Pocas bandas veteranas pueden presumir de tener obras tan compactas y notables como Deep Purple, un conjunto que ha sabido sobrevivir al paso del tiempo. Sin renunciar a su ADN sonoro, han logrado convencer a su audiencia con una colección de álbumes de altísimo nivel que, a decir verdad, logran despertar en nosotros una enorme expectación cada vez que los británicos anuncian nueva música.
No ha sido un camino de rosas el que Ian Gillan, Roger
Glover e Ian Paice, únicos miembros que quedan de la formación más querida del
grupo, han tenido que transitar en las últimas tres décadas. Si hay algo que, a
mi modo de ver, ha hecho grande a estos tres artistas, es su capacidad para
acertar en cada decisión tomada en su debido momento. Cuando el histórico
Ritchie Blackmore terminó marchándose del grupo tras sus constantes broncas con
Ian Gillan, la banda acertó al apostar por Steve Morse, un guitarrista que, sin
necesidad alguna de "imitar" a Blackmore, fue capaz de encajar su
propio estilo en la filosofía "purpleliana", funcionando realmente
bien (así lo atestiguan todas las obras comprendidas entre "Rapture Of The
Deep" y el más reciente "Whoosh"). Otro gran acierto del grupo
fue la contratación del legendario Don Airey (ya una eminencia de los teclados)
cuando en 2003 Jon Lord decidió de forma amistosa abandonar la nave púrpura
para trabajar en un par de proyectos solistas (lamentablemente fallecería en
2012).
En 2022, una vez más, el grupo tuvo que lidiar con un contratiempo lo suficientemente fuerte como para poner en duda la continuidad del quinteto. Steve Morse, quien ya se había consolidado como una pieza clave en el grupo tras casi 30 años de excelente servicio, se vio forzado a abandonar Deep Purple para centrarse al 100% en su vida privada debido a un terrible problema familiar que tuvo, como sabrán, un desenlace fatal hace pocos meses (su mujer falleció de un cáncer agresivo). No era sencillo encontrar a estas alturas de la carrera a alguien capacitado para, sin alterar por completo el estilo sonoro del grupo, cubrir un puesto esencial en la banda púrpura como el de guitarrista. La banda contactó con Simon McBride, un curtido guitarrista originario de Belfast (Irlanda) que llevaba varias décadas demostrando su destreza como solista y junto al grupo Snakecharmer. Ciertamente, no era un desconocido para el grupo ya que McBride había trabajado previamente tanto con Don Airey como con Ian Gillan en un par de proyectos solistas, en los cuales había hecho gala de un nivel altísimo tras su instrumento.
Como los propios miembros del grupo han relatado, y también
nosotros podemos comprobar en los recientes conciertos de la banda, la química
que ha surgido entre Simon y el resto de miembros ha sido instantánea y enorme.
Su estilo es algo más eléctrico y afilado que el de Morse, sin por ello
descuidar esas melodías que Steve tanto cuidaba. El propio Ian Paice ha hablado
con la claridad que le caracteriza sobre lo que ha supuesto la llegada de este
guitarrista al conjunto y sus diferencias con Morse. Transcribo aquí sus declaraciones
para ClassicRockHistory:
“Si digo que es como un soplo de aire fresco, no es para
obviar al genio de Steve y su aportación durante los últimos veintitantos años.
Es simplemente diferente y, en ocasiones, un cambio de dirección es muy
importante. Creo que Simon nos ha dado eso. Ha traído un enfoque más de riff a
la composición de canciones. Algunas de las ideas de Steve Morse eran mucho más
sesudas. Tenías que trabajar realmente hacia donde se dirigía. Steve tiene una
mente maravillosa. Se le ocurren cosas que a nadie más se le ocurren, y son
hermosas. Simon es un poco más…lo entiendo de inmediato. Y eso es bueno porque,
nuevamente, es solamente un ligero cambio de dirección. Nada que no hayamos
hecho antes. En todo caso, se asemeja a al algunas composiciones de principios
de los 70”
Inmersos en pleno verano de 2024, celebramos la llegada de
"=1", el vigésimo tercer álbum de Deep Purple y, por otro lado, el
bautismo de fuego de Simon como hacha del quinteto. Como ya he recalcado antes,
el listón dejado por los álbumes más recientes de la banda (incluyo aquí ese
"Turning Into Crime" de versiones) es bastante alto. Así que, aunque
obviamente siempre se tengan en cuenta las edades que rondan nuestros ídolos,
es normal crearse unas expectativas y no poder ocultar la ilusión tan grande
que me hace hablar de este "=1".
La primera sorpresa del disco se encuentra en la
inicial “Show Me”, un tema peculiar por su ritmo constante, sustentado en un
riff de guitarra repetitivo de Simon, que Don Airey refuerza con un sensacional
trabajo en el hammond. Es una pieza que crece instrumentalmente con el paso de
los segundos, mientras Ian Gillan canta con una voz sugestiva una letra algo
traviesa (se percibe que disfrutaron al máximo durante la grabación de esta
canción). Tal vez el momento más brillante de este primer número se halla en el
solo de guitarra y teclados, donde se aprecian matices progresivos
(especialmente por parte de Don) que demuestran la gran sinergia entre ambos
músicos. Un primer plato sumamente convincente.
La magia continúa en “A Bit On The Side”, una pieza
que desde el primer segundo me ha transportado a los años de mayor esplendor
del grupo con su hipnótico riff de guitarra y la sobresaliente interpretación
de Ian Gillan, cuya voz ha envejecido de manera envidiable. Estamos ante una
composición monumental en la que cada miembro brilla con luz propia: Glover y
Paice (Ian no suele usar doble pedal, pero si no me equivoco aquí lo emplea con
maestría absoluta) crean una base rítmica aplastante sobre la que Airey y Simon
añaden detalles técnicos a raudales. Nuevamente, destaco el colosal solo de Don
(¡celebro que por fin le estén dando la presencia que merece!), así como los
pequeños redobles solistas de Paice y el posterior solo vertiginoso de McBride.
Apenas llevamos dos canciones y ya estoy enamorado de “=1”. Hacía mucho tiempo
que los británicos no sonaban tan directos.
¡Cómo suena “Sharp Shooter”! ¡Qué auténtico temazo! La
banda mantiene el nivel y nos deleita con un corte de Hard Rock de la vieja
escuela, con algunos arreglos de funk en momentos puntuales (curiosos arreglos
corales en ciertos versos). Una vez más, me emociona decir que Don Airey es
noticia tras deleitarnos con un solo de teclados aceleradísimo, al que Simon
responde sin despeinarse con un punteo demencial en su guitarra. Insisto en lo
dicho: hacía tiempo que Deep Purple no sonaba tan crudo.
Y si alguien todavía tenía dudas del nivelazo en el
que se encuentra el grupo, le recomiendo que escuche "Portable Door",
primer adelanto del LP y un clásico instantáneo que, al menos a mí, me evoca en
sus versos a los tiempos de "Fireball", concretamente a los temas
"No One Came" y "Strange Kind Of Woman", gracias a la
soberbia interpretación vocal de Ian, quien canta con más calma y teatralidad
para, segundos después, abalanzarse sobre nosotros con un estribillo más
contemporáneo y de voces dobladas que vence y convence. Por si la canción
necesitaba algo más, ahí están Simon y Don para sacarse de sus respectivas
chisteras dos solos de escándalo. Además, me gustaría destacar la
compenetración de ambos músicos a la hora de crear el amenazante ritmo principal
de este corte, apoyándose siempre en la grandeza rítmica de Glover y Paice.
La velocidad se incrementa considerablemente con la
adictiva “Old-Fangled Thing”, una pieza en la que Gillan brilla combinando
versos narrados con otros cantados, exhibiendo su habitual sobriedad, hasta que
sus compañeros deciden romper por completo con el curso de la canción e
introducen un épico cambio rítmico (minuto 1:39) donde el bajo de Glover gana
progresivamente presencia, creando una vibrante antesala que precede a un nuevo
festival de solos de guitarra y teclados. Y cuando piensas que la canción no
puede mejorar, Ian Gillan nos regala un pequeño grito final que nos recuerda
por qué se le considera uno de los mejores vocalistas de la historia. Llevamos
cinco canciones y sigo sin encontrar ninguna pega a este álbum.
Tras una serie de constantes hostilidades, la banda
acierta al introducir “If I Were You” una bellísima pieza melódica donde el
amor por el Blues-Rock y la psicodelia se hacen patentes de principio a fin.
Como ya he mencionado previamente, Ian Gillan hace tiempo que se dio cuenta de
que era incapaz de alcanzar las notas de antaño y ha sabido reconstruirse,
envejeciendo con una clase al alcance de muy pocos cantantes de su edad. Aquí
desgrana los versos con mucho sentimiento, siendo capaz de alcanzar algunos
agudos realmente complejos, mientras que Simon firma un lacrimógeno solo de
guitarra que vuelve a demostrar que su incorporación a Deep Purple ha sido un
acierto indiscutible. Destacan nuevamente los arreglos de teclado de Don Airey,
quien en esta ocasión actúa desde la base rítmica, incluyendo pequeños arreglos
orquestales que añaden un plus de sentimiento al resultado final.
Hay elementos contemporáneos tras los versos y el
estribillo de la melódica "Pictures Of You", una composición que no
ha dejado de crecer en mí desde que fue publicada como segundo adelanto del LP
(¡es tremendamente pegadiza!). Gillan nos hipnotiza con su voz (un acierto esos
efectos de eco en su estribillo), al igual que Simon tras ese solo con matices
más ochenteros. Los teclados espaciales de Don Airey cierran el número
generando enormes expectativas sobre lo que queda del álbum.
Con un tono más desafiante emerge “I’m Saying
Nothin’”, otra composición que me transporta al “Fireball” (¿recuerdan la
atrevida “Fools”?) con esos versos cantados con rabia por Ian Gillan. Tras un
intermedio algo atmosférico, Simon y Don vuelven a medirse en un nuevo duelo de
solos que, por enésima vez, tendrá como ganador al oyente que tenga la suerte
de escucharlo. Después de estos, me encanta el rugido que Gillan pega en el
minuto 2:58 para introducir nuevamente el pegadizo estribillo de la canción.
Esta es una de esas piezas que, con cada nueva escucha, gana enteros (mi
consejo es que la escuches en bucle…¡no te decepcionará!).
Elegida acertadamente como tercer adelanto del disco,
"Lazy Sod" apuesta por el Blues-Rock de carretera que el grupo tanto
(y tan bien) ha explotado a lo largo de las décadas. En los versos, la guitarra
y los teclados quedan en un segundo plano para que, con su habitual maestría,
Ian Paice marque el ritmo con su inconfundible estilo. Ya en su sección
intermedia, habrá tiempo para que tanto Don como Simon firmen sus
correspondientes solos llenos de clase (¡lo de Airey es de escándalo!), apoyándose
siempre en una corpulenta y vacilona línea de bajo de Roger Glover.
Y llegamos a uno de los mejores momentos de Deep Purple en este milenio. ¿Desde cuándo Deep Purple no nos entregaba un tema de carretera como “Now You’re Talkin’”? Con la esencia de “Highway Star” claramente presente, la banda desata el caos con una canción que avanza a un ritmo frenético y que nos ofrece, ¡atención!, una de las mejores interpretaciones vocales de Ian Gillan en muchos años (el tipo se marca un grito diabólico en el minuto 0:57), sacando a relucir su faceta más encabronada. Todos los honores para Glover con ese bajo cabalgante y para un siempre preciso Ian Paice tras su kit (¡ojo al final tan épico que firma!). Para mí, el mejor solo del álbum se encuentra en este número, donde Simon y Don Airey no solo se lanzan punteos mutuamente para que el otro los responda, sino que también nos entregan algunos compases tocados al unísono. ¡PERO QUÉ TEMAZO, SEÑORES!
Como en otros discos recientes, Deep Purple tiene la costumbre de incluir una canción con un sonido atemporal y un tono más festivo. En esta ocasión, nos presentan “No Money To Burn”, un tema nacido de un riff y una sólida base de bajo y batería que parece decirnos “somos Deep Purple y no estamos para tonterías”. Justo antes de que las secciones solistas hagan acto de presencia (ambas nuevamente de escándalo), la banda introduce una variante del mencionado riff principal que no logro quitarme de la cabeza. Una pieza secundaria de lujo.
Nos vamos acercando al final de este viaje, pero antes la banda se propone tocarnos la fibra sensible con el Blues abatido de “I’ll Catch You”. Ian Gillan, un auténtico maestro en este tipo de composiciones, se pone dramático y nos cautiva con una interpretación elegante, mientras Airey no cesa de dibujar líneas bucólicas tras el Hammond. Como era de esperar, Simon no desaprovecha la oportunidad para sacarse de la chistera un solo embrujado de guitarra que conjuga con solvencia velocidad y técnica. Siéntese y disfrute, amigo lector. Esto es MÚSICA con mayúsculas.
Si alguien pensaba que todo estaba vendido es que no conoce bien a estos británicos. Pero yo creo que ni siquiera el seguidor más optimista podía esperar que Deep Purple, en pleno 2024, fuera capaz de componer un riff tan potente y cercano al Heavy Metal como el que inicia esta final “Bleeding Obvious”. En muchos momentos, esta canción puede ser calificada de Metal Progresivo (estás leyéndolo bien). En los versos, la banda avanza cual apisonadora, imponiendo un ritmo machacón y sin clemencia que se suaviza para desembocar en un estribillo coral más contemporáneo. Los influjos progresivos que encontrábamos en los primeros temas del álbum vuelven a emerger en el extensísimo interludio instrumental donde, además de los complejísimos solos de guitarra y teclados, encontramos una interpretación descomunal de Paice y Glover. Adoro el giro de 180 grados que la canción sufre a continuación, convirtiéndose en una pista hipnótica en la que Gillan canta con un plus de misticismo antes de que entre en juego otro pasaje instrumental veloz que nos lleva en volandas hasta el final del álbum.
CONCLUSIÓN
Aunque alguno pueda pensar que aún es pronto para afirmarlo, creo firmemente que Deep Purple acaba de lanzar al mercado su mejor álbum en varias décadas (no disfrutaba tanto desde “Perfect Strangers”, salvando las distancias). Y es que, a través de sus diversas composiciones, da la sensación de que el quinteto ha sido capaz de recuperar cierta fuerza setentera gracias a la frescura y la enorme pegada del recién llegado Simon McBride, así como del mayor protagonismo que, por fin, se le ha dado a Don Airey, quien ha podido lucirse en cada canción, demostrando una vez más que es uno de los mejores y más respetados teclistas de todos los tiempos. Si a esto le sumamos la química intacta de Glover y Paice en la sección rítmica (mi tándem predilecto, si me preguntan) y el inquebrantable Ian Gillan, que a día de hoy sigue logrando dejarme boquiabierto (en este disco, como ya he comentado, lo he notado especialmente bien y natural).
“=1” es una obra más directa y movida que cualquiera de sus últimos lanzamientos, aunque también hay momentos y pistas que hubieran encajado sin problemas en "InFinite" y "Whoosh". Todo honor a esta banda que, lejos de vivir de glorias pasadas (y créame, amigo lector, si le digo que con los royalties de "Smoke On The Water" les daría para vivir), sigue, 55 años después, sentando cátedra a través de obras como este “=1”, donde hacen alarde de la teoría darwiniana de que solamente sobrevive el más fuerte. Con discos como el que aquí he reseñado, estos británicos vuelven a recordarnos que, de no ser por ellos, probablemente el Rock y el Metal no hubieran sido lo mismo. Probablemente, mi disco preferido de 2024.
☀♬Exceptional Deep Purple =1 Album Release Review. ✿
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