No se puede entender la irrupción y la evolución del Grunge en la cultura musical de finales del Siglo pasado sin la figura de Jerry Cantrell. Y es que esta leyenda viviente de la guitarra revolucionó desde muy joven la escena musical de finales de los ochenta y principios de los noventa acuñando un estilo muy personal a la hora de componer y tocar que se materializaría en su máximo exponente de calidad en Alice In Chains, banda con la que obtendría la inmortalidad absoluta (al igual que su hermano caído, Layne Staley).
Además del enorme y
diverso legado que nos ha dejado con AIC (a día de hoy siguen activos y
facturando buenos álbumes junto al excelente William DuVall como reemplazo de
Staley), Cantrell también nos ha regalado con el paso de las décadas un par de
buenos álbumes solistas, siendo “Boggy Depot” (1998) mi predilecto, seguido muy
de cerca por “Degradation Trip” (2002). Hace tres añitos, el rubio lanzó un
disfrutable álbum titulado “Brighten” que, si bien se movió por unos terrenos
más melódicos que el resto de sus referencias discográficas previas, dejó, en
líneas generales, un sabor de boca bastante agradable.
Ahora, en los últimos
coletazos de este 2024 lleno de grandes lanzamientos, el bueno de Jerry vuelve
a lo grande presentando “I Want Blood”, su nuevo álbum de estudio, para el cual
ha querido contar con auténticos pesos pesados del Rock y el Metal contemporáneos
como los bajistas Duff McKagan (Guns N’ Roses) y Robert Trujillo (Metallica),
los baterías Mike Bordin (Faith No More) y Gil Sharone (Team Sleep y Stolen
Babies) y una dupla de coristas de primer nivel conformada por Lola Colette and
Greg Puciato (Better Lovers y The Dillinger Escape Plan).
Unos golpes de batería
certeros dan paso rápidamente a “Vilified”, corte de una densidad notoria que
evoca el sonido más clásico de Alice In Chains y que suena más contundente que,
prácticamente, “Atone” en su totalidad. Las voces dobladas y esos riffs bien
distorsionados son un sello de identidad que siempre agradeceré encontrar en
cada nuevo álbum de esta leyenda. Valoro, además, el pequeño giro que
experimenta la canción justo cuando alcanzamos el segundo minuto de canción,
ralentizando el ritmo hasta mutar en una apisonadora sonora de altísimo
octanaje.
Con el oyente en el
bolsillo Cantrell nos invita a un segundo asalto de la mano de “Off The Rails”,
corte que se inicia algo opresivo en su inicio con ese repetitivo punteo agudo
para, poco después, tornarse en una pista llena de gancho, voces dobladas y
densidad (honor al bajo) que te atrapará durante sus más de cinco minutos de
canción.
Aunque como single fue el
que menos me convenció, lo cierto es que “Afterglow” es una pieza que crece con
cada escucha y que logra hipnotizar al oyente con esas hipnóticas melodías a
las que termina acoplando su voz con una solemnidad absoluta. Insisto en que
tal vez cuatro minutos de extensión terminen sintiéndose algo excesivos para
las pocas variantes que ofrece, pero tal vez sean cosas mías.
La homónima “I Want
Blood” es, sin duda alguna, uno de los momentos estelares del álbum. Su
velocidad y su tono callejero nos permiten disfrutar de la faceta más incisiva
de Cantrell, evocando clásicos pasados (siempre guardando las distancias) como
“Damn That River” o “We Die Young”. Debo destacar, también, la enorme presencia
de la que aquí goza el bajo de Duff McKagan, marcando el sólido ritmo sobre el
que se cimentan el resto de instrumentos. Una
pieza que no podrás sacarte de la sesera.
“Echoes Of Laughter”
tiene muchas papeletas para convertirse en una de mis predilectas del álbum. Y
es que esas guitarras lentas y arenosas que se contonean a lo largo del álbum,
sumadas a la siempre excelente voz de nuestro protagonista, elevan el álbum a
una dimensión de clase realmente alta. Aunque obviamente hay mucho de Grunge
también, es posible encontrar en esta canción una enorme influencia del Dark
Country. Temazo.
Curiosamente, la otra
canción que no dudaría en incluir entre mis preferidas llega justo después. “Throw
Me A Line” apuesta nuevamente por lo hipnótico, pero esta vez empleando riffs
de guitarra algo más elaborados e intrincados, que se van repitiendo hasta
construir una pieza maciza. Todo esto sumado al notable despliegue vocal de
Cantrell (ojo que ha vuelto a incluir algunos arreglos de talk box).
Los ecos de Alice In
Chains vuelven a resonar en las posteriores “Let It Die” y “Held Your Tongue”, dos
piezas crudas que desde que entran en escena sus respectivos riffs principales
sabes perfectamente qué vas a encontrar. Aquellos que no estén familiarizados,
o no comulguen, con las piezas monolíticas tal vez no encuentren aquí más que
una pieza de relleno, mas este que escribe siente que gana con el paso de las
escuchas. A todas estas, ¡qué ganitas de un nuevo disco de Alice In Chains!
El disco finaliza con un
corte de más de seis minutos de extensión titulado “It Comes” que, si bien no
presenta nada nuevo (y puede sentirse algo excesivo de minutaje para lo que ofrece),
hace una síntesis acertada de lo escuchado.
CONCLUSIÓN
Lejos de seguir los pasos
acústicos de “Brighten”, Jerry Cantrell ha vuelto a su faceta más opresiva en “I
Want Blood”, una obra disfrutable y sincera que en muchos momentos recuerda a
los Alice In Chains más contemporáneos (¿para cuándo un disco, chicos?), pero
con el sello personal de Cantrell en solitario. Aunque predominan los momentos
buenos (insisto en la magnitud de composiciones como “Echoes Of Laughter”, “Throw
Me A Line” o “Vilified”), es justo decir que también hay un par de piezas algo
más irregulares que, al menos para mí, terminan restándole algo de grandeza a
este LP.
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