No
nos engañemos. Es realmente difícil que algún día vea la luz el sexto álbum de
System of a Down. Han pasado 13 años desde la salida de “Hypnotize” y nada
parece presagiar que pronto saldría a la venta un nuevo trabajo de la banda
originaria de Armenia.
Son
varias las ocasiones en las que la banda se ha reunido en los últimos años para
llevar a cabo giras por todo el mundo, o para celebrar el primer centenario del
Genocidio Armenio (2015), pero esto nunca ha traído consigo un nuevo álbum de
estudio del cuarteto. De hecho el propio Serj Tankian llegó a confesar hace poco
tiempo que la banda ha vivido episodios de disputas personales entre sus
miembros, especialmente entre el propio Serj y Daron, en aspectos financieros y
compositivos que han derivado en la imposibilidad de sacar adelante un nuevo
LP.
Viendo
este oscuro panorama en el entorno SOAD, el nuevo trabajo de Scars On Broadway,
proyecto de Daron Malakian, debe ser escuchado y disfrutado como un disco de
System (una alternativa para calmar las ansias). Y es que hay que reconocer que
existen muchas similitudes entre el sonido de ambas bandas (¿no será por
Daron?), por lo que si no eres seguidor de SOAD, me extraña que Scars te pueda
emocionar. No obstante, invitado estás a escuchar el disco y, si no es mucho
pedir, a continuar leyendo esta reseña.
Tras
haber lanzado un debut homónimo en 2008, Scars On Broadway ha estado una década
prácticamente a la sombra. Esto se debió a que Daron estuvo inmerso en las
diversas giras con System Of A Down. Las ya mencionadas diferencias entre Daron
y Serj en el plano compositivo en estos últimos años han provocado que el
segundo haya publicado una serie de álbumes en solitario en los que han
figurado composiciones que el vocalista había creado para SOAD pero nunca
fueron aceptadas. Daron, en cambio, no había realizado eso hasta este año. “Dictators”,
efectivamente, se ha creado a raíz de composiciones que Malakian creó para la
banda pero que jamás fueron aceptadas, siendo “recicladas” para Scars On
Broadway, o, mejor dicho, Daron Malakian And Scars On Broadway (la banda fue
rebautizada para la ocasión).
Dicho
de esto, veamos si Daron acertó al rescatar sus viejas composiciones en
“Dictators”…
Desde
los primeros compases de “Lives” puede percibirse que este disco no va a ser
muy diferente a su debut, con ese sonido de guitarras tan característico de
SOAD y el registro vocal al que siempre nos ha acostumbrado Daron (muy
oriental). La letra, aunque en un principio no lo parece (“todos bailan, cuando
bailas, cuando quieres bailar, cuando quieres bailar…”), es un nuevo homenaje a
las víctimas y supervivientes del Genocidio Armenio. Un inicio acertado,
predecible y que nos hace presagiar que se trata de un LP atractivo.
No
obstante, “Angry Guru” oscurece un poco nuestras ilusiones. Una canción más
bien floja, con una letra absurda al más puro estilo “Cigaro” que parece restar
seriedad a un disco que, como ya apunté, comenzaba hablando de un genocidio
(¡vaya contraste!). Afortunadamente, en seguida entra en escena la homónima
“Dictators” y el nivel vuelve a subir notablemente. Con un riff similar al de “Serious”, se erige
como una canción poderosa, líricamente
incendiaria (me encanta la frase “your politics will never corrupt me”), con
una actuación plausible por parte de Daron y que, desde una perspectiva
general, pertenece al grupo de canciones más destacables de todo el trabajo.
“Fuck
And Kill” seguramente necesite un par de escuchas para convencer del todo. La
letra es un tanto repetitiva y absurda, pero instrumentalmente es un cañonazo
extremadamente pegadizo y acelerado. Algo similar, aunque en esta ocasión con
mejor letra, ocurrirá en la posterior “Never Forget”, otra composición
instrumentalmente positiva en la que hay que destacar la inclusión de un logrado
sintetizador propio de las películas de ciencia ficción de los años 60.
Con
la quinta pista el disco parece alcanzar su máximo nivel. “Guns Are Loaded” me
parece la canción más sobresaliente de todo “Dictators”. Con cierto sabor a las
canciones más suaves de SOAD, Daron borda una interpretación de categoría con
el micrófono, cobrando un mayor dramatismo gracias a la sentida letra (“todas
las pistolas se cargan cerca de ti”) que el melenudo escribió para esta
composición. Además, el ascenso de intensidad que experimenta la canción
pasando de un inicio lento a una sección más eléctrica termina de elevar a un
nivel superior esta gran canción.
“We
Won’t Obey” y “Sickening Wars” seguramente provoquen algunas lágrimas a los
melancólicos fans de SOAD. Ambas muestran la faceta más machacona y frenética
de Daron como compositor, con un sonido guitarrero cercano al Punk y una
estructura muy similar a las de algunos clásicos de System.
“Talkin'
Shit”, con su riff heredado de “They Say”, vuelve a mostrarnos al Malakian más
cabreado con la sociedad actual reflexionando sobre las falsas amistades. La
canción tiene especial interés en el trabajo de guitarras de Daron y los
punteos que escupe su guitarra, construidos a partir de escalas arábigas. “Till The End”, en cambio, da un giro de 180
grados a la temática y ahora habla sobre la amistad y los lazos de locura (en
el buen sentido de la palabra) que constituyen estas. Instrumentalmente tiene
un sonido más comercial y propio de una balada, pero resulta ser una pieza
melódica agradable.
Finalmente,
Daron y sus Scars On Broadway nos despiden con una breve pieza instrumental
titulada “Gie Mou (My Son)”, en la que Daron ofrece otro elegante punteo de
guitarra, y una cumplidora versión del “Assimilate” de Skinny Puppy.
“Dictator”
es un trabajo muy disfrutable, accesible y placentero de escuchar, especialmente
si eres seguidor de System Of A Down y de Daron Malakian, y es capaz de ofrecer
al oyente un buen puñado de canciones logradas como “Guns Are Loaded”, “Talkin’
Shit”, la homónima “Dictator” o “Sickening Wars” en las que, además, hay letras
realmente buenas. No obstante, Daron, como ya se sabe, es capaz de cualquier
cosa, y ha introducido en el disco un par de canciones no tan buenas tanto en
el plano lírico (hay algunas especialmente sobrantes, no nos engañemos) o instrumental. Aunque este, seguramente, no
sea el trabajo más exitoso y brillante en la carrera del bueno de Daron, sí
puede afirmarse que es un trabajo notable, por lo que considero que es
merecedor de un 7.
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