Siempre es agradable
escribir una reseña de un disco, ya sea nuevo o clásico, pero, cuando se trata
además de una obra que marcó el inicio de un movimiento alterno al Metal que se
hacía principios de los 80, la emoción aumenta hasta dimensiones inexploradas.
Y es que hablar de “Walls Of Jericho” no es tarea sencilla.
El primer álbum de
Helloween, una de las bandas más legendarias que han existido, rompió por
completo con el sonido del Metal europeo presentar una sólida propuesta cargada
de electricidad y mucha aceleración. La fórmula secreta probablemente fue tomar
influencias sonoras de la NWOBHM, pero añadiéndoles la velocidad frenética del,
por aquellos tiempos, novedoso Thrash Metal americano, dando así origen a una
nueva corriente dentro del género: el Power Metal.
Corría el año 1985.
Faltaba todavía mucho para que comenzaran la guerra de egos, los numerosos
problemas con las drogas, la muerte de un miembro clásico o los numerosos
cambios en su formación, factores que, en mayor o menor medida, complicaron
mucho la vida en la carretera de estos queridísimos teutones. En el mes de
abril de este año salía a la venta un pequeño EP de 5 temas (tal vez “temazos”
sea el término adecuado) en el que unos jóvenes Kai Hansen, Michael Weikath,
Ingo Schwichtenberg y Markus Grosskopf dieron a conocer su nueva propuesta
metalera. Si bien es cierto que este trabajo no causó gran revuelo, esto no
frenó la ilusión de estos 4 melenudos, quienes solo 6 meses para lanzar “Walls
Of Jericho”, su primer larga duración y el inicio, como hemos dicho, de un
movimiento que Helloween ha liderado siempre, ganándose la consideración de
“padres” del Power Metal.
La portada muestra a
una criatura diabólica destruyendo las famosas murallas de Jericó sembrando el
caos y el pánico entre los presentes. Además, es fundamental reseñar la
aparición en el nombre de la banda de la famosa calabaza, un icono que se
convertiría en un distintito del conjunto y que les ha acompañado por siempre.
Ocho obras maestras y
una introducción instrumental componen este álbum histórico. Te invito, querido
lector/a, a adentrarte en la era Hansen, una etapa única en la carrera de
Helloween que marcaría todo lo que vendría después en las eras Kiske y Deris.
Las trompetas de Jericó,
un claro guiño al relato bíblico por el que las murallas de la ciudad de Jericó
cayeron debido al poder sónico de 7 trompetas tocadas por unos sacerdotes,
abren el álbum en clave instrumental bajo el título que también da nombre al
LP. Este nos prepara para recibir la primera gran hostilidad, también conocida
como “Ride The Sky”, la primera obra maestra de este completísimo trabajo en la
que las influencias del Speed Metal, especialmente en los salvajes baquetazos
del malogrado Ingo Schwichtenberg, y de la voz del “metal god” Rob Halford en
la voz de Kai Hansen son fácilmente perceptibles. Los momentos más épicos del
corte son los estribillos, con una exhibición de agudos de Kai, y los
animalescos solos de guitarra que se suceden en la parte central y final del
corte.
Lejos de optar por
bajar las revoluciones tras semejante inicio, “Reptile” mantiene la violencia
del primer tema recordando, aún más, al sonido de los primeros Judas Priest.
Los destacadísimos cambios de ritmo que se suceden durante sus casi 4 minutos
de duración lo convierten en un trallazo de obligada escucha que dejaba claro
que estos jóvenes alemanes habían llegado al Metal para quedarse.
Con un sabor más
cercano a la NWOBHM, especialmente al sonido de bandas como Iron Maiden o Motörhead,
llega “Guardians”, otro acierto del
combo europeo en que se nota la influencia del Speed Metal en el nacimiento del
Power Metal, un hecho innegable. El estribillo parece anticipar lo que sería el
futuro éxito de la banda “Eagle Fly Free”.
Mi debilidad es el poderoso instrumental que se desarrolla en la parte
central, con una espectacular sucesión de solos y riffs inspiradísimos que
harán las delicias de todo metalero clásico.
Aunque podamos pensar
con el Riff principal que Helloween rindió tributo a “2 Minutes to Midnight” de
Iron Maiden, “Phantoms Of Death” tiene una personalidad propia arrolladora.
Hansen, sin llegar a ser un vocalista brillante (se le nota algo sufrido en
algunos agudos) vuelve a cumplir con su compleja labor. Aquí se encuentra otro
de mis estribillos preferidos, tan sencillo como directo. El momento más
sorprendente, y que a más de uno seguro que le ha llamado la atención, es el
instrumental intermedio, que se parece bastante en una parte, y con esto no
quiero acusar a nadie de plagio, a una parte del riff principal de “Phantom Of
The Opera” (ver minuto 3:58) de Maiden (¡se parece hasta el título!).
No hay tiempo para
tomarse un respiro (tampoco es necesario) y “Metal Invaders” es buena prueba de
ello. Superiores guitarras gemelas al más puro estilo Iron Maiden, de nuevo.
Podremos disfrutar en este corte de, probablemente, la mayor exhibición
guitarrera de todo el álbum gracias a los colosales Hansen y Weikath, una
pareja histórica, nadie lo puede negar.
“Gorgar” es otro momentazo
del álbum, un corte perfecto en todos los sentidos. Líricamente una crítica o
aviso contra la adicción al juego, personificando a este como a un personaje
terrorífico y manipulador llamado Gorgar que está inspirado, a su vez, en una
máquina de pinball en la que un diabólico demonio emitía sonidos mientras jugabas.
Hansen en los versos cumple con lo que se espera de él, siendo en los
estribillos donde podremos disfrutar de su mejor faceta, escupiendo unos gritos
vibrantes que son acompañados de un coro que se complementan perfectamente con
el alemán. Vuelvo a recuperar el tema de los parecidos con Judas Priest debido
a que encuentro grandes similitudes entre el pequeño interludio que precede al
solo y una parte bastante conocida del monstruoso “Victim Of Changes” de los
Judas.
Inexplicablemente “Heavy
Metal (Is The Law)” nunca ha gozado de la consideración de “clásico” pese a
tener a cumplir con todos los requisitos para ello. Furia por todos los
costados, una letra reivindicativa del género, mucho feeling y un estribillo de
muchos quilates. Esta composición lleva la firma de Weikath, incansable
monstruo del Metal que, a mi parecer, nunca ha tenido el reconocimiento que
merece. Otro genio que saca a relucir su habilidad es el gran Markus Grosskopf,
uno de mis bajistas predilectos por su magia y técnica a las 4 cuerdas.
Por si quedaba alguna
duda sobre la calidad de “Walls Of Jericho”, es el turno de “How Many Tears”,
el monumental cierre para un disco sin fisuras. Bestial criatura de 7 minutos
de duración en la que impera el más puo Power Metal, el primigenio…ese que
ellos mismos crearon escuchando a todos los gigantes que habían reinado en la
década de los 70 y principios de los 80. Todo es PERFECTO: el duelo de
guitarras entre Weikath y Hansen, el poderío vocal de este último, la pista de
bajo que se saca Markus, los baquetazos del inolvidable Ingo y los numerosos
cambios de ritmo. ¡Qué tema! ¡Qué discazo!
Y así llegamos al final
de este primer viaje, de este primer vástago de una banda llamada a hacer
historia y a definir los parámetros de uno de los subgéneros más importantes de
las últimas décadas. Negar la importancia de estas nueve composiciones de
Hansen y Weikath, sin obviar a los grandes Ingo y Grosskopf, y su trascendencia en todo lo que vendría
después sería un error imperdonable. Antológica lección de Power Metal.
Pronto llegaría a la
banda un tal Michael Kiske para grabar dos álbumes que ascendieron a la cima a
Helloween ( las dos partes de “Keeper Of The Seven Keys”), pero estos, probablemente,
no habrían existido si en 1985 no hubiera salido a la venta “Walls Of Jericho”.
Para mí este álbum es
digno de 4 estrellas y media.
Excelente reseña de mi álbum favorito de Helloween. Buenos datos, resaltó el dato de la canción de Gorgar!!!
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