Si hay un guitarrista de Power Metal que siempre me ha fascinado, ese es Kai Hansen. No solo por su implacable técnica al tocar la guitarra—algo indiscutible—sino también por su capacidad para reinventarse y permanecer fiel a un subgénero musical que le ha dado tantas alegrías a lo largo de las décadas.
Parece que fue ayer
cuando, a principios de 1989, Kai decidió abandonar Helloween, la banda que
cofundó junto a Michael Weikath, Markus Grosskopf y el eterno Ingo
Schwichtenberg, justo en uno de sus momentos de mayor gloria. El agotamiento
acumulado tras la gira promocional del célebre “Keeper Of The Seven Keys Part.
2”, sumado al giro estilístico que la banda planeaba para futuros lanzamientos
(no sorprende que Hansen no quisiera ser parte de los irregulares “Pink Bubbles
Go Ape” y “Chameleon”), provocó su salida. A pesar de no tener intención de
abandonar la música, sabía que era el momento de tomarse un descanso para
recuperarse física y mentalmente.
Tras unos meses de pausa,
Kai comenzó a concebir la idea de crear una nueva banda cuyo sonido seguiría
siendo fiel al Power Metal. Así, pronto empezó a contactar con músicos
emergentes de la escena alemana, como el baterista Mathias Burchardt (quien,
tras la grabación del álbum, dejaría su puesto a Uli Kusch, quien años más
tarde se uniría a Helloween), el bajista Uwe Wessel y, por supuesto, un joven
Ralf Scheepers, quien gracias a esta oportunidad comenzaría a forjar su
reputación como uno de los grandes vocalistas del metal europeo en las últimas
décadas (su legado con Primal Fear también merece todos los honores).
Con la alineación
completa, Gamma Ray entró al estudio para componer y grabar su primer álbum de
estudio, el cual pasaría a la historia bajo el nombre de “Heading For
Tomorrow”. El 26 de febrero de 1990 vio la luz este primer gran álbum de una
banda que llegó para quedarse en nuestros corazones.
El disco arranca con la
icónica introducción instrumental “Welcome”, que siempre ha servido como
obertura en sus conciertos. En apenas 56 segundos, la banda nos prepara con
orquestaciones y algunos arreglos de guitarra para que, cuando todo se detiene,
Kai Hansen emerja con su potente guitarra y firme el contundente riff principal
de “Lust For Life”. Esta demoledora pieza de Power Metal evoca los mejores
tiempos de Helloween (de haber formado parte de cualquiera de los dos “Keeper
Of The Seven Keys”, estaríamos hablando de un himno del subgénero). El ritmo es
imponente, y la interpretación de Ralph, alcanzando agudos que recuerdan al
gran Michael Kiske, es simplemente impresionante. La banda nos regala aquí un
estribillo épico, respaldado por coros poderosos, y un despliegue solista de
Kai Hansen que nunca deja de fascinarme (parece que Kai, mientras toca, nos
dice: “¿me echabas de menos?”).
Con el público ya
conquistado, la banda nos deleita con “Heaven Can Wait” y su letra altamente
vitalista (muy en sintonía con los tópicos líricos de Kai Hansen). Este tema
deja a un lado el Power Metal para adentrarse en terrenos más luminosos de Hard
Rock y Heavy Metal clásico. Tras unos versos juguetones de Ralph al micrófono,
la banda se une para ofrecer unos coros inolvidables en un estribillo más
simple, pero que Scheepers sabe llevar a su terreno con sus característicos
agudos.
La adictiva “Space Eater”
es otro punto álgido del LP. Desde que escuché por primera vez el adictivo ritmo
de bajo de Uwe, supe que esta sería una de mis canciones favoritas de Gamma
Ray. Hay mucho de Dokken y Skid Row en esos versos callejeros y crudos (con
cierto toque Sleazy en los arreglos), aunque en el puente-estribillo la banda
introduce su propio estilo (¡cómo se desgarra Ralph en el chorus y en la
sección previa al solo, donde evoca a Rob Halford!). Hansen quería dar
continuidad al Power Metal en Gamma Ray, pero también supo aprovechar este
proyecto personal para coquetear con otros estilos.
Grabar una canción tan
enrevesada, paranoica y vacilona como “Money” debió ser realmente tronchante.
Este tema nos devuelve al Power Metal de Helloween, pero con una sucesión
constante de ritmos tan diversos que en ocasiones rozan lo caótico. Ralph
ofrece aquí una de sus interpretaciones vocales más complejas, cambiando de
registros constantemente para darle teatralidad al número. Además, esta canción
nos permite disfrutar de un solo lleno de armonías y una técnica magistral por
parte de Kai Hansen (hay un momento específico en el solo que me recuerda mucho
a Brian May de Queen, aunque no logro identificar la canción concreta). ¿Qué se
fumaron para grabarla? No lo sé... ¡pero me encanta!
Llega el momento de
ponerse serios con “The Silence”, una balada épica que demuestra el amor de la
banda por Queen, no solo por la sonoridad instrumental, sino también por esos
arreglos corales tan característicos de Freddie Mercury y compañía. Ralph
Scheepers se convierte en el amo y señor de esta canción, siendo capaz de
emocionar y luego sorprender con su faceta más incisiva cuando la pieza crece
en intensidad. Los músicos firman una pista instrumental compacta y dinámica,
con todos los elementos que esperamos encontrar en una Power Ballad. El broche
de oro lo pone Hansen, entregando uno de los mejores solos del álbum, con un
plus de sentimiento que lo hace memorable.
El mejor Power Metal
regresa con “Hold Your Ground”, un diamante no tan conocido. Aquí Gamma Ray
demuestra que podían mantener vivo el legado de Helloween mejor de lo que los
propios Helloween lo hacían en ese momento. Si no me cree, querido lector, le recomiendo
escuchar atentamente el interludio instrumental, donde la guitarra de Kai nos
transporta de nuevo a las melodías gemelas y duelos de solos que grabó años
atrás junto a Weikath.
En una línea más cercana
a “Heaven Can Wait”, la banda nos ofrece “Free Time”, una composición más
alegre y accesible que, como era de esperar, ha caído en el olvido. No es una
mala canción, pero se siente menos inspirada que el resto del álbum.
Y con “Heading For
Tomorrow” llegamos, probablemente, a la canción más ambiciosa del disco, con
más de 14 minutos de duración donde podemos disfrutar del universo compositivo
de Kai Hansen en su máxima expresión. Tras una introducción armónica, la banda endurece
el sonido y nos transporta a una sección más agresiva que, al menos a mí, me
recuerda a la épica “Victim Of Changes” de Judas Priest (Gamma Ray grabaría
años más tarde una versión de esta canción), pero con el sello distintivo de
Hansen. Muchos fans ven este tema como una especie de segunda parte de “Keeper
Of The Seven Keys”. Lo que está claro es que esta es una obra maestra donde los
cambios de ritmo son constantes (honor a todos los músicos por su enorme
destreza), y la ejecución vocal de Ralph es digna de todos los elogios (¡qué
facilidad para emocionar y desatar el caos en cuestión de segundos!). Además,
la letra aborda las incertidumbres y aspiraciones de la humanidad ante un
futuro cada vez más incierto, advirtiendo sobre la facilidad con la que los
poderosos pueden privarnos de la libertad y manipular lo que creemos lógico
(nuevamente, Hansen tocando temas que le apasionan).
Como cierre del álbum, la
banda inaugura la tradición de incluir, aunque sea como bonus track, una
versión de otra banda (una costumbre que han mantenido fielmente). En esta
ocasión, Kai Hansen rinde homenaje a Uriah Heep con su potente “Look At
Yourself”, tema que da nombre al tercer álbum de esta icónica banda británica.
Fieles a la esencia sonora de Uriah, Gamma Ray incluye arreglos de teclado
impecables cortesía de Mischa Gerlach. Pocas bandas son tan fiables como esta a
la hora de versionar a otros.
CONCLUSIÓN
“Heading For Tomorrow”
presentó en sociedad a una banda destinada a hacer cosas realmente grandes en
una década donde el Grunge comenzaba a amenazar la continuidad del Heavy Metal.
No tuvimos que esperar mucho para disfrutar de otras obras de gran nivel como
“Sigh No More” (1991), “Insanity And Genius” (1993), “Somewhere Out In Space”
(1997), “Power Plant” (1999) o, por supuesto, la magistral “Land Of The Free”
(1995), que otorgó inmortalidad al grupo.
No creo que este primer
álbum de Gamma Ray sea el mejor de su discografía (para mí, no hay obra mejor
en su catálogo que “Land Of The Free”), pero es de un nivel extremadamente
alto. Kai Hansen siempre supo jugar bien sus cartas y, mientras Helloween empezaba
a ver cómo sus mejores días con Kiske comenzaban a diluirse, Gamma Ray se
erigía como una de las mejores agrupaciones de Power Metal del momento.
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