Holy Diver” llegó al mercado en 1983 y se convirtió en un clásico instantáneo. Y es que el proyecto en solitario de un ya adorado Ronnie James Dio poco tenía que envidiar a sus trabajos con Rainbow o Black Sabbath, ya que en esta aventura como solista, y ayudado por unos músicos soberbios, supo combinar la riqueza lírica (con mucho gusto por lo medieval) de Rainbow con la electricidad y solidez de Black Sabbath.
Las ganas de seguir cosechando éxitos y aprovechar el tirón de “Holy Diver” les llevó a grabar y lanzar un año más tarde “The Last In Line”, un trabajo extrañamente subestimado si lo comparamos con su predecesor, pese a poseer, como comprobaremos a continuación, temas de un nivel similar.
El primer manjar de este suculento banquete no es otro que un clásico imperecedero como "We Rock", trallazo metálico en el que Campbell lo borda tras las seis cuerdas, Appice está descomunal en la batería (poco se habla de su calidad) y, junto a estos, surgirá entre tanta locura la inconfundible voz de un Ronnie James Dio en plenitud que saca, en seguida, sus mejores bazas para ganarnos una vez más. Estribillo sencillo de memorizar y que sirvió para cerrar cada show durante aquella ya lejana década ochentera.
Pero es que la cosa solo acaba de empezar. Cuidadito que se nos va a abalanzar el tema título, que no es precisamente algo menor ya que no dudaría en situarlo entre los mejores que nos dejó el pequeño elfo a lo largo de su extensa trayectoria. “The Last In Line” abre melódica, haciéndonos creer que se viene una balada para la eternidad, lo cual dista absolutamente de la realidad ya que tan pronto como Vinny golpee con furia sus baquetas y se inicie un medio tiempo monstruoso en el que Dio saca su lado furioso y se desgañita con el micrófono. El puente-estribillo es de lo mejor que he oído en mi vida. Si faltaba algo por añadir a la canción, va el bueno de Vivian y se marca un solo absolutamente técnico.
La cosa avanza por una senda gloriosa gracias a “Breathless” donde vuelve a aparecer la lírica tan única que tenía Dio mezclada con una furia muy personal a la hora de cantar y, una buena dosis de riffs de una calidad incalculable. Algo similar sucede en la más veloz “I Speed At Night”, que siempre me gusta apodar cariñosamente “Stand Up And Shout 2.0” ya que, como aquel legendario tema que abría su “Holy Diver”, la banda pone la directa y nos deja sin habla mientras la guitarra de Campbell crea una base sobre la que Dio enseña los colmillos y nos hiere de muerte con ese registro que lo convirtió por derecho propio en la “voz del Heavy Metal”.
En el álbum hay tres medios tiempos de mucha calidad como “One Night In The City” (podría haber sido incluida en el posterior “Sacred Heart” por su sonido contundente y más reposado en el plano vocal), “Eat Your Heart Out” y “Evil Eyes” (más rápidas y con la estructura tan peculiar que Dio solía introducir en sus letras donde, a la vez que cantaba, nos daba la sensación de estar contándonos una historia) teniendo todas como punto en común la ejecución de Dio. Apabullante como siempre.
Bajan los decibelios, pero no por ello la calidad de un álbum tan grande como este, de la mano de “Mistery”, una Power Ballad donde los teclados y las guitarras ganan peso aunque, una vez más, sea el bueno de Ronnie quien se lleve el gato al agua y nos cautive con una interpretación magnánima.
Y cuando pensabas que todo el pescado estaba vendido...unos teclados siniestros y con clara inspiración ambiental irrumpen en el álbum para darnos la bienvenida a uno de los mejores temas que nos dejó Dio. No entiendo cómo “Egypt (The Chains Are On)” no es un clásico como sí lo son “Holy Diver” o la más similar “Stargazer”. La figura de Dio se erige por encima de sus compañeros y ofrece una interpretación inmejorable donde combina el saber cantar con un dramatismo tan difícil de lograr como fácil de adorar. La letra nos habla sobre la huida del pueblo judío de Egipto. De verdad que se me acaban los adjetivos para hablar de esta leyenda. Una joya como pocas.
Para mí “The Last In Line” fue la reafirmación de un proyecto sobrado de calidad que, ya de paso, servía para poner en evidencia a todo aquel que insinuara que “Holy Diver” fue un golpe de suerte. Un disco que mantuvo vivo y mejoró notablemente un género que pedía a gritos renovación para poder sobrevivir.
Nunca serán suficientes las palabras de agradecimiento para Dio.
Las ganas de seguir cosechando éxitos y aprovechar el tirón de “Holy Diver” les llevó a grabar y lanzar un año más tarde “The Last In Line”, un trabajo extrañamente subestimado si lo comparamos con su predecesor, pese a poseer, como comprobaremos a continuación, temas de un nivel similar.
El primer manjar de este suculento banquete no es otro que un clásico imperecedero como "We Rock", trallazo metálico en el que Campbell lo borda tras las seis cuerdas, Appice está descomunal en la batería (poco se habla de su calidad) y, junto a estos, surgirá entre tanta locura la inconfundible voz de un Ronnie James Dio en plenitud que saca, en seguida, sus mejores bazas para ganarnos una vez más. Estribillo sencillo de memorizar y que sirvió para cerrar cada show durante aquella ya lejana década ochentera.
Pero es que la cosa solo acaba de empezar. Cuidadito que se nos va a abalanzar el tema título, que no es precisamente algo menor ya que no dudaría en situarlo entre los mejores que nos dejó el pequeño elfo a lo largo de su extensa trayectoria. “The Last In Line” abre melódica, haciéndonos creer que se viene una balada para la eternidad, lo cual dista absolutamente de la realidad ya que tan pronto como Vinny golpee con furia sus baquetas y se inicie un medio tiempo monstruoso en el que Dio saca su lado furioso y se desgañita con el micrófono. El puente-estribillo es de lo mejor que he oído en mi vida. Si faltaba algo por añadir a la canción, va el bueno de Vivian y se marca un solo absolutamente técnico.
La cosa avanza por una senda gloriosa gracias a “Breathless” donde vuelve a aparecer la lírica tan única que tenía Dio mezclada con una furia muy personal a la hora de cantar y, una buena dosis de riffs de una calidad incalculable. Algo similar sucede en la más veloz “I Speed At Night”, que siempre me gusta apodar cariñosamente “Stand Up And Shout 2.0” ya que, como aquel legendario tema que abría su “Holy Diver”, la banda pone la directa y nos deja sin habla mientras la guitarra de Campbell crea una base sobre la que Dio enseña los colmillos y nos hiere de muerte con ese registro que lo convirtió por derecho propio en la “voz del Heavy Metal”.
En el álbum hay tres medios tiempos de mucha calidad como “One Night In The City” (podría haber sido incluida en el posterior “Sacred Heart” por su sonido contundente y más reposado en el plano vocal), “Eat Your Heart Out” y “Evil Eyes” (más rápidas y con la estructura tan peculiar que Dio solía introducir en sus letras donde, a la vez que cantaba, nos daba la sensación de estar contándonos una historia) teniendo todas como punto en común la ejecución de Dio. Apabullante como siempre.
Bajan los decibelios, pero no por ello la calidad de un álbum tan grande como este, de la mano de “Mistery”, una Power Ballad donde los teclados y las guitarras ganan peso aunque, una vez más, sea el bueno de Ronnie quien se lleve el gato al agua y nos cautive con una interpretación magnánima.
Y cuando pensabas que todo el pescado estaba vendido...unos teclados siniestros y con clara inspiración ambiental irrumpen en el álbum para darnos la bienvenida a uno de los mejores temas que nos dejó Dio. No entiendo cómo “Egypt (The Chains Are On)” no es un clásico como sí lo son “Holy Diver” o la más similar “Stargazer”. La figura de Dio se erige por encima de sus compañeros y ofrece una interpretación inmejorable donde combina el saber cantar con un dramatismo tan difícil de lograr como fácil de adorar. La letra nos habla sobre la huida del pueblo judío de Egipto. De verdad que se me acaban los adjetivos para hablar de esta leyenda. Una joya como pocas.
Para mí “The Last In Line” fue la reafirmación de un proyecto sobrado de calidad que, ya de paso, servía para poner en evidencia a todo aquel que insinuara que “Holy Diver” fue un golpe de suerte. Un disco que mantuvo vivo y mejoró notablemente un género que pedía a gritos renovación para poder sobrevivir.
Nunca serán suficientes las palabras de agradecimiento para Dio.
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