En un ejercicio de volver a mis primeros héroes rockeros se me ha antojado traer otro álbum más de Rory Gallagher a estos lares. Y no, no es una obra menor porque me dispongo a reseñar el mismísimo “Tattoo”, su cuarta obra de estudio que llegó al mundo en noviembre de 1973, cuando el de Ballyshannon tenía solo 25 años, y que para muchos seguidores de este mito podría tratarse de su obra más compacta, un asunto de gran envergadura teniendo en cuenta la cantidad de álbumes sobresalientes que el irlandés lanzó durante su no demasiado larga vida terrenal.
Rory no era un desconocido para el mundo tras su paso por el power trío Taste, así como sus tres primeros álbumes de estudio en solitario (especialmente gracias al críticamente aclamado “Blueprint”) y un directo monstruoso como es el “Live! In Europe” que servidor ya rescató para esta web. Los seguidores de Gallagher tuvieron la inmensa fortuna de no tener que esperar demasiado tiempo para recibir en mano un nuevo álbum de estudio del artista tras el mencionado “Blueprint”, saliendo solo nueve meses después este “Tattoo” que terminaría por consagrar al artista como un músico eterno.
Es en este álbum donde "el Hendrix blanco” abarca un mayor número de géneros, llevando a cabo varias fusiones de Blues-Rock (su mayor especialidad, con ciertos guiños de Country, Folk o Jazz. Así era Rory. Un amante empedernido de la música que vivió por y para ella, así como para sus fans y que siempre se mantuvo fiel a sus principios creativos y de superación personal, llegando incluso a declinar dos suculentas ofertas para unirse ni más ni menos que a los Rolling Stones y a Deep Purple.
Tras unos 20 segundos de desconcierto y distorsión (honor a ese acordeón que suena de fondo) se inicia la cálida y magnánima “Tattoo’d Lady” que se te atrapa en una especie de atmósfera opresiva y densa que se cimenta en la clásica esencia rockera añeja que tan bien supo explotar siempre este músico. Con este tema llegamos, como no podía ser de otra manera, al primer gran solo de todo el disco. La influencia de Hendrix es más que palpable durante toda la canción (me podría imaginar al moreno cantándola).
Como segundo plato tenemos la mordiente “Cradle Rock” en la que nuestro protagonista se permite el lujo de sacar su mejor arsenal de riffs y punteos para engancharnos a esta mítica canción que no faltó en su posterior Irish Tour. Tema hipnótico al más puro estilo John Lee Hooker, pero con dosis extras de slide y de armónica.
Los decibelios bajan para dar paso a una de esas piezas acústicas que Rory siempre bordaba. Hablo de “20-20 vision” en la cual hace lo que le da la gana con la guitarra mientras canta con una cercanía desbordante que engancha a cualquiera. Aquí hay Blues y Boogie a partes iguales. Insisto, aunque me repita, en que los arreglos de guitarra en este tema están al alcance solo de miembros distinguidos de la realeza como nuestro irlandés.
Pero si hay una canción que sorprende por su concentración de diferentes estilos, esa es, de calle, “They Don’t Make Them Like You Anymore”, donde en cuatro minutos hay detalles de Jazz, Rock y Blues que la hacen absolutamente inesperada. La aportación del piano y su bella unión con una imponente guitarra es uno de los motivos por los que es imposible no adorar esta canción, lo digo en serio. Impresionante.
¿No os decía yo que Rory y Hendrix tenían estilos similares (de hecho Jimi se declaró fan de Gallager)? Si te quedaba alguna duda espera a escuchar “Livin’ Like A Trucker”. El wah wah domina una canción con aires sesenteros y más psicodélicos que podría haber pertenecido al Electric Ladyland sin problema alguno. Tema muy curioso por su cantidad de cambios y adorado por los fans que siempre la pedían en sus directos. No suele hablarse de las letras de Rory pero creo que esta merece ser destacada porque en ella el guitarrista se sincera y muestras sus sentimientos acerca de la vida en la carretera y lo dura que esta puede llegar a ser. Una de mis favoritas de toda la discografía de este genio.
Desde el primer segundo de “Sleep On A Clothes Line” sabes que va a ser una canción que te va a acompañar durante toda tu vida. En esta se citan gran cantidad de riffs de ascendencia bluesera, muchos cambios, un par de punteos de primer nivel y, como invitado de lujo, una línea de piano en su base que solo aporta grandiosidad al conjunto.
A veces, cuando escucho a nuestro protagonista dudo de su origen irlandés y/o me planteo si el tipo estaría empadronado en los Estados Unidos (jejejeje) porque tenía una forma de leer la música sureña como pocos (muchas veces era mejor que los propios artistas del lugar. “Who’s That Coming?” tiene mucho slide, tiene armónicas, una guitarra acústica que se desliza como una serpiente en el desierto antes de pasar a distorsionarse,… ¿cómo decirle que no a semejante proposición?
Y es el turno de otro clásico que podemos encontrar en este disco como es “A Million Miles Away”, esa desgarradora balada que, una vez más, siento que en esos punteos limpios se esconden ciertos guiños a Hendrix y alguna pieza como podría ser “The Wind Cries Mary”. El bajo, la batería y el piano crean una sólida base sobre la que la guitarra de Gallagher canta y llora frente al micrófono. Me encanta la interpretación vocal que hace en esta ocasión, llegando a tocarme la fibre sensible en ocasiones.
La versión original cerraba con “Admit It”, otro temazo inspirado por la vieja escuela sureña donde, tras un omnipresente piano, el músico dispara una serie de riffs que, en ocasiones, coquetean con el Metal primitivo, aunque sin por ello sacrificar la esencia guitarrera del músico.
Aunque originalmente no estuvo incluida, me voy a permitir reseñar a continuación como "encore” la posteriormente rescatada “Tucson, Arizona”, que consiste en una versión de la balada country original de Link Wray (otro grande) donde nos encontramos al irlandés en una tesitura más emotiva que le queda realmente bien y que no es demasiado habitual en su discografía.
“Tattoo” es claro aspirante a ser catalogado como el más grande de todos los álbumes lanzados por este irlandés. Cada canción es un diamante con personalidad propia que no puede dejar de escuchar cualquier oyente de gusto exquisito. Pronto vendría una nueva gira por su Irlanda natal donde se filmaría su no menos legendario directo “Irish Tour ‘74” con el que el legado de Rory Gallagher seguiría intacto.
¡Eterno Rory!

Rory no era un desconocido para el mundo tras su paso por el power trío Taste, así como sus tres primeros álbumes de estudio en solitario (especialmente gracias al críticamente aclamado “Blueprint”) y un directo monstruoso como es el “Live! In Europe” que servidor ya rescató para esta web. Los seguidores de Gallagher tuvieron la inmensa fortuna de no tener que esperar demasiado tiempo para recibir en mano un nuevo álbum de estudio del artista tras el mencionado “Blueprint”, saliendo solo nueve meses después este “Tattoo” que terminaría por consagrar al artista como un músico eterno.
Es en este álbum donde "el Hendrix blanco” abarca un mayor número de géneros, llevando a cabo varias fusiones de Blues-Rock (su mayor especialidad, con ciertos guiños de Country, Folk o Jazz. Así era Rory. Un amante empedernido de la música que vivió por y para ella, así como para sus fans y que siempre se mantuvo fiel a sus principios creativos y de superación personal, llegando incluso a declinar dos suculentas ofertas para unirse ni más ni menos que a los Rolling Stones y a Deep Purple.
Tras unos 20 segundos de desconcierto y distorsión (honor a ese acordeón que suena de fondo) se inicia la cálida y magnánima “Tattoo’d Lady” que se te atrapa en una especie de atmósfera opresiva y densa que se cimenta en la clásica esencia rockera añeja que tan bien supo explotar siempre este músico. Con este tema llegamos, como no podía ser de otra manera, al primer gran solo de todo el disco. La influencia de Hendrix es más que palpable durante toda la canción (me podría imaginar al moreno cantándola).
Como segundo plato tenemos la mordiente “Cradle Rock” en la que nuestro protagonista se permite el lujo de sacar su mejor arsenal de riffs y punteos para engancharnos a esta mítica canción que no faltó en su posterior Irish Tour. Tema hipnótico al más puro estilo John Lee Hooker, pero con dosis extras de slide y de armónica.

Pero si hay una canción que sorprende por su concentración de diferentes estilos, esa es, de calle, “They Don’t Make Them Like You Anymore”, donde en cuatro minutos hay detalles de Jazz, Rock y Blues que la hacen absolutamente inesperada. La aportación del piano y su bella unión con una imponente guitarra es uno de los motivos por los que es imposible no adorar esta canción, lo digo en serio. Impresionante.
¿No os decía yo que Rory y Hendrix tenían estilos similares (de hecho Jimi se declaró fan de Gallager)? Si te quedaba alguna duda espera a escuchar “Livin’ Like A Trucker”. El wah wah domina una canción con aires sesenteros y más psicodélicos que podría haber pertenecido al Electric Ladyland sin problema alguno. Tema muy curioso por su cantidad de cambios y adorado por los fans que siempre la pedían en sus directos. No suele hablarse de las letras de Rory pero creo que esta merece ser destacada porque en ella el guitarrista se sincera y muestras sus sentimientos acerca de la vida en la carretera y lo dura que esta puede llegar a ser. Una de mis favoritas de toda la discografía de este genio.
Desde el primer segundo de “Sleep On A Clothes Line” sabes que va a ser una canción que te va a acompañar durante toda tu vida. En esta se citan gran cantidad de riffs de ascendencia bluesera, muchos cambios, un par de punteos de primer nivel y, como invitado de lujo, una línea de piano en su base que solo aporta grandiosidad al conjunto.
A veces, cuando escucho a nuestro protagonista dudo de su origen irlandés y/o me planteo si el tipo estaría empadronado en los Estados Unidos (jejejeje) porque tenía una forma de leer la música sureña como pocos (muchas veces era mejor que los propios artistas del lugar. “Who’s That Coming?” tiene mucho slide, tiene armónicas, una guitarra acústica que se desliza como una serpiente en el desierto antes de pasar a distorsionarse,… ¿cómo decirle que no a semejante proposición?
Y es el turno de otro clásico que podemos encontrar en este disco como es “A Million Miles Away”, esa desgarradora balada que, una vez más, siento que en esos punteos limpios se esconden ciertos guiños a Hendrix y alguna pieza como podría ser “The Wind Cries Mary”. El bajo, la batería y el piano crean una sólida base sobre la que la guitarra de Gallagher canta y llora frente al micrófono. Me encanta la interpretación vocal que hace en esta ocasión, llegando a tocarme la fibre sensible en ocasiones.
La versión original cerraba con “Admit It”, otro temazo inspirado por la vieja escuela sureña donde, tras un omnipresente piano, el músico dispara una serie de riffs que, en ocasiones, coquetean con el Metal primitivo, aunque sin por ello sacrificar la esencia guitarrera del músico.
Aunque originalmente no estuvo incluida, me voy a permitir reseñar a continuación como "encore” la posteriormente rescatada “Tucson, Arizona”, que consiste en una versión de la balada country original de Link Wray (otro grande) donde nos encontramos al irlandés en una tesitura más emotiva que le queda realmente bien y que no es demasiado habitual en su discografía.
“Tattoo” es claro aspirante a ser catalogado como el más grande de todos los álbumes lanzados por este irlandés. Cada canción es un diamante con personalidad propia que no puede dejar de escuchar cualquier oyente de gusto exquisito. Pronto vendría una nueva gira por su Irlanda natal donde se filmaría su no menos legendario directo “Irish Tour ‘74” con el que el legado de Rory Gallagher seguiría intacto.
¡Eterno Rory!

THE BEST, POR SIEMPRE RORY GALLAGHER!
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