CALIFICACIÓN: *****
La cultura del Rock debe mucho (muchísimo) a Phil Lynott y Thin Lizzy, uno de esos grupazos que fueron fuente de inspiración para tantos artistas y que parecen haber quedado relegados a un segundo plano. Podría pasarme horas hablando sobre esta injusta realidad, pero prefiero aprovechar este escrito para reivindicar a los irlandeses y, ya de paso, rescatar uno de esos álbumes olvidados de su primera, y más compleja, etapa sonora. Antes de lanzar “Vagabonds Of The Western World” (1973), Thin Lizzy ya tenía dos LPs a sus espaldas como el homónimo debut (1971) y el “Shades Of A Blue Orphanage” (1972), ambos altamente recomendados, además de un anecdótico disco tributo a Deep Purple bajo el nombre de Funky Juction del cual os hablé en su momento y que tuvo más repercusión, lamentablemente, que aquellos dos primeros lanzamientos. El caso es que el trío formado por Lynott, Eric Bell y Brian Downey daría un golpe sobre la mesa durante la grabación de su siguiente obra al publicar como sencillo, debido al (bendito) capricho de su productor, una versión de “Whiskey In The Jar” canción tradicional irlandesa, que les catapultó al número 1 en su país (a día de hoy sigo sin entender cómo demonios este tema no fue incluido en la versión original del disco). Este hecho propició que su nuevo disco fuera aguardado por una mayor legión de fans que no dejaba de crecer. No obstante, aquí es necesario puntualizar que los primeros cuatro discos de Thin Lizzy no siento que sean “para todos los públicos” ya que en estos la banda se dedica a abordar más géneros y no se mueve por caminos más sencillos y que son sinónimo de fama como sí sucedería con posteriores obras aclamadas como “Jailbreak”, “Fightning”, “Johnny The Fox” o “Chinatown”. Reconozco que tardé en cogerle el punto precisamente al grupo porque empecé por sus trabajos iniciales y no por los más accesibles (lo aconsejable es primero ir a lo que te capta rápido y luego adentrarte en sus trabajos más ambiciosos).
Por lo tanto, este “Vagabonds” es un disco que afianza en cuanto a popularidad al grupo y le permite llegar a una mayor legión de fans. Otro hecho a tener en cuenta es la aparición de alguna canción más accesible que de costumbre, aunque predominan esas piezas complejas y perfectas que caracterizaron a este trío.
Como dato curioso hay que señalar que la llamativa portada de este álbum es obra del mismísimo Jim Fitzpatrick, mejor conocido por su retrato en blanco y negro del Che Guevara. Esta sería la primera de muchas colaboraciones con este artista (portadas como la de “Jailbreak”, “Chinatown” o “Black Rose” llevan su firma).
Para empezar con buen pie los irlandeses apuestan por la salvaje y sexy “Mama Nature Said”, corte que desde el inicio da la campanada por el uso del slide por parte de Eric Bell, un recurso prácticamente novedoso en el sonido del trío. Una intro cálida da paso a ese narrador y profeta musical tan querido por todos como fue Mr. Lynott, quien con su inconfundible voz (¡qué manera de vocalizar!) nos deja un mensaje con claros tintes ecologistas, al mismo tiempo que nos pone las tripas a brincar con los golpes de su bajo. Canción perfecta en todos los planos (mucha atención al solo que remata la misma) y que parece hacer más accesible el sonido del grupo, algo que se disipa cuando entra la extensa y atractiva “The Hero And The Madman” y su inspiración claramente más progresiva en cuya letra se anteponen las personalidades del héroe prototípico y un personaje completamente demente. La canción progresa de una manera completamente teatral gracias a Phil y sus cambios vocales que van desde su tradicional manera de cantar hasta una faceta de narrador que personalmente me encanta.
Seguimos gozando de esta obra de la mano de “Slow Blues” y ese duelo sonoro que mantienen Lynott a la voz y, al mismo tiempo, Eric Bell escupiendo fraseos tras la guitarra. Otro corte provocador en el que capto influencias de los grandes bluesmen de la década de los 50, aunque sobre el tercer minuto la estructura experimente un cambio experimental durante varios segundos para volver al inicio del mismo. No puedo saltar a la siguiente pieza sin glorificar el papelón que hace tras los parches ese genio infravalorado llamado Brian Downey, luciéndose a partir de detalles minimalistas.
“The Rocker” es el clásico del álbum, así como el tema más rápido y accesible de todo el disco. La banda se desmadra con una serie de riffs de la factoría Bell completamente pegadizos sobre los que Lynott desarrolla su tradicional masterclass vocal y de bajo y Downey vuelva a jugar con sus dotes tras los tambores. Eric usa el flanger en su guitarra para bordar un solo de esos que han caracterizado a este entrañable grupo.
Si hay una canción que no entiendo cómo quedó en el olvido, o no tiene el reconocimiento que merece, esa es la que da título a este trabajo. Con una introducción de armonías vocales pegadizas (un homenaje al clásico irlandés “Tora Lora Lora”) y difíciles de encontrar en el género, nace una canción eléctrica y perfecta también en todas sus secciones: las guitarras dobladas de Bell suenan afiladas, sin olvidar el monumental solo que él mimo hace, mientras que Downey lo da todo en la batería (cowbell incluido en el inolvidable estribillo que siempre me hace pensar en el de “Black Diamond” de Kiss) y Lynott en estado de gracia cantando a las mil maravillas.
" Le di a una niña un niño
Dijo "Este niño es mi orgullo y alegría"
"Estoy ocupado corriendo salvaje y libre"
"Asegúrate de que crezca como yo"
Y soy un vagabundo "
“Little Girl In Bloom” me encanta por mostrar esa faceta callejera y suave del grupo. Tema sentido tanto en la voz de Phil como en los detalles que Bell dibuja en el mástil (el solo es un diamante en bruto) pasando por los beats que marca Brian en su batería. Más cruda y directa, aunque posiblemente también más básica, es “Gonna Creep On You”, que es otro regalo para todo amante de las instrumentaciones convincentes (¡cómo suenan ese bajo y percusión en nuestro estómago, mientras la guitarra con wah nos seduce!).
La edición original del álbum llega a su fin con “A Song For While I’m Away”, una dulce balada de inspiración setentera que Lynott canta con elegancia magnánima a la vez que Eric alterna momentos de arpegios distorsionados con pequeños detalles de guitarra acústica, sin pasar por alto los arreglos orquestales que fluyan en la parte final de la pista. Sin duda, un final a la altura de lo que acabamos de escuchar (¿no os dije que los primeros Thin Lizzy no seguían un patrón?)
Aprovechando que estamos hablando de Thin Lizzy, voy a permitirme el lujo de hablar rápidamente de los bonus track que se incluyeron en posteriores ediciones.
Empezamos por la legendaria “Whiskey In The Jar”, la versión del clásico corte tradicional irlandés que catapultó a estos chavales a la fama mundial. Thin Lizzy reinventó la pieza y la hizo suya por los siglos de los siglos (amén). Un tema para sentarse y disfrutar. Le sigue “Black Boys On The Corner” y su feeling “zeppeliano” en esos riffs bien distorsionados (me encanta la percusión que añade al inicio Brian), una canción que inexplicablemente tampoco formó parte de la versión original, pese a tener una calidad abismal. El cambio de ritmo que sufre la pista para introducir el estribillo es caviar del bueno, así como el solo de slide de Bell (honor para este guitarrista) que vuelve a reducir la velocidad de la pista. Antes de llegar al Power Blues sugerente que es “Broken Dreams” nos quedaremos sin aliento ante la inesperada “Randolph’s Tango” y su inmersión en los sonidos caribeños y tropicales más propios del reggae (¿cómo no puede ser famoso el punteo de guitarra acústica que firma Bell?).
El disco se vendería mucho mejor que sus predecesores (algo tendría que ver el éxito de “Whiskey In The Jar”), aunque no lo suficientemente bien para un Eric Bell que terminaría abandonando la banda frustrado por no llegar a los resultados que este esperaba, así como preocupado por su propia salud, la cual había empeorado con el considerable aumento del consumo de sustancias por parte de sus compañeros. Para terminar la gira el grupo reclutaría a un joven Gary Moore (¡casi nadie!) que, de momento, solo podría implicarse en las fechas restantes con Lizzy. Después el trío se convertiría en un cuarteto (o un trébol de cuatro hojas) con la incorporación de la dupla histórica que conformarían Scott Gorham y Brian “Robbo” Robertson...pero eso es otra maravillosa historia que ya os contare.
Igual que he dicho que recomiendo discos como “Jailbreak”, “Fighting” o “Johnny The Fox” para descubrir a Thin Lizzy y acceder a ellos con más facilidad, no dudaría en recomendaros este “Vagabonds Of The Western World” como primer disco a escuchar de esta etapa inicial del grupo en la que que los irlandeses exploraron gran cantidad de géneros (pocas bandas harían algo así). Uno de mis trabajos favoritos del grupo al que no puedo evitar ponerle la máxima calificación.
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