En anteriores reseñas ya hemos hablado de álbumes de debut legendarios. Basta con pensar en los homónimos "Led Zeppelin", "Iron Maiden" o "Black Sabbath" para darse cuenta que muchas de las bandas que hicieron historia en la música tuvieron un debut de lujo que, a día de hoy, sigue siendo de los más laureados de su discografía. En esta entrada vamos a analizar otro título, precisamente homónimo, que tiene medio siglo de existencia y que, como el anterior grupo de álbumes, sigue estando muy vivo en nuestros días.
Para entender la trascendencia que los Doors tuvieron en el Rock debemos remontarnos a la segunda mitad de la añorada década de los 60. Bandas como The Rolling Stones y The Who se habían consolidado como dos gigantes británicos del Rock, The Beatles comenzaban a abandonar las grandes giras para convertirse en un conjunto únicamente de estudio y la sociedad estaba completamente inmersa en el movimiento hippie, produciéndose en 1967 (justo el año en que sale este disco) el llamado "verano del amor", concentración hippie que tuvo lugar en San Francisco con la finalidad de festejar el nacimiento de esta nueva subcultura. Aparte de las anteriores bandas que mencionamos, artistas como Jefferson Airplane, Jimi Hendrix o Janis Joplin fueron la banda sonora elegido por estos trasgresores ilusionados ante un utópico mundo mejor. Solo unos meses antes unos jóvenes Jim Morrison, Ray Manzarek, John Densmore y Robby Krieger habían lanzado su primer álbum, obteniendo un éxito casi instantáneo que alcanzó su cota más alta en el mencionado verano del amor pese a no tener un sonido tan alegre como el resto de artistas.
¿Qué demonios tenían aquellos 4 tipos para obtener tanta fama?
Además de la más que obvia calidad instrumental, The Doors eran algo más. Su líder, Jim Morrison, era un ser perfecto. Era el mejor orador para aquellos tiempos. La irreverencia de sus letras y poemas, provocadores como pocos se habían escrito en ese tiempo, la sexualidad y la teatralidad camaleónica que demostraba sobre las tablas, la seriedad que, de vez en cuando, sustituía por una sonrisa chulesca, así como las diversas detenciones que sufrió en algún que otro directo, convirtieron a Morrison en un personaje clave, en el troco sobre el que se apoyaron sus tres compañeros para sacar a este conjunto adelante.
La música era diferente. El optimismo de los Beatles o la rebeldía juvenil de los Stones o The Who tenía poco que ver con la crudeza de los Doors. Su sonido era oscuro, realista ante la confusión que reinaba en la época, pero con un punto de seducción y de provocación.
Su debut fue el primer gran golpe del conjunto. La polémica y el buen hacer estuvieron más que presentes desde los primeros punteos del álbum. The Doors marcaron un antes y un después.
Dos años antes de conocer la fama, en 1965, un joven Jim Morrison entabló amistad con Ray Manzarek, un compañero de la universidad con quien compartían aficiones como la literatura y la música. Tras leer un poema de Morrison, Ray quedó tan sorprendido con el estilo de aquel melenudo que decidió ponerle música para que este tratara de cantarla. Cuando este cantó la sorpresa fue aún mayor, así que Ray pidió a Jim que pasará a formar parte de su banda Rick and The Ravens donde tocaban los hermanos de Manzarek. Con el tiempo John Densmore y Robby Kriegger, ambos procedentes de los Psychedelic Rangers, se unieron al grupo quedando la formación clásica completamente formada, cambiando el nombre a The Doors.
Como si de una cadena de montaje se tratara Jim se encargaba exclusivamente de escribir cada letra, mientras sus compañeros comenzaban a crear partituras que pusieran ritmo a la lírica del talentoso Morrison.
No tardaron en lloverles ofertas para tocar en algunos locales y bares. Su público era escaso y no estaban obteniendo económicamente lo suficiente para sobrevivir y permitirse también algún que otro exceso, especialmente Jim. Todo esto cambió cuando en agosto del mismo año un ejecutivo de la discográfica Elektra Records y el productor Paul A. Rothchild acudieron a verles actuar en un local llamado Whisky A Go Go tras recibir la recomendación de Arthur Lee, líder deLove.. Los ejecutivos disfrutaron con la actuación del cuarteto y les ofrecieron firmar un contrato para grabar su primer disco. La banda no desaprovechó la oferta y entró rápidamente en el estudio. 5 meses después, más concretamente el 4 de enero de 1967, el conjunto lanza su homónimo debut. El resultado, un éxito. Morrison fue aupado como un ídolo sexual y musical que predicaba lo que las nuevas juventudes querían oír, y la banda se convertía en uno de los principales exponentes del Rock en su vertiente más psicodélica.
No hay mejor ma"Break On Through (To The Other Side)" es el encargado de abrir este histórico álbum y darnos la bienvenida con un rock enérgico y psicodélico aunque con matices más oscuros gracias a la guitarra de Krieger, quien hace una serie de arreglos bastante interesantes y el gran Ray que se marca un par de solos que pronto se convirtieron en todo un ejemplo para las nuevas generaciones de músicos. Poco se puede criticar de la sobresaliente actuación de Jim con el micro, quien canta con mucha chulería cada verso hasta explotar en los estribillos donde saca su lado más chillón y demoledor. Líricamente no tiene un significado claro, pero es innegable la calidad de escritura de Morrison ("Sabes que el día destruye la noche. La noche divide al día.")
nera de empezar a escuchar el disco.
"Soul Kitchen" es un tema más que "doorsiano". Instrumentalmente quizás no ofrece la versión más sorprendente de la banda, pero tampoco lo necesita porque tiene una nueva letra de esas que te hacen viajar y soñar . La canción se volvió un himno que no faltaba en cada concierto donde Jim lo interpretaba con algo más de furia llegando, incluso, a alterar a la policía.
Se viene un tema que siempre me ha parecido único en la discografía de estos cuatro jinetes. "The Crystal Ship" escupe amargura, melancolía y dureza pero también sentimientos contrariados de paz y calma. Una de las obras destacadas del disco tanto por su letra poética (Jim Morrison en su máxima expresión), la cual la leyenda dice que Jim Morrison escribió en honor a su primer amor, Mary Werbelo, en 1964 cuando estaba rompiendo con ella. y la oscuridad del ambiente gracias fundamentalmente al trabajo que Ray hace con los teclados y en el bajo.
Juguetona es "Twentieth Century Fox". Tras su depresiva predecesora se agradece una buena inyección de alegría mezclada con algo de locura (y LSD). Buen trabajo de Ray y Robbie, siendo el solo de guitarra uno de los mejores momentos de este tema. Es breve pero efectivo. La letra es un juego de palabras entre la famosa productora de películas y el insulto al género femenino "zorra".
Después viene un cover. "Alabama Song (Whisky Bar)" fue originalmente una canción de la década de los años 20 escrita por Bertolt Brecht y compuesta por Kurt Weill siendo posteriormente usada para las óperas "Mahagonny-Songspiel" y "Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny". Los Doors cogieron la creación original y la llevaron a su galaxia, realizando una adaptación que la hace suya. Y es que la letra le vino al pelo a Jim (“Oh show me the way to the next whisky bar…”). Su escucha es muy agradable, con cambios de ritmo propios de un musical de Broadway. La presencia de una mandolina hace aún más llamativo este corte.
Ahora es el momento en el que llega"Light My Fire". Es un clásico inmortal que sigue enganchando a muchos jóvenes. Seguramente es el tema con el que más se les asocia cuando piensas en este conjunto. Ray hace lo que quiere con los teclados, jugando con todo tipo de acordes de lo más inspirados. En los versos, más pausados y delicados, Morrison canta con ese vozarrón tan característico una letra provocadora ("C`mon Baby Light My Baby Light My Fire"). Una vez finalizado el segundo estribillo nos sumergimos en una parte instrumental única donde Ray hace su mejor interpretación con el teclado,sonando en algunos momentos como si de un solo de guitarra se tratara. Poco después Ray baja el ritmo y Robby ejecutará el verdadero solo con las 6 cuerdas, también de bellísima factura. Un solo que al principio puede parecer sencillo de emular, pero nada más lejos de la realidad. Este músico, sin ser un virtuoso que va a pasar a la historia por su amplio catálogo de solos, sí que aportó mucho a su banda, siendo un compañero de viajes ideal para el teclado.
mos a uno de los momentos cumbres en la carrera de The Doors. John Densmore golpea la caja y se iniciala intro psicodélica por excelencia en el Rock. Estamos ante
Otro cover, esta vez de Willie Dixon, y otro plato fuerte (al menos para mí). Nos ayuda a recuperarnos tras haber descargado semejante cantidad de adrenalina. "Backdoor Man" es Blues del más clásico con una dosis de psicodelia cortesía de Manzarek. Para los amantes de este género, que creo que engancha hasta al más negado, este tema será una auténtico placer. La voz de Jim, convertido en todo un Bluesman que, unas veces canta con calma y en otra vomita los versos como si fuera la última. Solo realmente talentoso de Robby, otra vez, punteando con mucha clase y creando una mayor atmósfera bluesy.
“I Looked at You” es un tema 100% The Doors, quizás algo más acelerado, con una instrumentación sobresaliente en todo momento, destacando esta vez a Densmore, quien se hace con el líder del ritmo. No es que presente grandes innovaciones, pero nadie puede negarle la escucha cuando reproducimos el disco.
"End Of the Night" podría ser llamada "The Crystal Ship II". El conjunto trata de volver a generar misticismo, pero quizás no logran su objetivo con tanta calidad como el tercer corte de este trabajo, no porque este tema flojee, sino porque ese corte es una delicia casi insuperable. Instrumentalmente poco novedoso, con algunos arranques de batería sorpresivos, pero es más el conjunto lo que destaca que una actuación solista de uno de los músicos.
Turno de subir el ritmo con “Take It As It Comes”. Manzarek vuelve a bordarlo con los teclados y el bajo. Muy trabajada por cada músico, con un Morrison notable, jugando con las posibilidades que le daba su voz. Un tema animado, muy en la onda de la banda, que sirve para animarnos y como puente para lo que se nos viene encima.
Depresión, oscuridad, miedo, pesimismo, indiferencia, duda, reflexión...son tantos los sentimientos que se encuentran al escuchar la bestial "The End", que seguramente es la gran bestia doorsiana por excelencia. Si buscas psicodelia y experimentación en el diccionario debería aparecer esta canción como definición o, en todo caso, como sinónimo. Cada músico actúa con una precisión de cirujano colocando cada nota en el momento justo, ni una milésima antes ni después. Las atmósferas orientales nos envuelven en todo momento, mientras el poeta Morrison comienza a recitar una letra inspirada por la leyenda de Edipo, rey griego que sin saberlo asesinó a su padre y se casó con su madre. Morrison se convierte en un narrador profesional, un genio en el uso y la expresión de las palabras. Tras un momento de caos musical donde todo instrumento aumenta las revoluciones hasta la locura, se repite el inicio hasta dejar a Jim solo ante el peligro, volviendo a repetir su legendaria frase "This is the End...my only friend".
Un disco que todo rockero debe escuchar en algún momento de su vida. Una obra única que fue firmada por 4 jóvenes que querían hacerse un hueco entre los grandes de la época. Afortunadamente a día de hoy se les recuerda con mucho cariño manteniendo su legado muy vivo.
Para entender la trascendencia que los Doors tuvieron en el Rock debemos remontarnos a la segunda mitad de la añorada década de los 60. Bandas como The Rolling Stones y The Who se habían consolidado como dos gigantes británicos del Rock, The Beatles comenzaban a abandonar las grandes giras para convertirse en un conjunto únicamente de estudio y la sociedad estaba completamente inmersa en el movimiento hippie, produciéndose en 1967 (justo el año en que sale este disco) el llamado "verano del amor", concentración hippie que tuvo lugar en San Francisco con la finalidad de festejar el nacimiento de esta nueva subcultura. Aparte de las anteriores bandas que mencionamos, artistas como Jefferson Airplane, Jimi Hendrix o Janis Joplin fueron la banda sonora elegido por estos trasgresores ilusionados ante un utópico mundo mejor. Solo unos meses antes unos jóvenes Jim Morrison, Ray Manzarek, John Densmore y Robby Krieger habían lanzado su primer álbum, obteniendo un éxito casi instantáneo que alcanzó su cota más alta en el mencionado verano del amor pese a no tener un sonido tan alegre como el resto de artistas.
¿Qué demonios tenían aquellos 4 tipos para obtener tanta fama?
Además de la más que obvia calidad instrumental, The Doors eran algo más. Su líder, Jim Morrison, era un ser perfecto. Era el mejor orador para aquellos tiempos. La irreverencia de sus letras y poemas, provocadores como pocos se habían escrito en ese tiempo, la sexualidad y la teatralidad camaleónica que demostraba sobre las tablas, la seriedad que, de vez en cuando, sustituía por una sonrisa chulesca, así como las diversas detenciones que sufrió en algún que otro directo, convirtieron a Morrison en un personaje clave, en el troco sobre el que se apoyaron sus tres compañeros para sacar a este conjunto adelante.
La música era diferente. El optimismo de los Beatles o la rebeldía juvenil de los Stones o The Who tenía poco que ver con la crudeza de los Doors. Su sonido era oscuro, realista ante la confusión que reinaba en la época, pero con un punto de seducción y de provocación.
Su debut fue el primer gran golpe del conjunto. La polémica y el buen hacer estuvieron más que presentes desde los primeros punteos del álbum. The Doors marcaron un antes y un después.
Dos años antes de conocer la fama, en 1965, un joven Jim Morrison entabló amistad con Ray Manzarek, un compañero de la universidad con quien compartían aficiones como la literatura y la música. Tras leer un poema de Morrison, Ray quedó tan sorprendido con el estilo de aquel melenudo que decidió ponerle música para que este tratara de cantarla. Cuando este cantó la sorpresa fue aún mayor, así que Ray pidió a Jim que pasará a formar parte de su banda Rick and The Ravens donde tocaban los hermanos de Manzarek. Con el tiempo John Densmore y Robby Kriegger, ambos procedentes de los Psychedelic Rangers, se unieron al grupo quedando la formación clásica completamente formada, cambiando el nombre a The Doors.
Como si de una cadena de montaje se tratara Jim se encargaba exclusivamente de escribir cada letra, mientras sus compañeros comenzaban a crear partituras que pusieran ritmo a la lírica del talentoso Morrison.
No tardaron en lloverles ofertas para tocar en algunos locales y bares. Su público era escaso y no estaban obteniendo económicamente lo suficiente para sobrevivir y permitirse también algún que otro exceso, especialmente Jim. Todo esto cambió cuando en agosto del mismo año un ejecutivo de la discográfica Elektra Records y el productor Paul A. Rothchild acudieron a verles actuar en un local llamado Whisky A Go Go tras recibir la recomendación de Arthur Lee, líder deLove.. Los ejecutivos disfrutaron con la actuación del cuarteto y les ofrecieron firmar un contrato para grabar su primer disco. La banda no desaprovechó la oferta y entró rápidamente en el estudio. 5 meses después, más concretamente el 4 de enero de 1967, el conjunto lanza su homónimo debut. El resultado, un éxito. Morrison fue aupado como un ídolo sexual y musical que predicaba lo que las nuevas juventudes querían oír, y la banda se convertía en uno de los principales exponentes del Rock en su vertiente más psicodélica.
No hay mejor ma"Break On Through (To The Other Side)" es el encargado de abrir este histórico álbum y darnos la bienvenida con un rock enérgico y psicodélico aunque con matices más oscuros gracias a la guitarra de Krieger, quien hace una serie de arreglos bastante interesantes y el gran Ray que se marca un par de solos que pronto se convirtieron en todo un ejemplo para las nuevas generaciones de músicos. Poco se puede criticar de la sobresaliente actuación de Jim con el micro, quien canta con mucha chulería cada verso hasta explotar en los estribillos donde saca su lado más chillón y demoledor. Líricamente no tiene un significado claro, pero es innegable la calidad de escritura de Morrison ("Sabes que el día destruye la noche. La noche divide al día.")
nera de empezar a escuchar el disco.
"Soul Kitchen" es un tema más que "doorsiano". Instrumentalmente quizás no ofrece la versión más sorprendente de la banda, pero tampoco lo necesita porque tiene una nueva letra de esas que te hacen viajar y soñar . La canción se volvió un himno que no faltaba en cada concierto donde Jim lo interpretaba con algo más de furia llegando, incluso, a alterar a la policía.
Se viene un tema que siempre me ha parecido único en la discografía de estos cuatro jinetes. "The Crystal Ship" escupe amargura, melancolía y dureza pero también sentimientos contrariados de paz y calma. Una de las obras destacadas del disco tanto por su letra poética (Jim Morrison en su máxima expresión), la cual la leyenda dice que Jim Morrison escribió en honor a su primer amor, Mary Werbelo, en 1964 cuando estaba rompiendo con ella. y la oscuridad del ambiente gracias fundamentalmente al trabajo que Ray hace con los teclados y en el bajo.
Juguetona es "Twentieth Century Fox". Tras su depresiva predecesora se agradece una buena inyección de alegría mezclada con algo de locura (y LSD). Buen trabajo de Ray y Robbie, siendo el solo de guitarra uno de los mejores momentos de este tema. Es breve pero efectivo. La letra es un juego de palabras entre la famosa productora de películas y el insulto al género femenino "zorra".
Después viene un cover. "Alabama Song (Whisky Bar)" fue originalmente una canción de la década de los años 20 escrita por Bertolt Brecht y compuesta por Kurt Weill siendo posteriormente usada para las óperas "Mahagonny-Songspiel" y "Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny". Los Doors cogieron la creación original y la llevaron a su galaxia, realizando una adaptación que la hace suya. Y es que la letra le vino al pelo a Jim (“Oh show me the way to the next whisky bar…”). Su escucha es muy agradable, con cambios de ritmo propios de un musical de Broadway. La presencia de una mandolina hace aún más llamativo este corte.
Ahora es el momento en el que llega"Light My Fire". Es un clásico inmortal que sigue enganchando a muchos jóvenes. Seguramente es el tema con el que más se les asocia cuando piensas en este conjunto. Ray hace lo que quiere con los teclados, jugando con todo tipo de acordes de lo más inspirados. En los versos, más pausados y delicados, Morrison canta con ese vozarrón tan característico una letra provocadora ("C`mon Baby Light My Baby Light My Fire"). Una vez finalizado el segundo estribillo nos sumergimos en una parte instrumental única donde Ray hace su mejor interpretación con el teclado,sonando en algunos momentos como si de un solo de guitarra se tratara. Poco después Ray baja el ritmo y Robby ejecutará el verdadero solo con las 6 cuerdas, también de bellísima factura. Un solo que al principio puede parecer sencillo de emular, pero nada más lejos de la realidad. Este músico, sin ser un virtuoso que va a pasar a la historia por su amplio catálogo de solos, sí que aportó mucho a su banda, siendo un compañero de viajes ideal para el teclado.
mos a uno de los momentos cumbres en la carrera de The Doors. John Densmore golpea la caja y se iniciala intro psicodélica por excelencia en el Rock. Estamos ante
Otro cover, esta vez de Willie Dixon, y otro plato fuerte (al menos para mí). Nos ayuda a recuperarnos tras haber descargado semejante cantidad de adrenalina. "Backdoor Man" es Blues del más clásico con una dosis de psicodelia cortesía de Manzarek. Para los amantes de este género, que creo que engancha hasta al más negado, este tema será una auténtico placer. La voz de Jim, convertido en todo un Bluesman que, unas veces canta con calma y en otra vomita los versos como si fuera la última. Solo realmente talentoso de Robby, otra vez, punteando con mucha clase y creando una mayor atmósfera bluesy.
“I Looked at You” es un tema 100% The Doors, quizás algo más acelerado, con una instrumentación sobresaliente en todo momento, destacando esta vez a Densmore, quien se hace con el líder del ritmo. No es que presente grandes innovaciones, pero nadie puede negarle la escucha cuando reproducimos el disco.
"End Of the Night" podría ser llamada "The Crystal Ship II". El conjunto trata de volver a generar misticismo, pero quizás no logran su objetivo con tanta calidad como el tercer corte de este trabajo, no porque este tema flojee, sino porque ese corte es una delicia casi insuperable. Instrumentalmente poco novedoso, con algunos arranques de batería sorpresivos, pero es más el conjunto lo que destaca que una actuación solista de uno de los músicos.
Turno de subir el ritmo con “Take It As It Comes”. Manzarek vuelve a bordarlo con los teclados y el bajo. Muy trabajada por cada músico, con un Morrison notable, jugando con las posibilidades que le daba su voz. Un tema animado, muy en la onda de la banda, que sirve para animarnos y como puente para lo que se nos viene encima.
Depresión, oscuridad, miedo, pesimismo, indiferencia, duda, reflexión...son tantos los sentimientos que se encuentran al escuchar la bestial "The End", que seguramente es la gran bestia doorsiana por excelencia. Si buscas psicodelia y experimentación en el diccionario debería aparecer esta canción como definición o, en todo caso, como sinónimo. Cada músico actúa con una precisión de cirujano colocando cada nota en el momento justo, ni una milésima antes ni después. Las atmósferas orientales nos envuelven en todo momento, mientras el poeta Morrison comienza a recitar una letra inspirada por la leyenda de Edipo, rey griego que sin saberlo asesinó a su padre y se casó con su madre. Morrison se convierte en un narrador profesional, un genio en el uso y la expresión de las palabras. Tras un momento de caos musical donde todo instrumento aumenta las revoluciones hasta la locura, se repite el inicio hasta dejar a Jim solo ante el peligro, volviendo a repetir su legendaria frase "This is the End...my only friend".
Un disco que todo rockero debe escuchar en algún momento de su vida. Una obra única que fue firmada por 4 jóvenes que querían hacerse un hueco entre los grandes de la época. Afortunadamente a día de hoy se les recuerda con mucho cariño manteniendo su legado muy vivo.
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