
Su
quinto álbum llevó el título de “Pinewood” y supuso el debut en el estudio de
Rufus Taylor a la batería, hijo del mítico Roger Taylor (lo de la batería se
lleva en los genes, ¿eh?). Los hermanos Hawkins, Poulain y Taylor vuelven con
un disco cargado de Rock y de todos los elementos que suelen figurar en cada
álbum de los británicos: Rock sencillo, festivo, muy pegadizo y con letras de
cachondeo.
La
portada, desde mi perspectiva, es hasta grimosa. No me mola mucho, pero creo
que representa con bastante fidelidad el grado de locura creativa que
caracteriza a estos cuatro personajes.
El
inicio del disco logra enganchar fácilmente al oyente y le invita a seguir
adelante con la escucha. “All The Pretty Girls” abre con unos riffs sucios y
sobrados de calidad, antes de desembocar en el primer gran estribillo del álbum
(los agudos de Justin hacen su primera aparición). El tono facilón del tema y
su atractivo más que notable recuerdan a la primera obra del conjunto, que ya
he citado y que tuvo “la culpa” de que esta banda obtuviera gran fama en el
pasado.
El
segundo tema lleva por título “Buccaneers Of Hispaniola” y doy fe de que vuelve
a confiar, especialmente en lo que a instrumentación se refiere (enormes las
guitarras y la batería de Rufus Taylor). Justin lo hace también genial con el
micrófono, usando en algunos instantes voces dobladas. Desde luego es un tema
cargado de feeling, igual que la siguiente “Solid Gold”, uno de los primeros adelantos
que los británicos presentaron, en los que la influencia de AC/DC hace acto de
presencia (los Young fueron fundamentales para el desarrollo de este grupo).
Tema compacto, sin grandes adornos y con una nueva exhibición de agudos por
parte de Justin ( a algunos les parecerán excesivos, pero a mí me encantan).
Desde
“Black Shuck” (Permission To Land”) no escuchaba un cañonazo tan eléctrico como
“Southern Trains”. Sin duda uno de los temas más rabiosos que ha grabado el
conjunto. Tema veloz que avanza a la velocidad de un tren (había que aprovechar
el título, ¿eh?) y que cuenta con un estribillo contundente y efectivo como
pocos. Temazo que, a mi parecer, sería aún más grande si hubieran eliminado el
intermedio más suave en el que el grupo imita el sonido de un tren mientras
dice el título del tema (sí, lo que lees amigo). Afortunadamente, el solo que
viene después de estos extraños instante devuelve la magia al tema.
“Why
“Don’t The Beautiful Cry?” baja notablemente las revoluciones del álbum. Una balada
buena, sin más. Justin lo hace realmente bien a la voz, sin tener que recurrir
a sus inconfundibles agudos. Será con “Japanese Prisoner Of Love” con el que la
banda remonte el vuelo y firme uno de los temas más brillantes que la banda ha
firmado en los últimos tiempos. Su sonido tiene mucho de Thin Lizzy (Dan es
amante declarado de la banda que lideró el bueno de Lynott) con esas deliciosas
guitarras dobladas, pero también de Queen con esos pasajes casi operísticos y
cambiantes en los que Justin se mueve a la perfección. Un temazo impecable.
A
partir del séptimo corte el disco se desinfla un poco, aunque sin llegar a
convertirse en algo insalvable. “Lay Down With Me, Barbara” es un medio tiempo
melódico sin grandes puntos a destacar (lo que se dice “un tema de relleno),
mientras que “I Wish I Was In Heaven” tampoco llega a enganchar, aunque sí
contiene un nuevo show de agudos buenos de Justin.

“Pinewood
Smile” es un disco MUY bueno en su primera mitad, pero pierde mucho en su
segundo tramo, el cual suena menos inspirado. El álbum se deja escuchar
sobradamente y, aunque ni mucho menos está a la altura de “Permission To Land”,
es un trabajo más que decente de puro Hard Rock británico. Sin duda, una banda
alegre, atractiva y que es capaz de ofrecerte horas de diversión.
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