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Slipknot - .5: The Gray Chapter (2014)

Calificación:***** (7,5)

Uno de los discos más esperados de 2014 fue “.5: The Gray Chapter” de Slipknot, ya que suponía el regreso a la carretera de una de las bandas más aclamadas del Nu metal tras haber sufrido varios contratiempos como la muerte de Paul Gray en 2010 o el despido de Joey Jordison, batería de la banda y pieza fundamental en el sonido de este grupo, así como tras haber recibido un mayor número de críticas negativas por su disco “All Hope Is Gone” en el que la banda, aunque presentaba temas que quedarían marcados en la mente de los maggots (así se llaman los fans de la banda) como “Dead Memories” o “Psychosocial”, parecía perder fuelle y potencia sonora para dar paso a composiciones con mayor melodía. Por tanto, este nuevo disco generaba incertidumbre.

Como todo lanzamiento de este conjunto, se presentaron nuevas máscaras para cada integrante. Algo novedoso en este álbum es que supone el debut de Alessandro Venturella (ex Krokodil y Cry For Silence) al bajo y de Jay Weinberg (hijo del mítico Max Weinberg de la E. Street Band) a la batería, convirtiéndose en los reemplazos de  Paul y de Joey respectivamente.

Cuatro años después de perder a Paul, la banda decidió lanzar un nuevo trabajo cuyo título y estética, así como también la temática de muchas de sus letras, iban a hablar indirectamente de este músico caído a modo de homenaje. Si bien Gray, como queda claro, fue un gran amigo de cada miembro del conjunto, hay que ser sinceros y reconocer que como músico no era nada del otro mundo, por lo que su puesto, eliminando el componente sentimental obvio que algo así supone, era fácilmente sustituible (como comprobaréis, Venturella hizo un trabajo más que bueno al bajo, aunque tampoco en Slipknot este instrumento tenga tanto peso).

Para el bien de los “maggots”, Slipknot dio síntomas de recuperación con este trabajo y, en muchas ocasiones, fue capaz de recuperar la garra del pasado que muchos creímos extinta.

Como era de esperar, los de Iowa abren el álbum con “XIX”, una introducción progresiva construida a partir de una base instrumental bastante sencilla (mucho teclado de los teclados) que da mayor peso a la imponente voz de un dramático Corey Taylor que nos va preparando el cuerpo para la primera hostilidad, la cual llegará en forma de “Sarcastrophe”, una canción que empieza a crecer en los primeros segundos hasta explotar con los baquetazos de Weinberg y convertirse en una de las piezas más asesinas de esta entrega. Corey escupe furia a base de screams mientras las guitarras construyen una pieza sólida que termina de ganar enteros con la primera exhibición de Jay Weinberg como batería, demostrando que había llegado a la banda para dejar su huella y, si era posible, superar a Joey Jordison, algo que en mi opinión terminó logrando.

El espíritu machacón del “Iowa” (2001) parecía haber resucitado con la anterior pieza. “AOV” se encargaría de demostrar que estos músicos no habían dejado de lado su faceta más rabiosa. Doble bombo acojonante, muchísima velocidad, una soberbia interpretación de Corey al micrófono, tirando de scream y poniendo en serios aprietos a sus exigidas cuerdas vocales, además de un estribillo melódico un tanto más cercano al “All Hope Is Gone” (no me termina de convencer del todo y me parece que le quita un poco de fuelle al conjunto del tema)

Una de las canciones más destacadas por los fans a la hora de analizar este trabajo es “The Devil In I”, el segundo single que salió para promocionar este esperado plástico. Su estructura es la típica compuesta por una sección suave (maravilloso Corey nuevamente) y otra más contundente en la que la banda saca todo su arsenal eléctrico, finalizando en un estribillo directo y pegadizo.

Tengo especial atracción por “Killpop”, pieza que definiría como una “Power Ballad” con la esencia de Slipknot siempre presente. Los versos, capitaneados por la omnipresente batería de Weinberg y las dulces guitarras, rompen en un puente salvaje en el que la voz rota de Taylor siempre termina poniéndome los pelos de punta para desembocar en un estribillo oscuro. La letra habla de un amor imposible. Tras un correcto solo de guitarra, la canción termina de enloquecer y el vocalista vuelve a tirar de gritos para cerrar por todo lo alto esta recomendable pieza.

“Skeptic” muestra más de lo mismo en lo que al sonido de Slipknot se refiere, entendiendo “más de lo mismo” como sinónimo de algo positivo. No obstante, es una pieza a tener en cuenta ya que en su letra la banda recuerda al fallecido Paul Gray. Mención especial para los coros que la banda entrelaza en algunos instantes con la voz de Corey Taylor, así como el poderosísimo estribillo de esta pista (de los mejores de todo el álbum). “Lech” se mueve también en el mismo terreno, descendiendo un poco la velocidad y apostando más por la contundencia instrumental.

Una pieza, a mi parecer, infravalorada es la desgarradora “Goodbye”, otra pieza con la que la banda recuerda a su bajista, y amigo, fallecido un par de años atrás. Los primeros minutos son lentos, decadentes, envuelto en una atmósfera de melancolía y mucha densidad sobre la que Corey canta una letra que, en ocasiones se antoja optimista (“Maybe we can finally agree on the same point of view”), pero es más bien todo lo contrario (“No one can know what we’re feeling”). Pasados los dos minutos, la batería toma el timón y la canción gana en intensidad sin tampoco llegar a las cotas de salvajismo de otras piezas.

“Nomadic” vuelve a sufrir el mismo problema que “AOV”. En un principio sorprende volviendo a resucitar el espíritu de “Iowa”, hasta que llegamos al melódico estribillo y sentimos que nos falta algo y podemos llegar a sentir que nos encontramos escuchando más un disco de Stone Sour que de Slipknot (que Stone Sour mola, pero cada oveja con su pareja). Los mismos sentimientos surgen con “The One That Kills The Least”, una pieza que defino como un “quiero y no puedo”, porque tienes cosas realmente interesantes, pero esa mezcla de balada y la ira de Slipknot, si bien me resulta novedosa, me deja algo frío. Afortunadamente la cosa cambia con “Custer”, la pieza más contundente de todo el plástico. Si antes de que este trabajo viera la luz pensabas que Slipknot había perdido su esencia, escucha esta canción que los de Des Moines te han querido dedicar. Secciones lentas y oscuras se empastan con momentos frenéticos que alcanzan su culmen en ese sumblime estribillo “Cut, cut cut me up and fuck fuck fuck me up!”. Aunque Corey cuaja una actuación encomiable, es el señor Weinberg quien hace honor a su apellido y se saca una línea de batería descomunal que es digna de un maestro de los parches capaz de hacer que el añoro por Jordison desapareciera.

La breve pieza atmosférica “Be Prepared For Hell” (tan oscura como prescindible) se convierte en la antesala para “The Negative One”, la primera canción que pudimos escuchar de esta nueva etapa de los americanos y otra de las más destacables de todo el LP. Esta vez nos reencontramos fielmente con el espíritu de “Iowa” y del primer disco, sin experimentos melódicos de por medio ni nada que nos impida disfrutar de semejante despliegue de furia. Si el caos tiene BSO, esta canción seguramente está incluida en ella. Un temazo sin concesiones. La edición estándar finaliza con “If Rain Is What You Want”, una pieza cambiante, pasando de secciones más melódicas (me recuerda en algunos instantes a “Dead Memories”) a otras marcadas por un sonido más intenso, especialmente en la segunda mitad de la pistad.

En la edición deluxe se incluyeron dos buenas canciones tituladas “Override” y “The Burden” que, en mi opinión, podían haber sido incluidas sin problema en el trabajo en lugar de otras pistas que, como ya he dicho, no convencen tanto.

No lo tenían nada fácil los americanos. Tras perder trágicamente a su bajista y  a su batería, siendo este último una pieza fundamental en su sonido, así como tras recibir críticas de todo tipo tras cambiar un poco su sonido con “All Hope Is Gone”, este “.5:The Gray Chapter” supuso un regreso por todo lo alto de esta gran banda moderna. No es un disco perfecto, o al menos a mí no me lo parece, ya que cuenta con algunas canciones que no terminan de cuajar, pero tiene también un importante número de composiciones asombrosas dentro del estilo tan marcado de una banda que daba síntomas de querer volver a rescatar lo mejor de su pasado, siendo capaz, además, de sustituir a la perfección a los dos miembros ausentes con dos músicos de mayor nivel (especialmente el gran Weinberg). Cuatro estrellas para la quinta entrega de Slipknot.



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