Bon
Scott había dejado huérfana a la banda tras su prematura muerte en febrero de
1980 tras ahogarse con su propio vómito, dejando el futuro de AC/DC en el aire.
El final parecía una posibilidad real, pero antes de tirar la toalla, Angus y
Malcolm Young decidieron realizar audiciones en busca de un nuevo vocalista.
Fue entonces cuando apareció un joven de Newcastle llamado Brian Johnson,
exmiembro de la popular banda británica Geordie. Durante su prueba, interpretó
"Whole Lotta Rosie" de AC/DC y "Nutbush City Limits" de
Tina Turner deslumbrando al instante a los hermanos Young, quienes lo eligieron
como sucesor de Bon.
Tras
el durísimo golpe que supuso la pérdida de su carismático frontman, el grupo
viajó a las Bahamas para grabar un nuevo álbum durante unas sesiones marcadas
por los constantes temporales tropicales que por poco le cuestan otro susto al
grupo. El resultado fue mucho más que un simple disco con una portada negra a
modo de luto por la muerte de Bon Scott: se convirtió en uno de los más
emblemáticos del rock, el más celebrado de su carrera y el tercero más vendido
de la historia, solo por detrás de “Thriller” de Michael Jackson y “The Dark
Side of the Moon” de Pink Floyd. Me gustaría aquí remarcar la enorme labor del
maestro Robert John "Mutt" Lange, uno de los mejores productores de
la historia, quien jugó un papel clave en el resultado final del LP (recordemos
que poco después ayudaría a Def Leppard a alcanzar el estrellato con “High N’
Dry”, “Pyromania” e “Hysteria”).
El
álbum arranca con unas campanas fúnebres que, según cuenta la leyenda, suenan
en honor al inolvidable Bon Scott (un abrazo a los seguidores de Barón Rojo y
su “Canción para ellos”). "Hells Bells" es un himno lúgubre y
poderoso que rápidamente se convirtió en un hit ajeno y con una identidad alejada
de los temas típicos de AC/DC. La intro instrumental, oscura y amenazante, se
va construyendo hasta desembocar en la voz de Brian Johnson, quien deja claro
desde el primer momento que no ha venido a llenar un hueco pasajero, sino a
hacer historia junto a sus compañeros. Un sobresaliente solo pone el broche de
oro a este primer paso de los nuevos AC/DC.
La
segunda pista es la no menos clásica "Shoot to Thrill", donde Brian
Johnson muestra sus mejores agudos mientras los hermanos Young hacen las
delicias de los amantes de la guitarra con un vibrante arsenal de riffs que
Cliff y Phil acompañan con su sólida base rítmica. Nunca dejaré de mostrar mi
amor por ese interludio que se inicia justo después del solo de Angus Young,
donde la velocidad del tema se ralentiza para introducir un riff lento y que en
directo siembra el caos con ese in crescendo que experimenta. Poco más
se puede decir sobre el grito final de Johnson, un cantante con una potencia
que pocos han podido igualar.
Seguidamente
llegan las vacilonas y provocadoras "What Do You Do For Money Honey"
y “Givin’ The Dog A Bone”, dos temazos de Hard-Rock sucio y letras picantes, donde,
una vez más, Brian vuelve a demostrar su poderío vocal sobre una sección instrumental
consagrada. Para mí estas siempre han sido dos joyas escondidas dentro del
glorioso catálogo de los australianos.
La
infravalorada "Let Me Put My Love Into You" baja las revoluciones,
pero brilla por la calidad de su composición. Brian brilla aquí por el uso de
unos registros más suaves y que recuerdan a la época de Geordie, demostrando
que los Young no se equivocaron al ficharlo. Tras unos versos ochenteros y que
evocan a los primeros Def Leppard, la banda apuesta por otro estribillo “de la
casa” donde no faltan esos coros precisos de Malcolm y Cliff.
La
sexta canción es conocida por todos, incluso por quienes reniegan por completo del
Rock. Su riff es legendario, todo guitarrista ha intentado emularlo, y su lugar
en la historia de la música está asegurado. Hablamos de la mítica "Back in
Black", adorada por los fans y una clase magistral de lo que representa
AC/DC: la voz demoledora de Brian, la solidez rítmica de Malcolm, y los solos
inconfundibles de Angus, todo condensado en un solo tema que desde su
publicación se ganó un lugar en la eternidad.
Otro
clásico imprescindible de la banda, y que no falta en cada nueva gira, es
"You Shook Me All Night Long". Con un tono más juguetón y una letra
cargada de connotaciones sexuales —como sugiere el título—, esta canción
presenta un ritmo relajado, típico del Hard Rock que dominaría la década, y
otro solo estelar a cargo de Angus.
"Have
a Drink On Me" es, sin rodeos, una oda al alcohol que, para nuestra
fortuna, la banda ha recuperado para sus giras más recientes. Los Young
elaboran aquí una combinación de riffs sólida y efectiva que enamora a
cualquiera como el mejor de los licores. A nivel sonoro no tiene nada que no
hayas escuchado antes pero…¿es motivo suficiente para oponerse a semejante tema
festivo?
Una
joya un tanto olvidada, pero que merece ser destacada, es "Shake a
Leg". Su arranque pausado da paso a un ritmo vertiginoso y descarado,
fruto de la compenetración entre los hermanos Young. El solo de Angus aquí es,
sin duda, uno de los mejores de todo el disco. Sorpresa que, por motivos que
desconozco, la banda nunca llevó al directo.
El
cierre del álbum lo pone uno de los temas más emblemáticos de AC/DC, tanto por
su sonido como por su mensaje. "Rock and Roll Ain't Noise Pollution"
es más lento que el resto del disco, pero no por ello menos poderoso. Su puente
es simplemente espectacular, con un Brian Johnson pletórico mientras se desgañita
tras el micrófono. Esta canción es una declaración de principios, una defensa
del rock frente a quienes lo han despreciado como “ruido”. El estribillo lo
deja claro:
"Rock
and Roll Ain't Noise Pollution. Rock and Roll Ain't Gonna Die. Rock and Roll
Ain't Noise Pollution. Rock and Roll, It Will Survive" Una respuesta directa y
contundente a todo aquel que haya subestimado este género y a la propia banda.
CONCLUSIÓN
“Back
in Black” es un álbum perfecto que marcó la llegada de Brian Johnson, quien
desde entonces ha permanecido al frente de la banda, a excepción de su pequeña
baja por motivos de salud y su reemplazo por Axl Rose. Esta es, sin duda, la
obra por excelencia de AC/DC junto a Brian y una de los más queridos por los
fans. Por su importancia histórica, su calidad musical y su impacto, merece un
lugar de honor en la colección de todo verdadero amante del rock.
Imprescindible.
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