Pues
sí. Por fin aparece este álbum mastodóntico por nuestro querido Blog. Ha
tardado lo suyo, pero si había una fecha ideal para subir esta reseña, esa era
precisamente el día de hoy (jueves 22 de noviembre de 2018), en el que se
cumple medio siglo del lanzamiento del álbum homónimo de los Beatles, mejor
conocido por todos como el “White Album”. Si bien esta es, sin lugar a dudas,
una de las mejores grabaciones que firmaron estos iconos, no hay que obviar el
hecho de que su grabación comenzó a dar señales de que los lazos entre los
músicos habían comenzado a resquebrajarse considerablemente y avanzaban hasta
una ruptura insalvable.
Corría
el año 1968. Los Beatles seguían siendo un fenómeno de masas por aquellos
tiempos gracias al éxito obtenido por los álbumes “Sgt. Pepper's Lonely Hearts
Club Band” y “Magical Mistery Tour” (especialmente por el primero), ambos
lanzados el año anterior, pero, al mismo tiempo, habían sufrido un grave
contratiempo que, en mayor o en menor medida, tuvo relevancia en el devenir del
grupo. Fue en agosto de 1967 cuando el mundo se paró al conocerse de la
trágica, y extraña, muerte de Brian Epstein, el mítico mánager de la banda que
descubrió e hizo eternos a Paul, John, Ringo y George. Este duro varapalo llevo
a la banda a sentir la necesidad de volver a empezar de cero. Realmente, ya por
aquel entonces los británicos llevaban casi dos años sin ofrecer un concierto y
se habían convertido en una banda de estudio, lo que les permitió elevar el
nivel de sus nuevas composiciones a unas cotas de creatividad nunca antes
exploradas por estos músicos (véase “Revolver” o el ya mencionado “Sgt. Pepper”).
Con
esta situación, George Harrison propone a sus compañeros emprender un viaje a
la India a modo de retiro espiritual, para meditar, relajarse y, de paso,
componer nuevas canciones. Nada sería igual después de aquello. Fue en 1968
cuando la banda, junto a sus respectivas parejas y un par de ayudantes, parte
hacia Rishikesh, donde permanecerán durante varias semanas aprendiendo los fundamentos
de la Meditación Trascendental impartidos por el famoso Maharishi Mahesh Yogi,
personaje al que haré mención en varios momentos de la reseña, además de
centrarse en el proceso compositivo de nuevas canciones con el escaso número de
instrumentos que llevaron consigo en el viaje y, también hay que decirlo, para
experimentar con las drogas autóctonas de la zona. Paul viajó con Jane y John
con Cynthia. Poco tiempo después ambas relaciones se rompieron y los músicos
conocieron a sus auténticos amores: Linda y Yoko.
No
obstante, como ya adelanté en la introducción, este disco comenzaba a presentar
indicios de que las relaciones entre los Beatles no marchaban del todo bien.
Ringo abandonó la India en poco tiempo y volvió a su casa para pasar el tiempo
allí hasta que sus compañeros regresaran de aquel viaje. Lo curioso es que poco
tiempo después Paul volvió a Inglaterra con Jane considerando que el viaje
había dado ya de sí lo suficiente y tenía otros asuntos que resolver en su país
de origen.
Tuvieron
que pasar unas cuantas semanas más hasta que Lennon y Harrison decidieran
regresar a Inglaterra, pero estos dos genios aprovecharon el tiempo allí y
volvieron con un buen puñado de composiciones que, sumadas a otro gran conjunto
de piezas compuestas por Paul y una canción creada por Ringo (había que
quererlo), darían lugar a un álbum histórico.
Las
tensiones de verdad, según llegaron a revelar los propios protagonistas,
surgieron cuando entraron en los estudios Abbey Road para grabar la mayor parte
de lo que habían compuesto en la India. En menos de un año todo había cambiado.
Aquellos cuatro hermanos que llamaban la atención por su forma de compenetrarse
en el proceso de composición y grabación, habían tomado poco a poco caminos
distintos (cosa que suele pasar) y sus ideas habían comenzado a distar. Como
dijo McCartney “Hubo mucha fricción”. Esta
frase de Macca se entiende mejor aún con unas declaraciones de John tras ser
preguntado por el “White Album” tiempo después de la separación definitiva de
la banda: “La ruptura de The Beatles se
puede escuchar en este disco”.
Cada
miembro parecía preferir componer en un estudio por su cuenta que con sus
compañeros, lo que terminó traduciéndose en que solamente en 16 de los 30 temas
tocaron los cuatro músicos juntos. Otra situación que surgió fruto de las
tensiones fue la marcha de Ringo de la banda, aunque fuera solamente fuese por
dos semanas, tras recibir una crítica de Paul respecto a su forma de tocar. La
solución de los tres miembros restantes mientras Ringo no estaba fue grabar las
pistas de batería de “Back in the USSR” y “Dear Prudence”, un remedio que tal
vez con Epstein, y su carácter conciliador, no hubiera sucedido. El caso es que, como
dije, solamente dos semanas después, Lennon, Macca y Harrison convencieron al
batería para que regresara al grupo encontrando el día de su vuelta a los
estudios su instrumento cubierto de flores en un gesto cariñoso por parte de
sus hermanos en la carretera.
Más
juntos o más separados, el “White Album” es uno de esos discos que tienes que
escuchar antes de morir, así que, si todavía no lo has hecho querid@ lector@,
te invito a hacerlo en este momento y, ya de paso, a acompañar esta experiencia
con la reseña que comienza a continuación:
DISCO 1
Back in the USSR
Comienza el viaje con el sonido de un avión
despegando. Hablamos de todo un clásico de los Beatles. La voz de McCartney
hace auténticas virguerías mientras un contundente piano lo acompaña. Los
coros, inspirados en la esencia de los Beach Boys, se compaginan con unos
punteos y riffs más cercanos al Rock clásico. De hecho la canción se inspira en
el “Back In The USA” del eterno Chuck Berry. La letra habla un espía un tanto
mujeriego que, tras pasar mucho tiempo en América desea volver a su querida
Unión Soviética para reencontrarse con las moscovitas. Como dato adicional hay
que añadir que esta es una de las canciones que Paul grabó a la batería en este
álbum, tras la ausencia durante un tiempo de Ringo.
Dear Prudence
Las revoluciones iniciales se funden en esta mística
balada inspirada por el sonido de la India. Lennon compuso esta maravillosa
pieza dedicada a Prudence, hermana de la actriz Mia Farrow (ambas coincidieron
en la India con los Beatles), quien
estuvo durante unas semanas recluida en su cabaña sin querer asistir a las
clases de meditación. Además de la notable actuación de John a
la voz, también hay que destacar la descomunal instrumentación que lo acompaña
durante toda la canción.
Glass onion
Los Beatles más cachondos los encontraremos en esta
ingeniosa composición acreditada al dúo McCartney-Lennon. Una pieza donde se
mezcla el Rock (recomiendo escuchar con atención la pista de bajo de “Macca”)
con ciertos tintes psicodélicos. La letra, como os adelantaba, además de contar
con referencias a numerosas canciones como “Strawberry Fields Forever”, “Lady
Madonna” o “I Am The Walrus”, trata de burlarse de todos los críticos que
perseguían a la banda y que no habían dejado de inventar falsos rumores sobre
estos. Hay que añadir que la línea
"The Walrus was Paul" ("la morsa era Paul"), además de ser
una referencia a la ya mencionada "I Am the Walrus" tiene un doble
sentido de lo más curioso:
Desde un punto de vista cómico, se refiere a que
Paul fue quien se disfrazó de morsa en el video y en la tapa de Magical Mystery
Tour (a Lennon no le cabía el disfraz), mientras que en el video de "I am
the Walrus", Paul era el hipopótamo y John, esta vez sí, era la morsa.
Esta frase, sin embargo, tenía un segundo
significado. Justo antes de decir “The Walrus Was Paul” encontramos un verso
que dice “Well, here’s another clue for you all”, lo que en su conjunto puede
interpretarse como un disparo de Lennon y Paul a los mencionados críticos de la
banda que, entre otras cosas, crearon la
leyenda urbana de que Paul había muerto, invitándoles a que escribieran otra
exclusiva con la revelación de que la “morsa era Paul”.
Ob-La-Di, Ob-La-Da
Aunque sea un clásico de los Beatles, tengo que
reconocer que es de las canciones que menos me gustan de la banda (y me
considero un fan auténtico de los Beatles), pero ya saben que para gustos los
colores. No obstante, hay que reconocer que es todo un himno “beatleiano”.
Muchos lo consideran como uno de los primeros intentos de Reggae blanco (aunque
creo que se queda en un híbrido entre Rock y algo similar al Reggae). Esta
canción despertó grandes tensiones durante las sesiones de grabación,
provocando grandes discusiones entre un perfeccionista McCartney y todo el
equipo allí presente, que provocó la forzosa salida del recientemente fallecido
Geoff Emerick.
Wild Honey Pie
Cincuenta y tres segundos extraños y que muchos
calificarían de “prescindibles”, pero todo lo contrario. No me preguntéis por
qué, pero este extraño momento no sobra en el álbum. Esta pequeña pieza está
inspirada en un canto hindú que, según se cuenta, se mantuvo en el álbum porque
a Pattie Boyd, mujer de George Harrison en aquellos tiempos, le encantaba.
The Continuing Story of Bungalow Bill
Seguidamente, y tras unos sorprendentes segundos
iniciales de guitarra punteada con ciertos aires flamencos, comienza una pieza
inspirada en el Folk-Rock. Lennon nos habla de un chaval llamado Bungalow Bill
que deja la meditación por un momento y comienza a cazar tigres. En esta
canción escuchamos por primera vez la voz de una desafinada Yoko Ono (mis oídos
tiemblan cuando suena ese “not when he looks so fierce”). La canción es curiosa
y cierra con los silbidos de todos los presentes en los Abbey Road en aquel
momento.
While My Guitar Gently Weeps
Turno de ponerse en pie. Ante nosotros se erige una
de las mayores obras maestras que firmó George Harrison en toda su carrera. Dramatismo,
sentimiento y una elegancia solamente al alcance del “Beatle callado”. Para mí
esta es una de las mejores canciones firmadas por los Beatles durante toda su
trayectoria, aunque, desde mi perspectiva, sea gracias, en gran parte, a un
personaje ajeno a los propios “escarabajos”. Me explico. La versión original
grabada por George solamente contaba con su voz y la guitarra acústica (seguro
que sonaba genial), pero no le convencía, así que contactó con su amigo Eric
Clapton (¿necesita presentaciones?) y le pidió que participara en esta canción.
Aunque en un primer momento se resistía afirmando que nadie era capaz de tocar
el registro de los Beatles, “mano lenta” terminó aceptando y se marcó algunos
de los mejores solos de guitarra que pueden encontrarse en la discografía de
los Beatles.
Happinness is a warm gun
John Lennon en esencia. Rock oscuro y desconcertante
inspirado en varios anuncios de armas que solían encontrar en la prensa. Tras
una introducción “folky”, surge una adictiva sección de Blues-Rock decadente,
en la que disfrutaremos, durante algunos instantes, las voces de los cuatro
músicos al unísono (en algunos instantes me suenan a los primeros Queen). Esta
es, sin duda, una de las joyitas escondidas de este álbum, una opinión
compartida por el propio McCartney, quien ha confesado en varias entrevistas
que esta es una de sus canciones preferidas del Disco Blanco.
Martha My Dear
McCartney y su versatilidad. Lo mismo se inspiraba
en un canto hindú para una canción de 53 segundos, que le dedicaba una canción
a su perrita Martha. Rock seductor y con todos los elementos para animar al
oyente a mover la cabeza y dejarse llevar por los sugerentes ritmos que el
zurdo propone en esta agradable composición.
I’m So Tired
Lennon, lejos de acordarse de sus mascotas, se marca
una existencial composición que nació tras su ruptura con Cynthia. La música es
cambiante, iniciándose con unos versos suaves para ir ascendiendo en intensidad
y rabia. Una composición tan buena como ignorada.
Blackbird
Turno de otro clásico del cuarteto. McCartney
compuso esta bella pieza de dos minutos como repulsa a las tensiones raciales
que comenzaban a intensificarse en los Estados Unidos. La leyenda dice que el
zurdo decidió grabar sentado sobre un taburete por fuera los estudios Abbey
Road durante una tarde veraniega (prueba de ello son los cantos de algunos
mirlos allí presentes) para obtener un sonido más natural (se nota la
diferencia en la calidad de sonido).
Piggies
Como si se tratara de Pink Floyd con su mítico álbum
“Animals”, los británicos se marcan una canción encabezada por el sonido de un
dulce y barroco clavicordio que le da un tono casi infantil. No obstante, lejos
de ser una composición con intenciones educativas para los pequeños de la
época, esta pieza de Harrison es una crítica social a las clases burguesas a
las que compara con “cerditos” que merecen, tal y como dice la letra, “una
buena paliza”. Esta última frase cuenta la leyenda que inspiró a Charles Manson
(de quien luego hablaré con más tranquilidad) a atacar a la policía. También se
dice que Manson, con la sangre de sus víctimas, escribió en las paredes de sus
habitaciones las palabras “political piggy” o “death to pigs”.
Rocky Raccoon
Siempre me ha gustado mucho la mezcla de Country y
Western que McCartney hace en esta sorprendente pieza para hablarnos de la
historia de un vaquero procedente de Dakota. La aparición de instrumentos como
la armónica y un piano honky-tonk le dan, aún si cabe, más magia a esta canción
tan elegante y lograda.
Don’t pass me by
Algo similar encontraremos en la que primera
composición acreditada al bueno de Ringo Starr, quien, sin ser precisamente un
genio de la composición, ni un multi-instrumentista reconocido, fue capaz de
firmar esta agradable pista con ayuda de Macca y de un pegadizo violín.
Why Don’t We Do It in The Road
Durante su viaje a la India, Paul se encontró a dos
monos haciendo el amor en la carretera, lo que le llevó a componer una canción
(sin duda una historia emotiva jeje), que realmente, aunque su trasfondo es el
que es, suena muy bien, con un sonido de Rock Clásico comandado por el piano de
este monstruo musical y con la batería de Ringo como único acompañamiento.
I will
Tengo que reconocer que McCartney es mi Beatle
predilecto y esta canción es buena prueba de ello. El músico compuso esta bella
pieza casi más cercana a una bossanova en la que, lejos de grabar el bajo como
siempre, se encargó de imitar el sonido con su voz…¡y dio el pego!
Julia
La emotiva canción que John quiso dedicar a su
madre. Entre arpegios, tonos suaves que
recuerdan a las nanas infantiles y una letra cargada de metáforas el disco uno
llega a su fin.
DISCO
2
Birthday
La segunda parte del Disco Blanco empieza muy bien.
McCartney compuso esta pieza alternativa al “Cumpleaños Feliz”, marcada por un
Rock directo y sin concesiones, unos coros extremadamente pegadizos y un
feeling difícil de igualar en este trabajo. En una tarde esta canción fue
compuesta y grabada (¡eso sí que es inspiración!).
Yer blues
¿Por qué esta canción no tiene el reconocimiento que
merece? Blues de la vieja escuela compuesto por un inspiradísimo Lennon que nos
deleita con uno de mis temas preferidos de todo el disco. Si bien es cierto que
el Blues suele tener un sonido y una estructura más bien poco sorprendente,
esta canción posee algo especial. Y ese algo no es otra cosa que la actitud y
la voz rebelde de John. Maravilla.
Mother’s nature son
Nuevamente el viaje a la India vuelve a influir en nuestros
protagonistas con una bucólica balada que McCartney (como siempre) borda.
Imperdible.
Everybody’s Got Something to Hide Except Me and My Monkey
Después de escuchar esta canción he comenzado a
pensar que los Beatles influyeron más de lo que parece en el nacimiento del
Punk. Tema realmente bueno, alocado y con un sonido especialmente afilado por
parte de las guitarras (se dice que los amplificadores tenían un volumen tan
alto que Macca optó por grabar también el cencerro que se escucha en la
canción). Este disco en general, así como todos los de esta última época de los
Beatles es destacable precisamente por la libertad creativa que les dio el hecho
de dejar de ofrecer grandes giras y preocuparse por sonar en las radios.
Sexy Sadie
Un acontecimiento durante el viaje a la India que
marcó a los británicos fue su encuentro con el Maharishi Manesh Yogi, el famoso
gurú religioso hindú. No obstante, con esta canción nos dejaban caer que hasta
el fundador de la Meditación Trascendental escondía una faceta sexual muy
extraña. En muchos lugares he leído que, durante el encuentro de estos, el
Maharishi, quien tenía fama de ser cercano con las mujeres, intentó abusar de
una delante de los de Liverpool. De hecho, John, quien sintió asco por el
Maharishi en aquel momento, quería titular esta canción como “Maharishi”, pero
finalmente consideró que lo mejor era no entrar en otro conflicto religioso.
Y llegó el momento. Esta fue, es y siempre será mi
canción preferida de los Beatles. Estoy seguro de que hubo un antes y un
después en el devenir de la música tras “Helter Skelter”. McCartney, harto de
que siempre se la catalogara de componer únicamente baladas, compuso la que
fácilmente podría ser la canción más influyente en el nacimiento del Heavy
Metal y del Hard-Rock (Black Sabbath y Led Zeppelin lanzarían sus homónimos
debuts poco tiempo después) y del Punk. Y es que esta canción no es normal. Un “Helter Skelter” es el nombre un tipo de
tobogán en espiral (de hecho la letra alude a este), pero muchas veces su
significado ha sido interpretado erróneamente (suele decirse que significa
“desorden” o “descontrol”) como fue el
bizarro caso del asesino en serie Charles Manson, quien interpretaba que los
Beatles se estaban comunicando con él a través de aquella canción,
convirtiéndose en la BSO de muchos de sus crímenes. De hecho, en los asesinatos
de Sharon Tate, mujer de Roman Polanski,
de Leno LaBianca y su esposa Rosemary, se encontraron las escrituras con
sangre que mencioné en “Piggies”, entre las que se encontró una con el título
de esta canción. Por tanto “Helter Skelter” siempre ha sido vista como una
“canción maldita” que ha sido apartada de todos los recopilatorios de la banda,
aunque McCartney la haya convertido en una pieza habitual dentro de sus
repertorios.
En el aspecto la musical este tema es un derroche de
adrenalina nunca antes escuchado. Las guitarras escupen fuego, el bajo cabalga
en la parte trasera, la batería marca todos los cambios y McCartney se desgañita sabiendo,
seguramente, que esta canción iba a crear escuela.
¡TEMAZO!
Long, Long, Long
Tras lo vivido con la
canción anterior, los Beatles bajaban nuevamente las revoluciones con una
canción relajante como esta “Long, long, long”. Sus distorsionadas melodías,
las voces susurrantes y la aparición de lo que parece ser un órgano, lo
convierten en uno de los pasajes más ambientales y espirituales del álbum.
Revolution 1
El compromiso social de
los Beatles (con permiso de Lennon diría que fueron unos “Working Class
Heroes”) quedaba patente en la letra de esta bluesera pieza que ha quedado anclada a un segundo plano
“por culpa” de la versión electrificada de esta que fue la cara B de “Hey Jude”
y la que todos que conocen únicamente los hits de la banda suelen escuchar
primero. Lo que está claro es que ambas versiones son magistrales y, como cabía
esperar si se observa detenidamente la letra, traería algunos problemas a la banda
por sus referencias políticas.
Honey Pie
Como ya os he dicho,
tengo especial aprecio por McCartney por su facilidad para facturar
composiciones con gancho y con un abanico sonoro que pocos músicos han podido
igualar (realmente me cuesta pensar en algún nombre propio). Esta pieza suena fiel a las orquestas americanas de los
años veinte y treinta. Paul suena maravilloso a la voz, con un tono teatral,
más concretamente de musical, sencillamente perfecto.
Savoy Truffle
Eric Clapton volvió a
tener protagonismo con esta canción, y eso que no tocó ni un acorde. Resulta
que su adicción por todo tipo de dulces y bombones llevó a su amigo Harrison a
componer esta canción tan pegadiza y con cierto aroma a Soul realmente
encantador. Cabe destacar la sección de saxofón que aportan magia al disco, así
como la técnica línea de bajo de McCartney (¿una de las más grandes de su
trayectoria?).
Cry Baby Cry
Volvemos a los reinos de fantasía de Lennon con
“Cry, Baby Cry”. El sonido más intimista de los Beatles siempre llevó su firma
y esta canción es buena prueba de ello. Piezas así son las que hicieron grande
al “White Album”.
Revolution 9
Un disparate. Los Beatles nos dan la bienvenida a
uno de sus momentos más extraños y vanguardistas de toda su trayectoria. Ocho
minutos de extrañas transiciones sonoras, voces, loops, … esto tenía que ser
obra de John y, como solía ocurrir con este tipo de locuras, de Yoko. No es que
no me guste esta canción (tampoco sé qué debo comentar), pero reconozco que
cuando llevo un par de minutos no puedo evitar sentirme de los nervios jejeje.
Good Night
Este viaje de 30 canciones finaliza con la canción
de cuna “Good Night”, cantada por Ringo como si de un musical Disney se
tratara. La composición lleva la firma de Lennon y fue dedicada a su hijo
Julian. Un final sensiblero y a la altura de la obra tan peculiar, pero a la
vez tan grande que acabamos de escuchar.
No descubriré nada nuevo si digo que el “White
Album” de los Beatles es una obra de culto, un trabajo trascendental para
comprender la evolución de la música y, por supuesto, uno de los mejores discos
de los Beatles (para mí este y el “Abbey Road” son lo mejorcito que lanzaron).
Sus 30 canciones muestran la inspiración de un inigualable cuarteto cuyos lazos
comenzaban a resquebrajarse, pero no su capacidad creativa.
¡5 ESTRELLAS PARA ESTA
OBRA MAESTRA!
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