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Slipknot - Iowa (2001)

Calificación: **** *

Iowa puede presumir, seguramente, de muchas cosas, pero en su cumbre se encuentra el hecho de haber consolidado a  Slipknot como una de las bandas más populares y renovadoras del milenio en materia de Metal, le pese a quien le pese. 


En este caluroso verano de 2021, y solo una semana después de conocerse el inesperado fallecimiento de Joey Jordison, uno de los grandes baterías de las últimas tres décadas gracias a sus álbumes junto a este grupo, he querido rescatar con cariño y respeto su segundo álbum, ese que decidieron llamar como la tierra que los vio nacer y que vería la luz en agosto de 2001, solo un par de semanas antes de que el mundo se paralizara con los atentados del 11 de Septiembre.

 

Producido por Ross Robinson, “Iowa” nació para dar continuidad al éxito obtenido por su trabajo homónimo de 1999. Su apariencia, sus letras y su sonido llamaron en seguida la atención de los metaleros hambrientos de productos novedosos y estos ya aguardaban un nuevo lanzamiento de aquellos nueve extraños personajes. No obstante, ese primer éxito obtenido con el homónimo debut contrastaba con el pésimo estado anímico general de un grupo atrapado en las drogas y en los excesos con el alcohol que terminaron despertando una guerra a dos bandos: el conformado por Paul Gray y Joey Jordison, quienes habían tenido que componer la mayor parte del disco y, por otro lado, el del resto de integrantes que habían vivido ajenos a estas grabaciones por culpa de sus diferentes abusos y problemas. Este tiempo de guerra y el hecho de tener que lidiar ante tantos frentes abiertos permitió que este disco también se convirtiera en una especie de desahogo para ellos y es por ello que este terminaría siendo considerado su trabajo más agresivo y oscuro. 

 

Les invito, a partir de aquí, a escuchar el disco mientras leen esta reseña dedicada a la memoria de Joey Jordison y Paul Gray.

 

Gritos y arcadas conforman la introducción instrumental que ha recibido el nombre de “5:15” y que, aunque no aporte mucho en lo musical, sí que sirve para adentrarnos de lleno en el oscuro y enfermizo mundo de Slipknot, así como preparar el cuerpo para “People=Shit”, clásico indiscutible del grupo nacido de una letra contra todo lo que se mueve, así como de unas guitarras cargadas de distorsión que, en compañía de la imponente batería de Jordison y los gritos de Corey Taylor, nos terminan llevando a uno de los estribillos insigne del grupo. Corte a la altura de lo que los americanos nos han acostumbrado en lo que a abrir con toda la agresividad posible se refiere.

 

El terremoto sónico continúa con otra invitación al desmadre. En este caso se trata de “Disasterpieces”, canción que se inicia temblorosa de la mano de los efectos empleados por Mick Thompson a la hora de manipular su guitarra, para pronto terminar sumándose Jordison tras la batería y un scream de Corey que anuncia el inicio de la velocidad. El vocalista está tremendo en todo momento llevando cada nota al límite de sus posibilidades (es posible que sus cuerdas vocales se terminaran resistiendo en la grabación del disco). Con el paso del tiempo he visto numerosas similitudes de esta canción con “All Out Life”, aquel monstruoso single que lanzaron hace pocos años con la nueva formación.

 

Turno de “My Plague”, otro clásico del disco que fue elegido como primer single y canción principal en la BSO de Resident Evil. Aunque con Slipknot es difícil afirmarlo a ciencia cierta, puede que este sea el estribillo más “accesible” de todo el trabajo. Corey y Jordison se convierten en amos y señores absolutos de la canción. El primero por su voz casi gutural en los versos y muy limpia en un estribillo que parecía anunciar lo que años después haría en sus trabajos a partir de “All Hope Is Gone” y el segundo por la base que impone y que, por suerte, podemos escuchar en algunos segundos como solista.

 

Craig Jones y sus teclados hacen acto de presencia en “Everything Ends”, una canción que vuelve a traernos las mejores versiones de Taylor y Joey y que siento que ha quedado bancada a un segundo plano en comparación con aquellas que gozan del privilegio de considerarse “clásicas”. 




La que sí es un clásico, y con todo merecimiento la posterior “The Heretic Anthem”, ese descerebrado canto contra aquellos que trataron de censurar al grupo durante sus inicios por sus letras o su apariencia. De ahí nació ese mítico grito de Corey que en español traduciríamos como “Si tú eres 555 yo soy 666”.

 

“Si tu eres 555, yo soy 666”

Como un muerto golpea al éxito, quiero ser un pecador, un idolatrado estallido para la industria asesina”

 

El malogrado Paul Gray, a quien poco se le solía escuchar en los discos entre tanta saturación, hace una aportación más que plausible en “Gently”, originalmente incluida en el “Mate Feel Keed Repeat”, de la mano de una línea de bajo hipnótica y satánica que serpentea en nuestros oídos lentamente mientras las guitarras y los efectos de sintetizador comienzan a crear una atmósferas cada vez más catastrófica a la que terminará uniéndose Corey sobre los dos minutos y 20 segundos. Habrá alguna subida de intensidad gracias a la batería, especialmente en el último minuto, pero en general  la canción es más monolítica de lo habitual.

 

“Left Behind”, como “My Plague”, fue elegido como single, seguramente, por el hecho de contener un estribillo más sencillo de memorizar y grabarse en el oyente menos acostumbrado a escuchar al grupo. Canción donde destaco las guitarras de Jim Root y Mick Thompson, quienes en el interludio logran sembrar el terror con unos arreglos sombríos.

 

También destaco a la mencionada dupla de guitarras en “The Shape”, enérgico tema con cierto sabor industrial que añade Craig Jones tras sus teclados y samplers. No es una de mis canciones preferidas, a veces la siento como un poco de relleno, pero no es ni mucho menos mala. Mucho mejor entra la mordiente “I Am Hated”, corte con muchísimo Nu Metal (aquí se acercan más al estilo de Korn) con voces distorsionadas y dobladas en muchos instantes para terminar de coronarse como un temazo de la mano de un estribillo cargado de gritos. Jordison, acompañado a las percusiones por Shawn Crahan y Chris Fehn, nos traen el mismito infierno a nuestros oídos.

 

“Skin Ticket” también me suena algo menos sorprendente, además de tener una exagerada duración para su propuesta menos impactante.




 

Cierto es que “New Abortion” y “Metabolic” rompen un poco con la frialdad de la pieza anterior, pero se quedan algo planas y carentes de un factor sorpresa realmente interesante si las comparamos con cualquier canción del disco que no sean las que he dicho que no me han gustado.

 

Finalmente, tenemos la homónima “Iowa” y sus más de 15 minutos de extensión. Los nueve miembros dan rienda suelta a su locura para terminar materializando esta extraña catarsis de positivo resultado en el que quiero reseñar las múltiples facetas de Corey como cantante (es un genio cuando se trata de meterse en los papeles que encarna o en la rabia que sugiera la canción) y de Joey como batería (era capaz de adaptarse a cada ritmo propuesto por sus compañeros sin tirar de tanto doble pedal, algo que muchos le recriminaron desde sus inicios), quien supo escudarse en las percusiones de Chris y Shawn para crear momentos tan memorables como los que nos ofrece esta canción . Pero también destaco el bajo de Paul Gray, especialmente presente al principio de la pista, así como los arreglos de teclados de Sid Wilson y Craig Jones. No sé si es una leyenda o no pero tengo entendido que algunos gritos y suspiros de Corey que se escuchan durante esta pista son realmente grabaciones de audio que se hicieron en el estudio mientras el cantante se autolesionaba.

 

En lo lírico y musical “Iowa” terminó de marcar el camino y el estilo a seguir por un grupo que había irrumpido como pocos en aquel tiempo y que llegaría para quedarse definitivamente. Posiblemente este sea su trabajo más logrado y querido junto al “Vol. 3: The Subliminal Verses” que lanzarían en 2004, aunque es cuestión de gustos, claro está.


Con los años, y tras unos primeros acercamientos desafortunados, me he podido hacer fan de verdad del grupo. No le pondría menos de un 8 (a veces incluso para mí es digno del sobresaliente).



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