Tenía muchas ganas de
escribir esta reseña, lo reconozco. Y es que la segunda andadura de Alice In
Chains se ha ganado el derecho a generar grandes expectativas cada vez que se
acerca el lanzamiento de un nuevo álbum. Tanto “Black Gives Way To The Blue”
como “The Devil Put The Dinosaurs Here” demostraron que ese dicho de que “las
segundas partes nunca fueron buenas” no es aplicable a estas leyendas de
Seattle.
Cierto que la figura de
Layne Staley será eterna (ignoráis lo mucho que un servidor lo extraña) y que
aquellos “Facelift”, “Dirt” o “Tripod” parecen inigualables (hay gente que no
piensa lo mismo y sus motivos tendrán), pero estos actuales Alice In Chains,
primero, mantienen el sonido de antaño sin olvidar jamás sus raíces, segundo,
acertaron al incorporar a un talentoso guitarrista y cantante como William
DuVall para completar el cuarteto y, tercero, siguen siendo capaces de
sorprender gracias a ese genio rubio llamado Jerry Cantrell, a quien me
permitiré el lujo de describirlo como uno de los guitarristas y compositores
más sobresalientes de la década de los 90. El hecho de que Jerry siga presente
en la banda le da muchos puntos a favor a cualquier trabajo nuevo de este
cuarteto.
Entiendo que este disco
pueda generar sentimientos muy dispares debido a la división de opiniones que
siempre ha existido en relación a la presencia de DuVall en el grupo o respecto
al hecho de que Alice In Chains continúe sin Layne. No quería entrar en este
aspecto pero, como podéis imaginaros si leísteis el párrafo anterior, soy
defensor del bueno de William. Creo que el moreno ha hecho una labor muy buena
desde su llegada, respetando la figura de Staley y aportando buenas ideas en la
labor compositiva de la banda. Sobre el segundo aspecto, si bien creo que Staley
es eterno y su figura es imborrable, no veo mal que Cantrell, Kinney (ambos
miembros originales) e Inez (llegó a la banda en 1993 para suplir a Mike
Starr), junto al ya mencionado DuVall, mantengan viva la esencia del grupo,
facturando buenos álbumes que, afortunadamente, suenan similares a todos los
magistrales trabajos que esta banda lanzó durante el apogeo del Grunge.
Tras esta introducción (espero que no haya
sido soporífera jeje) entro en situación. El Mount Rainier, una enorme montaña
situada en Seattle, ciudad que vio nacer a la banda, y su espesa niebla,
inspiran el título y la portada de esta nueva entrega de nuestros
protagonistas. “Rainier Fog” se convierte en el primer álbum tras “Tripod” que
AIC graba en su ciudad natal. La producción, que a mi parecer está bastante
bien, ha vuelto a llevar la firma de Nick Raskulinecz.
Turno de entrar en
materia musical pura y dura. Me dispongo a analizar el disco poco a poco a modo
de poder reflexionar después sobre si Alice In Chains sigue en plena forma y si
Layne, allá donde esté, le daría su visto bueno.

Con mucha furia abre el
disco. Me declaro fanático empedernido de “The
One You Know”. La guitarra de Cantrell martillea durante gran parte de la
canción, mientras Inez y Kinney construyen una sólida base de bajo y batería
que permanecerá inquebrantable durante
todo el tema. Los versos suenan de lujo, con Jerry desgañitándose y optando por
registros de voz más rotos hasta derivar en un acertadísimo estribillo en el
que su voz y la del bueno de DuVall se combinan a la perfección. Minutos más
tarde explotará uno de esos solos de guitarra marca de la casa, con mucha
distorsión y la más que sabida técnica que atesora Cantrell en sus diez dedos.
Como curiosidad, según el propio Jerry, esta canción se inspira en “Fame” de
David Bowie (¿a alguien le recuerda realmente a esta canción del “Duque
Blanco?) y fue compuesta al poco tiempo de fallecer este.
Otra canción con muchos galones es la homónima
“Rainier Fog”, un auténtico cañonazo con el que el cuarteto sube un poco las
revoluciones y rinde un homenaje a la escena de Seattle. DuVall brilla a la
voz, mientras Jerry, quien también intervendrá con el micrófono en algunas
ocasiones, se encarga de marcar varios cambios de ritmo con su guitarra,
destacando especialmente el que se produce en la parte central de la canción,
con un toque más ambiental sobre el que el rubio añade unos punteos muy
logrados para que su voz y la de DuVall hagan el resto. Esta es otra de mis
preferidas de todo el LP.
La faceta más cavernaria e hipnótica de nuestros
protagonistas aparece por primera vez en este trabajo con “Red Giant”, una
canción que se mueve entre el Grunge y el Metal más pesado, y de la que destaco
especialmente al bueno de Kinney tras los parches (¡vaya bestia!). Cantrell
sigue haciendo de las suyas con buenos punteos distorsionados, especialmente
durante el notable solo, que terminan de
aportar ese sonido sucio tan característico de estos genios
Con cierto aroma a “Voices”, del “Dinosaurs”, Alice
In Chains vuelve a recordarnos su amor por el Country y al Folk con un
auténtico temazo como “Fly”. Cantrell se convierte en amo y señor (¿no lo era
ya?) del tema, con un celestial estribillo a dos voces y con un solazo de
guitarra que fácilmente podría ser el más logrado de todo el álbum, aunque
tiene serios competidores a ese galardón.
“Drone” sigue por la buena senda. Vuelve el Grunge,
pero esta vez con influencias más que notables de Blues. Una canción extensa,
de mucho nivel y con un tono, en ocasiones, maligno y desafiante. Si bien tengo
que volver a rendirme ante Cantrell por esta creación y por todo el feelin’ que
emana de su guitarra, esta vez es necesario que reivindique el descomunal
trabajo de esa base rítmica de bajo y batería que Inez (ojo a la línea que hace
con sus cuatro cuerdas) y el siempre brillante Kinney se marcan durante toda la
canción. En algunos instantes, al escucharla he pensado en “Damaged Soul”
de Black Sabbath (muy recomendada para quienes
no hayan escuchado ese temazo de los de Birmingham). Canciones como estas
demuestran que eso de que los nuevos Alice In Chains “se repiten” es una
auténtica falacia.
La segunda cara del LP abre con “Deaf Ears Blind
Eyes”, una canción que vuelve a apostar por la oscuridad sonora a través de
estructuras complejas y una distorsión muy pesada. Dista mucho de ser la mejor
canción del disco y tal vez no sorprenda demasiado, pero no es, en absoluto,
una mala composición.
La luz de la ya mencionada “Fly” vuelve a surgir con
“Maybe”, una canción melódica con notables influencias de Blues y Country que
reafirma la habilidad de estos músicos para adentrarse en estos terrenos y que
trae a mi mente dos EPs del pasado de esta gran banda como “Sap” y “Jar Of
Flies”. El estribillo es fabuloso y la combinación de las voces de Cantrell y
DuVall alcanza, probablemente, su máxima expresión y calidad en esta canción. Sé que voy a
repetirme nuevamente, pero el interludio de esta canción es una auténtica pasada
gracias al nuevo solo que nos regala Jerry, antes de volver al estribillo.
Con un sonido que
recuerda bastante al álbum homónimo de 1995 (también conocido como “Tripod”),
nos topamos con “So Far Under”,
elegida como segundo adelanto del trabajo. Esta composición ha corrido a cargo
de DuVall, quien parece haberse inspirado en un temazo de AIC como “Sludge
Factory” para crear esta nueva pieza de los americanos. Además, es el propio
William quien toma el absoluto protagonismo con el micrófono, marcándose una
interpretación muy acertada, dejando claro que, pese a que en ningún momento
pretende imitar al eterno Layne, sí está hecho para el Grunge y para estos
renovados Alice In Chains. La canción es oscura (nada raro), extremadamente
árida y depresiva en el estribillo y tiene una letra que, atendiendo a las
declaraciones de DuVall en la nota de prensa, habla sobre sentirse en
inferioridad contra una vida llena de obstáculos y metas casi imposibles.
Menos pretenciosa y
compleja, pero mucho más dinámica y directa, es “Never Fade”, canción buena (sin tampoco muchos puntos
álgidos), en el que DuVall vuelve a
tener protagonismo al micrófono, compartiéndolo a ratos con el bueno de Cantrell.
Aunque probablemente sea una de las canciones menos elaboradas de todo el
trabajo, a mí me gusta y me parece que aporta frescura a un disco en el que
predominan composiciones más lentas. La letra, escrita por Cantrell, es,
indirectamente, un homenaje dedicado a la abuela del guitarrista, fallecida el
año pasado, a Layne Staley y al eterno Chris Cornell, que también nos dejó en
2017.
El final de este
trabajo llega de la mano de la extensa “All I Am”, un final denso y depresivo
para este notable trabajo. Su sonido y
la progresión que va tomando conforme avanzan los minutos, tienen cierto sabor
añejo, como si de una gran balada de los primeros Aerosmith se tratara (“Dream
On”, por ejemplo). Nuevamente, y como colofón, Cantrell nos despide con uno de
esos solos con marca registrada que tan bien hace y tanto nos gustan.
Tras escuchar al
completo este disco varias veces tengo claro que se trata de un nuevo acierto
de esta segunda trayectoria de Alice In Chains. Si bien aconsejo que no os
quedéis con las impresiones de la primera o la segunda escucha del álbum, estoy
seguro de que al cabo de un par de escuchas al conjunto la valoración del disco
será positiva, aunque ya se sabe que esto de la música es muy subjetivo. Es muy
pronto para compararlo con “The Devil Put Dinosaurs Here” o el “Black Gives Way
To Blues”, pero no cabe duda que el cuarteto se mantiene fiel a lo mostrado en
anteriores entregas, ofreciendo una buena dosis de Grunge muy distorsionado y
de letras de calidad, además de permitirse el lujo de incluir pistas en las que
coquetean con otros géneros y subgéneros como el Blues o el Country. No me cabe
duda que Layne, allá donde esté, estará levantando el pulgar mientras escucha
“Rainier Fog”. Finalmente, me gustaría alabar, por última vez, a esa leyenda
andante llamada Jerry Cantrell, indiscutible líder de la banda, quien, pese a
haber visto cómo la vida le ha arrebatado a tantos amigos y la sociedad ha
evolucionado hacia nuevas modas y sonidos, él siempre se ha mantenido
constante, demostrando todavía que mantiene intacta su inspiración para seguir
facturando canciones de alto nivel como las de este “Rainier Fog”, para el que
un servidor considera merecedor de un 8,5 (con unas escuchas más podría optar al 9).
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