Pocas veces en los últimos años un álbum ha generado tanta expectación en la comunidad del Metal Progresivo, y del Metal en general, como “Parasomnia”, la nueva obra de los legendarios Dream Theater. Y no es para menos: este lanzamiento no solo amplía su extensa discografía, sino que marca un punto de inflexión en la historia de la banda. La razón principal es evidente: tras 15 años de ausencia, Mike Portnoy ha vuelto a ocupar su lugar tras los parches, retomando el puesto que dejó en 2010 y que desde entonces había sido desempeñado con maestría por Mike Mangini. Si bien Mangini hizo un trabajo encomiable, y este escrito no pretende restarle mérito, siempre he sentido que el estilo de Portnoy es más natural y orgánico (aunque, claro, esto es cuestión de gustos y entiendo perfectamente a quienes puedan preferir a su sucesor). En todo caso, si alguien espera encontrar en este escrito una mala palabra sobre Mangini, le recomiendo que deje leerme, porque creo que a estas alturas de la historia no es necesario perder el tiempo alimentando un debate absurdo sobre dos grandes músicos.
Durante la
etapa sin Portnoy, Dream Theater atravesó una fase creativa marcada por la
irregularidad. Discos como “A Dramatic Turn of Events” (2011) o “Distance Over
Time” (2019) lograron conectar con parte del público, mientras que otros como
“The Astonishing” (2016) o “A View from the Top of the World” (2021) dividieron
opiniones, con críticas señalando una pérdida de frescura y cierta repetición
de fórmulas. No creo que esta fluctuación creativa se deba exclusivamente a la
ausencia de Portnoy, como defienden algunos, sino más bien al desgaste
compositivo natural que puede sufrir una banda con tantos años de trayectoria.
Además, es innegable que James LaBrie ha enfrentado mayores dificultades para
alcanzar sus registros en vivo, algo comprensible con el paso del tiempo.
Con Mike
de vuelta, Dream Theater no perdió tiempo y regresó al estudio para dar forma a
un nuevo álbum, con John Petrucci repitiendo como productor principal y Andy
Sneap encargándose de las mezclas. Desde el anuncio de este nuevo trabajo,
surgió la gran incógnita: ¿conseguirían recuperar la chispa de antaño o
seguirían una fórmula predecible?
Lo primero
que se supo de “Parasomnia” es que se trata de una obra “casi” conceptual. Uso
este término porque, si bien todas las canciones giran en torno a las
alteraciones del sueño (parálisis del sueño, pesadillas, etc.), no cuenta una
historia lineal como el eterno “Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory” (1999).
“Parasomnia” hace referencia a comportamientos anormales que ocurren durante el
sueño, un concepto intrigante que, sumado al regreso de la alineación clásica y
la enorme expectación, convierte este lanzamiento en un acontecimiento
histórico para el metal progresivo.
¿Cumple
con las altísimas expectativas? Ha llegado el momento de analizarlo en detalle.
“In The
Arms of Morpheus”
La espera
ha terminado y el viaje musical comienza con In The Arms of Morpheus, una
obertura instrumental de algo más de cinco minutos que, en cierto modo,
recuerda a la icónica Overture 1928 de Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory.
No solo por su función introductoria, sino porque también anticipa melodías y
motivos que se desarrollarán a lo largo del álbum.
Tras unos
primeros segundos de efectos de sonido envolventes, la batería de Portnoy
emerge con una presencia arrolladora: doble bombos precisos y redobles
calculados que, desde el primer instante, reivindican su papel como pieza clave
en la identidad de la banda. Junto a él, un coloso como John Petrucci introduce
riffs demoledores con su guitarra de ocho cuerdas (¡sí, ha vuelto a usarla!). A
medida que avanzan los compases, la composición gana profundidad con los
teclados ambientales de Jordan Rudess y el siempre sólido bajo de John Myung,
que aporta una base envolvente al conjunto. El cierre de la pieza no podría ser
más elegante: un solo de guitarra limpio y emotivo que deja en el aire la
promesa de lo que está por venir.
Más allá
de lo musical, hay algo realmente refinado en el hecho de que, pese a no contar
con letra, la banda consiga introducir al oyente en el concepto del álbum a
través del propio título. La expresión "estar en los brazos de
Morfeo" se usa habitualmente para describir el acto de dormir
plácidamente, algo que encaja a la perfección con la temática onírica que
vertebra la obra.
“Night
Terror”
No había
mejor forma de anunciar el primer álbum tras el regreso de Mike Portnoy que con
“Night Terror” como primer adelanto. Con solo un par de escuchas queda claro
que estamos ante un nuevo himno de la banda. A lo largo de sus 10 minutos,
Dream Theater despliega su mejor arsenal: afinaciones bajas que refuerzan la
pesadez del sonido, riffs potentes que evocan la era de “Train of Thought”, un
estribillo pegadizo, detalles constantes en la batería, la voz de LaBrie
sonando más natural que en sus producciones recientes y un electrizante duelo
de solos entre Rudess y Petrucci.
Adoro a
Mangini, pero basta con escuchar lo que hace Portnoy en esta pista para
recordar su importancia en el sonido característico de la banda. Su batería es
un torbellino de cambios de ritmo y doble bombo ejecutado con la precisión de
un cirujano. No puedo dejar de destacar el endiablado punteo de Petrucci en el
minuto 6:56, así como el solo melódico que nos regala casi al final. ¡El
barbudo nunca decepciona!
Líricamente,
la canción introduce la temática central del álbum, abordando las pesadillas
con referencias a instrumentos de tortura, arañas y otros elementos
aterradores, así como la parálisis del sueño.
“A
Broken Man”
Probablemente,
“A Broken Man” sea una de las canciones más flojas del álbum. No porque sea
mala (¡jamás diría eso!), sino porque su sección intermedia se siente plana y
sin elementos realmente memorables, recordando algunas de sus obras más
recientes. Sin embargo, su inicio heavy y su cierre progresivo destacan, así
como el solo de Petrucci, que rompe con la pesadez predominante para explorar
brevemente tonos más blueseros.
En lo
lírico, “A Broken Man” trata las secuelas psicológicas de los veteranos de
guerra. Este tema, abordado magistralmente en “Afraid to Shoot Strangers” de
Iron Maiden y en clásicos del cine como “El Cazador” de Michael Cimino (¿quién
no empatizó con el sufrimiento del atormentado Nick que le valió un Oscar a
Christopher Walken?), está presente desde las primeras estrofas: “Siente el
calor intensificarse / El acero perfora la piel / El cielo en llamas,
electrificado / La guerra interior comienza”. Este sufrimiento es vivido por
un veterano que deja de revivir la carnicería humana a la que asistió, así como
confiesa tener remordimientos al tener que abandonar a sus compañeros que han
sido asesinados (“Cargado de culpa / abandonando camaradas que yacen
inmóviles / Ojos sin alma me devuelven la mirada / Roto, enfermo me siento”). La
banda refuerza la intensidad con fragmentos de declaraciones reales de
veteranos de guerra, añadiendo un toque de autenticidad y dramatismo.
“Dead
Asleep”
¡Vaya
temazo nos llega a continuación!
El
ambiente gótico se hace presente desde los primeros segundos con el dramatismo
de unos chelos que construyen una tensión in crescendo. Y entonces, la tormenta
se desata: la banda entra con una fuerza demoledora, desplegando una avalancha
de riffs oscuros y una batería atronadora que deja claro que Portnoy está de
vuelta. Alcanzado el segundo minuto, la canción abre un pequeño respiro con una
sección melódica protagonizada por la guitarra limpia de Petrucci, antes de
volver a sumergirse en su naturaleza densa y progresiva.
Los versos
funcionan bien gracias a la interpretación de LaBrie, quien se mueve sobre
arreglos de guitarra etéreos y teclados espectrales, pero es en el estribillo
donde la canción brilla con más fuerza. Su luminosidad contrasta con la pesadez
de los versos y se refuerza con un simple, pero efectivo, remate final.
A partir
de aquí, Dream Theater juega sus cartas con maestría: en lugar de repetir
estructuras monolíticas, el quinteto introduce detalles de prog metal clásico
que hacen que los 11 minutos de la canción pasen en un suspiro. Entre los
puntos álgidos, destaca el solo abrasivo de Petrucci, cargado de distorsión y
dramatismo, seguido de una exhibición magistral de Rudess a los teclados (¿soy
el único al que le ha recordado a Beyond This Life?). Finalmente, la canción se
cierra con una melodía orquestal y macabra que reutiliza el estribillo de A
Broken Man, dándole un giro siniestro.
En cuanto a la letra, la historia que narra es escalofriante: basada en un caso real, nos cuenta el drama de un sonámbulo que, en medio de un sueño en el que cree estar siendo atacado por ladrones, acaba matando accidentalmente a su esposa. La agonía del protagonista al despertar y descubrir el crimen impregna la canción de un tono trágico y desesperado. Aunque en un primer momento es detenido por la policía, finalmente es absuelto debido a su trastorno de sonambulismo.
“Midnight
Messiah”
Lejos de
perder intensidad, “Midnight Messiah”, tercer sencillo del álbum, se convierte
en otro gran acierto. Nos transporta a la etapa más dura de Dream Theater, con
un sonido denso que podría haber encajado en “Train of Thought” (se siente como
un hermano perdido de “As I Am”), pero con detalles distintivos como efectos en
la voz de Labrie. Por su parte, Portnoy y Myung construyen una base rítmica
sólida, sobre la cual Rudess y Petrucci despliegan un impresionante duelo
instrumental que se magnifica en el solo que encontramos en su segunda parte (¿son
cosas mías o emplean algo similar al tapping?). Aunque sin el
virtuosismo de “Night Terror”, el trabajo de Portnoy es clave en la dinámica de
la canción, especialmente al romper el ritmo en su poderoso estribillo.
Mientras
que “Night Terror” narraba el miedo a dormir, aquí el protagonista encuentra
refugio en sus sueños, prefiriendo ese mundo onírico a la realidad donde se siente
una especie de “Mesías de Medianoche”. Esta temática llevó a especular que la
letra reflejaba los sentimientos de Portnoy al volver a la banda (versos como “En
mis sueños hay una canción que una vez conocí…” podrían sugerirlo), aunque
él mismo desmintió esta teoría, aclarando que es una historia ficticia. La
letra también incluye referencias a clásicos de la banda como “Strange Déjà Vu”,
“This Dying Soul” o “The Glass Prison”, regalando a los fans un guiño
nostálgico.
“Are We
Dreaming”
Tras la
intensidad del tema anterior, Are We Dreaming baja las revoluciones y sirve
como transición hacia la siguiente pieza. Con apenas un minuto y medio de
duración, la composición se construye sobre un tétrico teclado ambiental de
Rudess, mientras voces susurrantes nos hablan sobre los traumas que pueden
emerger en el mundo de los sueños. Un interludio breve, pero inquietante.
“Bend
The Clock”
La única
balada del disco—algo inusual en Dream Theater, que en sus últimos trabajos
solía incluir al menos dos o tres—lleva por título Bend The Clock.
Musicalmente, la canción evoca la esencia de las power ballads de los años 80,
especialmente en el tratamiento de guitarras, teclados y armonías vocales. Sin
embargo, su ADN se siente más cercano a los trabajos recientes de la banda,
recordando a algunas de las grandes baladas del álbum Dream Theater (2013).
Si hay
alguien que brilla en esta pieza es James LaBrie. Su interpretación es elegante
y demuestra que, pese a los años, sigue dominando este tipo de composiciones
con una sensibilidad única. Puede que a lo largo del tema se eche en falta
algún giro inesperado—por momentos resulta demasiado “de manual”—pero eso no la
hace prescindible. Y si hay algo que eleva esta balada a otro nivel, es el
glorioso solo de Petrucci en la segunda mitad de la canción: una exhibición de
técnica y sentimiento que atraviesa el mástil con notas cargadas de emoción.
La letra aborda la angustia de alguien atrapado en un estado de pesadilla recurrente y ataques de pánico. La metáfora del tiempo como prisión es clave en su mensaje: "Si pudiera volver atrás el reloj o doblar el tiempo y experimentar la vida sin estos traumas nocturnos, ¿sería la vida más bella?".
“The
Shadow Man Incident”
Para
cerrar el álbum, Dream Theater hace lo que mejor sabe hacer: una canción épica
de más de 19 minutos, titulada The Shadow Man Incident. La historia narra la
batalla de una persona contra una inquietante aparición que se materializa en
su habitación.
La
magnitud de esta pieza requiere varias escuchas para ser apreciada en toda su
complejidad. Sus primeros cuatro minutos son una demostración de virtuosismo
instrumental, con constantes cambios de ritmo que ponen de manifiesto el
altísimo nivel en el que se encuentra la banda. Cuando LaBrie entra en escena,
la canción adopta un tempo pausado, solo para explotar en el séptimo minuto con
un riff afilado que Petrucci parece haber sacado directamente de su barba.
La sección
central es una delicia progresiva en la que cada miembro brilla con luz propia:
Petrucci despliega un solo monumental, con Portnoy construyendo una base
percusiva abrasiva llena de matices. Rudess, por su parte, introduce un solo de
teclados que rememora los tiempos de Scenes From a Memory, utilizando tonos
clásicos que harán las delicias de los fans más veteranos.
El clímax llega con un desenlace gótico y melódico, donde un susurro de "Wake up" evoca inevitablemente el icónico "Open your eyes, Marcus" de Finally Free. La melodía de A Broken Man reaparece una última vez, esta vez en clave doom, para dar un cierre grandioso y melancólico al álbum.
CONCLUSIÓN
“Parasomnia”
es, sin duda, lo mejor que Dream Theater ha entregado en años. Sin llegar a la
perfección (nadie esperaba un Metropolis Pt. 3 o un nuevo Images and Words),
este álbum sintetiza la esencia de la banda a lo largo de canciones que no
dejarán de crecer con cada nueva escucha. Si amas trabajos como “Octavarium”, “Train
of Thought” o “Systematic Chaos”, Parasomnia está hecho para ti.
Ojalá el
futuro siga trayendo más Dream Theater con Portnoy. Sin duda, la espera ha
merecido la pena.
Aunque con el paso de las semanas podré elaborarme un juicio más sólido, y siendo consciente de la división de opiniones que este LP puede despertar, para mí estamos ante un LP digno de un logrado notable alto.
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