apertura de sintetizadores, rompe un
malintencionado riff sobre el que la voz aguda de Brann (¡una maravilla!) inicia
el despliegue de hostilidades antes de dar paso a la de Troy. Y cuando piensas,
tras varios minutos girando sobre una misma idea, que no van a sorprenderte más
en la misma pista, se produce un giro de 180 grados y entra un interludio
progresivo donde las voces se van fusionando sobre un aura mística de
distorsión absolutamente perfecta (para el recuerdo esos “"I have, I have
lost my way reaching, reaching for today”).
Brent toma el mando del
micrófono y firma una bella pieza titulada “The Beast” en la que algún otro
reseñista ha visto ciertas similitudes con las de Chris Cornell. No sé si llega
a tanto nivel de esplendor, pero es innegable que el guitarrista ha logrado
madurar su voz y darle un tono más melódico que de costumbre amoldándose a la
perfección a esta propuesta. Para elevar al alza el número, hay un solo suave y
limpio (noto influencias blueseras aquí, ¿eh?) esperándote a la vuelta de la
esquina. Hablado del corte en cuestión,
creo que este número da buena cuenta de la densidad musical y lírica que
impregna cada rincón del disco. Mastodon suenan creativos a más no poder y eso
me encanta.
“Skeleton Of Splendor”
vuelve a volarnos la mente y transportarnos al experimental “Crack The Skye”.
Canción lenta y triste hecha para el lucimiento coral sobre una dramática base
de arpegios y sintetizadores. Estos últimos, por cierto, gozan de un
sorprendente momento solista que dejan con buen sabor de boca a cualquiera
(bueno, salvo que esperes encontrar a los Mastodon del “Leviathan”), aunque yo
me quede, personalmente, con el breve y emotivo solo de guitarra posterior. La
letra es cruda, pero una delicia al mismo tiempo, con ese luto imperante tras
la muerte de su mánager. Tal vez, incluso, esta sea la letra donde más
explicitan el dolor tras su muerte.
"Vivimos y respiramos todas
tus mil palabras.
Ahora que duermes terminaremos tu
trabajo"
No fue difícil
engancharse a “Teardrinker”, el segundo adelanto que vio la luz para
promocionar el disco. Este corte apuesta por un mayor peso de lo melódico
(especialmente durante los versos), con algunos pequeños zarpazos de rabia que
duran poco, además de algún destello instrumental más rompedor como puede ser
el solo de bajo bien distorsionado que nos regala el bueno de Troy. No será la
canción que más agrade a los fans de sus primeros álbumes, pero sí a los de sus
obras contemporáneas. A mí, que he disfrutado de lo lindo de ambas etapas, me parece
otro tema sensacional. La letra, por cierto, habla sobre el error de no estar
al lado de una persona que aprecias en un momento de necesidad.
Elegido
estratégicamente como primer single, “Pushing The Tides” es un auténtico
disparo a la sesera a partir de un ritmo malintencionado durante esos versos
tan bien dramatizados por el señor Sanders que solamente amaga con suavizarse
en unos melódicos estribillos donde el bueno de Dailor saca su siempre efectivo
registro. Tres minutos y medio de mala hostia que se complementan con un no
menos plausible videoclip donde rajan contra la clase política y su poder para
devorar al ciudadano corriente.
El primero de los dos CDs ha llegado a su fin y a mí me parece que estamos, de momento, ante una obra que roza lo maestro. Mi duda es si mantendrán el nivel con la segunda parte del LP. Vamos a comprobarlo…
Adoro las guitarras
iniciales de un numerazo como “Peace And Tranquility”, con un nivel de técnica
que me ha recordado por momentos a algunos instrumentales presentes en el “Rust
In Peace” de Megadeth (¡casi nada!). Tras un comienzo fulgurante, sobre el
primer minuto, las guitarras cambian por completo y se mueven con una no menos
lentitud serpenteante sobre la que las diferentes secciones vocales se van
entretejiendo formando un todo perfecto, o casi perfecto. No faltará un nuevo
interludio más atmosférico y de voces roncas (Sanders siempre en mi equipo) que
vuelve a dejar clara la evolución progresiva del cuarteto. Los últimos dos
minutos del número incluyen un par de solos calmados absolutamente acojonantes
(tampoco se ha valorado al dúo Brent-Bill como se merece), así como una nueva
interpretación del estribillo tan chulo que posee.
Los muchachos siguen
dejando volar su creatividad hasta lugares poco explorados por otros grupos. Un
ejemplo claro de esto es “Dagger”, pieza absolutamente exótica que tiene como
principales protagonistas a un seductor sitar y unas percusiones tribales que
crean una atmósfera nunca antes escuchada en un disco de Mastodon sobre la que,
por cierto, Troy Sanders clava una interpretación majestuosa en la que sus
rugidos suenan más distorsionados que de costumbre. La canción va in crescendo
hasta que la batería, como era previsible, entra con más fuerza, creando un
paisaje misterioso de inconfundible inspiración oriental al que pronto le añadirán,
por si todavía era posible mejorar la cosa, unos sintetizadores dramáticos.
¡Qué número tan bueno! ¡Diferente a más no poder!
Y seguimos por la senda
de la innovación. En este caso con otra rompedora “Had It All” en la que las
voces siguen sonando con un extra de distorsión, mientras acoplan en sus
diversos efectos de sintetizador. Los arpegios de guitarra son una delicia caminando
lentamente, así como el más árido solo que ha grabado el mismísimo Kim Thayil
(Soundgarden) como invitado estrella, mientras Troy acapara el micrófono para
él solo y clava una sentida interpretación que tiene como colofón el sencillo
pero lacrimógeno estribillo.
¿Quieres algo más
movido? Prepárate para una buena sacudida de la mano de “Savage Lands” y su
trepidante ritmo en forma de cabalgada. Brann hace una aportación tremenda tras
la batería, dando especial peso a los pedales, por no mencionar su siempre
efectiva voz más colorida que tanto contrasta con la del rebelde Sanders.
Número cargado de mala hostia que no dudan en bordar, como grandes expertos en
música más agresiva que son.
“Gobblers Of Dregs” se
convierte con sus más de ocho minutos de extensión en el número más largo de “Hushed
And Grim”. En esta nueva entrega encontramos, hasta la mitad del corte, un menor número de alteraciones rítmicas donde
mandan las guitarras extremadamente densas, así como los habituales juegos vocales
y consistentes baquetazos de Daylor. En el cuarto minuto se inicia una especie
de interludio (¡escuchen el bajo de Troy!), que termina desembocando en una
base de batería jazzística y de guitarras más arregladas que se mantienen hasta
un gran final sónico con sus trepidantes solos y una batería ardiente. Recomiendo
escucharla con frecuencia para saber apreciarla como merece. Tiene demasiados
detalles que merecen ser apreciados.
Estamos casi llegando
al final y siento que el grupo no ha bajado el listón en ningún segundo de la
obra. Solo queda sentarse y disfrutar de lo que queda. De hecho, es el turno de
uno de los números más emotivos y técnicos de toda la obra. Los arreglos de
guitarra te atrapan desde el inicio, con arpegios bañados en un mar de efectos,
sobre el que, una vez más, Troy nos regala unos versos teatralizados que erizan
el vello a cualquiera, justo antes de que Brann se una a la fiesta y entone un
estribillo sobrecogedor que crece con cada repetición a la que va introduciendo
diferentes fills de batería. Pero
espera que aún queda más que destacar. Y es que hay un par de secciones
diferentes (una sobre la mitad y otra que actúa como cierre) reservadas para el
lucimiento de unas guitarras que firman, a mi modo de ver, dos de los mejores
solos de todo el álbum (ojo que en el primero hay, inclusive, un pequeño
momento donde introducen twin guitars)
Es la hora de cerrar la
obra y, manteniendo el elevadísimo nivel de entrega que han demostrado durante
los catorce números previos, “Gigantium” no decepcionará a nadie. Todo lo
contrario. Ni siquiera el hecho de encontrarse al final de un doble CD, al que es
posible que el oyente llegue, aunque muy satisfecho, algo cansado, puede
impedir que esta canción termine destacando. En sus casi siete minutos proponen
un número alegre y más bien pausado, donde vuelvo a sentirme atrapado por un
aura espiritual muy agradable de escuchar. Tal vez un cambio de ritmo o la
introducción de un riff algo rompedor hubiera dado más galones a esta pieza,
aunque es probable que sean locuras mías. ¿El mejor momento? El GLORIOSO solo de
guitarra que se inicia en el 5:08 junto al posterior outro orquestal. De lo
mejor del disco.
Con la cautela que
exige cualquier reseña a un material novedoso, me sobran los argumentos para
afirmar que “Hushed And Grim” es uno de los álbumes del año y, por ende, uno de
los grandes trabajos del cuarteto de Atlanta. Solo el tiempo dirá si llega a
las mismas cotas de grandeza que sus mejores LPs. Hace tiempo que quedó atrás el
espíritu Sludge que impregnó “Leviathan” o “Black Mountain” y que, en
definitiva, les hizo grandes, algo que no todos los puristas sabrán perdonar
(cada cual a lo suyo), pero Mastodon jamás se ha ceñido a un solo estilo y
muestran como pocas bandas una facilidad envidiable para abarcar tantos
subgéneros como ellos.
Si la composición y
grabación de semejante disco nació como una vía de escape o de superación del
dolor y el recuerdo tras la muerte de su mánager, puede decirse que no se me
ocurriría mejor manera de encontrar algo de consuelo.
“Hushed And Grim” es el
trabajo más maduro e introspectivo de una banda que no deja de sorprendernos.
La musicalidad de sus 15 canciones, sin olvidar las cuidadas voces de ese infalible
trío de vocalistas, lo convierten en una escucha obligada para cualquier amante
de la buena música.
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