En el mundo del Rock, como en la vida, la fama y la
popularidad no son sinónimos de felicidad y buena vida. Una situación así
vivían los Rolling Stones a principios de la década de los 70s. El poder que estos iconos tenían en el Rock, y el respeto que estos mismos generaban allí
donde iban, los convertían en unos de
los reyes de la música de la época. Tras años lanzando singles y álbumes que se
vendían como churros, "Sticky Fingers" terminó de suponer un
agigantamiento aún mayor de su legado. No obstante, la banda comenzaba a temer
por su situación económica, por culpa de Allen Klein, quien adquirió el
catálogo de la banda, anteriormente perteneciente a Decca, así como por culpa
del fisco británico (impuestos) que perseguía a la banda. Todo esto estaba
acercando a los británicos a la bancarrota (una auténtica paradoja).
Ante tanto riesgo, la banda decide exiliarse en
Francia debido a sus leyes fiscales más flexible. Era el momento de aislarse
del mundo y tratar de grabar algo nuevo sin que la presión influyera en sus
vidas. Para su mala suerte, los estudios franceses no cubrían las necesidades y
expectativas de los Stones por lo que deciden alojarse en una mansión que recientemente
Keith Richards había comprado al Sur de Francia, lugar donde terminarían
colocando su estudio móvil, posteriormente utilizado por Deep Purple o Led
Zeppelin, para comenzar a grabar cada noche el que sería su décimo álbum de
estudio.

Tras lidiar con todos los impedimentos que
dificultaban cualquier intento de crear algo nuevo, la banda terminó creando uno
de sus discos más importantes y ambiciosos, además de uno de mis preferidos de
los Rolling Stones, lo confieso.
Este disco doble, formato novedoso para la banda,
contiene 18 temas que mezclan todo tipo de influencias de las que bebió la
banda en sus orígenes (Rock And Roll, Blues, Soul, Folk, Country,...) y que, en
un primer momento, fue destruido por la
crítica, aunque pueda parecer mentira. Afortunadamente, ahora el álbum
es una de las grandes obras del Rock, considerado por la mayoría de rockeros
clásicos, de escucha obligatoria para entender mejor lo que fueron los Rolling
y la importancia que tuvieron en el género.
Un consejo desde la experiencia personal antes de
escuchar "Exile On Main St." que puede servir a más de un lector que se vaya a aventurar a escuchar el disco por primera vez:

La cifra de 18 temas, muchos de los cuales no tienen
un sonido tan accesible desde la primera escucha, no es un factor que ayude a digerir con
facilidad el manjar que vamos a disfrutar. Por ello, recomiendo escuchar el
disco con paciencia, porque muy probablemente a la primera reproducción no
valores, amigo lector/a, la calidad que realmente atesora uno de los discos más
grandes de los Rolling y del Rock en general.
Dicho esto empezamos a escuchar el disco:

Pero si el inicio había sido bueno, “Rip This
Joint” termina de poner todas las cartas sobre la mesa, con una auténtica
master class de cómo hacer rockabilly veloz y sin tapujos. Realmente creo que
es una de las canciones más aceleradas jamás paridas por la banda. El saxofón
juega un papel principal en la canción, animando aún más la fiesta que esta
canción garantiza. Temazo!
Muy a lo ZZ Top llega “Shake Your Hips”, cover de Slim Harpo. Rock con aires sureños que
incita a bailar y a descargar toda la energía acumulada como si no hubiera un
mañana. Me enamora la voz de Jagger, quien hace el tema suyo, regalándonos una
breve demostración de por qué es uno de los símbolos más representativos del
Rock.
“Casino
Boogie” es como un amigo fiel. Puede que haya temporadas
donde no la escuches mucho, pero cuando tienes la oportunidad de hacerlo,
siempre disfrutas y te quedas con un gran sabor de boca. Buen Rock de la vieja
escuela en el que brilla la base instrumental impuesta por la banda.
Turno del gran clásico del disco, “Tumbling Dice”, uno de los himnos más
representativos de la banda de la lengua más famosa de la historia. Precioso
corte en el que brillan las melodías, los arreglos y la imponente presencia de
los coros en cada puente y estribillo. Es imprescindible conocerla si realmente te consideras fan de
Jagger y compañía.
La elegancia regresa con “Sweet Virginia”, temazo que bebe de numerosas influencias (Blues,
Country,Folk y Rock) y que podríamos incluir entre las mejores pistas de todo
el disco. Recomiendo escuchar la canción con una birra en la mano mientras se
entona el estribillo (la sensación es maravillosa). Himno.
En el séptimo puesto del Tracklist se ubica “Torn And Frayed”, una canción suave,
evocadora de paisajes lejanos y llenos de fantasía que solo los Stones podían
crear con tanta facilidad. Resalto aquí la importancia del piano, que suena con
mucha presencia, y el solo de guitarra, breve pero espectacular.
Los Stones deben gran parte de su sonido a la música
negra, una influencia más que notable en "sus satánicas majestades",
quienes no dudaron en devolver el favor escribiendo “Sweet Black Angel”, que es una reivindicación del poder de la raza
negra frente al creciente racismo que en aquellos tiempos existía ("ella
es un dulce ángel negro, no una dulce esclava negra"). Instrumentalmente
no está mal, tampoco es una joya, pero esa letra sí es merecedora de ovación.
Volvemos a disfrutar de la magia de los Stones con “Loving Cup”, corte ideal para los
amantes del piano. Y es que Nicky Hopkins lo borda con las teclas, construyendo
un puente sobre el que camina con mucha sencilla y elegancia Mick Jagger. Se me
ponen los pelos de punta, no puedo evitarlo, con la entrada del estribillo a
partir de unos enormes baquetazos de Watts. Temazo que tiene el sello de los
británicos.
No puedo ocultar que soy un gran admirador de Keith
Richards, un icono de la rebeldía y del vivir la vida como te da la gana sin
hacer lo que se ha establecido como "políticamente correcto". Como
guitarrista, si bien no es un gran virtuoso como Jimmy Page, fue capaz de transformar el Rock clásico
de los años 50s en algo más rabioso y enérgico, lo que a día de hoy sigue
demostrando. En "Happy",
nuestro amigo Keith termina de desmelenarse y se pide el micrófono para, además
de enamorarnos con la sencillez de sus Riffs, volvernos locos con su voz . Todo
un clásico de los Stones en aquellos tiempos.
Vuelven las influencias del mejor Blues-Rock con “Turd On The Run”, muy en la onda de
"Rip This Point", con gran presencia de los coros y de un aire Folk,
logrado principalmente gracia a la armónica y a la percusión, que inunda cada
instante de la canción.
Seguimos nutriéndonos de temazos (¿cuántos van ya?) con “Ventilator Blues”, único tema acreditado a Mick Taylor, quien,
indudablemente, creó una obra maestra de poco más de tres minutos, con una
estructura bluesy finalizada con un estribillo in crescendo que se puede codear
con los de los grandes hits de los Rolling. Enorme la combinación de solos de
guitarra y piano mientras Jagger repite hasta el final eso de "What You
Gonna Do About It". BRILLANTE.
El momento más extraño y experimental del disco es “I Just
Wanna See His Face”, una creación valiente, diferente y no apta para todo
tipo de oídos. Un distorsionado tema que mezcla matices de Blues y Rock con
algo de Soul. No puedo dejar de escucharla cuando pongo el álbum.

De la calma volvemos a sufrir una ración de Rock
clásico y animado, como es la juguetona “All Down The Line”, una canción
sencilla, sin grandes innovaciones, que rápidamente se convirtió en una de las
más queridas por los fans. Es, además, de las pocas composiciones del álbum que
fueron posteriormente tocadas en vivo.
Que Robert Johnson fue una influencia clara para los
Rolling es un secreto a voces. Como prueba está “Stop Breaking Down”, una
canción original del "morenito", a la que los británicos rinden un tributo
sensacional. Cuando los Stones hacían Blues eran garantía de bordarlo.
El penúltimo corte también es uno de los mejores de
toda la discografía "stoniana". La bellísima “Shine A Light”
es una canción celestial, cargada de emotividad y buen feeling, con claros
guiños a la música góspel a la que tanto deben. Perfecta es el adjetivo que
mejor encaja con esta canción.
Tal vez el cierre del disco hubiera sido épico si
Richars y compañía hubieran elegido "Shine A Light" para bajar el
telón, pero "Soul Survivor"
cumple su función y cierra el álbum con un buen Rock and Roll de coros
omnipresentes. Se terminó...¿tan pronto?
Pese a que la crítica fue despiadada en un
principio, "Exile On Main Street" fácilmente puede ser el gran disco
de los Rolling Stones, por encima incluso de "Let It Bleed",
"Beggars Banquet" o el "Sticky Fingers" (¡CASI NADA!),
aunque esto es algo muy subjetivo y cada uno tiene sus preferencias. De lo que
todo rockero clásico está seguro es que este disco es uno de los más grandes
del género, un material único y muy difícil de superar en el que unos
contrariados Stones vivían en la encrucijada de la fama y del precio que por
ella había que pagar.
Nada más salir, el disco llegó, para desgracia de
algún crítico, al número 1 en las listas de venta oficiales en los
Estados Unidos y sonó en todas las estaciones de radio con gran constancia durante
los primeros meses para promocionar una de las giras más famosas de los Stones
que pronto iba a iniciarse por toda América, el Stones Touring Party, del que se han registrado varias películas,
libros y conciertos.
Cuando uno escucha y reseña algo así lo único que
puede hacer es aplaudir y dar gracias a los Stones por haber escrito una de las
páginas principales del gran libro del Rock And Roll.
de los mejores discos de sus Majestades, nunca me canso de escucharlo
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